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Algunas aclaraciones históricas sobre la Rusia de Putin
Traducción: Amparo Pozo Calvo
Un imperialismo no puede justificarse por el rechazo de otro imperialismo.
La noción de social-imperialismo se forjó a comienzos del siglo XX por los marxistas de la socialdemocracia alemana para distinguir las organizaciones o los estados que eran «socialistas en las palabras, imperialistas en las acciones» (Lenin, El estado y la revolución, 1916). La frase fue utilizada por primera vez en los círculos marxistas a lo largo de las discusiones, a comienzos del siglo XX, en la Segunda Internacional obrera respecto a la inminencia de la Primera Guerra Mundial.
El uso de esta noción se vuelve a encontrar más tarde en la crítica maoísta de la Unión Soviética. Para Mao, la Unión Soviética se había transformado, tras la muerte de Stalin, en un poder imperialista, aunque manteniendo una fachada socialista. La expresión fue recuperada también por la Albania socialista de Herver Hodja para calificar tanto a la Unión Soviética como a la China maoísta.
Actualmente, al lado del imperialismo dominante pero declinante de los EE.UU. y de imperialismos secundarios: británico, francés… con su brazo armado, la OTAN, trata de afirmarse a través de la política de Putin un imperialismo más nacional-imperialista que social-imperialista: un imperialismo nacionalista que al abrigo del social-imperialismo de la Rusia soviética enlaza con el imperialismo zarista de los siglos anteriores al siglo XX.
Se ha olvidado demasiado rápido, o no se ha puesto suficientemente el acento, en el hecho de que Rusia ha sido un gran país colonizador que ha oprimido a muchos pueblos que nada tenían que ver con la civilización rusa.
Desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX Rusia ha conquistado progresivamente Siberia, tierras al este del Ural habitadas por pueblos asiáticos (tártaros, coriacos, kamchatcos, etc.), que Rusia ha sometido gracias a su potencia militar; acabó de hacer estas conquistas hasta los bordes del océano Pacífico a primeros del siglo XX con una guerra que declaró Japón, la cual perdió. Después de la derrota japonesa en 1945, la URSS se apoderó de la isla de Sajalin y de las islas Kuriles en el norte del Japón que todavía, estas últimas, son hoy, en parte, objeto de un contencioso entre las dos potencias. Alaska, habitada principalmente por inuits antes de la colonización europea, fue gradualmente arrebatada a los españoles a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX y luego vendida a los Estados Unidos en 1867
En Asia central, durante el siglo XIX los pueblos musulmanes, kazajos, turkmenos, uzbekos, kirguizes, tayikistanos, habían sido colonizados antes de constituirse en repúblicas miembros de la Unión Soviética en el primer congreso de los pueblos de Oriente organizado por la Internacional comunista en Bakú en septiembre de 1920, pero fueron luego sometidas a Moscú por Stalin. En Afganistán, las tropas soviéticas ocuparon el país en 1980, pero se retiraron en 1989 no habiendo logrado sus objetivos. En el Cáucaso, Georgia y Azerbaiyán habían sido conquistados a principios del XIX.
Al oeste, en Europa, Rusia conquista Finlandia y los países bálticos en el siglo XVIII que luego perdería tras la guerra del 14-18. Después, en 1944, los tres estados bálticos serían integrados forzadamente en la URSS. Moldavia (ex -Besarabia), de población mayoritariamente rumana, siguió más o menos la misma suerte. La joven república de Ucrania fue también integrada en la URSS en 1922, y la mitad de Polonia (anexionada ya en parte en el siglo XVIII y XIX) fue añadida tras el pacto germano-soviético de 1940.
Rusia ha guerreado contra los imperialismos británico y francés en torno al mar Negro tratando de recuperar una parte del imperio otomano en descomposición al final de la Primera Guerra Mundial. De esta manera Armenia, tras el genocidio perpetrado por los turcos, fue integrada en 1920, antes incluso de la constitución oficial de la URSS en diciembre 1922.
La ambición de Putin, con las guerras en Georgia que condujeron a la independencia autoproclamada de Abjasia y Osetia del sur, en Chechenia la anexión de Crimea, el sojuzgamiento de Bielorrusia, la feroz represión del reciente movimiento popular de Kazajistán y ahora la invasión de Ucrania, no es la de reconstruir la URSS, de la cual él está tan alejado ideológicamente, sino de recomponer la «Gran Rusia» de los zares, alentado por el repliegue estadounidense y empujado por un resentimiento nacionalista debido al desmoronamiento de la URSS vivido como una humillación del pueblo ruso.
Por todo el mudo tienen lugar manifestaciones de apoyo al pueblo ucraniano. No se han oído manifestaciones de apoyo al ejército ruso, mucho menos en Ucrania. Aunque tal vez se deba a una censura de los medios occidentales dependientes de la CNN…
«La transformación de la agresión en victimismo es la trampa que tiende el putinismo al disimular su afán de poder en necesidad defensiva. La supuesta amenaza militar de la OTAN es esgrimida para aplastar la aspiración democrática de los pueblos de Europa central y oriental». (Edwy Plenel, Mediapart, de quien no se puede sospechar que esté sometido a los mandatos de la OTAN).
«…la izquierda internacionalista, que tiene por costumbre combatir únicamente el imperialismo occidental, debería repensar su estrategia» (Llamada del Movimiento Social, organización de la izquierda ucraniana).
Michel Capron es profesor emérito de la Universidad de París.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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