EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
sábado, 6 de agosto de 2016
Mexico SA
México SA
Tres décadas en declive
¿Y el paraíso ofrecido?
Todos, a comer pasteles
Carlos Fernández-Vega
A
lo largo del presente gobierno los resultados económicos han ido de mal en peor, y a estas alturas los pronósticos más optimistas apuntan hacia un balance sexenal similar al reportado por cada una de las cinco administraciones previas, es decir, entre la mediocridad y el despeñadero.... con todo y las reformas que los mexicanos necesitan (EPN dixit).
Salvo que suceda un milagro (con eso de que el gobierno está repleto de guadalupanos modernos), el sexenio peñanietista compartiría con el de Felipe Calderón el segundo lugar entre los peores del México reformado, es decir, de los últimos seis (de la renovación moral a la fecha).
De 1982 en adelante, la economía mexicana registra una tasa anual promedio ligeramente superior a 2 por ciento, y en los 34 años transcurridos todo se reformó y modernizó, porque –según el reiterativo dicho de los sucesivos inquilinos de Los Pinos– el país así lo requiere.
Pésimo resultado, por no decir desastroso, y si bien todos los inquilinos de Los Pinos considerados en dicho periodo fueron muy malos, entre ellos mismos aún hay peores. Cierto es que a Miguel de la Madrid (el ingeniero del cambio neoliberal, el de la obra negra) nadie le ha arrebatado la primera posición (en su sexenio la tasa anual promedio de crecimiento fue de 0.34 por ciento, contra 6 por ciento del sexenio previo, proporción nunca más reportada) en lo que a resultados desastrosos se refiere.
Se suponía (así lo ofrecieron) que con las reformas el panorama sería diametralmente opuesto y las puertas del paraíso se abrirían de par en par para el ingreso masivo y gozoso de los mexicanos. Pero alguien perdió las llaves, pues sucedió exactamente lo contrario, con todo y reformas.
Con Salinas de Gortari (el arquitecto del cambio neoliberal, el de los acabados finos) la tasa anual promedio de crecimiento económico fue de 3.9 por ciento, la cual se redujo a 3.5 por ciento en el sexenio zedillista (el del bienestar de la familia), a 2.3 por ciento con Fox (el del cambio) y a 1.9 por ciento en el calderonato (el de para vivir mejor), proporción esta última en línea con la que reporta Peña Nieto (el del México en movimiento) al cierre de su cuarto año en Los Pinos, con miras a que empeore de aquí en adelante.
¿Dónde quedaron el paraíso y sus mieles? En unas cuantas manos pertenecientes a la clase político-empresarial. Nada más. Al resto los han condenado a comer pasteles. Las propias cifras oficiales dan cuenta de que los resultados empeoran sexenio tras sexenio, reforma tras reforma. ¿Hasta cuándo, porque todo tiene un límite?
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, que dirige María Fonseca Paredes, advierte que a estas alturas del sexenio peñanietista las fuentes de crecimiento económico de nuestro país parecen agotarse.
La caída en la confianza de los consumidores y los bajos niveles exhibidos por los indicadores de confianza empresarial, apunta el CIEN, son elementos que sin duda contribuyen a la desaceleración que sufrirá la economía de nuestro país durante la segunda mitad del año, debido a que juegan un papel importante en dos factores cruciales para el crecimiento económico: el consumo y la inversión.
El Sistema de Indicadores Cíclicos dio muestras de que la economía mexicana comienza a desacelerarse. Tanto el indicador coincidente como el adelantado se ubicaron por debajo del potencial, ambos mostrando una trayectoria negativa, lo cual es señal de que el ritmo de crecimiento tenderá a ser menor en los meses por venir.
En julio el indicador de confianza de los consumidores presentó una caída anualizada de 3.6 por ciento, ya que cuatro de los cinco elementos que lo conforman se ubicaron en terreno negativo. Sólo el componente que mide las posibilidades en el momento actual de los integrantes del hogar comparadas con las de hace un año, para realizar compras (como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos) mostró una variación positiva (5.1 por ciento), aunque su desempeño fue menor al observado durante mayo pasado.
Tal escenario implica que las expectativas en torno a la situación económica actual y futura de nuestro país no resultan favorables para los consumidores, impactando negativamente en la evolución del consumo privado durante los próximos meses.
Por otro lado, el panorama luce menos favorable para el ámbito empresarial, ya que durante julio pasado los indicadores de confianza para las actividades de la construcción (-2.4 puntos), el comercio (-1.7 puntos) y las manufacturas (-0.3 puntos) presentaron decrecimientos respecto del nivel que habían alcanzado durante el mismo mes del año pasado, donde llama la atención que en los tres sectores mencionados el componente que mide las opiniones de los empresarios sobre la situación económica actual del país fue uno de los más deteriorados.
Ante un escenario donde la confianza empresarial se encuentra significativamente deteriorada, las implicaciones negativas en la evolución de la inversión no se hacen esperar. Durante los primeros cinco meses del año la inversión fija bruta creció apenas 0.9 por ciento, cifra que contrasta con 4.9 por ciento obtenido durante el mismo periodo de 2015 (la diferencia es de cinco tantos, a la baja, desde luego). De hecho, en mayo pasado la tasa de crecimiento anual de dicha variable fue de sólo 0.7 por ciento impulsada por el desempeño de la inversión en maquinaria y equipo (que creció 2.7), ya que la concerniente a la construcción se ubicó en terreno negativo (-0.6).
(Dicho sea de paso, lo anterior documenta que la reciente amenaza del sector privado de que dejaría de invertir por los bloqueos y la falta de acción del gobierno federal, en realidad de tiempo atrás es un hecho consumado, con o sin manifestaciones. No invierte, porque no hay confianza ni condiciones, y menos la tan cacareada solidez económica).
De esta forma, concluye el CIEN, las fuentes de crecimiento económico de nuestro país parecen agotarse. La inversión se verá limitada no sólo por los bajos niveles de la confianza empresarial, también se deben considerar los ajustes realizados al Presupuesto de Egresos, en particular a las obras de infraestructura. Por su parte, los niveles de consumo privado podrían deteriorase en la segunda mitad del año ante la caída en las expectativas de los consumidores en cuanto a la evolución de la economía nacional.
Las rebanadas del pastel
Sólo un milagro, pues.
Twitter: @cafevega
cfvmexico_sa@hotmail.com
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