EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
jueves, 6 de julio de 2017
TLC, trabajadores e imperialismo
TLC, trabajadores e imperialismo
John Saxe-Fernández/ IV
C
uando se supo que Robert Lighthizer, el representante comercial de Trump aceptó la propuesta de legisladores demócratas de incluir la temática laboral relacionada con estándares cumplibles dentro de la renegociación del TLCAN (Proceso, 22/6/17) fue pronto y fulminante el rechazo de la patronal y su neoliberal gobierno mexicano. Ello porque lo que está en juego sería la fuente principal de la vasta riqueza acumulada por el 1% de acá y allá por medio de la super-explotación de los y las trabajador@s mexican@s, una condición de flexibilización laboral, pactada y formalizada por las trasnacionales y ambas oligarquías. El TLC también facilita la apropiación de los recursos naturales y de las principales empresas y funciones públicas del país, incluyendo las de energía, seguridad y defensa nacional. ¿Acaso no fue J.D. Negroponte quien dijo que el TLC es la piedra angular para alinear la política exterior y de seguridad de México con los principios de la política exterior de Estados Unidos?
El diputado demócrata Sander M. Levin se encargó de recordar el meollo del asunto al notar que los trabajadores mexicanos en las armadoras de la automotriz ganan en promedio un miserable 19 por ciento de los salarios que perciben sus contrapartes en Estados Unidos por puestos semejantes. Y eso que a 23 años del TLC, ese es uno de los rubros menos asimétricos. A mediados de los años 70 los salarios promedio en México eran 31 por ciento de los de Estados Unidos. Eso fue poco antes de la gran ofensiva del alto capital (Wall Street, Fed y el Tesoro desde el FMI-BM-BID) ante la crisis de acumulación capitalista que desde entonces se intensifica, una real guerra de clase bajo la rúbrica de la globalización y el neo-liberalismo, siendo la super-explotación del trabajo parte esencial de la imperialización de la periferia y México en calidad de tenaz modelo saqueado sin descanso desde 1982 cuando, según estudio de 2016 del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (CAM), se podían comprar 50 kilos 910 gramos de tortillas con el salario mínimo. En 2016 ya eran sólo ¡5 kilos 820 gramos!
La homologación a la baja de los salarios mexicanos, en el contexto del TLC, fue avalada por la disoluta cúpula gubernamental y sindical que bajo Salinas dejó sin voz al trabajo en la negociación del tratado, condición que prevalece hasta hoy. Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, aspira a prolongar la catástrofe seis años más repitiendo con dejos nostálgicos a oídos del norte que, como en aquellos tiempos idos, gobierno e IP integran un solo equipo negociador sustentado en la globalización. Es una estratagema de super-explotación de la fuerza de trabajo que combina los topes salariales que dicte la IP de dentro y fuera, con productividad al alza pero en un contexto para América del Norte de persistente homologación/estancamiento salarial a la baja con alto riesgo electoral para republicanos y Trump. No extraña que en una reciente entrevista Lighthizer se preguntara: ¿Que si creo que las leyes laborales mexicanas han tenido un efecto negativo sobre Estados Unidos?… Sí, creo eso, que sí.
De inmediato agregó que la posición del gobierno de Donal Trump y la de los demócratas en materia de estándares laborales, no están muy alejadas. Es claro que el representante comercial se refiere a la precarización y la brutal ruina salarial de acá y no a las muy avanzadas leyes laborales en el papel, hechas triza a diario por las cúpulas gobernantes, empresariales y del charrismo sindical. Eso también está en el centro del interés no sólo de banqueros e inversionistas en el TLCAN. También de los políticos de Estados Unidos. Desde que se empezó a contemplar un TLC con México el liderato demócrata consideró la ausencia de instrumentos de clase que permitan incrementar las percepciones de los trabajadores mexicanos, como el principal escollo al TLCAN. Ahora para Trump la desigualdad extrema es delicada, aunque no parece enterado y si lo estuviese, la seguirá explotando mientras desata a Wall Street.
Según estudio de Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman y datos del Global Wealth/Credit Suisse, entre 2015 y 2016 el 1% más rico de Estados Unidos canalizó a su favor la riqueza del 90% de los hogares de Estados Unidos equivalente a US$4 billones (trillion) de dólares, en promedio 3 millones por hogar. El 10% más rico capturó una riqueza de 1.3 millones hogar/promedio.
Cerca de la mitad de lo extraído por el 1% vino de la clase media y de la clase baja. Los autores estiman que la plutocracia tomó del 90% de la población 17 mil dólares hogar/promedio. La pérdida de riqueza de la clase media ascendió a 35 mil dólares hogar/promedio. Se trata de 50 millones de hogares agredidos que perdieron riqueza estimada en un billón 760 mil millones ¡y para el 50% más pobre el ingreso se varó por 40 años!
Bernie Sanders lo dice bien: No podemos seguir operando bajo un sistema que sustrae más riqueza hacia los más ricos, a costa de todos los demás.
jsaxef.blogspot.com
Facebook: JohnSaxeF
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TLC, trabajadores e imperialismo John Saxe-Fernández/ IV C uando se supo que Robert Lighthizer, el representante comercial de Trump aceptó la propuesta de legisladores demócratas de incluir la temática laboral relacionada con estándares cumplibles dentro de la renegociación del TLCAN (Proceso, 22/6/17) fue pronto y fulminante el rechazo de la patronal y su neoliberal gobierno mexicano. Ello porque lo que está en juego sería la fuente principal de la vasta riqueza acumulada por el 1% de acá y allá por medio de la super-explotación de los y las trabajador@s mexican@s, una condición de flexibilización laboral, pactada y formalizada por las trasnacionales y ambas oligarquías. El TLC también facilita la apropiación de los recursos naturales y de las principales empresas y funciones públicas del país, incluyendo las de energía, seguridad y defensa nacional. ¿Acaso no fue J.D. Negroponte quien dijo que el TLC es la piedra angular para alinear la política exterior y de seguridad de México con los principios de la política exterior de Estados Unidos? El diputado demócrata Sander M. Levin se encargó de recordar el meollo del asunto al notar que los trabajadores mexicanos en las armadoras de la automotriz ganan en promedio un miserable 19 por ciento de los salarios que perciben sus contrapartes en Estados Unidos por puestos semejantes. Y eso que a 23 años del TLC, ese es uno de los rubros menos asimétricos. A mediados de los años 70 los salarios promedio en México eran 31 por ciento de los de Estados Unidos. Eso fue poco antes de la gran ofensiva del alto capital (Wall Street, Fed y el Tesoro desde el FMI-BM-BID) ante la crisis de acumulación capitalista que desde entonces se intensifica, una real guerra de clase bajo la rúbrica de la globalización y el neo-liberalismo, siendo la super-explotación del trabajo parte esencial de la imperialización de la periferia y México en calidad de tenaz modelo saqueado sin descanso desde 1982 cuando, según estudio de 2016 del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (CAM), se podían comprar 50 kilos 910 gramos de tortillas con el salario mínimo. En 2016 ya eran sólo ¡5 kilos 820 gramos! La homologación a la baja de los salarios mexicanos, en el contexto del TLC, fue avalada por la disoluta cúpula gubernamental y sindical que bajo Salinas dejó sin voz al trabajo en la negociación del tratado, condición que prevalece hasta hoy. Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, aspira a prolongar la catástrofe seis años más repitiendo con dejos nostálgicos a oídos del norte que, como en aquellos tiempos idos, gobierno e IP integran un solo equipo negociador sustentado en la globalización. Es una estratagema de super-explotación de la fuerza de trabajo que combina los topes salariales que dicte la IP de dentro y fuera, con productividad al alza pero en un contexto para América del Norte de persistente homologación/estancamiento salarial a la baja con alto riesgo electoral para republicanos y Trump. No extraña que en una reciente entrevista Lighthizer se preguntara: ¿Que si creo que las leyes laborales mexicanas han tenido un efecto negativo sobre Estados Unidos?… Sí, creo eso, que sí. De inmediato agregó que la posición del gobierno de Donal Trump y la de los demócratas en materia de estándares laborales, no están muy alejadas. Es claro que el representante comercial se refiere a la precarización y la brutal ruina salarial de acá y no a las muy avanzadas leyes laborales en el papel, hechas triza a diario por las cúpulas gobernantes, empresariales y del charrismo sindical. Eso también está en el centro del interés no sólo de banqueros e inversionistas en el TLCAN. También de los políticos de Estados Unidos. Desde que se empezó a contemplar un TLC con México el liderato demócrata consideró la ausencia de instrumentos de clase que permitan incrementar las percepciones de los trabajadores mexicanos, como el principal escollo al TLCAN. Ahora para Trump la desigualdad extrema es delicada, aunque no parece enterado y si lo estuviese, la seguirá explotando mientras desata a Wall Street. Según estudio de Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman y datos del Global Wealth/Credit Suisse, entre 2015 y 2016 el 1% más rico de Estados Unidos canalizó a su favor la riqueza del 90% de los hogares de Estados Unidos equivalente a US$4 billones (trillion) de dólares, en promedio 3 millones por hogar. El 10% más rico capturó una riqueza de 1.3 millones hogar/promedio. Cerca de la mitad de lo extraído por el 1% vino de la clase media y de la clase baja. Los autores estiman que la plutocracia tomó del 90% de la población 17 mil dólares hogar/promedio. La pérdida de riqueza de la clase media ascendió a 35 mil dólares hogar/promedio. Se trata de 50 millones de hogares agredidos que perdieron riqueza estimada en un billón 760 mil millones ¡y para el 50% más pobre el ingreso se varó por 40 años! Bernie Sanders lo dice bien: No podemos seguir operando bajo un sistema que sustrae más riqueza hacia los más ricos, a costa de todos los demás. jsaxef.blogspot.com Facebook: JohnSaxeF Subir al inicio del texto
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