EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
martes, 6 de diciembre de 2016
Mexico SA
México SA
Realidad vs buena vibra
Empresarios exigen acción
Pemex, con socio de Trion
Carlos Fernández-Vega
O
jalá, como lo plantea el inquilino de Los Pinos, las mejorías económica y social fueran tan sencillas: dejemos de lado el pesimismo y optemos por ser positivos, porque todo depende realmente de la buena vibra. Así lo cree Enrique Peña Nieto, o cuando menos ese fue el mensaje que días atrás transmitió a los integrantes de la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio.
Envidiable, pero ¿en serio sólo es cuestión de buena vibra, de la energía que proyectemos y del México que concibamos en nuestras mentes? Tal vez cada quien se inspira según le vaya en la fiesta, pero resulta más que dudoso que por medio de selectos mantras pueda mejorarse la precaria situación económica y social del país, y, además, contener exitosamente al energúmeno de Donald Trump.
Ese es el feeling de EPN, pero todo indica que más allá de los muros de Los Pinos nadie comparte la versión marca Miguel Ángel Cornejo de la realidad nacional. De hecho, los sempiternamente aliados del gobierno (en turno); es decir, los dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), ya exhiben públicamente su nerviosismo y reclaman la pasividad oficial.
De hecho, ayer el dirigente nacional del CCE, Juan Pablo Castañón, apremió a la autoridad a poner en práctica políticas públicas emergentes para enfrentar la desaceleración del crecimiento económico del país en 2017, y entre éstas programar con cuidado el aumento a los salarios y propiciar los financiamientos de la banca comercial y de desarrollo. El alto endeudamiento del país, el aumento en el déficit de la balanza comercial, la debilidad económica mundial y el factor Trump, son temas que, combinados, impedirían un crecimiento superior a 2 por ciento en el próximo año, lo que afectará el empleo y el bienestar de las familias.
Por ello, el organismo patronal exige ejercer sin demora el gasto público y aplicarlo en infraestructura, dar más flexibilidad a las asociaciones público-privadas y asegurar un financiamiento real, competitivo y accesible, para las pequeñas, medianas y grandes empresas de todos los tamaños.
Pues bien, se trata del mismo consejo empresarial que en 2006 advertía sobre el riesgo de cambiar de rumbo, pues, decía, apostarle a algo distinto implicaría retroceso. Y en efecto, en dos sexenios al hilo nada cambió para que todo siguiera igual… hasta que la sacudida alcanzó a la cúpula de la representación sectorial y comenzara a aquejarse de retroceso. Por cierto, el dirigente privado pidió lo imposible: que los programas sociales dejen de ser clientelares y se orienten a crear una infraestructura física e intelectual productiva. De proceder así, entonces ¿de dónde saldrían los votos para no cambiar de rumbo y evitar el retroceso?
Los empresarios, pues, ya sienten la soga en el cuello y son víctimas de sus propias aventuras políticas, comienzan a reclamar por qué el gobierno no cambia el rumbo o cuando menos hace algo para amortiguar el golpeteo, enfrentar la política de machete anunciada por Trump y aligerar, en la medida de lo posible, los efectos negativos que desde ya se vislumbran en 2017. Todo ello, desde luego, con buena vibra.
Y donde no entienden de esto último es en el Banco de México. Uno de sus subgobernadores, Manuel Sánchez (Un paseo por la economía mexicana) resumió el panorama de la siguiente forma: La actividad económica de México ha disminuido y en gran medida refleja la continua disminución de la confianza del productor y de la inversión. El riesgo a la baja más importante para el escenario de crecimiento proviene de una futura política incierta en Estados Unidos; la volatilidad financiera internacional ha dado lugar a una presión alcista sobre las tasas de interés internas y, en particular, el tipo de cambio. México necesita reforzar sus propios fundamentos económicos.
Y con esa misma advertencia, el Banco de México, de forma institucional, aporta lo suyo: la incertidumbre que ha despertado el resultado de la elección presidencial en Estados Unidos y el proceso denormalización de la política monetaria por la Reserva Federal y sus repercusiones sobre las tasas de interés de mayorplazo en ese país, podrían reducir el financiamiento externodisponible en México para los sectores público y privado. Asimismo, en caso de detonarse una reversión de los flujos de capital, sería factible observar presiones al alza sobre las tasas de interés y mayor depreciación del peso mexicano frente al dólar estadunidense. Ambos fenómenos podrían afectar a las instituciones financieras del país a través de varios canales. Asimismo, condiciones financieras más astringentes podrían conducir a una menor actividad económica.
Lo mejor del caso es que las finanzas públicas quedaron despetrolizadas por decreto del ex ministro del (d) año, pero todo indica que en el Banco de México no se enteraron, porque hace su propia evaluación: los choques petroleros también han tenido impacto sobre la balanza comercial petrolera, cuyo saldo incluso se volvió deficitario en 2015. Este hecho ha dado lugar a un aumento en el déficit de la cuenta corriente. Desde el punto de vista macroeconómico, el incremento de dicho déficit es un indicador de que el gasto interno ha crecido a un mayor ritmo que el ingreso. Para dimensionar el incremento de este déficit, cabe señalar que los recursos que han entrado al país por concepto de inversión extranjera directa y que son una fuente estable de financiamiento externo, se han reducido a alrededor del 85.6 por ciento de dicho déficit.
El banco central subraya que el aumento en el déficit de la cuenta corriente ha coincidido con un mayor nivel de consumo y una menor inversión en la economía. Además, también se ha reducido la participación en el PIB de la producción industrial y aumentada la correspondiente a los servicios. Esta tendencia, de continuar por algunos años, podría dificultar la generación de ingresos en moneda extranjera y por esa vía afectar la sostenibilidad del déficit en la cuenta corriente.
Como se constata, la buena vibra no alcanza.
Las rebanadas del pastel
Por el contrario, donde no caben de contentos es en Pemex, porque el precio del barril de exportación de nueva cuenta se incrementó (ayer cerró en 44.57 dólares) y por el exitoso resultado de la licitación del bloque Trion, que implica una inversión cercana a 11 mil millones de dólares durante la vida del proyecto… La que se mantiene muy triste es la masacrada moneda nacional: ayer se pagaron 21.07 pesos por cada dólar.
cfvmexico_sa@hotmail.com
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