Los ingresos cayeron entre 6 y 10 por ciento y la presión de esta crisis sobre las clases medias es muy fuerte porque los golpes que recibe van unidos a la fuga de miles de millones de dólares que se fugan del país y por los escándalos y fraudes diarios de las grandes empresas.
Gigantescas manifestaciones (de las mujeres por la despenalización del aborto, de los universitarios y secundarios, de los funcionarios despedidos) demuestran diariamente el hartazgo de las clases medias, así como los insultos en todas partes y en coro a la madre del presidente Mauricio Macri, quien no tiene ninguna posibilidad de llegar a las elecciones de 2019.
Ante esta situación, el gobierno posiblemente arrojará a los leones algunos de sus ministros más impopulares o más resistidos incluso por los grandes capitales, que critican su incapacidad y torpeza mientras espera que la caída del consumo frene la inflación por falta de compradores y le apuesta a una especie de “solución griega” basada en la ruptura de la capacidad de resistencia de los trabajadores. La derecha peronista probablemente llamará a la unidad nacional y podría integrar un nuevo gabinete ministerial, con el beneplácito del FMI, para hacer el trabajo sucio frenando la protesta social que está desarticulada y no tiene dirección política.
Pero los aumentos del dólar y de sus servicios se comunicarán a los precios en pocos meses y la chispa de la lucha de los sectores de la clase media organizados (maestros, universitarios, funcionarios) podría comunicarse al resto de los trabajadores antes de las elecciones y provocar la caída del gobierno.
El gabinete Drácula y su jefe Macri deben saltar por el aire. Los comités de huelga pueden convertirse en consejos de universidad, escuela o empresa para reorganizar cada centro de trabajo y asegurar su funcionamiento normal. En las fábricas y empresas en conflicto y que despiden, esos consejos o comités de empresa podrían sacarse de encima el freno de la burocracia sindical y establecer redes de consejos.
Hay que suspender de inmediato el pago de la deuda externa y el endeudamiento para facilitar la fuga de capitales. Hay que parar esa fuga mediante el control de cambios y obligar a los exportadores agroindustriales, que se niegan a pagar impuestos, a desembolsarlos de inmediato. Hay que exigir el control estatal del comercio exterior y el control de los bancos (contra el lavado de dinero del narcotráfico y contra la fuga de capitales). ¡Fuera Macri y su gobierno Drácula!
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