Riesgos existenciales
60 años de la crisis de los misiles en Cuba –27 de octubre de 1962, el llamado sábado negro
–, documentos inéditos revelan lo cerca que estuvo el mundo de la catástrofe nuclear. Según testimonios recién revelados, el comandante de un submarino de la entonces Unión Soviética (URSS) equipado con armas nucleares entró en pánico y estuvo a punto de lanzar un torpedo nuclear cegado y desorientado por las tácticas agresivas de Estados Unidos
. Esta información reitera el peligro de que un accidente pueda desencadenar una intensificación bélica nuclear (ver Julian Borger eldiario.es, 28/10/22).
Hoy el mundo está en un riesgo incluso más alto que el que se detectó en aquel entonces, lo que nos impulsó a organizar dentro del programa El Mundo en el Siglo XXI, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades CEIICH, UNAM, un coloquio internacional dedicado a los Riesgos existenciales para la vida en el planeta. A 60 años de la crisis de los misiles. 24 y 26 de octubre de 2022 (Youtube del CEIICH-UNAM).
Con datos sólidos y vital información desclasificada desde hace 30 años o más, el analista canadiense Michel Chossudovsky plantea que la doctrina estratégica de corte nuclear de Estados Unidos (EU) –no la de Rusia– representa el mayor riesgo para la vida en el planeta. En efecto, en el registro electrónico de su participación en el coloquio, señaló que frente a una intensificación del conflicto en Eurasia “hay que dar una visión histórica de la guerra nuclear, empezando con el Proyecto Manhattan de EU en 1939, con la participación de Gran Bretaña y Canadá, el cual está totalmente fuera de los libros de historia. Es el plan de 15/09/1945 de bombardear la URSS, 66 ciudades con más de 200 bombas atómicas. Creo que el peligro de guerra nuclear viene más de EU que de Rusia debido a la ideología subyacente de lo que Washington llama la guerra nuclear preventiva como instrumento de defensa …” Dicen creer que la bomba nuclear es humanitaria
y de baja intensidad, pero todo es propaganda, no necesariamente sólo para el público, sino también para los que deciden el uso del arma y después estos conceptos quedan integrados en los manuales militares
.
Otro tema muy importante que señala Chossudovsky es la inmensidad del presupuesto destinado a la modernización de ese armamento nuclear. Nos informa que “con Obama se asignó un billón de dólares (en EU, un trillón) estrictamente al armamento nuclear ‘defensivo’ y este monto está previsto que se va a duplicar para el año 2030. En el momento actual, el presupuesto es del orden de 1.3 billones de dólares, sin incluir los demás gastos militares”.
Después de los no aclarados eventos del 11/S surge otra doctrina militar que incentiva una nueva producción de armas nucleares humanitarias
, intentando redefinir la naturaleza de un arma de destrucción masiva y desdeñando la noción de la guerra fría –aún vigente– de destrucción mutua y asegurada en caso de estallar, porque una guerra nuclear sería el fin de la humanidad.
“La nueva ideología formulada en 2001, que fue aprobada por el Senado el año siguiente, presenta al arma nuclear como parte de cierta categoría de bombas humanitarias que se pueden utilizar contra países no nucleares (sic). Tengo que subrayar que en 1995 hubo precisamente el proyecto de utilizar el arma nuclear ‘táctica’ en contra de Libia y fue también contemplado en otros casos.”
En el colmo del cinismo, se nos informa que con el uso de esa arma nuclear no habría daños para los civiles, porque la explosión es subterránea, y lo más grave de este tipo de armas es que se puedan utilizar en una guerra convencional, todo lo cual, como dice Chossudovsky, es una falsificación de lo que realmente es una bomba nuclear que se autoriza utilizar bajo el cuestionable rubro de bomba preventiva
para justificar lo injustificable de un sorpresivo primer ataque.
Una bomba de baja intensidad puede tener una capacidad destructiva que es incluso hasta varias veces una bomba de Hiroshima, entré 6 a 12 veces.
Mas que una revisión de la nueva postura nuclear de 2001, una reunión posterior entre oficiales del gobierno, del pentágono y de los servicios de inteligencia, pero también del sector privado, no fue sólo sobre estrategias militares o para hablar sobre las características de estas armas, sino para definir cómo proceder en cuanto al gasto, en cuanto a los contratos con el sector privado, “algo que debería haber sido muy controlado por el aparato estatal o el Pentágono, pero que ahora está casi en manos de entes privados del complejo militar y hay, en ese sentido, continuidad entre George Bush y la presidencia de Obama para canalizar montos enormes de dinero no hacia el sector social –educación o salud–, sino hacia la construcción de una nueva generación de armas nucleares”.
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