Provocó además un aumento radical del uso de las tecnologías
digitales y el poderío de las principales corporaciones del rubro. Las
nuevas tecnologías junto a la innovación “verde” son abrazadas a su vez
por los fondos de inversión y el capital en general, como vía de
reconversión de un capitalismo consumista estancado en su rentabilidad y
cuya responsabilidad en el dramático deterioro medioambiental es ya, a
todas claras manifiesto, colocando en severo entredicho al expolio de
recursos naturales finitos.
Un breve repaso de los acontecimientos en la escena política
Este 1 de Diciembre, en el Zócalo de Ciudad de México, una multitud
celebra la mitad del mandato histórico de Andrés Manuel López Obrador,
hecho que abrió esperanzas no solo para la población de ese país,
agobiada por sucesivas dictaduras neoliberales, sino también para abrir
una nueva posibilidad de política generosa y de autodeterminación en la
región.
En la acera de enfrente, continúa, aunque por poco tiempo más, la
calamidad de un gobierno fascista en Brasil, que costó la vida y el
retroceso sociales de millones de personas por su negacionismo y
crueldad, apareada con el cinismo de legisladores y jueces corruptos, la
manipulación informativa de medios monopólicos y los intereses de una
élite minúscula pero igualmente cruel de empresarios y terratenientes.
A pesar de las necesarias restricciones de movilidad pública
motivadas por la emergencia sanitaria, se han vivido en los dos últimos
años una importante ola de protestas sociales. Entre los eventos más
significativos figuran el despertar en Chile y los alzamientos en
Ecuador, el masivo y prolongado paro popular en Colombia, la unidad de
los movimientos sociales movilizados en cientos de ciudades brasileñas y
los tumultos en Haití, lugar en el que mercenarios asesinaron a un
presidente ya ilegítimo.
En los meses finales de 2019, luego del fundamental triunfo del
Frente de Todos, que logró impedir la continuidad de la calamidad social
que significó el gobierno de Macri – tragedia que aún hoy mantiene en
cadenas al pueblo argentino por el mayor endeudamiento registrado en los
anales del FMI- , el panorama fue conmocionado por la funesta
instauración de una dictadura violenta y retrógrada en Bolivia al tiempo
que el derechista Lacalle Pou vencía en Uruguay ante un Frente Amplio
desgastado por tres gestiones de gobierno, la dificultad de recambio en
sus liderazgos y la unidad opositora en segunda vuelta.
También en la República Dominicana, asolada por la pobreza, la
criminalidad y la inseguridad correlativas, venció medio año después el
acomodado empresario Luis Abinader frente a un dividido y debilitado
oficialismo socialdemócrata. El flamante mandatario, junto a Guillermo
Lasso y Sebastián Piñera, presidentes de Ecuador y Chile, fueron
expuestos públicamente por el escándalo de los “papeles de Pandora” que
volvió a poner en agenda el flagelo estructural de la evasión y elusión
fiscal, en este caso de funcionarios públicos que en sus discursos
suelen repetidamente mencionar la probidad y la anticorrupción como
puntos centrales de sus programas.
El banquero Lasso había dado por tierra, en la segunda vuelta
presidencial de Abril de 2021, las esperanzas locales y continentales
cifradas en la figura del joven representante de la Revolución Ciudadana
Andrés Aráuz. En esa contienda fueron definitorios el lawfare que
impidió la candidatura de Rafael Correa, el desastroso gobierno de Lenín
Moreno – mirado por muchos, pese a su traición, como sucesor del
gobierno anterior – la propaganda permanente en los medios y redes
sociales hegemónicas de posturas anticorreístas, a las que adhirieron
sectores ligados al indigenismo, la mayor parte de las ONG’s y una
candidatura socialdemócrata-centrista que concitaron en primera vuelta
el apoyo de votos suficiente como para posibilitar luego la victoria
neoliberal.
Sin embargo, en el marco de lo que aparentaba consolidar un nuevo
declive de las fuerzas progresistas en la región, el regreso contundente
al gobierno de las organizaciones sociales en Bolivia a un año del
golpe junto a la elección de un presidente vinculado a los movimientos
populares en Perú constituyeron una vigorosa irrupción popular, como
también la amplia aprobación en referendo del proceso constitucional que
se desarrolla en Chile bajo una mayoría de índole transformadora.
A lo que se suman como sucesos relevantes más recientes los renovados
e infructuosos intentos de desestabilización de la revolución cubana;
la independencia de Barbados de un todavía presente colonialismo de la
corona británica en el Caribe; los intentos del golpismo peruano para
liquidar la experiencia encabezada por el presidente Castillo y del
golpismo fascista para intentar reeditar el golpe de Estado en Bolivia;
un nuevo ciclo de protestas de sectores campesino-indígenas en Guatemala
y Ecuador y una elecciones municipales en Paraguay que, a contrapelo de
las continuadas movilizaciones de sectores estudiantiles y campesinos,
otorgaron nuevamente la victoria al régimen colorado en las principales
ciudades.
En un Noviembre cargado de incidencias electorales, se agregan al
cuadro de acontecimientos la elección presidencial en Nicaragua con la
continuidad del gobierno sandinista, atacada por el poder imperial, pero
controvertida también en algunos sectores progresistas; las elecciones
legislativas en Argentina con un resultado ahora adverso al gobierno
popular, el triunfo parcial del candidato fascista en la primera vuelta
de las elecciones en Chile y la amplia victoria del chavismo en las
elecciones regionales en Venezuela con la participación de los
principales sectores de oposición, en un giro táctico de sus posiciones
alineadas con el intervencionismo y el asedio a la Revolución
Bolivariana.
El año electoral latinoamericano-caribeño culmina con el resonante
triunfo del frente progresista encabezado por Xiomara Castro en la
elección presidencial en Honduras, frente a la corrupción del poder
oligárquico y fraudulento instaurado a partir del golpe contra el
presidente Zelaya en 2009. Mientras que en Diciembre se producirá en
Chile una segunda vuelta clave entre el neopinochetismo y el candidato
de la centroizquierda Gabriel Boric, al que por ahora las encuestas
posicionan como vencedor, lo que constituiría la culminación de un ciclo
de dictadura neoliberal violenta de casi medio siglo con la posibilidad
de allanar el camino a una Nueva Constitución, la confirmación del
relevo político generacional ya iniciado en ese país y un enorme motivo
de celebración de fin de año para las fuerzas progresistas de la región.
Estos nuevos vientos darían alas a las buenas perspectivas para
Gustavo Petro y Lula en las elecciones del año próximo en Colombia y
Brasil, lo que terminaría de configurar un nuevo balance sociopolítico
en la región.
Los pueblos en el umbral de la pospandemia
A la par de los intentos reformistas de recomposición pospandémica de
las economías por parte de los gobiernos sin afectar en lo más mínimo
el cuadro general de capitalismo financiarizado y depredador, continúa y
crece la indignación popular motivada por la urgencia de las
necesidades y el descreimiento en la capacidad institucional de dar
respuesta a las mismas.
Esto se evidencia en la recurrente e incremental abstención en las
votaciones, como así también en el resurgimiento de opciones políticas
con relatos retrógrados que auguran soluciones rápidas a lomos de una
supuesta antipolítica.
A su vez, algunas dirigencias reconocen (o acaso se autojustifican
por) los límites que el poder real establecido pone al poder político
formal. Mientras tanto, se acrecienta objetivamente la ingobernabilidad a
través de diversos factores, entre los cuales se encuentran ciertamente
la acción de los poderes económicos, la injerencia geopolítica global,
los bloqueos entre las facciones que se disputan cuotas del disminuido
pero siempre apetecido poder político, el nada democrático y corrompido
ámbito judicial, el elevado rechazo generacional a modalidades en
decadencia, la cartelización manipuladora del discurso mediático
conservador, la utilización expansiva de la tecnología digital para
fomentar el odio y la estigmatización, el divorcio de las agendas entre
las dirigencias y los pueblos o la atomización social con su
relativización orgánica, entre otros.
Al fracaso institucional para dar respuestas, sumando a una sensación
de incerteza general, se agrega la falta de alternativas nítidas,
reconocibles y referenciales en término de nuevos modelos sociales,
económicos y políticos que reemplacen la decadente estructural actual y
proporcionen bienestar junto a la ampliación de las posibilidades
colectivas. Lo cual es caldo de cultivo para la estridencia regresiva,
que concita además apoyo por la capacidad de contención gregaria de sus
huestes confesionales en el marco de un tejido social fragmentado.
En este contexto, ¿qué sucede con la integración regional de signo
soberano y con la fundamental democratización de la comunicación?
Integración soberana y pluralidad de voces
Al formar parte del esquema institucional decimonónico basado en la
concepción de Estado-Nación, las iniciativas oficiales de integración
soberana sufren la crisis de aquél, agravada por el torpedeo de las
sucesivas administraciones estadounidenses en su intento de conservar
preeminencia absoluta sobre los destinos “hemisféricos” frente al embate
geopolítico de China y Rusia en su disputa contra la pretendida
hegemonía unipolar.
En el mismo sentido, el intento de reflotar a la OEA como brazo
diplomático de la dominación, tampoco encuentra asidero firme, salvo en
la agenda comunicacional de los medios al servicio del gran capital,
siendo cuestionadas sus motivaciones y sugerido su reemplazo desde los
países gobernados por sectores más progresistas.
La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) como
posible ámbito de sustitución de la anacrónica OEA, dado el signo
político antitético o reformista de sus componentes, aparece sin embargo
de momento como un espacio tendiente a abandonar su origen
políticamente disruptivo para pasar a reflejar una suerte de comunidad
interestatal al estilo europeo, modelo que a su vez atraviesa una severa
y prolongada crisis.
El Mercosur, reapropiado en su carácter neoliberal por los gobiernos
derechistas de Brasil, Paraguay y Uruguay, ha perdido incluso su esencia
integradora a partir de la primacía del interés particular de sus
miembros, mientras que el ALBA-TCP conserva el carácter de trinchera de
nucleamiento soberanista, sin embargo más discursiva que efectiva, dada
las dificultades objetivas que atraviesan sus componentes,
fundamentalmente en razón del asedio estadounidense.
Lo novedoso es la irrupción de la RUNASUR (la UNASUR de los Pueblos)
en el escenario, que convoca a la construcción de una América
plurinacional (con proyección a un planeta plurinacional), alentando a
una refundación institucional soberana de carácter antiimperialista a
través de la participación directa, inclusiva y paritaria de los
pueblos, nacionalidades y movimientos sociales a fin de reparar y
superar la partición y repartición burguesa-transnacional poscolonial.
En relación a la comunicación, las posibilidades de democratización y
pluralidad se ven una vez más coartadas por el absolutismo de las
plataformas corporativas en el campo digital, cuyo sesgo de lucro
segmenta, discrimina y censura contenidos, afectando los principios
fundacionales de neutralidad y descentralización de la red internet.
En el campo de de los medios, el irrespeto o cancelación de normas
legales logradas en ardua lucha por la comunicación popular, la
desfinanciación o eliminación neoliberal de medios públicos, la
inequitativa distribución de pauta estatal a favor de los medios
hiperconcentrados, su progresiva transnacionalización junto a la
monolítica cartelización de discursos estigmatizantes contra las
alternativas revolucionarias o progresistas afectan la posibilidad de
imprescindibles transformaciones que garanticen diversidad informativa y
un balance equilibrado en la opinión pública.
Prospectiva
La historia nunca se detiene. Las generaciones actuales, en su gran
mayoría, enarbolan con claridad las banderas de la lucha contra el
deterioro medioambiental, contra la guerra, la injusticia flagrante y la
violencia, a favor de la emancipación de las mujeres y por la libre
elección de opciones sexoafectivas. Se va instalando con fuerza una
cultura irrestricta de derechos humanos, al par que se amplía el rechazo
a la manipulación cupular, la corrupción, el centralismo y el
verticalismo.
La indigna situación cotidiana de miseria y carencias en contraste
con la opulencia absurda de minorías cada vez más pequeñas y abusivas,
solo puede dar espacio a sucesivas rebeliones populares hacia nuevos
modelos de distribución equitativa, gestión participativa, colaborativa y
descentralizada.
Esta revolución en curso es además mundializada, sin que espacio
alguno pueda bloquear o quedar indemne de la expansión de ese clamor.
En reacción a estos claros signos de futuro se elevan voces
guturales, anacrónicas, nostálgicas de un pasado que nunca fue y que
tampoco será. Aun cuando estas fuerzas regresivas buscan neutralizar el
avance de los tiempos (y coyunturalmente hasta logran frenarlo),
representan tan solo un estéril esfuerzo por detener la imparable
evolución humana.
El sistema capitalista y depredador, sostenido por sus sectores
conservadores, busca desviar los impulsos transformadores hacia falsas
puertas, intentando resignificar los relatos bajo una modalidad
gatopardista y engañosa.
El surgimiento del nuevo ser humano como actor necesario de las
sociedades futuras, considerado anteriormente como producto automático
de condiciones objetivas, es hoy claramente asumido por cada vez más
sectores como condición simultánea de la transformación.
Fortalecer su nacimiento y las condiciones de un medio favorable a su
desarrollo, expandir el eco de las voces que señalan hacia el futuro,
prestar oídos al clamor generacional y de género, apoyar a las
organizaciones sociales que exigen bienestar igualitario, constituyen
sin duda las claves de una misión histórica ineludible.
(*) Javier Tolcachier es investigador en el Centro Mundial de
Estudios Humanistas y comunicador en Pressenza, agencia internacional de
noticias con enfoque de Paz y No Violencia.
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