EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
domingo, 2 de octubre de 2016
Tlaltelolco e Iguala: espejos
El Despertar
Tlatelolco e Iguala: espejos
José A. Ortiz Pinchetti
H
oy recordamos la matanza de Tlatelolco. A punto de cumplir 50 años. Hace unos días se cumplieron dos de la matanza de Iguala. Las dos tragedias revelan el ánima profunda de un régimen político que va por sus primeros 90 años.
Los dos fueron crímenes de Estado con la intervención del Ejército. Los motivos son distintos. La malicia e ineptitud de las autoridades han impedido el esclarecimiento. Revelan nuestra impotencia como sociedad para exigir cuentas.
Tlatelolco fue la destrucción en embrión de un despertar democrático. Coincidió con una revolución cultural que sacudió los regímenes de oriente y occidente. En Iguala se refleja una descomposición política.
Elemento clave es la presencia del crimen organizado. Mientras que el contexto en 68 fue 30 años de paz, estabilidad autoritaria y crecimiento económico, Iguala refleja una decadencia de 30 años. Es parte de una guerra estúpida: una matanza entre centenares o miles perpetradas en casi todo el territorio de México.
Mientras que Tlatelolco fue un acto enloquecido de represión, en Iguala hay alianza entre las fuerzas del orden y los narcos para la desaparición de un grupo específico con rostros, con nombre y apellido. En estos años han muerto o desaparecido 300 mil gentes. Los medios, en su mayoría, son encubridores en las dos matanzas. Pero en 2014 no pudo evitarse la resquebrajadura del control gubernamental.
En 68 los gobiernos, las instituciones y los medios extranjeros callaron. Hoy el nivel de exigencia mundial contra el gobierno de EPN es abrumador. En aquel entonces los padres de las víctimas fueron disciplinados, hoy han dado una muestra de valentía y de dignidad, y están apoyados por una solidaridad que no existió en el 68.
Hay una identidad profunda: la ferocidad en el ejercicio de la violencia y del poder. Esto lo reveló Octavio Paz en Posdata. Y algo escalofriante en ambos sucesos: la impunidad. Del 68 no se ha hecho ninguna investigación oficial, y de Iguala la indagación resultó tan contradictoria e inconsistente que puso en ridículo a las autoridades y nos llenó de vergüenza a todos nosotros.
Twitter: @ortizpinchetti
joseaorpin@gmail.com
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