¿Integración en América del Norte?
ejor tomarlo con mucha calma: no es algo aconsejable en lo inmediato. Mucho menos en las próximas y no tan próximas décadas si es que logramos evitar la guerra mundial en curso o sobrevivir la masiva extinción de especies y la catástrofe eco y bioclimática. Con EU mejor recordar que es una nación en guerra permanente y con la mayor economía bélico-industrial del planeta, que además tiende a concebir a nuestras naciones latinoamericanas como su
reserva estratégica, depósito de materiales y de fuerza de trabajo por lo que somos territorios vigilados
(Telma Luzzani, 2012). Así lo comprobé revisando al comienzo de mis años universitarios los 5 volúmenes de la Comisión Paley (EU, junio, 1952) sobre los fundamentos materiales de la civilización de EU
.
En medio de una declinación precipitada, EU amplía la mirada a la electricidad del continente americano vía el Connect America
, que acaba de agregar el mercado eléctrico brasileño, el mayor de América Latina, ya con 46 por ciento del de México en el bolsillo. Eso sí, EU no permite firmas extranjeras en su sector estratégico de la energía.
Aunque EU asegura que la suya es una economía de libre mercado, más bien, a decir de Seymour Melman en su magistral libro Profits Without Production (1983), es una economía cuyo manejo centra la acción de más de 37 mil de sus principales empresas y más de 100 mil subcontratistas con un vasto aparato burocrático que ya trasciende los espacios de oficina disponibles en el gran edificio pentagonal que aloja el Departamento de Defensa (DOD).
¿Cómo operan en el mundo los grandes intereses alrededor de esa economía? En el más reciente informe global de Oxfam sobre el Estado de la inequidad y su contexto se ofrecen suficientes datos para entender por qué a la nación mexicana no le conviene apresurar compromisos de integración a corto , mediano y largo plazos con EU y evitar encerrarse en ese entorno.
Dice Oxfam que la riqueza mil millonaria ( Billionaire wealth) se ha expandido de manera desorbitada durante la pandemia y que muchas compañías de la industria de la alimentación (agronegocios), la gran industria farmacéutica, de los sectores de la energía y la de alta tecnología son las que han ganado sobre el dolor que aflige
, como dice el informe, a millones de seres humanos en el mundo que enfrentan crecientes costos para vivir en un estado de crisis que ya conllevaba carencias extremas antes de que apareciera el covid-19, llevando la inequidad a nuevos niveles.
Los efectos combinados entre la pandemia, el aumento en la inequidad y los aumentos en los alimentos podrían lanzar a cerca de 263 millones de personas a la pobreza extrema en 2022, revirtiendo décadas de progreso, es decir, 10 nuevos mil millonarios poseen 40 por ciento de la riqueza mundial, el equivalente a que cada 33 horas un millón de personas caen en la pobreza extrema mientras en ese mismo lapso surge un nuevo mil millonario, conformando dinastías en el manejo de un rubro estratégico como el de la comida, las inmensas fortunas que logró la gran industria farmacéutica y su total falta de empatía en medio de la pandemia, subordinándose a las ilegales y criminales sanciones económicas –contra la población de Venezuela y Cuba, entre otros casos, en tiempos de una de las peores epidemias y pandemias sufridas por la humanidad.
Las grandes firmas petroleras obtuvieron márgenes de ganancia que duplicaron el promedio durante la pandemia, mientras los costos de la energía han llegado a aumentar 50 por ciento en 2022 siendo los precios más altos registrados desde 1973. Al tiempo, el precio del crudo ya había aumentado 53 por ciento en lo últimos 12 meses, mientras el precio del gas natural aumento en 148 por ciento.
La población mundial, en especial la europea, padece una crisis energética desde antes de la crisis en Eurasia, agravada por las decisiones de la UE siguiendo los mandatos de EU en su pretensión de llegar a prohibir la importación de hasta 90 por ciento de los energéticos rusos en diciembre.
Además de que el gas liquidificado que vendría de EU es más caro, más contaminante y más escaso, no hay los suficientes tanqueros para el transporte ni la infraestructura necesaria en la UE para regasificarlo, genera otra gran preocupación sobre sus intentos de descarbonización incluidos en su Proyecto Verde. Como bien apunta el analista de políticas públicas Michael Davies-Venn (IPS,03/05/22/) si bien comprar más gas liquidificado a EU puede ayudar a corto plazo, también consolida la infraestructura de combustibles fósiles europea, debilita la energía renovable, crea un vacío en el liderazgo para enfrentar lo que llama cambio climático, (colapso bioclimático en curso) además de que es importante tener presente que el metano, principal componente de gas líquido, es el segundo gas de efecto invernadero que ha contribuido a que desde 2011 se excedan los niveles preindustriales en 150 por ciento.
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