EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

viernes, 22 de julio de 2016

El pensamiento critico frente a la hidra capitalista

El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista Gilberto López y Rivas/ I
E l segundo tomo de la obra El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista incluye las ponencias e intervenciones –entre personas y colectivos– de 35 invitados al seminario que, con ese nombre, se llevó a cabo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, del 29 de abril al 9 de mayo de 2015. Los textos compilados, que van desde salutaciones, intervenciones o palabras hasta ponencias formales, tocan una extensa variedad de temas que, en su mayoría, tratan de responder a la convocatoria de los zapatistas en torno al ejercicio de un pensamiento crítico, no haragán ni rutinario, mucho menos conformista, que contribuya a las luchas emancipadoras y anticapitalistas, frente a ese monstruo de múltiples cabezas: la hidra, que ha llevado a la humanidad, y al planeta mismo, a la deriva de su posible destrucción. A diferencia del primer tomo, en el que se incluyen todas las participaciones de los miembros de EZLN, que se caracteriza por su coherencia interna, en su diversidad temática, en este libro se exponen diversas posiciones políticas, en un conjunto también muy heterogéneo de asuntos que, no obstante, en su mayoría expresan un esfuerzo por profundizar en el diagnóstico de la tormenta en que estamos inmersos, y en las propuestas para la construcción de un proyecto alternativo al capitalismo. Las palabras iniciales de los padres y madres de los normalistas de Ayotzinapa víctimas de desaparición forzada, dan cuenta de esos lazos de ternura que unifican las luchas en un torrente de rabia digna y solidaridad recíproca frente a un Estado criminal, unos construyendo autonomía y otros buscando a sus hijos hasta encontrarlos, ¡cueste lo que cueste! Juan Villoro refiere a la pérdida de los seres humanos de la relación directa con nuestra residencia en la Tierra, abismados en el mundo virtual de la televisión y las computadoras (y añadiría, el teléfono celular), esa vida espectral que produce un nuevo egoísmo. Nos recuerda que el mundo material existe y debe transformarse, y destaca el lema de la Universidad de la Tierra, ¿Y tú qué?, mientras cuestiona la erosión del mundo en aras del progreso, el cual representa ya una insensatez. Sostiene que la contemporaneidad hay que concebirla a partir del cambio, y de ahí el carácter contemporáneo del zapatismo. Afirma que el pensamiento conservador se refugia en el análisis del presente, abdica de su responsabilidad ante el futuro y critica a quienes fincan su independencia en el inmovilismo de no estar ni a favor ni en contra. Asegura que el comunismo no fue el brebaje cura-todo que la Revolución soviética prometió en su alborada, pero la necesidad de asociar el pensamiento con la modificación de la realidad no ha perdido urgencia. El zapatismo representa una modernidad genuina, mientras la construcción de otra forma de vida se fundamenta en la comunidad, donde el nosotros predomina sobre el yo. Una ética de valores compartidos. En este ámbito, el poder no es un fin en sí mismo, sino un servicio que se rige por un lema dialéctico: mandar obedeciendo. Adolfo Gilly ofrece una perspectiva sobre lo que denomina la unificación financiera del mundo, una nueva época del capitalismo y de la relación de dominación del capital sobre el trabajo y la naturaleza. Sostiene que “estamos ante una forma inédita de la relación de dominación y subordinación: la dominación universal del mundo y el mando de las finanzas –el capital financiero global– sobre las sociedades y las economías… [Y] una humanidad que ve y vive la destrucción o la degradación de sus mundos de la vida.” Esto ha traído consigo, señala, la conformación de un nuevo sujeto histórico: el trabajador mundial. Sostiene que no es el tiempo de la esperanza, sino el de la ira y la rabia. Sergio Rodríguez Lascano debate sobre el poder y la izquierda, en el que las posiciones se polarizaron sin atenerse a la nueva realidad del capitalismo. Afirma que hoy en día la estrategia de una buena parte de la izquierda no es tomar el poder para cambiar el país o el mundo, sino cambiar la administración (ni siquiera el gobierno) sin tocar el poder. Sostiene que vivimos un ciclo de acumulación de dinero ficticio, de un capital especulativo y un dominio de las finanzas de la sombra. Que el error fundamental del análisis geopolítico es que sigue entendiendo la economía mundial como la suma de las economías nacionales, cuando en realidad es la suma de las grandes sociedades financieras legales e ilegales y las grandes industrias con el crimen organizado o desorganizado. Sostiene que la crisis es la realidad permanente del capitalismo, su dinámica propia, su esencia. “Esta nueva forma del capital –el sistema financiero– arrasa países, pueblos, culturas, idiomas formas de vida.” En esta situación, el Estado-Nación ya no juega ningún papel de los que antes jugaba, en especial, el de regulador de la inversión… La burguesía nacional es parte del museo de las reliquias.” Al igual que Juan Villoro, Sergio considera que “la tormenta que se avecina no es producto de la barbarie, sino del… Progreso… La catástrofe que se avecina no es una crisis más en la historia del capitalismo. Es un ajuste de cuentas entre el capital y la humanidad, y va más allá de las buenas o malas intenciones de tal o cual gobierno”. Piensa que, para el caso mexicano, la tormenta ya está entre nosotros. Enumera nuevas características del capitalismo como un proyecto de dominación que busca desorganizar-reorganizar desde luego la economía, pero también la cultura, los lazos humanos que se han construido desde siglos atrás, la economía moral de los que viven en el campo y las ciudades. Parte de estas características son: la concentración del poder en una treintena de ciudades, mientras a su lado hay otras zonas trascendentes para el futuro del capitalismo, porque en ellas se encuentran las reservas energéticas del mundo. Aquí, el control del territorio se convierte en factor productivo esencial en tanto directamente genera condiciones para engendrar valor. Este es hoy por hoy el escenario de las confrontaciones más significativas entre el capital y los guardianes de la tierra: los pueblos originarios. En cuanto al sujeto histórico de la revolución plantea: hoy no hay un núcleo unificado de resistencia, (sino) que hay una gran diversidad de procesos de rebeldía. Subir al inicio del texto

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