Arthur Rosenberg (1889-1943): En la encrucijada entre la ciencia y la política
Mario Keßler
23/03/2022Mario Keßler, historiador alemán, publicó en 2003 una biografía del historiador de la antigüedad, marxista revolucionario y diputado por el KPD en el Reichstag en la Alemania de Weimar Arthur Rosenberg (I). Un año antes, la revista alemana Sozialismus publicaba un esbozo biográfico de Rosenberg en su suplemento de febrero escrito por el mismo Keßler y en el que incluía un apéndice con comentarios de tres autores que en su día conocieron a Rosenberg (II): Sidney Hook, Walter Markov y Theodor Bergmann. Reproducimos íntegramente este suplemento traducido para Sin Permiso por Jaume Raventós. Nunca antes había sido traducido al castellano. SP
El historiador Arthur Rosenberg se mantuvo apartado de su gremio durante parte de su vida. Esta exclusión, impuesta por su compromiso político, contrasta con su fama póstuma: poco después de su muerte y cada vez más desde los años sesenta, se convirtió en un historiador muy leído por una nueva generación de investigadores e interesados en la política en la República Federal. Durante su corta vida, Rosenberg trabajó en campos destacados muy diferentes. Nacido y criado en el Berlín imperial, adquirió pronto reputación como prolífico historiador del mundo antiguo. Tras una ruptura radical con su entorno de origen, se convirtió en un dirigente político comunista en la década de 1920. En 1927 abandonó el KPD. Luego se distinguió con importantes libros sobre los orígenes y la historia de la República de Weimar, sobre la historia del bolchevismo y sobre la democracia y el socialismo. Los cambios fundamentales que se produjeron en su vida, tras su huida con la llegada de Hitler al poder, no supusieron un cambio en sus posiciones políticas, ni tampoco afectaron a su estilo de presentación afilado, acorde con su compromiso, aunque dejaba claro el distanciamiento del historiador respecto al objeto de su investigación.
El siguiente esbozo biográfico (1) trata de examinar los diversos aspectos de la vida de Rosenberg (2). Originalmente admirador de la Alemania guillermina, Rosenberg se convirtió en uno de los pocos historiadores que "puso de relieve el papel de los procesos sociales y económicos en la configuración del carácter autoritario de la política alemana" (3).
Un intelectual en el Berlín imperial
Arthur Rosenberg nació el 19 de diciembre de 1889 en Berlín en el seno de una familia judía de clase media. Su padre, Henry, hombre de negocios, y su madre, Helene, procedían de la región fronteriza germano-austríaca de Silesia. Ambos padres eran judíos asimilados. Arthur y su hermana Jenny fueron bautizados como protestantes al nacer.
Ya en la escuela primaria, el joven mostró un intenso interés por la historia. “Ya muy temprano”, como recuerda su hermana, “daba clases particulares a alumnos más jóvenes, y como era un alumno brillante, también tenía de vez en cuando dispensa para no asistir a clase”. En sus más tempranos recuerdos Jenny Rosenberg dice: “siempre que podía, desde los 13 años aproximadamente, mi hermano compraba libros. Podía estudiar en la misma habitación en la que jugábamos, normalmente con dos libros y un atlas”. Jenny mencionó el entusiasmo de su hermano por los políticos socialdemócratas August Bebel y Paul Singer, aunque el joven Rosenberg aún no se acercaba en absoluto a las opiniones socialistas (4). Sin embargo, durante toda su vida sintió un gran amor por los valientes inconformistas.
Los padres de Rosenberg murieron cuando él aún era joven. Una beca de la Fundación Gustav Levinstein le posibilitó asistir a la escuela superior en Viena y Berlín (5). En 1907 aprobó su bachillerato con excelentes resultados en el Instituto Askan, una de las mejores instituciones educativas de Berlín. Ese mismo año, Rosenberg, quien hasta entonces había sido un apátrida, se convirtió en ciudadano alemán. De 1907 a 1911, estudió historia antigua, filología y arqueología en la Universidad Friedrich Wilhelm de Berlín, el alma mater más prestigiosa de Alemania y Europa Central (6).
Rosenberg siguió de cerca a su maestro Eduard Meyer, extraordinario investigador internacional de la historia social del mundo antiguo (7). Meyer y Otto Hirschfeld examinaron su tesis doctoral sobre las investigaciones de la reglamentación institucional de la centuria romana. En él, Rosenberg intentaba demostrar que las centurias bajo el ordenamiento serviano (de Servio Tulio N.dT.) eran importantes sobre todo en la "lucha de clases”; según Rosenberg, los ciudadanos de la primera clase constituían solo una pequeña parte de todos los reclutas, y la reforma del ordenamiento establecía una relación entre tribus y centurias solo en la primera clase, pero dejaba inalterado el estatus de las clases inferiores (8). La crítica fundamental de Rosenberg a la democracia burguesa, descrita por Schachenmeyer como "un testimonio temprano de orientación marxista”, (9) estaba, sin embargo, vinculada al pensamiento de Eduard Meyer. Éste combinó una interpretación del mundo antiguo en términos sociológicos modernos con una crítica pesimista de la cultura del capitalismo moderno y la democracia parlamentaria (10). La tesis doctoral de Rosenberg apareció en forma ampliada en las librerías y fue premiada por la Fundación Johann-Gustav-Droysen. Esto permitió a Rosenberg emprender una carrera académica (11).
Al principio trabajó para el Frankfurter Zeitung, uno de los principales periódicos de Alemania, y participó en la publicación de la Ullsteins Weltgeschichte. Durante un tiempo permaneció en Italia para reunir el material de su disertación para el acceso a la cátedra de la universidad. En 1914, con solo 25 años, obtuvo la cátedra con un trabajo titulado Der Staat der alten Italiker. Verfassung der Latiner, Osker und Etrusker (El Estado de los antiguos itálicos. Ordenamiento institucional de los latinos, oscos y etruscos), en el que examinaba las diferentes formas de gobierno en diversas comunidades urbanas de la Italia prerromana. Meyer vio en este estudio “un gran fruto del que cabe esperar más contribuciones con éxito"(12).
Rosenberg acababa de convertirse en profesor cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. Ardiente patriota alemán, se alistó como voluntario. En 1915 ingresó en el ejército y, aunque también luchó en el frente occidental, sirvió la mayor parte de la guerra en la oficina de prensa de guerra, donde también conoció al general Ludendorff (13). El 2 de octubre de 1917, escribió a su maestro Eduard Meyer: "Me encuentro ahora en el aserradero de La Besace, cerca de Sedán. Es terrible la impresión que produce la despoblación del norte de Francia"(14). Además del servicio en el frente, Rosenberg encontró tiempo para una nueva edición de la Historia de Alejandro Magno de Droysen, para la que escribió una introducción (15). Como muchos alemanes de su generación, perdió todas las ilusiones en el viejo orden social, el cual, durante cuatro años, no representó más que matarse unos a otros en los campos de batalla de Europa y en las trincheras. Pasó a formar parte de la minoría de los que veían en el internacionalismo socialista una alternativa al nacionalismo alemán.
El político comunista
En noviembre de 1918, Rosenberg tomó partido por la extrema izquierda. Ésta consistía, como escribió más tarde, en "socialistas revolucionarios, obreros e hijos de obreros, para quienes la república democrática no era suficiente y querían continuar inmediatamente hacia la abolición consecuente de la propiedad privada capitalista"(16). Rosenberg militó en el Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), que se escindiría dos años más tarde. Su ala izquierda, a la que pertenecía Rosenberg, se unió al Partido Comunista de Alemania (KPD). Su discurso en el congreso del partido de unificación del USPD y el KPD dio testimonio de su entusiasmo revolucionario “¡Camaradas!", exclamó, "la situación revolucionaria mundial se encuentra en la actualidad de tal manera que la ola se dirige al centro de Europa. Italia y Alemania están maduras para la lucha decisiva, y tenemos que librar esta lucha decisiva en estos dos países con tácticas bastante similares"(17). Constató que el gobierno italiano no se había atrevido a atacar las fábricas ocupadas por los trabajadores porque éstos estaban bien armados. Alemania necesitaba métodos de lucha en consonancia.
Rosenberg, quien también enseñaba en la Universidad Popular de Berlín y publicaba artículos sobre la formación de los trabajadores, fue elegido concejal comunista del Gran Berlín a principios de 1921 (18) y se le conoció por sus intervenciones en los congresos del KPD. En agosto de 1922, declaró: "Avanzamos hacia grandes períodos de lucha violenta; esto conducirá a grandes choques con el poder del Estado; eso está totalmente claro"(19). Ignoraba el hecho de que esta política fue la base de la nada gloriosa acción de marzo de 1921 y condujo al desastre a los comunistas alemanes, quienes permanecieron completamente aislados de la mayoría de los trabajadores alemanes. Ni siquiera la nueva derrota del otoño de 1923 pudo hacer cambiar su actitud por la cual Alemania estaba madura para una revolución comunista (20). "En su corta carrera como político comunista, Rosenberg contribuyó mucho a la incitación y desmoralización de los miembros del partido", escribió el posterior "miembro de la derecha del partido”, Karl Retzlaw; “y en sus libros sobre la República de Weimar, que merecen ser leídos, dio buenos consejos en los que no pensó cuando todavía estaba en activo" (21). El 15 de octubre de 1922, el KPD, con una participación decisiva de Rosenberg, intentó disolver una asamblea de radicales de derecha en el Circo Busch. Como resultado, el fiscal de Berlín emitió una orden de arresto contra Rosenberg, quien permaneció brevemente en prisión preventiva (22). Con sus opiniones ultrarradicales, Rosenberg formaba parte de la oposición de izquierdas en torno a Ruth Fischer y Arkadi Maslow, opuestos a las políticas más realistas de Heinrich Brandler, el líder del partido, y de August Thalheimer, el teórico más importante del partido.
Después de que la oposición de izquierda asumiera la dirección del partido, Rosenberg ascendió a puestos clave dentro del KPD. En 1924 fue elegido para la dirección del partido en el distrito de Berlín-Brandenburgo, una de las organizaciones de distrito más importantes. Ese mismo año, ascendió a la dirección del partido en el congreso de Frankfurt. En mayo de 1924 se convirtió en diputado del Reichstag y ejerció en su escaño hasta las elecciones de 1928. El 26 de agosto de 1924 anunció con seguridad triunfal ante el parlamento, siguiendo las palabras de Nietzsche: "Lo que cae se debe empujar: empujaremos esta república que cae para que reciba el destino que merece"(23). En el V Congreso de la Internacional Comunista de julio de 1924 fue elegido candidato a la presidencia del Comité Ejecutivo (CEIC). Escribió numerosos artículos para la prensa de la Comintern sobre cuestiones de relaciones internacionales (24).
Dentro del partido, Rosenberg perteneció inicialmente al grupo de ultraizquierda con Ruth Fischer y Werner Scholem. En reuniones secretas en el piso de Rosenberg en Berlín-Zehlendorf, los ultraizquierdistas discutieron la situación en Rusia. Exhortaron a la organización del partido de Berlín a luchar decididamente contra las pretensiones totalitarias del Estado, el partido-Estado y la degeneración del comunismo, y abogaron por la formación de una organización independiente lo antes posible. Ruth Fischer sospechó muchos años después que “el aparato de inteligencia había proporcionado ciertamente al politburó ruso informes detallados sobre esta conexión entre la izquierda rusa y alemana” (25).
En un discurso ante la organización del partido de Chemnitz, Rosenberg explicó que no importaba que el partido perdiera uno o dos millones de votos participando en la farsa parlamentaria. La única tarea era preservar el espíritu de la revolución y la organización proletaria"(26). En mayo de 1925, Rosenberg, Iwan Katz y Werner Scholem criticaron incluso a Fischer y Maslow, quienes, de acuerdo con la dirección de la Comintern, habían constatado una “relativa estabilización” del orden capitalista mundial (27).
Rosenberg mantuvo esta posición de ultraizquierda hasta el otoño de 1925. Sin embargo, a partir de ese momento se alejó cada vez más de ella. En el ambiente de estabilización de mediados de los años veinte, comprendió que ya no había lugar para las aventuras revolucionarias. Unos años más tarde, Rosenberg observó una “peculiar mezcla de carácter pacífico y entusiasmo hacia lo soviético” en aquella época, pero ningún deseo de una revolución bolchevique en Alemania "(28).
En noviembre de 1925, Rosenberg publicó un artículo en el que manifestaba claramente que el KPD solo disponía de influencia entre una minoría de trabajadores; la mayoría seguía a los socialdemócratas, al Partido de Centro Católico (Zentrum) e incluso a las fuerzas nacionalistas. En una situación no revolucionaria, el SPD representaba los intereses de los trabajadores mejor y más eficazmente que el KPD. Para tal situación, escribió Rosenberg, el KPD no había encontrado una estrategia seria y objetiva. La mayoría de los trabajadores considerarían al partido como un grupo confuso de fabricantes de tesis, organizadores de jaleo y golpistas (29).
Este tipo de crítica y autocrítica puso a Rosenberg en contacto con la facción liderada por Ernst Thälmann. Éste, un trabajador del transporte de Hamburgo que anteriormente había estado unido a la ultraizquierda, parecía ahora estar a favor de la corriente del KPD más orientada a la realidad. Rosenberg, cada vez más crítico con el desarrollo interno de la Unión Soviética, también esperaba que una dirección del KPD con Thälmann adoptara una posición más independiente frente a la dirección del partido soviético, el cual estaba influyendo en la Comintern de forma cada vez más negativa.
Mientras tanto, Rosenberg desarrolló una serie de actividades en el Reichstag. Tomó posición en muchas cuestiones. En varias ocasiones pudo utilizar sus conocimientos históricos. En un ataque al impuesto alemán sobre el volumen de negocios (Umsatzsteuer, fue un impuesto precursor del IVA alemán actual en los años de Weimar. N. d T.), defendió el sistema fiscal romano, el cual no había conocido ningún impuesto sobre los salarios y había hecho llegar pan gratis a la población pobre. Ofreció a sus oponentes una lección de historia antigua cuando uno de ellos afirmó que el emperador Augusto había inventado el impuesto sobre el volumen de ventas (30).
La actividad parlamentaria más importante de Rosenberg fue su participación en el comité del Reichstag para la investigación de las causas del colapso alemán en la Guerra Mundial. Gracias a su pertenencia al Cuarto Comité de Investigación, Rosenberg tuvo acceso a una amplia gama de fuentes primarias y documentos que reforzaron su interés por la historia contemporánea.
Como ponente del Comité, Rosenberg habló el 2 de diciembre de 1925 sobre las causas del colapso del ejército alemán. Refutó la afirmación de los oficiales de la marina de que los socialdemócratas independientes habían socavado la armada con su agitación antibélica, provocando la sublevación de la Flota de Alta Mar y causando así el colapso del frente alemán. Rosenberg argumentó que el USPD no era en absoluto el partido revolucionario presentado por la prensa conservadora, sino una mezcla de fuerzas radicales y reformistas. El grupo Espartaco, el ala radical, no tuvo ninguna influencia en el estallido de la revuelta y era desconocido incluso para los marineros sublevados: el 95% de los consejos de soldados habían apoyado al SPD. En claro contraste con la leyenda de la puñalada por la espalda por parte de la derecha política, en noviembre de 1918 ya no era posible una resistencia totalmente nacional, pues el pueblo estaba agotado y el frente ya no disponía de ningún tipo de reservas. Ningún gobierno habría sido capaz de cambiar algo en estas condiciones (31). Algo más tarde, el archivero conservador de los Archivos del Reich, Erich Otto Volkmann, oponente de Rosenberg en el Comité, afirmó que en octubre de 1918 se había formado un comité revolucionario en Berlín. Rosenberg replicó que este comité había sido incapaz de realizar cualquier tipo de acción debido a las contradicciones internas y se había visto desbordado por los acontecimientos sobre los que no había podido ejercer ninguna influencia. Reiteró que no fue el levantamiento revolucionario lo que provocó el colapso de Alemania, puesto que la guerra estaba perdida en ese momento de todos modos (32).
En marzo de 1927, en el XI Congreso del KPD en Essen, Rosenberg defendió a Paul Böttcher, estigmatizado como “disidente de derecha”, y dijo: "Es una enfermedad en el partido que siempre se establezca un hombre del saco, que se cree un infierno dantesco, por así decirlo, con Brandler, Thalheimer, Ernst Meyer, Böttcher, etc. Esta psicología infernal debe terminar de una vez, el partido debe hacer algo mejor que crear espantajos"(33). El 26 de abril de 1927 Rosenberg dimitió del KPD. En una carta oficial a la dirección del partido, publicada por la prensa del SPD al día siguiente, citó la derrota comunista en China y la subordinación de los distintos partidos comunistas a la política de Moscú como razones para su decisión (34). Permaneció como diputado no adscrito a ningún grupo parlamentario del Reischstag. Rosenberg criticó en lo sucesivo al KPD y su “fraseología romántica, que no representa ni de lejos una amenaza real para el orden estatal existente... A través de este romanticismo, millones de trabajadores se distraen de defender sus intereses cotidianos de forma real y objetiva. La lucha contra el romanticismo conlleva un extraordinario gasto de energía para las demás tendencias y orientaciones del movimiento obrero…”(35)
La crítica de Rosenberg a la política comunista surgió de una actitud a la que se aferraría durante el resto de su vida. Solo un año después de su retirada de la escena política, escribió en el prefacio de su Entstehung der deutschen Republik: "La peculiaridad del desarrollo político de Alemania ha llevado consigo que la consigna política vacía, la ilusión y la mentira de la vida política desempeñen un papel mucho mayor con nosotros que con otros pueblos. Si pudiera ayudar un poco a mis lectores en la lucha contra estos fantasmas, habría conseguido todo lo que pretendo con mi libro"(36).
Tras dejar el KPD, su eficacia en el Reichstag disminuyó considerablemente. La última vez que se pronunció fue con un artículo en el que fustigaba la injusticia de la justicia burguesa y -con el aplauso del SPD y el silencio obstinado de los comunistas- pedía una amnistía que beneficiaría a los condenados de la izquierda (37).
El historiador y escritor político del final de la República de Weimar
Tras las elecciones al Reichstag de 1928, Rosenberg perdió su escaño como diputado. Para poder mantener a su familia -su esposa Elly y sus hijos Liselott y Wolfgang-, aceptó un trabajo como profesor en el Köllnisches Gymnasium en mayo de 1931, tras finalizar su periodo de prácticas de profesor. Esta escuela estaba influenciada por las reformas educativas progresistas del gobierno prusiano dirigido por el SPD y la administración municipal de Berlín (38). Al mismo tiempo, daba clases como profesor no-funcionario en la Universidad de Berlín. Además de historia antigua, también leía sobre los problemas de la concepción materialista de la historia. Entre sus oyentes se encontraban Walter Markov, Arkadi Gurland, Arthur Lehnig y el posterior escritor Stefan Heym (39). Rosenberg pronto entabló amistad con su colega del Köllnisches Gymnasium, Hermann Borchardt, de influencia anarquista (40).
Junto a su actividad docente, Rosenberg se hizo un nombre como autor de obras sobre historia contemporánea. Hasta entonces, era conocido como experto en historia de la Roma antigua. Después de la guerra y antes de entrar en política, había escrito una obra de divulgación científica sobre la historia de la República romana y un folleto de inspiración marxista sobre la democracia y la lucha de clases en la antigüedad, además de publicar una visión de conjunto sobre la historia de Roma (41). A partir de entonces obtuvo reconocimiento internacional por sus libros sobre el origen de la República alemana y sobre la historia del bolchevismo, que publicó en 1928 y 1932 respectivamente. El libro de Rosenberg sobre la historia del surgimiento de la República de Weimar fue principalmente un producto de su trabajo en la comisión de investigación sobre las causas del colapso alemán en la Guerra Mundial. Rechazó las opiniones generales tanto de la derecha como de la izquierda y buscó su propia interpretación de los acontecimientos históricos. Así, en su Origen de la República Alemana, desarrolló la teoría de las "dos revoluciones” durante la guerra. La primera, escribió, fue el establecimiento de la dictadura militar de facto por Hindenburg y Ludendorff en 1916. Redujo al káiser y al Reichstag a un papel meramente simbólico. La segunda revolución fue la caída del Mando Supremo del Ejército en octubre de 1918, que transfirió el poder a la clase media alemana no revolucionaria con voluntad de suprimir la monarquía. Pero las acciones de los consejos de trabajadores y soldados crearon las condiciones para el surgimiento de la república alemana. Una mayoría de estos consejos quería combinar la democracia parlamentaria con el socialismo.
A Rosenberg no podía sorprenderle que su libro fuera rechazado con firmeza por la mayoría de sus colegas de profesión (42). Su antiguo maestro Eduard Meyer, convertido en un tenaz opositor tras la toma de partido por la izquierda de Rosenberg, fue el principal responsable de que Rosenberg nunca fuera nombrado profesor titular en la Universidad de Berlín. Con la notable excepción de Fritz Hartung y Hans Delbrück, la facultad de historia se mostró decididamente hostil hacia este inadaptado y excluido. Delbrück y Rosenberg habían mantenido una buena relación desde su colaboración en la comisión de investigación del Reichstag, y en 1929 Rosenberg escribió una destacable necrológica para Delbrück, cuyos libros sobre historia militar, según Rosenberg, eran "un importante patrimonio para la investigación socialista y proletaria"(43). Tras una serie de intentos inútiles, el ministro prusiano de Cultura, Adolf Grimme, consiguió imponer finalmente en 1930 el nombramiento de Rosenberg como profesor asociado de historia antigua contra la oposición de la gran mayoría de la facultad (44).
La Historia del Bolchevismo de Rosenberg, el primer estudio serio sobre el tema, se basaba en su experiencia política como dirigente del KPD. Sin embargo, dejó claro que "no escribió el libro por amor a ningún partido o grupo" y que "no tenía necesidad ni de revelaciones ni de desquites". "Quien busque en mi libro anécdotas sobre Stalin y las 'cámaras de los horrores' de la GPU se sentirá muy decepcionado"(45).
Rosenberg veía el socialismo de Marx y Engels precisamente como un esfuerzo por hacer valer los valores del liberalismo, -la libertad garantizada para cada miembro individual de la sociedad- pero poniendo en primer lugar a las masas a través de la acción política (46). Las masas querían disfrutar de los frutos de la libertad y la igualdad que les habían prometido los liberales. "Querían la democracia, el autogobierno con la eliminación de todos los privilegios de los antiguos señores feudales, así como de la nueva gran burguesía"(47). Las ideas democráticas fueron primero ideas políticas, pero el socialismo les añadió la voluntad de reforma económica, creó una teoría y fue la inspiración para la formación de partidos de masas.
Sin embargo, en las condiciones sociales rusas, las masas eran incapaces de llevar a cabo una acción revolucionaria sin un partido de revolucionarios profesionales. Rosenberg describió la doctrina y las acciones de los bolcheviques como progresistas para la Rusia de los zares. Tan progresista era esto para Rusia como reaccionario lo era para Occidente, donde la revolución burguesa ya se había llevado a cabo y un proletariado industrial bien desarrollado y una clase media formada constituían la mayoría de la población. "Las hazañas de los obreros rusos de 1917 a 1920 encubrieron temporalmente el atraso bolchevique y dieron la impresión de que el bolchevismo era la forma dada en general para la revolución proletaria. Sectores decisivos del proletariado europeo querían entonces tomar el poder en alianza con los bolcheviques. Pero con el tiempo se mostró cada vez más la imposibilidad de conferir la dirección del proletariado mundial al gobierno del estado agrario ruso. Así, el estado ruso y la clase obrera internacional volvieron a separarse, y la teoría estalinista del "socialismo en un solo país" es solo la expresión de este hecho” (48). La prensa del KPD denunció a Rosenberg como un historiador "objetivo", que supuestamente juzgaba "desde un punto de vista no partidista más elevado" desde donde quería, sin embargo, "disparar mejor sus flechas contrarrevolucionarias". Un historiador ruso emigrado vio el libro como una obra de propaganda, como un "compendio de juicios positivos del bolchevismo sobre sí mismo" (49). Paul Frölich, que había pasado de la oposición del KPD al Partido Socialista de los Trabajadores (SAP), dejó constancia de la falta de "sentido histórico" de Rosenberg en la "Weltbühne", por lo que "con toda razón era profesor de historia". Rosenberg no tenía "conocimiento de la revolución rusa ni de las causas de las degeneraciones burocráticas" en el partido ruso y en otros partidos comunistas. Más aún: "La experiencia revolucionaria tampoco ayuda. Su libro muestra que deambuló por el KPD como un extraño"(50).
Rosenberg reconocía que la dirección soviética, a pesar de su retórica revolucionaria, estaba sacrificando al proletariado europeo en favor de los intereses de la URSS (51). Sin embargo, veía en Stalin a un "marxista altamente formado", como escribió en sus memorias el estadounidense Sidney Hook, quien conoció a Rosenberg en Berlín en 1931 y más tarde enseñó filosofía y ciencias políticas en la Universidad de Nueva York (52).
La creciente ola de antisemitismo a principios de la década de 1930, sobre todo en las universidades alemanas, llevó a Rosenberg a aclarar las raíces históricas de la hostilidad hacia los judíos en Alemania. "La hostilidad hacia los judíos, que una gran parte de los académicos alemanes ya demostraba en el periodo de preguerra, formaba parte del ideal de vida aristocrático que estos hombres buscaban. La propia aristocracia de nacimiento era mucho más segura interiormente. No necesitaba ese encorsetamiento ideológico"(53). Rosenberg pasó por alto el hecho de que muchos Junker alemanes también habían apoyado financieramente al partido nazi desde los años 20, antes de que los nazis se convirtieran en un factor políticamente decisivo en la política alemana.
Heinrich von Treitschke, el historiador más influyente políticamente en el imperio alemán, atacó a los judíos porque los veía como la encarnación del materialismo y el liberalismo. Rosenberg tuvo totalmente en cuenta que importantes sectores de la burguesía alemana, especialmente la élite académica, se convirtieron en nazis para sustituir invenciones supuestamente "judías" como el materialismo, el socialismo y la democracia por una "glorificación romántica del pasado" (54). Pero era muy consciente de que el anti semitismo y el anti socialismo envenenaban conjuntamente a la sociedad alemana, madurándola para la toma del poder nazi. En vísperas del traspaso de poder a los nazis, Rosenberg informó de la petición de un profesor universitario judío de Breslau de conceder asilo a Trotsky en Alemania. Rosenberg lo apoyó y escribió: "Las mismas fuerzas que hoy quieren destruir la libertad académica en Alemania han demostrado con suficiente claridad en el último año (con los decretos de emergencia) lo que también quieren hacer con las demás libertades del pueblo alemán, especialmente del pueblo trabajador alemán" (55). Inmediatamente antes de que estas líneas entraran en prensa, Hitler se había convertido en canciller del Reich. Rosenberg fue uno de los primeros en verse obligado a huir de su tierra natal (56).
La "Historia de la República Alemana". El principal trabajo de Rosenberg en el exilio
Como judío y conocido marxista, Rosenberg tuvo que emigrar inmediatamente de la Alemania de Hitler. El 30 de marzo de 1933 abandonó Berlín con su familia (57). Se dirigió a Zúrich vía Constanza, donde vivían parientes de su esposa. Durante su corta estancia allí escribió el folleto Der Faschismus als Massenbewegung (El fascismo como movimiento de masas), publicado por la editorial socialdemócrata Graphia de Karlsbad, Checoslovaquia.
Rosenberg veía tres variedades de fascistas alemanes: los nazis, los nacionalistas alemanes tradicionales y, sorprendentemente, los conservadores- populares agrupados en torno al antiguo canciller del Reich, Bruning. Incluso describió el gobierno de Cuno de 1923 como la "victoria del fascismo legal". Para Rosenberg, el fascista era "el capitalista contrarrevolucionario, el enemigo nato de la clase obrera concienciada. El fascismo no es más que una forma moderna, con una máscara popular, de contrarrevolución burguesa-capitalista"(58). En Italia, el fascismo se presentaba abiertamente capitalista; como "partido de un capitalismo con capacidad de crecer" podía confesarse “inequívocamente a favor de la propiedad privada”. El nacionalsocialismo alemán, en cambio, como "partido del capitalismo desgastado", tenía que ocultar su carácter de clase ante las masas (59).
Solo un poco más tarde Rosenberg corrigió muchos de estos juicios. En su Historia de la República Alemana, calificó al gabinete de Cuno como "un gobierno del gran capital... No se podía esperar razonablemente que Cuno siguiera una política a favor de los trabajadores"(60).
Rosenberg, en su Historia de la República Alemana, probablemente el mejor libro de un historiador alemán en el exilio, resaltó la falta de tradiciones democráticas como causa principal de la derrota de la revolución alemana de 1918. "Una democracia viva, un autogobierno serio de las masas, había sido hasta entonces ajeno al pueblo alemán. El aparato de funcionarios del Estado dominaba la vida pública, e incluso el llamado autogobierno municipal no podía ofrecerle ningún contrapeso. Pues los grandes planes del Freiherr vom Stein de establecer un autogobierno burgués en Prusia se habían marchitado y estropeado tras la dimisión de Stein. No solo la autogestión municipal estaba limitada en todo momento por las autoridades de supervisión del Estado, sino que, sobre todo, todos los puestos esenciales de la administración municipal estaban ocupados por funcionarios de carrera elegidos por muchos años.
Los activos ciudadanos voluntarios desempeñaron un papel modesto junto a los funcionarios de carrera en los municipios alemanes hasta 1918. Las masas alemanas carecían de toda experiencia práctica en la gestión de sus asuntos bajo su propia responsabilidad. El aparato burocrático en los asuntos públicos tenía una tradición de muchos siglos. Parecía difícilmente concebible que pudiera ser superado por una tormenta revolucionaria. Pero la verdadera democracia no consiste en depositar un voto cualquiera, sino en el autogobierno activo de las masas. Así, la cuestión de la superación del aparato burocrático era al mismo tiempo la cuestión de la vida o la muerte de la democracia alemana"(61).
Los consejos de obreros y soldados que se formaron espontáneamente en toda Alemania en noviembre de 1918, esperaban el afianzamiento de una auténtica democracia de masas y reformas económicas decisivas. Rosenberg escribió que "el llamamiento al socialismo no ha sido una causa sino una consecuencia de la Revolución de Noviembre... Por supuesto, había grandes diferencias de opinión sobre lo que debía entenderse por socialización. Pero estaba claro que cualquier forma de economía planificada o colectiva solo podía tener éxito si movilizaba a las masas productoras para que colaboraran activamente. Sin embargo, los consejos fueron los órganos encargados de representar la idea de una economía planificada y comunal en la empresa"(62).
Pero los funcionarios de los socialistas mayoritarios no entendieron que los consejos obreros y el bolchevismo no eran en absoluto idénticos. Se sentían desafiados e incluso amenazados por las actividades de los consejos entre los trabajadores (63). Querían algún tipo de vínculo entre los consejos y la Asamblea Nacional. Se habrían conformado con medidas graduales de socialización, el inicio de las cuales habría sido la nacionalización de las minas. Rosenberg se refería especialmente a Kurt Eisner, el socialista independiente y primer ministro de la efímera República de Baviera. “Él hubiera preferido no ver más un parlamento a la antigua usanza, pero por otro lado no quería ninguna socialización precipitada y rechazaba rotundamente cualquier método dictatorial de tipo bolchevique"(64).
El ala militante del movimiento obrero alemán, el grupo Espartaco, estaba muy aislada incluso dentro del movimiento. Los dirigentes del grupo Espartaco, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, no se hacían ilusiones sobre el carácter de la revolución. A diferencia de la mayoría de sus seguidores, tenían claro que la gran mayoría del pueblo alemán estaba en aquellos momentos plenamente satisfecha con la república parlamentaria. "La muerte de Luxemburg y Liebknecht fue una pérdida extraordinariamente grave para el movimiento obrero socialista, ya que ambas personalidades eran portadoras de un socialismo científicamente fundado, coherente y sensible a las condiciones reales. Si hubieran vivido más tiempo, habrían tenido que separarse de los utópicos de su propio partido, y se habrían convertido en los líderes indiscutibles del movimiento decididamente socialista de millones en el proletariado alemán. Sobre todo, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, como líderes del KPD, nunca habrían permitido que se les utilizara indebidamente como instrumentos de la política estatal rusa"(65).
Noske, Ebert y Scheidemann llamaron a los Freikorps para que ayudaran a sofocar el levantamiento de enero que los espartaquistas habían provocado en contra de las advertencias de Luxemburg. Al hacerlo, como escribió Rosenberg, cometieron "el error decisivo". El gobierno se debería haber "apoyado en primer lugar en las tropas socialistas-democráticas" y no debería haber "necesitado convertirse en prisionero de la contrarrevolución militar... Los oficiales del antiguo ejército siguieron organizando nuevos Freikorps, se permitió que los embriones de las unidades democráticas se marchitasen, y pronto tuvo la República alemana un ejército contrarrevolucionario dirigido por oficiales imperiales”.(66)
Para Rosenberg, no había la más mínima prueba de que los Comisarios del Pueblo socialistas mayoritarios hubieran querido o aprobado el asesinato de Liebknecht y Luxemburg. "Por el contrario, el suceso del 15 de enero fue un golpe terrible para el gobierno de la República... Aunque lo sucedido era todavía demasiado reciente para tener una influencia significativa en las elecciones a la Asamblea Nacional del 19 de enero, contribuyó sin embargo de forma decisiva a que millones de trabajadores alemanes dieran la espalda al SPD” (67). Con el asesinato de Kurt Eisner el 21 de febrero de 1919 por un nacionalista fanático, como escribió Rosenberg, "la revolución alemana, y sobre todo la clase obrera socialista alemana, perdió al único estadista creativo que había destacado desde noviembre de 1918” (68).
"El resultado político de la guerra civil librada en nombre de Noske en el primer semestre de 1919 fue la aniquilación completa de todo el poder político de los consejos. Donde todavía perduraban consejos de trabajadores, carecían por completo de influencia. El intento de instaurar una democracia popular activa tras la revolución había fracasado. En relación con esto, se produjo un desarme sistemático de la clase trabajadora por todas partes, llevado a cabo por los oficiales con toda su fuerza. Por otro lado, el ejército de voluntarios dirigido por los antiguos generales tomó un impulso cada vez mayor. Ya a mediados de año el poder real en Alemania recaía en los Freikorps y no en la Asamblea Nacional"(69).
El nivel de la Asamblea Nacional era, en palabras de Rosenberg, "el nivel del Reichstag alemán del periodo prerrevolucionario, es decir, estaba compuesto por diputados capaces, honorables y esforzados, pero en los que no había nada de energía revolucionaria. Los verdaderos revolucionarios de Weimar se habrían centrado sobre todo en el peligro que amenazaba el ejército. Al estilo de la Convención en la Revolución francesa, la Asamblea Nacional podría haber declarado que la República estaba en peligro. Podría haber llamado a las armas a todos los republicanos y socialistas para salvar la patria. Un armamento general del pueblo habría hecho inofensivos a los Freikorps, hubiera cortado de raíz el peligro de acciones individuales golpistas, asegurado la frontera oriental contra los polacos y quizás también habría reforzado la posición de Alemania frente a la Entente en las negociaciones de paz. Pero se omitió tal armamento popular, porque habría perturbado el tótem de "calma y orden" que los gobernantes adoraban por encima de todo"(70). Al igual que la Alemania imperial, la República de Weimar estaba herida de muerte y condenada al hundimiento desde el principio. Por supuesto, esta valoración fue rechazada con frecuencia en los debates de la época y sigue siendo controvertida (71).
Rosenberg comenzó a escribir el libro cuando aún estaba en Suiza (72) y lo terminó en Liverpool en 1935. La Universidad de Liverpool, posiblemente a través de la mediación de Karl-Friedrich Lehmann-Haupt, quien entonces era profesor de Historia Antigua allí, le ofreció una cátedra en esta especialidad (73). "La Universidad de Liverpool, al igual que las demás universidades británicas, ha demostrado, en estos tiempos confusos, seguir defendiendo el principio del conocimiento objetivo, sin tener en cuenta la "raza" o la opinión política", escribió Rosenberg (74). Pero la universidad no se sentía capaz de darle un puesto académico permanente. Al final de su contrato de tres años, Rosenberg abandonó Inglaterra para ir a Estados Unidos, la última estación de su vida.
"Democracia y socialismo”. Rosenberg en Estados Unidos
Rosenberg visitó por primera vez Estados Unidos en 1935, cuando asistió a la reunión anual de la American Historical Society en Filadelfia. Su colega Hajo Holborn, huido de Alemania como él y en aquel momento trabajando en la Universidad de Yale, le presentó a Jesse Clarkson y Madeleine Robinton, quienes daban clases en el Brooklyn College de Nueva York. Le ofrecieron a Rosenberg un puesto de profesor allí (75). Estaba mal pagado, pero Rosenberg recibió apoyo financiero tanto del Comité de Emergencia de Ayuda a los Académicos Extranjeros Desplazados como de la Fundación Carl Schurz (76). En noviembre de 1937, la familia Rosenberg, que ahora incluía a su hijo Peter de dos años y medio, llegó a Nueva York. Unas semanas después, Rosenberg comenzó a dar clases en el Brooklyn College. Había traído de Inglaterra el manuscrito de un nuevo libro: Democracia y Socialismo.
Al igual que en sus anteriores libros, Rosenberg destacó para la historia moderna la importancia de los conflictos sociales y la lucha de clases. Investigó las razones del colapso de la democracia liberal en muchos paises durante el periodo de entreguerras y ofreció a sus lectores y lectoras una tipología de la democracia moderna. Distinguió entre la "democracia socialista" y la "democracia burguesa". Mientras que la primera solo existía programáticamente, la segunda había pasado por diferentes etapas de desarrollo. Francia bajo Robespierre y los EE.UU. bajo Jefferson existían, según Rosenberg, como "democracias sociales" que se tenían a sí mismas por una alternativa a la oligarquía feudal y capitalista. Las otras tres formas de democracia burguesa, sin embargo, habían intentado superar la lucha de clases en favor de un compromiso social entre la clase alta y el pueblo, en lugar de la forma de democracia imperialista o liberal. Inglaterra, bajo Disraeli, había encarnado la variante imperialista, los Estados escandinavos y Suiza la liberal. Rosenberg veía a los Estados Unidos hasta 1890 y a los dominios británicos como ejemplos de una tercera forma, la democracia colonial. La democracia liberal lograría desactivar los conflictos de clase en favor de una política eficaz de equilibrio social.
Rosenberg subrayó que en Francia "la tradición revolucionaria directa transcurrió solo de 1789 a 1871. La caída de la Comuna fue al mismo tiempo el fin de la democracia revolucionaria. En cuanto esta corriente política dejó de existir en la vida real, a los escritores políticos e históricos también les resultó difícil comprenderla. Para los políticos de la burguesía francesa, la Comuna era el horror. Los trabajadores honraron la memoria de los combatientes de la Comuna como sus camaradas de clase. Pero cuando el movimiento obrero francés se irguió de nuevo a partir de 1880, ya no tenía las condiciones previas del pasado...
En Inglaterra, en el mismo periodo, la tradición cartista fue completamente olvidada. Asimismo, después de 1871, la tradición de la revolución de 1848 les parecía a los habitantes del imperio alemán como noticias de un mundo ajeno. La burguesía alemana, los universitarios y las clases medias hacía tiempo que se habían desacostumbrado a todo ambiente revolucionario. A lo sumo, se reconocía la vertiente nacional del movimiento de 1848: Los hombres de 1848 habrían aspirado, con medios inadecuados y sin éxito, al mismo objetivo que Bismarck logró entonces tan gloriosamente... Es cierto que en Italia y Hungría la tradición de 1848 seguía viva después de 1871. Pero fue solo el lado nacional de la revolución, no el democrático, el que vivió en el culto de un Garibaldi o un Kossuth" (77).
Rosenberg observó que en Francia, en particular, "los trabajadores de mentalidad radical no podían olvidar que tanto los combates de junio de 1848 como la derrota de la Comuna de 1871 habían tenido lugar con la aprobación de una Asamblea elegida por sufragio universal”. Napoleón III se había servido del sufragio universal para dar una y otra vez la apariencia de aprobación popular a su imperialismo aventurero... A las monarquías y las clases altas acomodadas, el sufragio universal ya no les parecía un peligro tan grande. Por otra parte, los sectores radicales de la clase trabajadora dudaban de que fuera posible representar los verdaderos intereses del pueblo trabajador con la ayuda del sufragio universal. En la medida en que la democracia y el sufragio universal se consideraban factores necesariamente relacionados, la degeneración y la devaluación del concepto de democracia comenzaron en este período y han perdurado hasta nuestros días. La democracia ya no se consideraba el autogobierno activo de las masas trabajadoras como medio de su liberación política y social, sino solo como una forma de Estado capitalista caracterizada por un parlamento en base al sufragio universal, pero que por lo demás no tenía ninguna utilidad positiva para las masas"(78). Como consecuencia de esta evolución, la democracia perdió su anclaje en las masas, en las que, sin embargo, basaba su existencia. El creciente antagonismo entre el socialismo y la democracia condujo a un aislamiento de los obreros respecto a los campesinos y la clase media, lo que fue una de las razones del inmovilismo político de la socialdemocracia alemana en agosto de 1914 (79).
Marx y Engels eran conscientes de la creciente brecha entre el socialismo y la democracia. "Marx había exigido al movimiento obrero de Alemania un claro compromiso con la república, expresando así la oposición revolucionaria al sistema de gobierno de los Hohenzollern. Sin embargo, en el período de la Segunda Internacional, este serio problema se disolvió en pequeñas cuestiones de tacto: si era permisible para un socialdemócrata hablar con un gran duque, ser invitado por él o incluso ir a su funeral". Marx y Engels persiguieron una "realpolitik revolucionaria"... El radicalismo de la Segunda Internacional, sin embargo, renunció a una política revolucionaria popular y la sustituyó por una política profesional y de protesta de los trabajadores industriales"(80).
Rosenberg subrayó que "Marx y Engels siempre habían visto la guerra como un recurso de la política que, de la misma manera, debe ponerse al servicio de la causa revolucionaria tanto como cualquier otro. La Segunda Internacional, en cambio, profesaba la paz incondicionalmente y en cualquier circunstancia. Marx y Engels siempre afirmaron el derecho de autodeterminación nacional y el derecho de los grandes (¡; M. K.) pueblos a existir. Los radicales de la Segunda Internacional, por el contrario, con sus polémicas contra la política nacional de sus gobiernos y con su afirmación de una fraternización general de los pueblos, provocaron como mínimo los más graves malentendidos entre amigos y enemigos"(81). Pero ni siquiera Marx y Engels se dieron cuenta "de que... en relación a los partidos socialistas no se trataba de errores aislados, sino que se trataba de un nuevo modelo, el partido de profesionales corriente de los trabajadores europeos era diferente en esencia del marxismo revolucionario" (82).
Las obras más pequeñas de Rosenberg de este periodo también son dignas de mención. Se pronunció a favor de un diálogo entre historiadores alemanes marxistas y no marxistas en el exilio. "Socialistas y comunistas, demócratas burgueses y católicos social-progresistas se han visto todos igualmente obligados desde 1933 a volver a examinar los conceptos que transmitían y sus fórmulas de lucha. En un trabajo no dogmático y crítico, los historiadores de la emigración tendrán que hacer un esfuerzo conjunto para desarrollar, a partir de la negación del Tercer Reich, el nuevo principio positivo del futuro alemán para la erudición histórica"(83). Ratificó su reflexión de que la autogestión, el armamento del pueblo y las reformas económicas eran características de la democracia (84). Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Rosenberg escribió un ensayo sobre "El pacto soviético-alemán y los judíos". Subrayó que "el tratado germano-soviético ha prestado un servicio extraordinario a todos los trabajadores y demócratas, así como a los judíos, ya que ha roto el frente unido de sus enemigos"; Rosenberg subsumió bajo estos enemigos al nazismo, pero también al imperialismo británico como promotor del liderazgo árabe en Palestina. "Esta es una consecuencia del tratado que Hitler ciertamente no quería". La Conferencia de Munich "se convirtió en la expresión natural de un frente unido entre el capitalismo reaccionario y el fascismo", entre Hitler y "los lores conservadores, así como los banqueros de la City de Londres”. Chamberlain y Daladier verían a Hitler a partir de ahora "como un traidor a su clase y un cómplice de Stalin" (85). Rosenberg subestimó trágicamente la ayuda de Stalin al esfuerzo bélico de Hitler, que permitió a los nazis conquistar vastos territorios donde persiguieron y asesinaron a los judíos en masa.
En 1940, la salud de Rosenberg se deterioró rápidamente. Cayó enfermo de cáncer. Seguía planeando escribir una historia social del Cercano Oriente en la antigüedad e incluso empezó a estudiar lenguas orientales antiguas (86). Seguía comprometido con la izquierda. A través de su amigo Felix Bochnheim, médico y comunista convencido, volvió a entrar en contacto con las actividades del KPD en el exilio, aunque mantenía posiciones críticas frente a este partido. En 1940 Rosenberg, Boehnheim y Alice Rosenfeld, la esposa de Kurt Rosenfeld, el político socialista, fundaron un Grupo Independiente de Emigrantes Alemanes (87). El 1 de marzo de 1942 Rosenberg todavía participó en la reunión anual de la German American Emergency Conference en Nueva York. En ella, señaló que los científicos que habían eludido las cuestiones políticas fundamentales en favor de la "pura ciencia" eran en parte responsables del ascenso de Hitler (88). Profesionalmente, estuvo conectado al Institut of Social Research dirigido por Max Horkheimer (89). Junto con Theodor W. Adorno, Hendryk Grossmann, Herbert Marcuse, Franz Neumann y Kurt Pinthus, participó en la propuesta del proyecto de investigación del Instituto German Economy, Politics and Culture 1900-1933. Sin embargo, la propuesta de proyecto The Collapse of German Democracy and the Extention of National Socialism, presentada en otoño de 1940, no encontró promotores y no se llevó a cabo (90).
También estuvo en contacto con la asociación estudiantil sionista de izquierdas Avukah (Antorcha) e impartió cursos de historia en su campamento de verano en Liberty, en las montañas Catskill del estado de Nueva York (91). El 22 de junio de 1941, Rosenberg dio allí una conferencia que muestra su cambio de relación con la Unión Soviética. Dijo: "El sistema totalitario es exactamente igual que el sistema soviético actual, y que los dictadores se gusten mutuamente o no es irrelevante. La idea totalitaria es la idea de una economía estatal sin libertad personal. La masa del pueblo debe servir a la burocracia estatal y a cambio recibe una porción en seguridad". Esto no significó la renuncia de Rosenberg a un análisis de clase. "La posición de los capitalistas dentro del Estado difiere de un Estado a otro. En Rusia, el capitalismo individual ha sido eliminado, mientras que en Alemania e Italia la mayoría de los capitalistas privados ocupan una posición importante dentro de la maquinaria estatal. Al frente de una economía estatal totalitaria hay un dictador". La tarea de los judíos hoy en día, dijo Rosenberg, es “intervenir en la política. En primer lugar, la política nacional en Palestina, en segundo lugar, la política mundial, para luchar contra el fascismo porque el fascismo y el totalitarismo son los peores enemigos de los principios humanos y especialmente de los judíos”. En Palestina, dijo, el “frente democrático” está representado por los movimientos obrero - Histadrut – y kibutz. Por otro lado, tenemos un núcleo de fascistas, los revisionistas, que forman el enemigo entre nosotros, socavando las fuerzas democráticas entre los judíos y abriendo la puerta a los enemigos siempre que sea posible” (92).
Al día siguiente, Rosenberg volvió a dar una conferencia. Mientras tanto, le había llegado información sobre la invasión alemana de la Unión Soviética. No subestimó en absoluto el potencial de la Unión Soviética. "Ciertamente, la economía alemana es muy potente. Por otro lado, el ejército soviético no es tan malo”. Rosenberg dijo que Hitler no podía atacar el símbolo del poder obrero y al mismo tiempo hacer grandiosas promesas a los trabajadores alemanes. "Rusia ha sido atacada como Estado, no como encarnación de una visión del mundo. Por lo tanto, en su declaración de guerra, Hitler no ha tacado al bolchevismo. Si lo hubiera hecho, habría tenido problemas con el ejército”. Rosenberg no tenía claros los objetivos de guerra que unían a Hitler y a los generales alemanes. No repitió sus observaciones sobre el totalitarismo del día anterior.
Rosenberg siguió enseñando en el Brooklyn College, que le ofreció la titularidad en 1941. Pero en el otoño de 1942 las becas, de las que aún dependía, no se le renovaron. En una emotiva carta a Betty Drury, secretaria del Comité de Emergencia, escribió: "La situación ha empeorado. Durante los últimos meses he tenido dolor en la cadera y he empezado a cojear del pie derecho. Cuando el dolor se hizo cada vez más fuerte, fui a ver a un especialista. Me dijo que una de mis piernas estaba gravemente perjudicada y afectaría a los órganos del cuerpo cercanos. Tengo que someterme a un largo tratamiento de rayos X. A pesar de mi enfermedad, intentaré cumplir con mis obligaciones académicas en la medida de lo posible. Ya sabes lo caro que es ese tratamiento con rayos X, y no sé cómo puedo pagarlo en este momento. Sin el tratamiento, tendré que abandonar mis actividades académicas en un futuro próximo. Por favor, informe a la comisión sobre esta nueva situación. Por lo tanto, una beca es más urgente que nunca” (94).
El 1 de febrero de 1943, Rosenberg fue admitido en el Long Island College Hospital de Brooklyn. Murió allí seis días después. Fue enterrado en el cementerio de Cypress Hills, en Brooklyn, cerca de la avenida Jamaica (95).
Su amigo y colega Hans Rosenberg- no eran parientes-, consiguió que el Brooklyn College entregara a la familia una suma única de 2000 dólares. En una breve nota dirigida a la familia se decía que el dinero “no llegaría hasta mayo debido a un retraso” (96). La nota necrológica del colegio destaca que los alumnos siempre quisieron a su profesor Arthur Rosenberg "y acudían en masa a sus seminarios y conferencias. Siempre fue un amigo y un erudito. Le ha dado vida a la historia” (97).
El impacto de Rosenberg se basó, según Hans-Ulrich Wehler, en gran parte en el hecho de que... aplicó el análisis social marxista, combinado con una aguda comprensión del papel de las ideologías, especialmente del nacionalismo moderno, a la historia alemana reciente. Este enfoque le abrió una comprensión de la interrelación de los acontecimientos en el desarrollo histórico, una comprensión que permanecía cerrada a la historiografía político-nacional e histórico-diplomática convencionales. (98)
En 1940, en su último ensayo publicado en vida, Rosenberg trató de responder a la pregunta: ¿Qué queda de Karl Marx? Subrayó: "Marx nunca fue un hidalgo defensor de los principios. En las grandes crisis revolucionarias, exigió una conducta decidida y sin contemplaciones por parte del proletariado, pero en otros períodos Marx también estuvo de acuerdo con reformas pacíficas dentro del capitalismo si mejoraban la situación de los trabajadores en términos reales. Aunque reconoce la tarea histórica del proletariado en la época de la gran industria, Marx nunca hizo de la clase obrera industrial un fetiche. Marx dedicó gran parte de su vida al estudio de la cuestión agraria y de los movimientos del campesinado. La generación actual no puede tomar de los escritos de Marx ninguna receta milagrosa ni profecías maravillosas, sino solo el modelo de cómo captar críticamente los hechos siempre cambiantes y sacar de ellos las conclusiones necesarias. La bancarrota política de los partidos de la Segunda y Tercera Internacional suele presentarse como prueba de la inutilidad del marxismo. Pero la premisa de esta crítica es errónea... Cuando los partidos que no tenían nada más en común con el marxismo que algunas apariencias fueron derrotados, una crítica objetiva no puede ver en ello ningún fracaso del marxismo” (99). En otro lugar, Rosenberg escribió: "El futuro del socialismo está, pues, en los partidos democráticos e intelectualmente independientes de Occidente” (100).
La proyección de Rosenberg
Los largos períodos de infortunio que rodearon la vida de Rosenberg contrastan fuertemente con la amplia recepción de su obra, (101) que apareció en varios idiomas durante su vida: una traducción al español de la “Historia de la República Romana” se publicó en Madrid en 1926 (102). El “Origen de la República Alemana” apareció en Nueva York en 1931. Su continuación, la “Historia de la República Alemana”, encontró un editor británico en 1936, “Democracia y Socialismo” se publicó en Londres y en Nueva York en 1939. Sin embargo, la “Historia del bolchevismo” recibió la resonancia contemporánea más sostenida: entre 1933 y 1939, la obra apareció en Italia, Palestina, Inglaterra, Estados Unidos, Polonia, Noruega y Francia (103). La publicación de este análisis marxista de la Unión Soviética y la Comintern en dos estados gobernados por una dictadura, Italia y Polonia, puede sorprender. Pero esto se debió probablemente a la suposición de que los opositores italianos y polacos a la Unión Soviética esperaban encontrar en el libro argumentos que les permitieran enfrentarse al bolchevismo mucho mejor que recurriendo a los escasos resultados de su propia procedencia. Además, en 1933, cuando apareció el libro de Rosenberg sobre el bolchevismo, Italia aún no estaba unida a Alemania por el “eje”, sino que todavía mantenía una relación fría con el nuevo régimen de Berlín por la complejidad del problema de Austria/Tirol del Sur. Por último, hay que tener en cuenta que Polonia y la misma Italia, no eran, aunque el término provenga de esta última, estados estrictamente “totalitarios” en comparación con la Alemania nazi.
Todavía durante la Segunda Guerra Mundial, pero ya con la superación del régimen genocida nazi en perspectiva, comenzó una nueva fase de acogida de Arthur Rosenberg. En 1943, el año de su muerte, la editorial socialista de izquierdas Sifriat Poalim de Merhavia (Merhavia es el nombre de un kibutz al norte de Israel N. d T.) publicó una edición en hebreo de los dos libros de Weimar en un solo volumen bajo el título “La República Alemana. Ascenso y Caída” (104). “Democracia y Socialismo” estuvo disponible solo un año después (105). Debido a la rápida publicación de la “Historia del Bolchevismo” inmediatamente después de la aparición de la edición alemana, Rosenberg ya no era un nombre desconocido en Palestina (106).
La victoriosa Resistenza proporcionó un clima político favorable en Italia, para que la cuestión del surgimiento y el fracaso de la primera democracia alemana desempeñara un papel importante. Los dos libros de Weimar se publicaron en 1945 y 1947, con introducciones de Wolf Giusti, quien señaló la importancia de Rosenberg para la formación política (107). La “Historia del Bolchevismo” también se publicó de nuevo (108). Una antología italiana sobre “herejes del comunismo” también contenía una primera introducción importante a la obra de Rosenberg (109). En general, Rosenberg, que como historiador de la república romana se ocupó también de la historia nacional italiana, siempre fue de interés para los investigadores de los Apeninos (110). Desde la década de 1960, las obras de Rosenberg han aparecido en muchos países del mundo (111).
En 1955 se publicó en la República Federal de Alemania una edición conjunta de los dos libros de Weimar a cargo de Kurt Kersten, amigo de Rosenberg desde su época de estudiante en Berlín y quien por entonces vivía en Nueva York (112). Mientras que anteriormente solo Erich Matthias y Ludwig Bergsträsser habían enfatizado la importancia póstuma de Rosenberg (113), esta nueva edición -no es exagerado decirlo- contribuyó decisivamente al debate sobre las posibilidades y los límites del movimiento de los consejos en la revolución de noviembre.
Ya en 1955, Karl Dietrich Erdmann subrayó en un importante informe de investigación que la elección de los agentes políticos en 1918 "se encontraba entre dos posibilidades concretas": Las alternativas de acción eran "la revolución social en alianza con las fuerzas que impulsan la dictadura del proletariado o la república parlamentaria en alianza con elementos conservadores como el antiguo cuerpo de oficiales"(114), interpretación en la que se basó cuatro años después en su contribución al “Manual de Historia Alemana” de Gebhardt (115).
Este punto de vista lo contradijeron Karl Dietrich Bracher, Peter von Oertzen y Eberhard Kolb. Bracher elogió el trabajo de Rosenberg como un "estudio pionero" (116). En sus detalladas investigaciones sobre los consejos de la Revolución de Noviembre, Oertzen y Kolb mostraron que el abanico de alternativas había sido más amplio. Decían, en conexión con Rosenberg, que la clase obrera socialista moderada tuvo la oportunidad de convertirse en la verdadera portadora de la revolución, y que en los consejos, las ideas utópicas de la izquierda radical no fueron de ningún modo capaces de obtener una mayoría (117). En definitiva, la afirmación mayoritaria entre los investigadores de la RFA de la revolución alemana, siguiendo a Rosenberg, es que el potencial de fuerza de la extrema izquierda en 1918 era objetivamente mucho menor de lo que subjetivamente parecía a los contemporáneos, influenciados por la propaganda (118).
Otros temas de Rosenberg han sido recibidos con menos profundidad. En la discusión sobre el lugar que ocupó el gabinete presidencial de Brüning en la eliminación del orden democrático, ha recibido poca atención la tesis de Rosenberg en relación a que el "gobierno dictatorial de Brüning” representa “la hora de la muerte de la República de Weimar" (119).
Esto último tampoco ocurrió en la RDA, aunque la caracterización de Rosenberg de Brüning como sepulturero de la democracia alemana fue compartida por los investigadores (120). Pero Rosenberg fue ampliamente considerado como un "renegado" por su renuncia al KPD y su libro crítico sobre el bolchevismo (121). Su trabajo en el KPD y sus aportaciones al debate histórico solo han sido tocados por encima (122). Al principio, solo Joachim Petzold, en su estudio sobre la Dolchstoßlegende (Leyenda de la puñalada por la espalda N. d T.), señaló de forma pertinente el papel de Rosenberg en la comisión de investigación del Reichstag (123). No fue hasta 1986 que Gerd Voigt, en su tesis de acceso a la cátedra, rompió con la opinión oficial y reconoció el libro de Rosenberg sobre el bolchevismo como una importante contribución de un "socialista" a la historiografía revolucionaria (124). Poco antes del inesperado final de la RDA, Kurt Pätzold, junto con Walter Markov, comentaba sobre Rosenberg de una forma que ya no tenía nada que ver con la visión oficial de la historia que tenía el partido. El recordatorio de Pätzold de la urgente advertencia de Arthur Rosenberg de "revisar los conceptos y las fórmulas de lucha transmitidos a lo largo de los años" llegó demasiado tarde para un régimen obstinado que durante décadas había pretendido ser el dueño de la verdad (125).
Apéndice
Discusiones con A. Rosenberg
Sidney Hook
Durante mi estancia en Berlín (1931) conocí a tres personas notables. Una de ellas (además de Karl Korsch y Hans Reichenbach) fue el Dr. Arthur Rosenberg, un inteligente y desilusionado ex diputado comunista del Reichstag. Desempeñó un importante papel en el esclarecimiento de los planes y programas descabellados de la cúpula militar imperial durante su derrumbe en 1918. Como profesor universitario de historia romana, tuvo pocas oportunidades de expresarse sobre los acontecimientos de la actualidad que de manera tan erudita había investigado. Pero en aquel momento subestimó demasiado el peligro nazi y confió en que “los Hitler” Junkers conservadores prusiano-orientales y los de su calaña desaparecerían de la escena. También me sorprendió su juicio sobre Stalin. Aunque él sabía que el Kremlin, a pesar de su retórica revolucionaria, estaba sacrificando la causa de la clase obrera europea en aras de los intereses estatales de la URSS, consideraba a Stalin como un “marxista muy cultivado”. Un juicio del que no pude encontrar ninguna prueba en los escritos de Stalin.
De: Sidney Hook. Out of Step. An Unquiet Life in the 20th Century, Nueva York: Harper & Row, 1987, p. 110 (traducción (del inglés al alemán N.d T.) e inserciones entre paréntesis de Mario Keßler). Sidney Hook (1902-1989) fue profesor de filosofía política en la Universidad de Nueva York.
Estudios con A. Rosenberg
Walter Markov
El segundo profesor berlinés (además de Otto Hoetzsch) que me causó una fuerte impresión no fue Oncken (a quien Lenin había considerado digno de ser citado y/o criticado), sino Arthur Rosenberg, que había colaborado durante un tiempo en la Tercera Internacional, posteriormente se enemistó con Krach y abandonó el KPD, pero formó una base de extrema izquierda en la Universidad de Berlín. Era profesor asociado de historia antigua y además dirigió un seminario sobre materialismo histórico, probablemente el único en una universidad alemana. Fue aquí -en 1932- donde entré por primera vez en contacto directo con un reflejo teórico de la extrema izquierda.
Le entregué una presentación a Rosenberg, que la criticó duramente porque yo no le encontraba un final, y le visité en su piso, que parecía un piso de soltero, donde me recibió con la estimulante pregunta: "Bueno, ¿cuándo se enganchó usted de (del rey) Alejandro?” Entonces quiso saber: "¿Es usted militante comunista? No, no estoy organizado en ningún partido. Su conclusión (¡de nuevo, textualmente!): “Es mejor así”.
Fue uno de los primeros en verse obligado a emigrar en 1933, donde murió prematuramente. Rosenberg, una mente muy divertida e ingeniosa, fue el primero en poner en mis manos una llave para entender el método de Marx, por lo que su táctica consistía en dejar que el alumno dijera todo lo posible por sí mismo y luego, como Júpiter, lo cubría con su manto de protectora sabiduría. Esta era la mejor manera de tratar con los excitados y no siempre educados jóvenes.
De: Walter Markov, Zwiesprache mit dem Jahrhundert. Documentado por Thomas Grimm, Berlín/Weimar: Aufbau-Verlag 1989, págs. 35-36. Walter Markov (1909-1993) fue profesor de Historia General de la Edad Moderna en la Universidad Karl Marx de Leipzig.
Recuerdo de A. Rosenberg
Theodor Bergmann
El Köllnische Gymnasium/Kämpf-Oberrealschule, situado en el Märkisches Museum, entre la estación de tren de Jannowitzbrücke y la estación de metro de Inselbrücke, fue una de las tres primeras escuelas superiores de Berlín. Allí se preparaban en seis años (en lugar de los nueve “normales”), los jóvenes obreros y empleados de ambos sexos para el examen de bachillerato, que les permitía estudiar en la universidad. El director, el Dr. Siegfried Kawerau, un historiador socialdemócrata, sabía conseguir destacados profesores críticos. Tres de ellos eran especialmente impresionantes: el anarquista Hermann Borchardt, el comunista Fritz Ausländer, miembro y ponente cultural del KPD en el parlamento prusiano, y el profesor Dr. Arthur Rosenberg, quien había sido miembro del KPD hasta 1927, miembro del Reichstag, y desde entonces socialista independiente. Fue profesor numerario y enseñó no solo en la universidad sino también en el Köllnisches Gymnasium. Su asignatura se llamaba probablemente Historia. Quizás hoy la llamaríamos Educación Cívica.
Llegué a esta escuela a finales de 1929, en mitad del curso escolar, en sexto de secundaria y permanecí allí hasta mi bachillerato, el jueves anterior a las elecciones al Reichstag del 5 de marzo de 1933. Por lo que recuerdo, él enseñó en mi clase dos años. Un hombre grande, fuerte, de cabeza ancha, frente alta, casi calvo, tez oscura, gafas.
Rosenberg impresionó con su lenguaje claro, su aguda formulación y su presentación socialmente crítica de la historia moderna y de la más reciente cuando hablaba de las primeras décadas de nuestro siglo XX y sus puntos de inflexión más importantes: el periodo de preguerra, el camino hacia la guerra, la Guerra Mundial, la revolución, la República de Weimar y sus amenazantes y peligrosas perspectivas de desarrollo.
Por supuesto, todos conocíamos su trayectoria política, y en esta escuela ningún izquierdista necesitaba esconder su manera de pensar. Me enteré de que había pertenecido durante mucho tiempo al ala ultraizquierdista del KPD por viejos amigos de la oposición del KPD que habían sido sus oponentes. Estos pormenores de las luchas partidistas internas en el KPD no jugaron ningún papel en su enseñanza. Había superado críticamente su periodo ultraizquierdista.
Reflexionó intensa y detalladamente con nosotros sobre la democracia y el fascismo. El peligro del ascenso del NSDAP era muy claro y no podía pasarse por alto. Rosenberg lo abordó y fue discutido en clase intensamente.
La mayoría de los alumnos de nuestra clase eran de izquierdas, más bien socialdemócratas, unos pocos estaban cerca del KPD, uno se inclinaba por el Partido Socialista de los Trabajadores, otro era estrictamente católico y cercano al Zentrum, pero de ninguna manera se inclinaba por el fascismo, como algunos dirigentes de este partido. Un compañero de clase era nacionalsocialista y llegó a la escuela un día de 1931 con un uniforme marrón de las SA y un brazalete con la esvástica. Un grupo de nosotros le golpeó y le persiguió hasta su casa para que se cambiara. Este tipo de acontecimientos también se debatieron en las lecciones de Rosenberg.
Como profesor, se esforzó principalmente en provocar el debate crítico. Y como todos mis compañeros sin excepción tenían años de vida profesional a sus espaldas -uno ya era padre de familia-, a menudo se producían intensas discusiones. El estilo de enseñanza de Rosenberg y su discurso fueron impresionantes y fructíferos para todos nosotros.
Theodor Bergmann (nacido en 1916 [murió en 2017 N.d T.]) fue profesor de Política Agrícola Comparada Internacional en la Universidad de Stuttgart-Hohenheim
NOTAS:
(1) Una versión más breve escrita en inglés, Arthur Rosenberg (1889-1943) History and Politics between Berlin and New York, se publicó en Socialism and Democracy, New York, Vol. 15, 2001, núm. 2, pp. 129-150. Una traducción al alemán preparada por el autor, en la que se basa el presente estudio, apareció con el título Arthur Rosenberg (1889-1943) History and Politics between Berlin and New York en Sachor Zeitschrift für Antisemitismus, jüdische Geschichte und Gegenwart, Vol. 11, 2001, pp. 79-97.
(2) Entre las obras sobre Arthur Rosenberg se nombra a Helmut Schachenmeyer. Arthur Rosenberg als Vertreter des Historischen Materialismus, Wiesbaden 1964 (una obra pionera); Helmut Berding, Arthur Rosenberg, en Hans-Ulrich Wehler (ed.), Deutsche Historiker, vol. IV. Göttingen 1971, pp. 81-96, Hans-Ulrich Wehler. Introducción a Arthur Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf Ausgewählte Studien, ed. por H-U Wehler, Frankfurt a. M. 1974, p. 5 16. Rudolf Wolfgang Müller/Gert Schafer (eds). Arthur Rosenberg entre la historia antigua y la historia contemporánea, la política y la educación política. Göttingen 1986 Gottfried Niedhart, Deutsch judische Neuhistoriker in der Weimarer Republik, en Walter Grab (ed.), Juden in der deutschen Wissenschaft. Tel Aviv 1986, pp. 147-176; Gert Schäfer, Arthur Rosenberg: Verfechter revolutionärer Realpolitik, en Theodor Bergmann/Mario Keßler (eds.), Ketzer im Kommunismus 23 biographische Essays, Hamburgo 2000, pp. 101-122, Lorenzo Riberi, Arthur Rosenberg - Democrazia e socialismo tra storia e politica, Milano 2000.
(3) Georg G. Iggers, La concepción alemana de la historia. La tradición nacional del pensamiento histórico desde Herder hasta el presente. Middletown, CT 1983, 273 (la cita falta en la edición alemana: Deutsche Geschichtswissenschaft. Eine Kritik der traditionellen Geschichtsauffassung von Herder bis zur Gegenwart. Viena 1997).
(4) Véase la carta de Jenny Rosenberg del 17 de junio de 1961 a Hermann Weber, cuya copia me ha facilitado amablemente.
(5) Los fondos de la Fundación Gustav Levinstein se encuentran en los archivos del actual Instituto de Enseñanza Secundaria Askani.
(6) Véanse los expedientes de la Fundación Johann-Gustav Droysen y el expediente personal del profesor universitario no funcionario. Dr. Arthur Rosenberg en el Archivo de la Universidad Humboldt (HUB-UA) en Berlín.
(7) Las cartas de Rosenberg a Eduard Meyer se encuentran en el legado de Meyer en el Archivo de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandeburgo (ABBAW) en Berlín.
(8) Véase también el resumen de Rosenberg de su tesis doctoral: Bericht über römische Staatsaltertümer 1902-1916, en: Jahresberichte über die Fortschritte der klassischen Altertums wissenschaft, XLIV (1916-1918), vol. 176, pp. 201-226.
(9) Cf. Schachenmeyer p. 16.
(10) Cf. Luciano Canfora, Die Kritik der bürgerlichen Demokratie durch Eduard Meyer en Müller/ Schäfer (eds.), Arthur Rosenberg, pp. 46-58, para la afinidad de Meyer con Oswald Spengler cf. Alexander Demandt, Eduard Meyer und Oswald Spengler, Lasst sich Geschichte voraussagen?, en William M. Calder Ill/Alexander Demandt (eds.), Eduard Meyer Leben und Leistung eines Universalhistorikers, Leiden etc. 1990, pp. 159-181.
(11) Sobre Rosenberg como historiador de la antigüedad, véase Volker Losemann, Nationalsozialismus und Antike. Studien zur Entwicklung des Faches Alte Geschichte 1933-1945, Hamburgo 1977, Carl Christ, Römische Geschichte und deutsche Geschichtswissenschaft. Múnich 1982, Luciano Canfora. Politische Philologie. Altertumswissenschaften und moderne Staatsideologien, Stuttgart 1995. Cf. también ders, 11 communista senza partito. Seguito da Democrazia e lotta di classe nell'antichità, Palermo 1984.
(12) Expediente de acceso a la cátedra de Rosenberg. Sobre la continua acogida de esta obra, véase Hans Rudolph, Stadt und Staat im römischen Italien, Leipzig 1935 (crítica), así como Hartmut Galsterer, Herrschaft und Verwaltung im römischen Italien, Múnich 1976 (positiva).
(13) Algunos biógrafos de Rosenberg mencionan su pertenencia al partido de extrema derecha Partido de la Patria alemán, fundado en 1917 y, al que se dice que habría pertenecido hasta el final de la guerra. Véase, por ejemplo, Francis L Carsten, Arthur Rosenberg als Politiker, en: Gerhard Botz u.a. (eds.). Geschichte und Gesellschaft Festschrift für Karl R. Stadler zum 60. Geburtstag, Viena 1974, 5. 268. Rosenberg, por su parte, subraya: "Hasta el 10 de noviembre de 1918 no pertenecí a ningún partido u organización política. Arthur Rosenberg, Die Entstehung der deutschen Republik 1871-1918, 2ª ed., Berlín 1930, p. 7. El minucioso estudio de Heinz Hagenlücke, Deutsche Vaterlandspartei. Die nationale Rechte am Ende des Kaiserreiches, Düsseldorf 1997, no menciona a Rosenberg.
(14) Rosenberg a Eduard Meyer, 2 de octubre de 1917, en ABBAW, NL Meyer.
(15) Johann Gustav Droysen, Historia de Alejandro Magno Introducción del Dr. Arthur Rosenberg, con un prefacio de Sven Hedin, Berlín 1917.
(16) Arthur Rosenberg. Geschichte der deutschen Republik, Karlsbad 1935, aquí y en la siguiente cita de la nueva edición: Geschichte der Weimarer Republik, Hamburgo 1991, p. 7.
(17) Informe sobre los debates del Congreso de Unificación del USPD (Izquierda) y del KPD (Spartakusbund), celebrado en Berlín del 4 al 7 de diciembre de 1920, Leipzig/Berlín 1921. p. 143s
(18) Para este aspecto de su actividad, véase su ensayo. Die Reform des Geschichtsunterrichts, en: Die neue Erziehung 1920, nº 17. pp. 405-410.
(19) Informe sobre las actas del II Congreso del Partido Comunista de Pouscle land, 22-26 de agosto de 1921, Berlín 1921, p. 346.
(20) En el otoño de 1923 Rosenberg vio una situación revolucionaria sin precedentes en Alemania. A. R. Hace un año octubre-noviembre de 1923, en: Die Internationale. Ne 21/22, 1 de noviembre de 1924. p. 629s
(21) Karl Retzlaw. Spartakus Erinnerungen eines Parteiarbeiters. 4ª ed. Frankfurt a M. 1976, p. 270.
(22) Carta del fiscal general de Berlín a la Universidad de Berlín, 24 de octubre de 1922, en HUB-UA, Phil Fak. No. 106, BI 253. Véanse los informes del periódico del KPD Die Rote Fahne del 21 de octubre de 1922 ("Se impone la prisión preventiva a los comunistas detenidos") y del 27 de octubre de 1922 ("Um die Freilassung der kommunistischen Funktionäre").
(23) "Stenographische Berichte über die Verhandlungen des Reichstags, 26 August 1926, vol. 381, Berlín 1924, sp. 950.
(24) Cf. de la multitud de sus obras: Der Schacher um den Orient, en: Internationale Pressekorrespondenz (Inprekorr), 1922, núm. 34, pp. 272 y ss., Die neuen weltpolitischen Konflikte in Ostasien, ibíd. núm. 80, p. 606, Der Sinn der Haager Konferenz, ibíd. núm. 145, pp. 927 y ss.
(25) Ruth Fischer, Stalin y el comunismo alemán. La transición a la contrarrevolución, Frankfurt a.M. (1950), S. 221.
(26) Rosa Meyer-Leviné. Im inneren Kreis. Erinnerungen einer Kommunistin in Deutschland 1920-1933, editado y presentado por Hermann Weber, Colonia 1979, p. 122.
(27) La crítica de Rosenberg, Katz y Scholem se encuentra en la Fundación Archivo de los Partidos y Organizaciones de Masas de la RDA en los Archivos Federales de Berlín (SAPMO-BArch). RY 1/1 2/3/65, pp. 5-8. Sobre el contexto, véase, por ejemplo, Siegfried Bahne, Zwischen Luxemburgismus und Stalinismus. Die ultralinke Opposition in der KPD, en: Vierteljahreshefte für Zeitgeschichte, 1961, nº 4, p. 362; Hermann Weber, Die Wandlung des deutschen Kommunismus. Die Stalinisierung der KPD, vol. 1, Frankfurt a. M. 1969, p: 107; Ben Fowkes, Communism in Germany under the Weimar Republic, Nueva York 1984, pp. 129-131, Klaus Kinner, Der deutsche Kommunismus. Selbstverständnis und Realität, vol. 1: Die Weimarer Zeit, Berlín 1999, pp. 67-78.
(28) Rosenberg, Geschichte der Weimarer Republik, p. 181.
(29) Arthur Rosenberg, Einige Bemerkungen zur Parteidiskussion, en: Die Internationale, 1925, nº 11, págs. 693 s. Véase también su circular al Politburó del 29 de diciembre de 1925, en: SAPMO-BArch, RY 1/I 2/3/170,B] . 181-186.
(30) Cf. Verhandlungen des Reichstags. Stenographische Berichte, Vol. 387, 3 de agosto de 1925, Berlín 1925, Sp. 3906.
(31) Cf. Die Ursachen des deutschen Zusammenbruchs im Jahre 1918. Zweite Abteilung, vol. TV, Berlín 1928, pp. 91ss.
(32) Cf. ibid. vol. V, pp. 215 y ss.
(33) Informe sobre las negociaciones del XI Congreso del Partido Comunista Alemán, Essen, 2-7 de marzo de 1927, Berlín 1927, p. 203.
(34) Véase la declaración de dimisión de Rosenberg en: Vorwärts, 27 de abril de 1927, y la nota La salida de RosenBerg en: Die Rote Fahne, 28 de abril de 1927, y el comentario Der parteilose Sozialist Rosenbergs, ibidem, 29 de abril de 1927. Karl Korsch, que ya había sido expulsado del KPD, escribió sobre el nuevo “teórico” Rosenberg, ‘incorporado recientemente a la derecha del partido’. Karl Korsch, Gewerkschaftskämpfe, Gewerkschaftseinheit und Einheit der Arbeiterklasse, en: Kommunistische Politik, 1927, nº 6, pp. 3f. Reproducido en Karl Korsch, Politische Texte, ed. de Erich Gerlach y Jürgen Seifert, Frankfurt a.M. 1974, p. 150. En el exilio en Nueva York, Rosenberg y Korsch se hicieron muy amigos; véase la carta de Rosenberg a Korsch del 11 de noviembre de 1941, en: Internationaal Instituut voor Sociale Geschiedenis, Amsterdam, Nachlass Korsch, nº 42.
(35) Verhandlungen des Reichstags. Stenographische Berichte, 2 de julio de 1927, Vol. 393, Berlín 1927, Sp. 11181.
(36) Rosenberg, Die Entstehung der deutschen Republik, p. 76.
(37) "Cf. Stenographische Berichte über die Verhandlungen des Reichstags, vol. 392, sp. 9194 9202.
(38) Véase Theodor Bergmann, Im Jahrhundert der Katastrophen. Autobiographie eines kritischen Kommunisten, Hamburgo 2000, p. 11 y ss., así como el "Recuerdo de Arthur Rosenberg" de Theodor Bergmann en el apéndice de esta obra.
(39) Cf. Walter Markov, Zwiesprache mit dem Jahrhundert. Documentado por Thomas Grimm, Berlín/Weimar 1989, pp. 35-37 (reimpresión parcial en el apéndice de este ensayo); Rüdiger Zimmermann, Arkadi Gurland (1904-1979). Teórico y publicista marxista, en: Jürgen Schlimper (ed.), "¡Naturalmente la Tauchaer Straße!" Beiträge zur Geschichte der "Leipziger Volkszeitung", Leipzig 1997, p. 300; Bert Alena, Nachruf: Arthur Lehnig (1899-2000), en: 1999. Zeitschrift für Sozialgeschichte des 20. und 21. Jahrhunderts, 2000, nº 1, pp. 220-224; Stefan Heym, Obituario, Berlín 1990, p. 62.
(40) En otoño de 1938, Rosenberg ayudó a Borchardt a obtener una declaración jurada (garantía de un ciudadano del país de acogida para un inmigrante) para que pudiera entrar en Estados Unidos tras huir de Alemania. Cf. la carta de Rosenberg a Oswald Garrison Villard del American Guild for German Cultural Freedom, 24 de octubre de 1938.
(41) Arthur Rosenberg, Geschichte der römischen Republik, Leipzig/Berlín 1921: ders, Demokratie und Klassenkampf im Altertum, Bielefeld/Leipzig 1921 (nueva edición: Friburgo/Br. 1997); ders, Einleitung und Quellenkunde zur römischen Geschichte, Berlín 1921. En su disertación de acceso a la cátedra Rosenberg había advertido con razón: "... las estructuras naturales del Estado son, por regla general, demasiado complicadas como para reducirse a una palabra clave. ¡Quién podría...afirmar, que la Roma del siglo II antes de Cristo fue una comunidad democrática o aristocrática!” Rosenberg, Der Staat der alten Italiker, p. 118. En el pequeño escrito “Democracia y lucha de clases en la antigüedad”, Rosenberg interpretó la supresión de la tiranía en Atenas por parte de Clístenes en el año 510 a.n.e y la introducción de una constitución como la “consolidación de la democracia plebeya”. Efialtes, el líder del ala radical, quien con la reforma constitucional de 463-461 había convertido la asamblea popular en el órgano más importante, fue elogiado como “el líder de un partido de lucha proletario”. Citado en la nueva edición, pp. 26 y 36.
(42) Walter Frank se expresó de forma infame. Cf. Der Goldglanz. Zu Arthur Rosenbergs Entstehung der deutschen Republike (1929), reeditado en: Ders, Geist und Macht. Historisch politische Aufsätze, Hamburgo 1938, pp. 87-93. Comentarios positivos de Hans Herzfeld (Jahresbe richte für deutsche Geschichte, vol. 4, 1928, p. 241), E. von Frauenholz (Historisches Jahrbuch, vol. 50, 1930, pp. 369 ss.) y Hermann Wendel (Die Gesellschaft, 1929, n.º 1, pp. 191-195).
(43) Arthur Rosenberg, Hans Delbrück, el crítico de la historia de la guerra, en: Die Gesellschaft, 1929, nº 2, p. 252. Reimpreso en: Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, p. 201.
(44) Cf. el fundado estudio de Andreas Wirsching, Politik und Zeitgeschichte. Arthur Rosenberg y la Facultad de Filosofía de Berlín 1914-1933, en: Historische Zeitschrift, Vol. 269, 1999, No. 3, pp. 561-602. Wirsching también analiza el intento de Rosenberg en 1921 de defender a un estudiante de derecho que había descrito a dos compañeros como informadores encubiertos (agentes provocadores) para los militares. Esta acusación no pudo sostenerse legalmente, por lo que la posición de Rosenberg dentro de la facultad se vio comprometida. Véase el informe de la facultad al Ministerio de Cultura prusiano del 31 de marzo de 1921, en: HUB-UA, nº 106, Bl. 233, así como las actas de las reuniones de la facultad del 13 de enero de 1921 (HUB-UA, Phil. Fak, nº 36, Bl. 17) y el interrogatorio de Rosenberg por la facultad del 24 de enero de 1921 (Ebenda, Phil. Fak, nº 106, BL. 215).
(45) Arthur Rosenberg, Geschichte des Bolschewismus. Von Marx bis zur Gegenwart, Berlín 1932, aquí y en lo siguiente citado de la nueva edición: Geschichte des Bolschewismus, Frankfurt a. M. 1975, p. 46f.
(46) Véase también su ensayo: Marx und Engels, en: Leipziger Volkszeitung. 24 de septiembre y 13 de octubre de 1930.
(47) Rosenberg, Geschichte des Bolschewismus, p. 55.
(48) Ibidem, p. 260. Más tarde Rosenberg se acercó a la teoría de la "nueva clase" en Rusia. Cf. su ensayo: Wandlungen der sowjetrussischen Außenpolitik, en Zeitschrift für Sozialismus, 1935, nº 20/21, pp. 643-649, esp. p. 647.
(49) Kurt Sauerland, Geschichtsfälscher am Werk, en: Der Rote Aufbau, 1932, núm. 18, pp. 829 y ss.; I. Iljin, reseña de A. Rosenberg, Geschichte des Bolschewismus, en: Deutsche Literaturzeitung, 1933, núm. 13, sp. 583 y ss. Una reseña muy equilibrada fue escrita por Gustav Mayer en el "Vossischen Zeitung" del 16 de septiembre de 1932 - Rosenberg también publicó una reseña concisa de "Karl Marx, Das Kapital - Kritik der politischen Ökonomie" (Breslau o. J.; ca. 1929), que prueba su comprensión no dogmática de Marx.
(50) Paul Frölich, Eine Geschichte des Bolschewismus..., en: Die Weltbühne, nº 9, 28 de febrero de 1933, p. 312s.
(51) Esta fue también la idea básica de su ensayo posterior: Das Geschichtsbild des Bolschewismus, en: Skandia. Tidskrift för Historiske Forskening, 1939, nº 2, pp. 256-283, reimpreso en Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, pp. 156-185.
(52) Sidney Hook, Out of Step. An Unquiet Life in the 20th Century, Nueva York 1987, p. 110. Más información al respecto en el apéndice de este ensayo.
(53) Arthur Rosenberg, Treitschke und die Juden, en Die Gesellschaft, 1930, nº 7, p. 82, reimpreso en: Ders, Democracia y lucha de clases, p. 191.
(54) Ibidem, p. 83 y 192 respectivamente.
(55) Arthur Rosenberg, Trotsky, Cohn y Breslau, en: Die Weltbühne, 1933, nº 1, pp. 13-14.
(56) Rosenberg consiguió que la casa cooperativa de Zehlendorf, Waldhüterpfad 68, a la que se había mudado con su familia en 1928, fuera cedida a nombre de su cuñada Klara Meinecke. Copia del mapa catastral (administración catastral de Zehlendorf) en posesión del autor.
(57) Cf. Peter Thomas Walther, Von Meinecke zu Beard? Die nach 1933 in die USA emigrieren deutsche Neuhistoriker, Ph.D: Thesis, State University of New York at Buffalo 1989, pp. 186f. El 24 de septiembre de 1933, la Universidad de Berlín le retiró la Venia legendi. Cf. HUB UA, R 208, Bl. 27. Sobre el contexto, cf. Rudolf Schottlaender, Verfolgte Berliner Wissenschaft. Ein Gedenkwerk, Berlín (Oeste) 1988, sobre Rosenberg pp. 11, 44, 128; Konrad H. Jarausch, Die Vertreibung der jüdischen Studenten und Professoren von der Berliner Universität unter dem NS Regime, en: Rüdiger vom Bruch (ed.), Jahrbuch fur Universitätsgeschichte, vol. I, Stuttgart 1998, pp. 112-133; Hartmut Lehmann, Deutsche Historiker und die Zäsur von 1933, en: Dietrich Papenfuß/Wolfgang Schieder (eds.), Deutsche Umbrüche im 20. Jahrhundert, Colonia etc. 2000. pp. 267-288; Edoardo Tortarolo, Historiker im Exil um 1933. Eine Problemskizze, en: Ibidem, pp. 289-296.
(58) Arthur Rosenberg, Der Faschismus als Massenbewegung. Sein Aufstieg und seine Zersetzung, Karlsbad 1934, p. 7. Reimpreso en: Ders, Demokratie und Klassenkampf, p. 224.
(59) Ibidem, p. 289.
(60) Rosenberg, Geschichte der Weimarer Republik, p. 125.
(61) Ibidem, p. 18.
(62) Ibidem, p. 19.
(63) Esto fue expresado con argumentos completamente racionales por Friedrich Stampfer en otra importante obra del exilio alemán: antes de considerar la introducción del sistema de consejos, había que averiguar cómo imaginaban su funcionamiento sus partidarios. "Sin embargo, esto fue imposible de obtener de ellos, porque para ellos el sistema de consejos no era una cuestión de razón sino de fe". Friedrich Stampfer, Die ersten 14 Jahre der deutschen Republik, Offenbach 1947, p. 152. El propio Rosenberg declaró el 2 de julio de 1927 ante el Reichstag: “En el estado actual de las cosas, la idea de una república soviética alemana es tan errónea como el retorno de la monarquía". Informes estenográficos del Reichstag alemán, 2 de julio de 1927, vol. 393, Berlín 1927, p. 11181.
(64) Rosenberg, Geschichte der Weimarer Republik, p. 22.
(65) Ibidem, p. 62.
(66) Ibidem, p. 60.
(67) Ibidem, p. 62.
(68) Ibidem, p. 67.
(69) Ibidem, p. 64.
(70) Ibid, p. 75.
(71) "Así, Francis L. Carsten, Revolution in Mitteleuropa 1918-1919, Colonia 1973, coincide en gran medida con el juicio de Rosenberg. Heinrich August Winkler, Von der Revolution zur Stabilisierung. Arbeiter und Arbeiterbewegung in der Weimarer Republik 1918 bis 1924, Berlín/Bonn 1984, lo rechaza.
(72) La publicación de este libro condujo a la revocación de la ciudadanía alemana por parte de los nazis el 1 de febrero de 1937. Para las circunstancias, véase Walther, p. 307 y ss. Según el testimonio de su hermana Jenny, Rosenberg escribió entonces: "¡Ya que son capaces de negarme la ciudadanía alemana, me gustaría pedirles, para que esto ocurra de manera uniforme en mi familia, que también le nieguen la ciudadanía a mi hijo menor, que nació en Inglaterra!" Carta de Jenny Rosenberg a Hermann Weber, 17 de marzo de 1961, énfasis en el texto.
(73) Cf. Alexander Demandt, Alte Geschichte in Berlin 1810-1966, en: Reimer Hansen/Wolf gang Ribbe, Geschichtswissenschaft in Berlin im 19. und 20. Jahrhundert. Persönlichkeiten und Institutionen, Berlín/Nueva York 1992, p. 175.
(74) Arthur Rosenberg, Geschichte der deutschen Republik, Karlsbad 1935, p. 6 (en la nueva edición Geschichte der Weimarer Republike falta el prefacio del que procede esta cita).
(75) Comunicación telefónica del profesor Robinton al autor, 22 de julio de 2000. A finales de la década de 1930, se ofrecieron puestos de enseñanza en el Brooklyn College a varios refugiados de Alemania, entre ellos Hans Morgenthau, Hans Rosenberg y Feliks Gross. Véase Murray M. Horowitz, Brooklyn College. The First Half-Century, Nueva York 1981, p. 75.
(76) Los documentos del Comité de Emergencia se encuentran en la Biblioteca Pública de Nueva York, División de Manuscritos y Archivos (NYPL, MAD), los de la Fundación Carl Schurz en el Instituto YIVO, Nueva York. Véase también Stephan Duggan/Betty Drury, The Rescue of Science and Learning. The Story of the Emergency Committee in Aid of Displaced Foreign Scholars, Nueva York 1978, p. 48.
(77) "Arthur Rosenberg, Demokratie und Sozialismus, Amsterdam 1938, aquí y en lo que sigue citado de la nueva edición Frankfurt a. M. 1988, p. 185.
(78) Ibidem, p. 186.
(79) En otro lugar Rosenberg escribió: "La contradicción entre la actividad práctica de los partidos socialistas y el objetivo marxista más elevado es la explicación fundamental de todas las fluctuaciones, disputas y dificultades en la historia de los partidos hasta 1914". Arthur Rosenberg, Socialist Parties, en Encyclopaedia of the Social Sciences, Vol. XIV, Nueva York 1934, p. 215, alemán en: Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, p. 144.
(80) Ibidem, p. 249s.
(81) Ibidem, p. 250.
(82) Ibidem, p. 251.
(83) Arthur Rosenberg, Die Aufgabe des Historikers in der Emigration, en: Emil Julius Gumbel (ed.), Freie Wissenschaft. Ein Sammelbuch aus der deutschen Emigration, Estrasburgo 1938, p. 213. Reimpreso en: Schottlaender, p. 46.
(84) Arthur Rosenberg, Das Machtproblem der Demokratie, en: Neuer Vorwärts, nº 295, 12 de febrero de 1939.
(85) Arthur Rosenberg, The Soviet-German Pact and the Jews, en: Jewish Frontier, 1939, nº 9, p. 14.
(86) Sobre esto y lo siguiente, véanse los materiales en NYPL, MAD, Comité de Emergencia en Ayuda a los Becarios Extranjeros Desplazados, Box. Su colega Samuel J. Hurwitz escribió que "Rosenberg estudió intensamente la historia babilónica y asiria. Tenía un excelente conocimiento de lenguas extranjeras y era capaz de leer jeroglíficos". Samuel J. Hurwitz, Introducción, en: Arthur Rosenberg, A History of Bolshevism. From Marx to the First Five-Years' Plan, Nueva York 1965, p: XIV.
(87) Véanse las cartas de Rosenberg a Kurt R. Grossmann del 28 de noviembre de 1939 y del 2 de enero de 1940 y la circular de febrero de 1940 en: Archivos de la Institución Hoover, Stanford, CA, Colección Kurt R. Grossmann, Caja nº 7, Carpeta I D: Boehnheim.
(88) Rosenberg en: Los alemanes americanos en la guerra. Informe de la Conferencia de Emergencia Alemana Americana, Nueva York 1942, p. 12f.
(89) Véanse las cartas de Horkheimer a Rosenberg del 11 de diciembre de 1939 y del 18 de marzo de 1941, en: Archivzentrum, Stadt- und Universitätsbibliothek Frankfurt a. M, Nachlass Max Horkheimer.
(90) El correspondiente documento de proyecto del 15.9.1940 se encuentra en NYPL, Research Libraries; véase también Herbert Marcuse, Feindanalysen. Über die Deutschen, Lüneburg 1998, p. 113.
(91) Cf. Arthur Rosenberg y Avukah, en: Avukah Student Action, mayo de 1943.
(92) Arthur Rosenberg, Why Should Jews Have a Political Program, en: Avukah Cooperative Summer School, Summary of Lecture. Manuscrito inédito en: NYPL, bibliotecas de investigación.
(93) Arthur Rosenberg, The War Situation. Ibid.
(94) Arthur Rosenberg a Betty Drury, 4 de noviembre de 1942, en: NYPL, MAD, Emergency Committee, Box. No. 30.
(95) El autor dispone de una copia del certificado oficial de defunción.
(96) NYPL, MAD, Comité de Emergencia, caja nº 30.
(97) Brooklyn College Vanguard, 1943, nº 1, pp. 1 y 8. Otras necrológicas se encuentran en: New York Times, 9 de febrero de 1943; New York State Newspaper and Herald, 10 de febrero de 1943; Aufbau, 19 de febrero de 1943 (Hans Rosenberg); Avukah Student Action, mayo de 1943 (M. Shelubsky).
(98) Hans-Ulrich Wehler, Introducción, en: Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, pp. 11f.
(99) Arthur Rosenberg, Was bleibt von Karl Marx?, en: Maß und Wert, 1940, nº 3, p. 389. ederabdruck in: Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, p. 136f.
(100) Rosenberg, Socialist Parties, p. 220. Alemán en: Rosenberg, Demokratie und Klassenkampf, p. 155.
(101) Para un resumen de las reseñas de los libros de Rosenberg, véase Schachenmeyer, p. 173s.
(102) Arthur Rosenberg, Historia de la República romana, Madrid 1926.
(103) Las ediciones: Storia del bolscevismo da Marx ai nostri giorni, Firenze 1933; Divre yeme ha-Bolshevism, Merhaviya 1933; A History of Bolshevism. From Marx to the First Five Year's Plan, Londres 1934, Londres/Nueva York 1939; Historia bolszewismu od Marksa do doby obecnej, Varsovia 1934; Bolsjevismens historie, Oslo 1935; Histoire du bolchévisme, París 1936.
(104) Arthur Rosenberg. Ha-Republika ha-Germanit. Ledatah ve-shekiatah, Merhaviya 1943.
(105) Arthur Rosenberg. Ha-Demokratiya veha-sotsialism, Merhaviya 1944. (106) Arthur Rosenberg, Divre yeme ha-Bolshevism. Debo esta información a la Sra. Eleanor Yadin (Biblioteca Pública de Nueva York).
(107) Arthur Rosenberg, Storia della repubblica tedesca (introduzione di Wolf Giusti), Roma 1945 (nueva edición: Florencia 1972); Arthur Rosenberg, Origini della repubblica tedesca, 1871 1918 (introduzione di Wolf Giusti), Roma 1947 (nueva edición: Florencia 1972).
(108) Arthur Rosenberg, Storia del bolscevismo (introducción de Wolf Giusti), Roma 1945.
(109) Giuseppe Motta, Gli eretici del comunismo, Siracusa 1946, pp. 19-29.
(110) Véanse los trabajos de Lorenzo Riberi (nota 2) y Luciano Canfora (nota 11). Véanse también los prefacios de Ernesto Ragionierei a: Arthur Rosenberg, Storia del bolscevismo, Florencia 1969, y de Gian Enrico Rusconi a: Democrazia e socialismo, Bari 1971.
(111) El Surgimiento de la República Alemana apareció en Japón en 1969, la Historia del Bolchevismo en Estados Unidos y Francia en 1967, en Japón en 1968, en Dinamarca en 1974, la Historia de la República Alemana en Japón en 1964, en Inglaterra en 1965, en Japón en 1980, Democracia y Socialismo en Argentina en 1966, en Japón en 1968. Entre las reediciones en alemán se encuentra su tratado Comunismo y sindicatos comunistas en Berlín (Oeste) 1972, publicado por primera vez en: Ludwig Heyde (ed.), Handbuch des Gewerkschaftswesens, vol. 2, Berlín 1932. pp. 979-984.
(112) Arthur Rosenberg, Entstehung und Geschichte der Weimarer Republik, editado por Kurt Kersten, Frankfurt a. M. 1955. La obra fue publicada por la Europäische Verlagsanstalt, afiliada a la DGB. Cf. Sabine Groenewold (ed.). "Con licencia". Geschichte der Europäischen Verlagsanstalt 1946-1996, Hamburgo 1996.
(113) Erich Matthias, Sozialdemokratie und Nation. Ein Beitrag zur Ideengeschichte der sozial demokratischen Emigration in der Prager Zeit des Parteivorstandes 1933-1938, Stuttgart 1952, p. 55f.; Ludwig Bergsträsser, Geschichte der politischen Parteien in Deutschland, Munich 1955, p. 315.
(114) Karl Dietrich Erdmann, Die Geschichte der Weimarer Republik als Problem der Wissenschaft, en: Vierteljahreshefte für Zeitgeschichte, 1955, nº 1, p. 7.
(115) Karl Dietrich Erdmann, Handbuch der deutschen Geschichte, vol. IV, Stuttgart 1959. El apartado correspondiente se titula: "Rätestaat oder parlamentarische Demokratie?" (p. 80).
(116) Karl Dietrich Bracher, Vorspiel zur deutschen Katastrophe, en: Neue Politische Literatur, 1961, nº 6, p. 474.
(117) Peter von Oertzen, Betriebsräte in der Novemberrevolution, Düsseldorf 1963 (nueva edición: Bonn 1976); Eberhard Kolb, Die Arbeiterräte in der deutschen Innenpolitik 1918 bis 1919, Düsseldorf 1962 (nueva edición: Frankfurt a. M. 1978).
(118) Sin pretender ser exhaustivos, se mencionan los siguientes: Reinhard Rürup, Probleme der Revolution in Deutschland 1918/19, Wiesbaden 1968; Ulrich Kluge, Soldatenräte und Revolution. Studien zur Militärpolitik in Deutschland 1918/19, Göttingen 1975; Susanne Miller, Die Bürde der Macht. Die deutsche Sozialdemokratie 1918/20, Düsseldorf 1978; Detlev Lehnert, Sozialdemokratie und Novemberrevolution. Die Neuordnungsdebatte 1918/19 in der politischen Publizistik von SPD und USPD, Frankfurt a.M./Nueva York 1983; ahora también los dos investigadores de la RDA Dieter Engelmann/Horst Naumann, Zwischen Spaltung und Vereinigung. Die Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands in den Jahren 1917-1922, Berlín 1993. Véanse los informes de investigación en Ulrich Kluge, Die deutsche Revolution 1918/1919, Frankfurt a. M. 1985, pp. 10-38, y en Eberhard Kolb, Die Weimarer Republik, 3ª edición, Munich 1993, pp. 157-168.
(119) Rosenberg, Geschichte der Weimarer Republik, p. 211. Sobre las controversias entre Karl Dietrich Erdmann y Werner Conze acerca de la posición del gobierno de Brüning (así como sobre la interpretación posterior de Knud Borchardt) véase Kolb, Die Weimarer Republik. págs. 212 y ss.
(120) Un ejemplo de ello es Wolfgang Ruge, Deutschland von 1917 bis 1933. Lehrbuch der deutschen Geschichte, Beitrag 10, Berlín (Ost) 1967, págs. 363 y ss. Sin embargo, Ruge menciona a Rosenberg de forma factual en su primer libro: Die Stellungnahme der Sowjetunion gegen die Besetzung des Ruhr gebietes. Zur Geschichte der deutsch-sowjetischen Beziehungen vom Januar bis September 1923, Berlín (Ost) 1962, p. 12.
(121) Como también en Hans Schleier, Die bürgerliche deutsche Geschichtsschreibung der Weimarer Republik. Berlín (Este) 1975, p. 30.
(122) Véase Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung in acht Bänden, bes. Bd., 4, Berlín (Ost) 1966, pp. 30, 49, 76 y passim; Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung. Biographisches Lexikon, Berlín (Este) 1970, pp. 383s. (se mantiene relativamente neutro); Klaus Kinner, Marxistische deutsche Geschichtswissenschaft 1917 bis 1933, Berlín (Ost) 1982, pp. 32, 120, 157 y passim.
(123) Joachim Petzold, Die Dolchstoßlegende. Eine Geschichtsfälschung im Dienst des deutschen Imperialismus und Militarismus, Berlín (Ost) 1963, pp. 95, 100.
(124) Gerd Voigt, Russland in der deutschen Geschichtsschreibung 1843-1945. Diss. B, Akademie der Wissenschaften der DDR, Berlín (Este) 1986, aquí citado de la edición del libro idéntico al texto: Berlín 1994, p. 187.
(125) Kurt Pätzold, Überlieferte Anschauungen und Kampfformeln überprüfen, en: Schottlaender, p. 11.
- Arthur Rosenberg. Ein Historiker im Zeitalter der Katastrophen (1889–1943) ( Zeithistorische Studien. Bd. 24). Prólogo de Theodor Bergmann. Böhlau, Köln ua 2003
- https://www.sozialismus.de/vorherige_hefte_archiv/supplements/liste/detail/artikel/im-zeitalter-der-katastrophen/
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