La costosísima espera de Cataluña
José M. Murià
A
parte de consideraciones del orden social, político, cultural y demás, que manifiestan de una manera cada vez más clara el ansia general y creciente de los catalanes de alcanzar su independencia, cabe tomar en cuenta el alto costo que pagan por pertenecer a un Estado nacional como el español que, además de procurar sistemáticamente rasurar su autonomía, le expolia de manera regular una cantidad gigantesca de dinero.
Según cifras proporcionadas por el profesor Jofre Llombart, quien gentilmente me ha hecho llegar un acucioso y bien fundamentado texto, la diferencia de lo que las arcas españolas reciben de los catalanes y les reintegran asciende básicamente a más de 16 mil millones de euros cada año. Unos 250 mil millones de pesos mexicanos… A cada ser humano, de los 7 millones de residentes en Cataluña, tenga la edad que tenga, le cuesta unos 53 mil 500 pesos al año pertenecer a un país como España, en el que abundan quienes los menosprecian, obstaculizan su desarrollo y, además, son detractores permanentes de cuanto los catalanes hacen.
Si Cataluña se independiza “vamos a tener que trabajar…”, decía el presidente del gobierno de Extremadura. De ser el caso, es evidente que sobre muchos burócratas madrileños caerá la misma maldición.
Tales números explican que, a pesar de la animadversión española contra Cataluña, les horrorice el hecho de que ésta se vaya…
Al fin de cuentas, máxime bajo el actual gobierno neofranquista del Partido Popular, ha quedado clara la situación de verdadera colonia que padece Cataluña, misma que la transición supo disimular bastante bien, pero con el tiempo se ha ido manifestando cada vez con más claridad.
Como es sabido, el próximo 27 de septiembre habrá elecciones para renovar el Parlamento de Cataluña. De su seno, dada la naturaleza del sistema político que los rige, emergerá el nuevo presidente del gobierno catalán. Pero esta vez el sufragio será peculiar, pues tendrá el carácter de un plebiscito sobre la voluntad de los catalanes de crear un nuevo Estado nacional –les guste o no a los españoles– dentro del seno de la Unión Europea –donde la idea ha ido ganando más y más adeptos–, o continuar con su dependencia prácticamente colonial.
El tema principal de dicha elección será simplemente: ¿independencia, sí o no?
Recuérdese que la consulta que se hizo el 9 de noviembre pasado, en la que votaron a favor de la separación unos 2 millones de personas, fue objeto de todas las amenazas y zancadillas posibles por parte del gobierno matritense, e incluso ahora pesa sobre las autoridades catalanas una acusación penal por haberla promovido. La intransigente cerrazón mental de la que hace gala este tipo de españoles sigue siendo la misma que se relacionó en
nuestra Américade principio a fin del siglo XIX, misma que coadyuvó a que se independizaran sus países.
Al parecer, el
respeto al derecho ajenoes algo que no se les da.
A quienes están al tanto de las cifras de Llombart ya se les queman las habas para que la situación se defina de una vez. Entre peras y manzanas, cada día que pasa Cataluña pierde 43 millones de euros: unos 30 mil euros cada minuto.
Durante el tiempo que usted ha tardado en leer este artículo, los catalanes habrán perdido 121 mil euros más.
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