Potencialidad” de México
Pablo Gómez
Pablo Gómez
En su primer mensaje de blog en el nuevo año, Enrique Peña Nieto ha dicho que en 2015 “México rompió inercias y eliminó las barreras que le impedían desplegar todo su potencial”. Ese “potencial” del país no ha sido definido por la actual administración aunque forma parte del discurso oficial. Se trata de una promesa difusa. Sin embargo, existen algunas señales que podrían introducirnos a la manera de pensar del gobierno actual: las “reformas estructurales”, señaladamente la petrolera.
Existe la idea de que México recibirá una inversión extranjera inusitada en la medida en que se vaya haciendo la asignación de campos para la explotación de crudo y gas. Ese capital será en sí mismo la base para un aumento en la inversión doméstica en la medida en que las empresas extranjeras ganadoras de los concursos logren alianzas con otras mexicanas al tiempo de que empiecen a consumir insumos de la industria nacional. Bien, el problema es que eso no funciona y que, por tanto, la principal oferta de Peña Nieto se ha ido haciendo humo en términos económicos.
La reforma petrolera tiene varias aristas. Una de ellas es el debilitamiento de Pemex. Como es sencillo entender, en la medida en que la paraestatal disminuye su inversión en esa misma medida debilita la inversión en general. Pero, más al detalle, en la medida en que Pemex es reemplazada para desarrollar campos maduros que produjeron hidrocarburos durante décadas, en esa misma medida se reducen sus posibilidades de inversiones rápidas y técnicamente sencillas. Los “grandes” contratos firmados con empresas petroleras privadas han golpeado el potencial de Pemex. Dar dicho potencial a otros al quitárselo a la industria nacional es realizar un acto de malinchismo económico.
El punto central de Peña y del PAN es revertir la expropiación de la industria petrolera por haber, se dice, propiciado la corrupción y la ineficiencia. El resultado es la renuncia a luchar contra estas dos lacras del Estado mexicano, pero no por ello se ha resuelto algún otro problema ni se ha desplegado el “potencial” de México.
Se dice que el gasto público se ha “despetrolizado” durante la presente administración pero esto se debe a una caída espectacular del precio del crudo el cual es ahora casi la quinta parte de lo que llegó a ser. Peña no quiere reconocer que se evitó el colapso fiscal sólo mediante la reforma pactada hace dos años entre el gobierno y el PRD con la cual se aumentaron los ingresos públicos mediante la subida de impuestos, especialmente a la renta de sectores que pagaban casi nada, pero esa modificación fue denunciada y votada en contra por el PAN, el aliado de Peña en la privatización del petróleo.
Dentro de no pocos años, el petróleo va a valer aún menos y la “despetrolización” se va a consumar con la toma de fuerza de otros sectores de la energía. No es que México esté acabado como país petrolero sino que lo están todos los países petroleros. Es cuestión de algunos años más pero ya lo estamos viendo. Sin embargo, el gobierno mexicano no impulsa el “potencial” de otros sectores sino que se la pasa hablando dentro y fuera del país de su proyecto petrolero en el peor momento de esa rama industrial. Y está bien que el mundo se deshaga de la calamidad de altos precios del principal energético, pues esos se dieron como parte de una monopolización de origen natural en la cual muchos pueblos sufrieron una especie de impuesto por no tener petróleo mientras que quienes sí lo poseían también tuvieron que pagar precios generadores de súper ganancias de unas cuantas compañías. Y está bien además que se dejen de quemar combustibles fósiles con lo que se daña la atmósfera y se modifica el clima mundial.
Existe la idea de que México recibirá una inversión extranjera inusitada en la medida en que se vaya haciendo la asignación de campos para la explotación de crudo y gas. Ese capital será en sí mismo la base para un aumento en la inversión doméstica en la medida en que las empresas extranjeras ganadoras de los concursos logren alianzas con otras mexicanas al tiempo de que empiecen a consumir insumos de la industria nacional. Bien, el problema es que eso no funciona y que, por tanto, la principal oferta de Peña Nieto se ha ido haciendo humo en términos económicos.
La reforma petrolera tiene varias aristas. Una de ellas es el debilitamiento de Pemex. Como es sencillo entender, en la medida en que la paraestatal disminuye su inversión en esa misma medida debilita la inversión en general. Pero, más al detalle, en la medida en que Pemex es reemplazada para desarrollar campos maduros que produjeron hidrocarburos durante décadas, en esa misma medida se reducen sus posibilidades de inversiones rápidas y técnicamente sencillas. Los “grandes” contratos firmados con empresas petroleras privadas han golpeado el potencial de Pemex. Dar dicho potencial a otros al quitárselo a la industria nacional es realizar un acto de malinchismo económico.
El punto central de Peña y del PAN es revertir la expropiación de la industria petrolera por haber, se dice, propiciado la corrupción y la ineficiencia. El resultado es la renuncia a luchar contra estas dos lacras del Estado mexicano, pero no por ello se ha resuelto algún otro problema ni se ha desplegado el “potencial” de México.
Se dice que el gasto público se ha “despetrolizado” durante la presente administración pero esto se debe a una caída espectacular del precio del crudo el cual es ahora casi la quinta parte de lo que llegó a ser. Peña no quiere reconocer que se evitó el colapso fiscal sólo mediante la reforma pactada hace dos años entre el gobierno y el PRD con la cual se aumentaron los ingresos públicos mediante la subida de impuestos, especialmente a la renta de sectores que pagaban casi nada, pero esa modificación fue denunciada y votada en contra por el PAN, el aliado de Peña en la privatización del petróleo.
Dentro de no pocos años, el petróleo va a valer aún menos y la “despetrolización” se va a consumar con la toma de fuerza de otros sectores de la energía. No es que México esté acabado como país petrolero sino que lo están todos los países petroleros. Es cuestión de algunos años más pero ya lo estamos viendo. Sin embargo, el gobierno mexicano no impulsa el “potencial” de otros sectores sino que se la pasa hablando dentro y fuera del país de su proyecto petrolero en el peor momento de esa rama industrial. Y está bien que el mundo se deshaga de la calamidad de altos precios del principal energético, pues esos se dieron como parte de una monopolización de origen natural en la cual muchos pueblos sufrieron una especie de impuesto por no tener petróleo mientras que quienes sí lo poseían también tuvieron que pagar precios generadores de súper ganancias de unas cuantas compañías. Y está bien además que se dejen de quemar combustibles fósiles con lo que se daña la atmósfera y se modifica el clima mundial.
El gobierno de Peña Nieto es tan anacrónico que sueña con recibir muchos miles de millones de dólares en inversiones petroleras en los próximos dos años, los que le quedan, para compensar la reciente disminución de los flujos de inversión foránea. Peña no tiene los ojos puestos en el país sino en decisiones que tendrían que tomarse fuera. De tales decisiones depende el “potencial” oficialista de México. ¿Qué irá Peña a “potenciar” en el próximo Foro Mundial después de pasar la visita de países petroleros, hoy inviables?
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