EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
lunes, 19 de diciembre de 2016
Expectacion
Expectación
León Bendesky
M
andan los mercados financieros. En Estados Unidos son, en las expectativas positivas de los inversionistas y especuladores en el mercado accionario, lo que ha registrado un crecimiento récord desde la elección de Trump, el pasado 8 de noviembre.
Hoy prevalecen las posturas alcistas y el posicionamiento para la expansión económica que se espera a partir de que aquél asuma la presidencia, el 20 de enero. Este sentimiento se ha ido confirmando con los nombramientos que Trump ha hecho para conformar su gabinete.
En esta renovada expresión de lo que suele llamarse espíritus animales, que tienden a provocar episodios de exuberancia irracional, tiene especial relevancia la oferta de bajar los impuestos, sobre todo a las personas con mayores ingresos y a las empresas, junto con un aumento del gasto en inversiones, como la infraestructura material y el abastecimiento bélico, sea con gasto público y con mayor participación del capital privado. Y también contribuye la modificación regulatoria en diversos sectores, como el de la energía y el financiero.
El signo claro del gobierno que prepara Trump es el predominio de la perspectiva de los negocios, sobre todo los más grandes. El asunto del servicio público se ha supeditado por completo a ese criterio. Esto no sólo ocurre en el ámbito financiero, en el que antiguos banqueros han ocupado en distintas ocasiones el Departamento del Tesoro, sino ahora esta inclinación se advierte en las áreas del comercio internacional, la energía, la educación, la salud, las relaciones laborales, la protección ambiental y, de modo muy notorio, en las relaciones internacionales.
En todos estos casos los nuevos encargados tienen posiciones expresamente contrarias a las que se han mantenido, en general, en todas esos sectores en la etapa de gobierno de Obama. Esta cuestión, ciertamente, ha sido sometida a fuertes críticas de políticos del Partido Republicano y resaltadas al extremo en el largo enfrentamiento por la presidencia.
El hecho es que eso fue lo que ofreció Trump en su campaña electoral y así fue electo. Ha sido consistente y ahora lo concreta con la formación de su gobierno. Lo que tendrá que comprobar es si con ese criterio conseguirá satisfacer a los votantes, regresando los puestos de trabajo que se exiliaron en países con salarios mucho más bajos, si podrá elevar los ingresos de las familias de la clase media y remediar la condición de las muchas familias que están en situaciones económicas y sociales muy precarias por todo el país.
Esto supondrá un ajuste relevante respecto de las condiciones en que se mueve la globalización. Ésta ha constituido un proceso conflictivo y ha sido también consistentemente atacada por Trump.
Lo que por ahora ha conseguido ya como presidente electo es encaramarse en la recuperación económica que está en curso y ha significado la expansión del mercado financiero, el crecimiento del índice de los precios, las tasas de interés y la apreciación del dólar frente a las principales monedas del mundo, como el euro, la libra esterlina y el yen. Falta aún el impulso a la producción. Esto y los anuncios de las intensiones de Trump, más su habilidad de persuasión, es lo que estimula el mercado financiero. Es previsible que haya crecimiento en los meses próximos y deberá comprobarse su efecto en la distribución de los ingresos (salarios, ganancias y déficit público) y la riqueza.
Todo esto ha impuesto tensiones en muchas economías, como Arabia Saudita, China (incluyendo Hong Kong) y, claro está, México. Los ajustes tienen que ver no sólo con el valor de las monedas y sus consecuencias de inestabilidad financiera, sino con estrategias de índole general, como es el caso de la industria petrolera, las exportaciones de manufacturas y los incentivos al mercado interno.
México es uno de los países donde se advierten mayores repercusiones adversas. El peso ha sido vapuleado, las tasas de interés siguen creciendo en respuesta inmediata a las alzas decretadas en Estados Unidos. Grandes sumas de dinero han salido del país, debilitando las condiciones monetarias y el mercado de capitales. Y aún falta ver las acciones concretas que el gobierno de Trump impondrá en materia de comercio exterior, movimiento de las inversiones productivas y política migratoria.
Este embate externo está apenas empezando y no hay manera de prever hasta dónde llegarán los efectos del acomodo que va a provocar y que será muy complicado.
Esa es la verdad por ahora. Así que los análisis se irán adecuando a los cambios que se provoquen. También cambiarán progresivamente las estimaciones de los valores de las principales variables financieras y del gasto en consumo, inversión y del gobierno. Por un buen tiempo será difícil establecer un escenario válido para un horizonte algo más lejano que el muy corto plazo.
La Reserva Federal anunció que planea subir las tasas de interés hasta tres veces en 2017 y es previsible que el Banco de México hará lo mismo. El cambio de gobernador debería, tal vez, acelerarse y definir claramente la situación legal y política del banco central.
Subir al inicio del texto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario