EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
lunes, 17 de octubre de 2016
Mexico SA
México SA
¿Y la soberanía alimentaria?
Más hambre y desperdicios
Realidad extermina discurso
Carlos Fernández-Vega
C
ontrario al decreto gubernamental de que México no está ni cerca de una crisis (José Antonio Meade dixit), en la Cámara de Diputados advierten que el país se encuentra en una grave debacle económica, y a lo primero que impacta en los hogares es al acceso en cantidad y calidad de productos alimenticios. Y como parte de esta realidad destaca que alrededor de 28 millones de mexicanos presentan carencias por acceso a la alimentación, de acuerdo con la tipificación oficial, es decir, lo que en otras latitudes simple y sencillamente denominan hambre.
Paradójicamente, en México el modelo de producción agroindustrial de alimentos genera una cantidad importante de mermas en alimentos, alcanzando 10 millones 431 toneladas, a razón de 35 por ciento en la producción de frutas; 29 por ciento de verduras; 9 por ciento de pescados y mariscos; 9 por ciento en cereales y pan industrializado; 9 por ciento de carnes (res, pollo y cerdo); 6 por ciento en lácteos y huevo, y 3 por ciento en leguminosas (la estadística es de la FAO).
Tan cruda realidad ha sido analizada por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop) de la Cámara de Diputados, que en su más reciente informe (¿Qué vamos a comer hoy? A 35 años del Día Internacional de la Alimentación, situación en México) subraya que para el caso mexicano la recomendación de la FAO es invertir más en el desarrollo rural, por estar convencida de que los pequeños productores del campo pueden garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria del mundo, contrarrestar el cambio climático y atender al mismo tiempo la pobreza de amplios sectores de la sociedad, encaminando los esfuerzos hacia el desarrollo sostenible de los pueblos. La propuesta es revertir el modelo agroindustrial y fortalecer las agriculturas campesinas.
El Cesop recuerda que la Constitución establece la obligación del Estado de garantizar la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad a todos los mexicanos; sin embargo, con la implementación del modelo neoliberal, los diferentes gobiernos se han orientado a importar los productos alimenticios, más que en incentivar y fortalecer la producción nacional, haciendo al país totalmente dependiente. Por tanto, se puede afirmar que la soberanía y la seguridad alimentaria en México están profundamente vulneradas, y su restitución es un gran reto para el país.
Diversas organizaciones de productores agropecuarios y forestales del país, indica el centro de estudios, se han manifestado en contra de las políticas aplicadas al sector, en las que se favorece claramente a los productores agroempresariales y trasnacionales, en detrimento de la producción nacional de alimentos. A lo largo de su historia, tales organizaciones “han tratado de hacer frentes de resistencia opuestas a las políticas de Estado que van en su contra; en las que se ha favorecido la instalación de trasnacionales en el país; se dispensan los límites de importaciones; se favorecen las prácticas de dumping, entre otros. En esta resistencia, las organizaciones campesinas mexicanas han trascendido las fronteras”.
El Cesop subraya que es a partir de los gobiernos neoliberales cuando se mal entiende el sentido de soberanía alimentaria y comienza a incrementarse rápida y sostenidamente la dependencia foránea, y se agudiza con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, fundamentalmente de granos básicos y productos cárnicos de Estados Unidos y Canadá.
Temas intrínsecamente ligados a los patrones de consumo de alimentos son el poder adquisitivo y los niveles de pobreza. La Encuesta Nacional en Salud y Nutrición 2012 (…) informó que 14 por ciento de niños de prescolar tiene desnutrición crónica, lo que para ese año era de 1.5 millones. Hay un rezago grave en la desnutrición materno-infantil, principalmente en el medio rural; en contraparte, hay una epidemia de obesidad y sobrepeso, lo cual se asocia a enfermedades como diabetes y cardiopatías en general, afectando principalmente a la población de ingresos restringidos y afecta a 70 por ciento de la población adulta del país”.
Los patrones de consumo y su relación con la salud están determinados por varios factores: económico (poder adquisitivo), entorno regional, tecnologías disponibles (desarrollo de la industria alimentaria) y socioculturales. “De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria 2014, en el país se consumen anualmente 188 kilogramos de maíz per cápita y 13 de frijol, con lo que se ratifica a estos cultivos como básicos y estratégicos. Como se ha comentado con anterioridad, la pobreza y la inflación son factores que inciden directamente en la subalimentación de amplios sectores de la población nacional”.
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (julio de 2015) deja en claro que carne, cereales, leche y sus derivados, así como legumbres, representan 64 por ciento del gasto en alimentación. En un análisis más detallado, se tiene que de cada 100 pesos que un hogar mexicano destina a la compra de alimentos, en promedio 33 se destinan a la compra de carne; 28 a cereales; 16 a verduras, legumbres y semillas; 14 a bebidas alcohólicas y no alcohólicas; seis a huevo y frutas, y tres a pescados y mariscos. Se destinan más recursos a la compra de bebidas que a huevo, frutas, pescados y mariscos, y el patrón promedio de consumo de bebidas por mes de los mexicanos es el siguiente: 44 por ciento refrescos, 36 por ciento leche y 20 por ciento agua.
En cuanto a las tendencias en los patrones de consumo de alimentos se destaca que la dieta actual se compone de productos industrializados mayoritariamente. El Inegi informa que en el periodo de 2003 a 2013 el consumo de alimentos considerados naturales fue de apenas de 12.9 por ciento y el 87.1 restante correspondió a comestibles procesados.
Por otro lado, la distribución de despensas es nutricionalmente acertado, pero no en términos de cultura, pues se desperdician recursos y alimentos. Un ejemplo es que se incorpora a las despensas avena o soya para ser distribuidas en comunidades rurales, las cuales al final sirve para alimentar a pollos o cerdos.
¿Y la Cruzada Nacional contra el Hambre? Ni sus luces. De hecho, el Cesop denuncia que los expertos que participaban para dar seguimiento a dicho programa dejaron de ser convocados desde hace un par de meses. De acuerdo con los especialistas esto obedece a que el gobierno busca informar que los indicadores de bienestar y nutrición han aumentado, aunque estos índices no se correlacionen con la realidad.
Las rebanadas del pastel
Entonces, como se constata, tampoco en materia alimentaria México no está ni cerca de una crisis.
Twitter: @cafevega
D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
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