México SA
México: desigualdad a galope // Utilidades avasallan a salarios
Carlos Fernández-Vega
G
obiernos iban y venían, y ninguno de sus titulares desperdiciaba la oportunidad de cacarear la “sustancial –cuan inexistente– recuperación del poder adquisitivo” de los trabajadores cada que anunciaban el
aumentoal salario mínimo. De hecho, Enrique Peña Nieto llegó a presumir que durante su administración los
incrementosal miningreso
no son ajustes menores.
Lo cierto es que el poder adquisitivo de los salarios comenzó su caída en el último
sexenio de la Revolución(el de José López Portillo, según su propia definición) y se fue a pique a partir de que los tecnócratas se instalaron en Los Pinos, y de ello da cuenta el desplome de las remuneraciones de los asalariados con respecto al producto interno bruto (PIB), mientras las utilidades de la parte empresarial crecieron como la espuma (al despojo, alegremente, los gobiernos neoliberales le llamaron
competitividad).
La información publicada por La Jornada (Roberto González Amador) es puntual: “La distribución del ingreso nacional de México entre el salario que reciben los trabajadores y las ganancias de las empresas es la más desigual desde que existe registro. Lo muestran las cifras oficiales: por cada 100 pesos que genera la actividad económica, 26 van a parar al bolsillo de los trabajadores y el resto, 74 pesos, engrosa el capital en sus diferentes formas: rentas, dividendos e intereses.
“Los datos: el total de salarios recibidos por los trabajadores mexicanos representó 26.2 por ciento del PIB en 2017, último año para el que existe información consolidada. El resto, 73.8 por ciento, correspondió a la remuneración del capital, de acuerdo con datos del Inegi. Se trata de la distribución más desigual en el último medio siglo. Los mejores años fueron los de mitad de la década de los 70 del siglo pasado.
“Entonces, los salarios representaban 40 por ciento del PIB y el resto correspondió a las ganancias del capital. Al final de la década perdida de los años 80, los salarios de los trabajadores habían bajado su participación a 30 por ciento del PIB. Desde entonces hubo una ligera recuperación –a 34.6 por ciento– a mediados de la década de los 90 y, a partir de ahí, la tendencia no ha ido más que a la baja, según muestran los datos del Inegi”.
De ese tamaño fue la
sustancial recuperación del poder adquisitivoy la
muy democráticadistribución del ingreso en el país, sin olvidar que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe advierte que esta región es la más desigual del planeta, y dentro de ella México se ubica en los primeros lugares.
El Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM le pone números al despojo acumulado por la diferencia en la participación de las remuneraciones en el PIB de 1982 a 2015: 15 billones 600 mil millones de pesos (alrededor de 800 mil millones de dólares al tipo de cambio actual), los cuales dejaron de ingresar a los bolsillos de los trabajadores y fueron a parar a las chequeras de los empresarios, lo cual
constituye un crimen, porque ni con el reciente aumento (con AMLO) alcanza para comer.
Las estimaciones del CAM indican que con el incremento de 16 por ciento al salario mínimo y la inflación promedio de 4.9 por ciento en 2018
la clase trabajadora tendría que esperar hasta el año 2040 para recuperar el poder adquisitivo del salario de los años 80, y esto sólo sería en alimentos, es decir, faltaría incluir vivienda, transporte, educación, salud, vestido y calzado, cultura y esparcimiento, como obliga la Constitución, cuyo texto y espíritu han sido permanentemente violados. La nueva moneda de cambio es jugar con la esperanza de la gente: si no te alcanza, que tu hambre y pobreza esperen hasta 2040.
Las rebanadas del pastel
Evo Morales ganó la elección presidencial, pero los votos por él obtenidos serían insuficientes, de tal suerte que existe la posibilidad de balotaje. El conteo oficial aún no concluye, pero los seguidores del actual presidente de Bolivia confían en que
el sufragio rural dé la victoria definitivasin segunda vuelta.
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