Trump monetario: entre lacayos y charlatanes
Alejandro Nadal
E
l presidente Trump anunció en julio pasado que haría la nominación de la economista Judy Shelton para ocupar uno de los dos puestos vacantes en la Reserva Federal. Es la tercera vez que Trump intenta colocar a alguien de su confianza en la Fed. Las primeras intentonas fracasaron porque la pelea por lograr la confirmación del Senado se veía difícil. Algunos de los candidatos eran el hazmerreír de la comunidad y todos optaron por retirarse antes de sufrir una experiencia todavía más vergonzosa con un voto negativo de los senadores.
El anuncio del nombramiento de Judy Shelton no fue una sorpresa para quienes conocen la trayectoria de Trump. De ser confirmada por el Senado, Shelton podría llegar a ocupar la presidencia de la Reserva Federal si Trump fuese relecto. Por eso es interesante examinar la evolución de las posiciones de Shelton en materia de política monetaria, en el plano nacional y a nivel del sistema monetario internacional.
La señora Shelton ha seguido un sendero que algunos califican de errático, pero quizás sea mejor decir oportunista. Cuando Obama era presidente, Shelton se opuso a la política de bajas tasas de interés aplicada para estimular la economía porque constituían una forma de expoliación de los pequeños ahorradores. Pero ahora que la economía está en mejores condiciones que en ese tiempo, Shelton ha dado una vuelta de 180 grados y propone regresar a tasas de interés más bajas, incluso al límite de cero. Eso es lo que el Donald ha venido diciendo y Judy lo sabe: aquí aflora la cara de lacayo de la señora Shelton.
Pero este personaje tiene otra faceta. Desde hace tiempo la Shelton propone el regreso al patrón oro para dar estabilidad al dólar y mantener su supremacía. Según ella esto permitiría regresar a un sistema de tipos de cambio fijos y evitaría que países como China manipulen la política cambiaria para obtener ventajas comerciales. Esta es la melodía que le gusta a Trump. Pero claro que el Donald no tiene idea de lo que le está cantando al oído la señora Judy.
La propuesta de regresar al patrón oro es rechazada por todos los economistas serios del mundo. Y aquí incluimos a economistas de todas las escuelas de la teoría económica, desde los más convencionales hasta los más heterodoxos. Solamente una capa de seudoeconomistas en institutos financiados por círculos ultraconservadores insiste en que es necesario regresar al patrón oro para estabilizar la moneda y las finanzas públicas.
Para entender el alcance de esta propuesta sobre el patrón oro conviene hacer un poco de historia. El periodo entre las dos guerras mundiales estuvo marcado por una gran inestabilidad económica internacional. Muchos países recurrieron a frecuentes devaluaciones para hacer más competitivas sus exportaciones. Cuando estalló la crisis en 1929 las principales economías del mundo descubrieron que su lealtad al patrón oro les impedía tomar medidas para frenar las tendencias depresivas. Por eso la defensa del patrón oro hizo que se profundizara y extendiera la crisis. La obsesión por preservar el patrón oro a toda costa se convirtió en la principal correa de transmisión internacional de la Gran Depresión. A lo largo de la década de los años 1930 el patrón oro fue siendo abandonado por varios países.
Los aliados buscaron un mundo diferente para la posguerra y así nació el sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos para evitar devaluaciones competitivas y manipulaciones. Ese sistema estaba basado en la hegemonía del dólar y su convertibilidad al oro al precio de 35 dólares la onza y se mantuvo hasta 1971, cuando Nixon cerró la ventanilla de oro y cesó la convertibilidad del dólar. Ese día se inauguró el mundo de la moneda fiduciaria que Shelton considera la raíz de todos los males. La señora no tiene idea de lo que es la teoría monetaria, ni la política fiscal, ni la dinámica de una economía capitalista. Los males del capitalismo no provienen de la moneda fiduciaria.
Regresar al patrón oro significa restringir la política fiscal, maniatar la política monetaria y atar el valor de la moneda al precio del oro (cuya volatilidad no es cero). En caso de una recesión o una crisis las autoridades económicas estarían incapacitadas de tomar cualquier iniciativa. Esto Trump no lo sabe, y si lo supiera le retiraría la nominación a Shelton.
Judy considera que el sistema monetario internacional carece de reglas y por eso las manipulaciones de política cambiaria. Por eso piensa que con un mítico regreso al patrón oro se podría eternizar la supremacía del dólar en el sistema de pagos internacionales. Ese es el mensaje que le encanta a Trump. Pero la Judy no le dirá nunca que no hay manera de que la economía del mundo regrese al patrón oro.
La pregunta en Washington estos días es brutal: entre un personaje sin principios y otro que es un completo ignorante, ¿a quién escogería usted? La verdad es que no hay que quebrarse la cabeza. Con Judy Shelton se tienen ambas opciones en la misma persona.
Twitter: @anadaloficial
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