Compañía china en Las Bambas, Perú
Joan Martínez Alier*
L
a mina Las Bambas, en Apurímac, Perú, está casi pronta a empezar su producción de cobre (y también de oro, plata y molibdeno). Ha estado en las noticias porque desde el 28 de septiembre ha habido una sucesión de víctimas campesinas (cuatro muertos) y también de policías accidentados, decretos de emergencia, militarización, debates parlamentarios en Lima, todo lo cual ha estropeado la imagen de progreso minero que se estaba difundiendo en este caso.
Los pobladores de las provincias de Cotabambas y Grau, en Apurímac, habían iniciado sus protestas el 25 de septiembre pasado contra el proyecto minero, porque consideran que será perjudicial para su salud y sus tierras. Las Bambas estaría entre las mayores tres minas de cobre del mundo con un tajo abierto y la construcción de una planta de procesamiento de minerales en la parte alta del río Chalhuahuacho. Esa planta de concentrados estaba en el diseño inicial del proyecto, pero se ha añadido una planta de molibdeno y otras instalaciones. El transporte al puerto de Matarani será por carretera, lo que preocupa a las comunidades, porque saldrán 125 camiones diarios cargados de más de 50 toneladas. En 14 meses el proyecto ha sido modificado cuatro veces (de una a tres plantas; áreas de almacenamiento de materiales que duplican su tamaño; transporte en camiones en vez de mineroducto). Estas modificaciones se aprueban en 15 días, sin mecanismos de participación.
La empresa suiza Xtrata era la propietaria inicial. Xtrata fue absorbida por Glencore, la cual vendió este megaproyecto en casi 10 mil millones de dólares a la empresa china MMG. Las empresas chinas (en este caso, con participación australiana) van aprendiendo a comportarse como piezas de un nuevo imperialismo, usando sus embajadas para que les sirvan de intermediarias con los gobiernos nacionales, para que éstos ordenen a las fuerzas armadas que garanticen el sistema de economía extractivista exportadora. Lo mismo ocurre con la mina de cobre de El Mirador, en Ecuador, en territorio shuar, también de propiedad china.
Por ahora todo iba relativamente bien en Las Bambas, en comparación con algunos proyectos en Perú, como Tía María, en Islay (del Grupo México), y otros. Más o menos la mitad de los proyectos mineros resultan ser conflictivos y de éstos, algo así como la quinta parte, acaban paralizados definitivamente o durante un tiempo largo. Una excelente fuente de información es el archivo de OCMAL (Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina) y otra es el EJAtlas (el Atlas Mundial de Justicia Ambiental), que ofrece información sobre mil 600 conflictos socioambientales alrededor del mundo, incluidos unos 30 conflictos mineros en Perú.
En Las Bambas se planteó inicialmente la construcción no solamente de la inmensa mina, sino también de un mineroducto de 206 kilómetros hasta la región del Cusco (Antapaccay), donde Xtrata (Glencore) posee la conflictiva mina de Tintaya, y hasta ese lugar pensaban enviar el mineral para ser procesado atravesando varias comunidades. Precisamente en Tintaya ha habido muchos muertos en sucesivas protestas a lo largo de los años. Sin embargo, este plan del mineroducto fue desechado, por la oposición de comunidades indígenas, cuya posición está reflejada en un video rodado en 2013 en El Espinar.
Más tarde, al comprar los chinos de Minmetals (MMG) el proyecto Las Bambas se ha planteado transportar el mineral por carretera (o eventualmente por ferrocarril) al puerto de Matarani, a 295 kilómetros de distancia. Se esperaba que esta mina tuviera una vida próspera y pacífica de 20 años con 400 mil toneladas anuales de producción de cobre, pero ahora ha habido esa gran protesta resultando muertos varios comuneros al arremeter la policía con bombas lacrimógenas y a balazos contra los manifestantes. El gobierno estaba feliz anunciando el inicio de la exportación de cobre de Las Bambas para 2016.
Baja el precio del cobre en los mercados mundiales; sin embargo, absurdamente, Perú y Chile se preparan a exportar más cantidad y a competir entre sí, aunque Codelco, en Chile, ha dado marcha atrás en algunos grandes proyectos, como el llamado Expansión Andina 244 (cercano a Santiago de Chile) con una inversión prevista de casi 7 mil millones de dólares y que afectaría una zona de glaciares. Con menor violencia estatal que en Perú, también en Chile (el mayor productor mundial de cobre) hay oposición indígena a nuevos proyectos mineros, frecuentemente por la contaminación del agua.
Las inversiones son tan grandes, el empeño en una política económica basada en el extractivismo es tan firme, que es posible que a pesar de las protestas el proyecto de Las Bambas salga adelante mediante una combinación de represión y cooptación. Pero eso no siempre ocurre.
*ICTA-Universidad Autónoma de Barcelona
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