EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 10 de octubre de 2019

Thomas Pikety: Inglaterra, o como no abordar el problema

Thomas Piketty
Inglaterra, o cómo no abordar el problema
10/10/2019 | Michel Husson
Thomas Piketty resume de este modo en el diario Liberation la tesis central de su libro Capital e Ideología: "Cada sociedad humana debe inventar un relato ideológico para justificar sus desigualdades" 1/. Pero, curiosamente, no aborda este tema en las páginas que dedica al Reino Unido.
Evidentemente, el voluminoso libro de Piketty [1232 pp.] suscita admiración por el enorme trabajo que ha supuesto y dificulta la crítica. Sin embargo, pensamos que no podemos dejarnos llevar por la fascinación ni por una cierta forma de sorpresa, y que la crítica es necesaria. Para comprender bien el método de Piketty y valorar sus aportaciones hemos optado por situar el proyector sobre una parte de la misma: las páginas (de las 201 a la 226 [a falta de la edición en castellano, todas las referencias al libro tienen que ver con la edición francesa]) consagradas al Reino Unido.
En sí mismo los títulos que elige Piketty para las distintas partes del libro son bastante reveladores: "El Reino Unido y la progresividad de la propiedad ternaria; la aristocracia británica, una nobleza propietaria; la sociedad de propietarios en la novela clásica; el almanaque de Burke, de los barones a los petro-multimillonarios; los Lores, garantes del orden propietario; la batalla por la progresividad fiscal y la caída de la Cámara de los lores; Irlanda, entre la ideología trifuncional, propietaria y colonialista". En esta enumeración encontramos el cuadro sinóptico utilizado por Piketty, en concreto, las nociones de trifuncionalismo y propietarismo. Las sociedades trifuncionales están compuesta por el tríptico: clero, nobleza y Tercer Estado [la plebe]. Después, una "gran ruptura" (principalmente, la revolución francesa) condujo a una sociedad de propietarista.
Los dos Burke: John y Edmund
Tras algunas páginas consagradas a Jane Austen (a la que ya citó en El capital en el siglo XXI) Piketty centra su interés en el almanaque de John Burke, una especie de anuario de la nobleza británica 2/. Con él, llega a la conclusión de que "la nobleza británica del siglo XIX era indisociablemente aristocrática y propietarista". Volveremos sobre esta observación, pero antes es necesario que centremos la atención en la ideología y demos marcha atrás para hablar de Edmund Burke (un homónimo sin vinculo aparente con John) que se hizo celebre por su severa crítica de la revolución francesa 3/.
Su punto de vista debería haber interesado a Piketty, porque su libro está centrado en la contraposición entre la revolución razonable de 1688 en Inglaterra y la revolución francesa. Esto es lo que dice Burke: "si juntamos todas las circunstancias de la revolución en Francia, se puede decir que realmente se trata de la más sorprendente que se haya visto hasta el presente en el mundo entero. En varias ocasiones se han producido hechos asombrosos a través de los más medios y las formas más absurdas y ridículas (…) Todo parece fuera de lo natural en ese extraño caos de insensatez y ferocidad y en esa mezcla de todo tipo de crímenes mezclados con todo tipo de locuras. Echando un vistazo a estas monstruosidades (…) se pasa del desprecio a la indignación, de las risas a las lágrimas y del desprecio al horror".
Incluso desde su punto de vista, Piketty podría haber encontrados en estos comentarios de Burke, en la medida que se irrita por la confiscación de los bienes de la Iglesia, elementos interesantes. Además, Burke es un verdadero ideólogo, que expuso sus ideas en un pequeño libro aparecido en 1795 4/. En sus reflexiones sobre la escasez, avanza una visión de la sociedad que aborda de forma directa la cuestión de las desigualdades. Comienza por enunciar una perogrullada bastante ridícula: "Los trabajadores son pobres porque son numerosos" (The labouring people are only poor, because they are numerous). A continuación explica por qué "en el seno de una gran multitud, el reparto equitativo no puede ofrecer gran cosa a cada persona". Y tampoco se puede hacer nada al respecto: "esa categoría a la que denominados los ricos es tan reducida que si se les cortara la cabeza y se distribuyera todo lo que consumen ellos en un año, eso no daría suficiente pan y queso a los trabajadores para un solo día". ¿No existe ahí una admirable justificación de las desigualdades en la que se podía haber apoyado Piketty?
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Las leyes de pobres
En el Reino Unido, la cuestión del trato a los pobres ha sido objeto de un debate permanente. Uno de sus momentos fuertes fue cuando se preparaba la implantación de la Ley de Pobres en 1834. Entre quienes intervinieron en el debate, dos prestigiosos economistas, David Ricardo y Thomas Malthus, discrepaban sobre si había que abolir la vieja Ley de Pobres. En este punto, tomaré como referencia una contribución anterior 5/ y aquí me limitaré a realizar algunas observaciones.
El principal reproche que hace Malthus a los pobres en su Essaie sur la population 6/ [Ensayo sobre la población], es que constituyen un "Estímulo al matrimonio que actúa de una manera constante y sistemática; porque liberan a cada individuo de la responsabilidad que impone la naturaleza a cada hombre que se convierte en padre" (tomo II, p. 236). Es por ello que "el pueblo debe contemplarse como la principal causa de sus sufrimientos" (ibid.: p 237) y resignarse la consiguiente responsabilidad moral: la castidad.
Aparte de eso, la Ley de Pobres "aminora la voluntad de ahorrar, debilitando así uno de los principales incentivos de la laboriosidad y la templanza, y, por tanto, de la felicidad" (T. II, p. 68). Por tanto es necesario lo que hoy en día llamaríamos una política de activación apoyada en esta dura máxima: la situación de dependencia "debería ser considerada vergonzosa. Es un estímulo para trabajar, indispensable para el bien general de la sociedad. Todo esfuerzo que trate de debilitar este sentimiento, por muy bien intencionado que sea, produce un efecto totalmente contrario al esperado" (T II. p. 67).
Aquí volvemos a topar con la retórica -¿o la ideología?- del efecto perverso: querer hacer el bien puede tener consecuencias perversas, y para estar seguros, es necesaria la rudeza social. En consecuencia, concluye Malthus: "es necesario desaprobar públicamente el pretendido derecho de los pobres a ser mantenidos a costa de la sociedad" (T II, pg. 257).
Es en una carta dirigida a un juez de Sussex, Hutches Trower 7/, el 27 de enero de 1817, donde Ricardo formula de forma más clara su oposición a las Ley de Pobres. En ella encontramos el eco de las tesis de Burke (los pobres son pobres porque son numerosos) y evidentemente las de Malthus, pero Ricardo añade un alegato a favor de un libre mercado de trabajo:
"No se puede contener la población mas que reduciendo lo que fomenta su incremento excesivo, dando plena libertad a la relación entre los pobres y sus patrones, que limitaría el volumen del empleo en el mercado a su demanda efectiva. Al comprometerse a alimentar a quienes tienen hambre se genera, en cierta medida, una demanda ilimitada de seres humanos, y si no hubiera una mala gestión de la Ley de Pobres (o la ocasional dureza de corazón de los supervisores y la avaricia de las parroquias) para controlar en parte sus efectos negativos, la población y los impuestos continuarían aumentando progresivamente de forma regular hasta que los ricos sean reducidos a la pobreza y desaparezca para siempre la distinción de la condición social".
Asombrosa coincidencia y síntoma de cierta permanencia en los argumentos, la cuestión de la necesaria "distinción de la condición social" ha sido retomada recientemente en una tribuna de opinión por un defensor convencido de las desigualdades: "A través de un desplazamiento semántico sutil se nos quiere hacer creer que nuestro lema republicano exige la igualdad de la condición social" 8/ . Esta perennidad ideológica, que reaparece de forma cíclica, es algo que en su mayor parte Piketty ha pasado por alto. Resumiengo, no podría estar más claro: para los economistas, que también son ideólogos, la buena sociedad se basa en la existencia de distintas condiciones sociales o, dicho de otro modo, en la existencia de la desigualdad entre pobres y ricos.
La pausa de Engels 9/
Esta misteriosa fórmula se debe a Robert C. Allen, profesor de historia económica, en referencia al libro de Engels La situación de la clase trabajadora en Inglaterra 10/, publicado en 1845. La utilizó para llamar la atención sobre el siguiente fenómeno: en la primera mitad del siglo XIX los salarios apenas aumentaron en el Reino Unido a pesar de que la renta per cápita sí progresó 11/. A lo largo de ese período que Allen bautizó como la pausa de Engels, la tasa de beneficio se duplicó y la participación de los beneficios en la renta nacional aumentó en detrimento de la del trabajo y de la renta agraria (ver el gráfico). Para los economistas de la época (Ricardo, Malthus), el estancamiento salarial era la norma y, como ya lo había expuesto Burke en su libro Pensées de 1795: "el trabajo es una mercancía como cualquier otra, aumenta o disminuye en función de la demanda. Esto está en la naturaleza de las cosas".
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Otros historiadores refutan esta constatación, porque piensan que el incremento del tiempo de trabajo compensó el estancamiento del salario/hora y permitió un crecimiento del salario anual 12/. Hacemos referencia al trabajo modesto y minucioso de estos historiadores (que no dará lugar a ningún best-seller) para mostrar hasta qué punto su investigación contrasta con el método de Piketty: para ellos, una de las determinantes fundamentales del reparto de la renta es la evolución relativa de la productividad del trabajo y del salario. También sugieren un trireparto entre trabajo, capital y tierra; ahora bien, ¿tiene esto algo que ver con la ideología trifuncional de Piketty?
Las corn laws [leyes de los cereales]
Si Ricardo y Malthus estuvieron de acuerdo en combatir la Ley de Pobres, en lo que se refiere a la ley sobre el trigo estuvieron enfrentados. Piketty recuerda con razón que estas corn laws "limitaban la importación de cereales y productos agrícolas y protegían la producción interior" y fueron abolidas en 1846. Ricardo, apoyándose en su ley sobre las ventajas comparativas, combatió la implantación de estas leyes en 1815 13/, mientras Malthus (tras cambiar de opinión) la defendió 14/. En una nota a pie de página, Piketty hace referencia a la "movilización de los liberales a favor del poder de compra de los obreros y contra la aristocracia agraria proteccionista" y recuerda que "se sospechaba, no sin razón, que los conservadores (tories) querían conservar los precios agrícolas altos para garantizar la rentabilidad de sus tierras".
Pero no es del todo cierto que los liberales (y Ricardo) se movilizaran a favor del "poder adquisitivo de los obreros". El título de su folleto de 1815 lo muestra claramente, porque está consagrado a la influencia del precio bajo del trigo en los beneficios y no en los salarios. El razonamiento que desarrolla se basa en la ley de rendimiento decreciente: si se deja de importar trigo habrá que cultivar tierras de calidad inferior y, en ese caso, "la renta de las tierras cultivadas precedentemente aumentará y los beneficios bajarán exactamente en la misma proporción" (p. 14).
En realidad, Ricardo cuenta con una reducción de los salarios vinculados a las importaciones a precios más bajos y la verdadera cuestión es saber quién se beneficia más por ello: Mr. Malthus, escribe él, considera que esto conduciría a un incremento de la renta mientras que para él "parece que no hará más que aumentar los beneficios" (p. 11). En fin, y para que las cosas queden claras, Ricardo afirma que "el interés de los propietarios se opone siempre al del resto de las clases de la comunidad. Su situación nunca es tan próspera como cuando la comida es escasa y costosa mientras que el resto de la gente se beneficia enormemente de la comida barata" (p. 21).
¿Cómo expresar mejor que se trata de un conflicto en torno al reparto entre los propietarios agrarios y los capitalistas? Pero Piketty no profundiza en este punto que no casa bien en su tipología, y pasa directamente al debate sobre la fiscalidad de 1909.
Irlanda
Con el título "Irlanda, entre la ideología trifuncional, propietaria y colonialista", Piketty consagra cinco páginas a Irlanda. Recuerda, con razón, que el "tema de los absentee landlords, esos propietarios ausentes que perciben rentas agrarias en sus mansiones inglesas, ofrece a la situación irlandesa una resonancia particular", pero no dice nada sobre las justificaciones ideológicas dadas a la dominación inglesa. Sin embargo, la gran hambruna de 1845-1848 fue muy reveladora de estos resortes ideológicos: ¿cómo se podía justificar lo injustificable, no solo la explotación, sino también, como lo subraya Piketty, el hecho de que "las elites británicas (…) rechazaron adoptar las medidas necesarias para evitar el drama"? Piketty se refiere brevemente al "objetivo casi explicito de regulación maltusiana de una población pobre y además rebelde".
Cierto, pero Piketty pasa por alto el racismo frente a la población irlandesa, un racismo tanto étnico como social. Por ejemplo, Charles Edward Trevelyan, que supervisaba la actividad de los poderes públicos ingleses, veía en la hambruna una "castigo divino que infligió esta calamidad para dar una lección al pueblo irlandés; por ello, no se debe atenuar demasiado (…) El verdadero mal al que tenemos que hacer frente no es la hambruna, sino el carácter egoísta, perverso e inestable de ese pueblo" 15/ . Tampoco le son ajenas a Trevelyan las preocupaciones económicas. En una carta a Randolph Routh, el principal responsable de la distribución de la ayuda y preocupado por la insuficiencia de las reservas de alimentos, Trevelyan le responde con severidad: "como ya le he dicho más de una vez, hemos comprado todo lo que hemos podido, más allá de lo cual los precios en el mercado de Londres aumentarán de forma seria" 16/
Este episodio histórico permite observar la confluencia de varios modos de legitimación. El telón de fondo sigue siendo, al menos en Trevelyan, la invocación a la providencia divina. Pero la misma se combina con un análisis que hace de los pobres –a la sazón, irlandeses- responsables de su infortunio. En fin, naturalmente, la oposición entre la raza sajona y la raza céltica encontrará su formulación científica con las tesis hereditarias y luego eugenistas 17/.
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¿Nada que ver con el libro?
Se podría objetar que es imposible comentar un libro de 1232 páginas a partir de un extracto de 25 pp. (es decir, el 2%). Pero esta opción está justificada por una razón simple: después de todo, Inglaterra es la cuna del capitalismo (incluso si la flexible concepción de Piketty supera ampliamente el capitalismo en tanto que sistema social) y uno podría pensar, por lo demás, que habría segregado una ideología específica.
No obstante, centrar la atención en este fragmento basta para poner al descubierto los puntos débiles del método de Piketty. El primero tiene que ver con la propia noción de ideología que él la define así al inicio del libro: "un conjunto de ideas y de discursos, a priori creíbles, orientados a describir cómo debería estructurarse la sociedad. Consideraremos la ideología en su dimensión tanto social como económica y política. Una ideología es un intento más o menos coherente de aportar respuestas a un conjunto de cuestiones extremadamente vastas sobre la organización deseable o ideal de la sociedad".
Teniendo en cuenta la preocupación central de Piketty –la desigualdad-, esperábamos que la justificación de esas desigualdades formara parte del campo de la ideología. Es lo que, por otra parte, hace el propio Piketty en la frase que cita en la introducción: "cada sociedad humana debe inventar un relato ideológico para justificar la desigualdad". Sin embargo, como lo hemos demostrado, esa voluntad no se ha visto correspondida al abordar el Reino Unido: tanto si se trata de la Ley de Pobres como del drama irlandés, Piketty pasa de puntillas sobre el campo ideológico. Burke (John) con su almanaque sobre la nobleza le interesa más que Burke (Edmund) con su crítica de la revolución francesa y su apología del mercado libre. Tampoco cita a Ricardo, Bentham, ni Mill, y a Malthus lo trata de refilón.
La lucha entre propietarios agrarios y capitalistas se empotra por la fuerza en una interpretación (propietarismo, etc.) muy poco operativa: se evacúa el problema de la transición del feudalismo al capitalismo, así como el papel de las enclosures [cercamientos] para liberar una fuerza de trabajo libre. Todo ello conduce a descartar una amplia literatura. La única ideología a la que Piketty presta atención es la que trata sobre las instituciones políticas. Se aprenden cosas sobre la Cámara de los Lores, pero nada sobre el trato dado a los pobres o sobre la condición obrera. Por lo menos, es obligado constatar que el título del libre no se corresponde con su contenido.
Posfacio caústico
Dos especialistas de la historia de las ideas económicas han intercambiado a través de twitter consideraciones agridulces sobre el libro de Piketty. La primera, Laurène Tran, escribe a su correspondiente, Béatrice Cherrier 18/: "He hecho una lectura rápida de tu post sobre el libro de Thomas Piketty. Encuentro que los extractos hacen pensar a una tesina de un estudiante de 3er curso en Ciencias Políticas". Y Beatriz Cherrier le responde esto, que resulta bastante premonitorio: "creo que el mundo se va a dividir entre quienes piensan que se trata de una nueva mirada, irreverente e inductiva de las estructuras sociales y de la ideología con datos revolucionarios sobre la riqueza y la clase política, y quienes la leerán como la tesis de graduación en ciencia política/antropología/sociología de un estudiante sin preparación (untrained) 19/.
30/09/2019
http://alencontre.org/laune/thomas-piketty-et-langleterre-ou-comment-ne-pas-traiter-le-sujet.html
Notas:

1/ Libération, 11/09/ 2019
2/ John Burke, A General and Heraldic Dictionary of the Peerage and Baronetage of the British Empire, 5ª edición, 1838
3/ Edmund Burke, Reflections on the Revolution in France, 1790. Traducción francesa: Réflexions sur la révolution de France
4/ Edmund Burke, Thoughts and Details on Scarcity, 1795
5/ Michel Husson, « Des lois anglaises sur les pauvres à la dénonciation moderne de l’assistanat. De Speenhamland à la loi de 1834», A l’encontre, 7 avril 2018
6/ La première version de l’Essai sur le principe de population está fechada en 1798. En 1803, Malthus publicó una versión mucho más larga, con el mismo título: An Essay on the Principle of Population. Aquí citamos la traducción francesa de, Garnier-Flammarion, 1992
7/ Piero Sraffa, ed., The Works and Correspondence of David Ricardovol. VII, Cambridge University Press, 1951
8/ Olivier Babeau, "Plaidoyer pour les inégalités", Le Figaro24 septembre 2019
9/ Engels utilizó la fórmula de pausa, que se encuentra en el prefacio de 1892 de la edición original de La situación de la clase obrera en Inglaterra, para describir la interrupción de del periodo de grandes ganancias y del desarrollo. Esta fórmula fue retomada por el profesor de Historia económica Robert C. Allen. NdT
10/ Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1845
11/ Robert C. Allen, « Engels’ pause: Technical change, capital accumulation, and inequality in the British industrial revolution », Explorations in Economic History n°46, 2009
12/ Ver estas dos recientes contribuciones : Jane Humphries, Jacob Weisdorf, "Unreal Wages? Real Income and Economic Growth in England, 1260-1850", The Economic Journal, September 2019; Dietrich Vollrath, "Sustained growth and the increase in work hours", growthecon.com, June 2018
13/ David Ricardo, "An Essay on the Influence of a Low Price of Corn on the Profits of Stock », 1815
14/ Thomas Malthus, The Grounds on the Policy of Restricting the Importation of Foreign Corn
15/ Charles Trevelyan, correspondance avec Randolph Rough, 16 y 18 de diciembre de 1846
16/ Charles Trevelyan, correspondance avec Randolph Rough, 16 et 18 décembre 1846
17/ Para un análisis más amplio, ver Michel Husson, Comment justifier l’injustifiable? Le cas de la famine irlandaiseA l’encontre, avril 2019
18/ Laurène Tran [@LaureneTran12] trabaja para el Institute for New Economic Thinking, al igual que Béatrice Cherrier [@Undercoverhist] que por otra parte, tiene un blog.
19/ Laurène Tran, Béatrice Cherrier, A Sciences Po 3rd-year student essay? , twitter, 15 de septiembre de 2019
Traducción: viento sur

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