EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
jueves, 22 de diciembre de 2016
La perspectiva de Morena y de AMLO
La perspectiva de Morena y de AMLO
Octavio Rodríguez Araujo
A
simple vista puede parecer un acto de soberbia de López Obrador decir que para 2018 sólo hará alianzas con la ciudadanía y no con alguno de los partidos existentes. Pero, a mi juicio, tiene razón. El PRD tuvo la oportunidad de recomponerse y de volver a ser lo que había sido: una fuerza de izquierda amplia, más o menos plural y en varios sentidos opositora. Pero sus sectores hegemónicos, principalmente Nueva Izquierda (los chuchos), lo llevaron a la bancarrota y al desprestigio, tanto que ha perdido a sus principales cuadros y a buena parte de su militancia. Es hoy un partido sin credibilidad y sin rumbo, dejó de ser de oposición y más bien parece una franquicia política de la que quieren vivir sus dirigentes a como dé lugar, incluso aliándose con el PAN que, por cierto, tampoco está en sus mejore momentos.
López Obrador abandonó el partido del sol azteca después de las elecciones de 2012, cuando lo convirtió una vez más, por número de votos, en el segundo partido de México. No se equivocó al dejarlo y formar Morena, pues muy pronto, en el inicio del gobierno de Peña Nieto, los chuchos suscribieron con el PRI y el PAN el Pacto por México, es decir, una alianza con los partidos que los habían derrotado en esas y en anteriores elecciones. Una aberración política inexplicable para los sorprendidos militantes perredistas que nunca fueron consultados. Los resultados de tal acción se vieron con toda claridad en las elecciones intermedias de 2015. Hoy por hoy el PRD es un partidito, un poco por encima del Partido del Trabajo y del Movimiento Ciudadano que, dicho sea de paso, ya no saben qué hacer para mantener su registro y con éste las ventajas para sus dirigentes.
En varias ocasiones he propuesto en estas páginas y en otros escritos la pertinencia de formar un frente amplio de las izquierdas como la mejor opción para éstas en los comicios de 2018. Ya no lo pienso, pese al optimismo que quisiera tener este fin de año. La ruina del PRD, lo que queda de este partido, no da para aspirar a ser de izquierda, ni siquie ra socialdemócrata en su sentido más conservador y escurridizo. Es una caricatura de sí mismo, una parodia de la que se tratan de beneficiar sólo sus dirigentes, por las prerrogativas del INE y por los cargos que eventualmente puedan conseguir de alianzas pragmáticas y desventajosas para ellos mismos, como personas y como partido.
Gracias a Felipe Calderón y a su ilegítimo gobierno, el PRI se alzó con victorias electorales desde 2007 hasta 2012, pero gracias al desprestigio de Peña Nieto, el presidente más impopular que ha tenido México, el PRI también se encuentra en declive. Si logra algunas victorias en el futuro será más bien por la influencia de algunos de sus gobernadores y por el conservadurismo y los temores al cambio de muchos ciudadanos más preocupados por los 15 años de Rubí que por mejorar su condición. En otras palabras, los que por momentos han sido los principales partidos políticos del país están ahora en crisis y no hay indicios de que logren recuperarse en el poco tiempo que falta para las próximas elecciones para el cambio de poderes. Los llamados pequeños, que sí lo son en muchos sentidos, más bien parecen ratoncitos en un laberinto en búsqueda del queso que les ofrece el sistema al que alguna vez se opusieron (no mucho, por cierto).
Así, y pese a la dificultad de lograr, digamos, 30 por ciento de la votación total (unos 27 millones si votan todos los inscritos en la lista nominal de electores), la tendencia de López Obrador de 2006 a 2012 ciertamente podría llevarlo a la Presidencia, si es él el candidato. Sin duda muchos perredistas y no pocos priístas votarían por él, pues no han visto ventajas bajo gobiernos partidarios del neoliberalismo vigente. Morena y AMLO tienen al menos una importante diferencia con los demás partidos: son antineoliberales. Y en los tiempos que corren no es poca cosa.
Cuando los partidos tradicionales caen en el desprestigio, sólo uno nuevo y un líder popular los puede sustituir. Esta es la tendencia en el llamado mundo occidental donde las propuestas socialistas del pasado no tienen hoy ningún peso significativo.
PD: Me tomo unas vacaciones. Nos veremos el año que entra, que espero sea mejor que éste, para todos y a pesar de los nubarrones que tenemos encima.
rodriguezaraujo.unam.mx
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