El aluvión
José Blanco
L
os macro y los microsucesos sociales fluyen a raudales en un mundo agitado cubierto de nubes negras. La constante cotidiana es la inminencia de una crisis financiera y económica cuya magnitud desconocemos. Todo lo que hacemos se derrumba aunque nos neguemos a ver… Polvo en el viento. Todo lo que somos es polvo en el viento…, canta el grupo Kansas reflejando el desamparo oscuro que, como aluvión, se extiende por las sociedades del mundo; atónitas, las sociedades miran el colapso ecológico impulsado en medidas muy distintas por todos, sin que todos estén en posibilidad de actuar de consuno. La crisis económica y la crisis social enmudecen a los de arriba, pues tampoco ellos tienen un planeta B al que huir de la probable furia desatada de los de abajo.
Destellos –a veces fulgores– entre la lóbrega escena anuncian otros tiempos. Los movimientos de mujeres y los ecologistas, por hoy los más poderosos en el planeta, pueden operar cambios profundos. Los movimientos indigenistas resisten y son defensores naturales de la Tierra y de la vida en comunidad.
Las placas tectónicas de la sociedad se mueven y arriba los sismos sociales apenas reflejan lo que abajo ocurre. Una joven de 17 años es engullida por un colector callejero de Culiacán y ello provocará una gran marcha el próximo 15 de septiembre. En las redes un usuario escribe: “En Culiacán una adolescente muere al caer… a una alcantarilla, cuya reparación era de 2 mil pesos, mientras el gobierno de Sinaloa se dispone a pagar 2.5 millones a la banda MS en el evento del Grito de Independencia”.
Menos de dos semanas después de la reunión de los potentados del planeta –el encuentro del G7 en Biarritz, Francia–, dos sucesos inesperados en la política europea surgen aparentemente de la nada. Matteo Salvini cae en Italia, y Boris Johnson se estrella contra el Congreso en Gran Bretaña. Salvini, que se sabía respaldado por Trump en su política antieuropea, desde la playa pide a los italianos
plenos poderes–en un gesto mussoliniano evidente–, y es echado fuera en su pretensión por una renovada alianza de centro izquierda del Partido Democrático y del Movimiento 5 Estrellas. En Gran Bretaña la defección de parlamentarios tories y el impulso del Partido Laborista encabezado por Jeremy Corobyn frenan de tajo la obstrucción al Congreso y la vía de un Brexit salvaje operados por un Boris Johnson igualmente respaldado por Trump. Johnson es, además, impugnado severamente en las calles. Estas encendidas erupciones pueden comunicar su lumbre a otros países de la Unión Europea.
En Argentina Macri se encamina a la puerta de salida del gobierno abriendo una nueva –y difícil– oportunidad al kirchnerismo. Macri contaba con el pleno respaldo de Trump. La derrota del desenfrenado neoliberal argentino ha encendido las alarmas en Brasil, donde el terraplanista Jair Bolsonaro –otro respaldado por Trump–, empieza a sentirse acorralado. A la próxima victoria de Alberto y Cristina Fernández se sumará la de Evo Morales en Bolivia. El Grupo de Lima mudará su tono cambiando un tanto los aires de Sudamérica.
En Francia Macron se convierte en un (pálido) espejo del aluvión. Véase su discurso en la Conferencia de Embajadores (https://bit.ly/2lFgWAy): “El orden internacional está siendo sacudido de manera nueva… Probablemente estamos viviendo el fin de la hegemonía occidental sobre el mundo. Nos habíamos acostumbrado a un orden internacional que desde el siglo XVIII se había basado en la hegemonía occidental… [Se trata de] una recomposición geopolítica y estratégica… Veamos India, Rusia y China. Tienen una inspiración política mucho más fuerte que los europeos de hoy. Piensan el mundo con una lógica real, una filosofía real…” En segundo lugar la economía de libre mercado
se ha convertido en una economía de capitalismo acumulativo en la que, hay que decirlo, la financierización y las transformaciones tecnológicas han llevado a una mayor concentración de la riqueza. Esta economía de mercado produce desigualdades sin precedentes que también están alterando profundamente nuestro orden político.
La tercera gran conmoción que vivimos
es la revolución tecnológica. Internet, las redes sociales, ahora la inteligencia artificial, es ante todo una formidable globalización de la inteligencia, un progreso tecnológico que está adquiriendo una velocidad sin precedentes. Pero también es una globalización de la imaginación, de las emociones, de la violencia, del odio: una fuerte contribución a la naturaleza salvaje del mundo en el que vivimos cada día.
“Por último, tenemos el gran trastorno ecológico. Este, creo profundamente, está en profunda aceleración… Se está acelerando porque los efectos de nuestra pasada inacción colectiva se están sintiendo ahora en nuestras sociedades, economías y en todo el mundo.”
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