AMLO, Morena y la lucha mediática
La disputa entre el presidente y un presentador de noticias, ha llenado la agenda mediática nacional, manchando de paso a otros comunicadores con trayectorias más notables.
Aunque no debería merecer tanta atención la rabieta de uno y el cinismo de otro, son una buena invitación a debatir un problema latente de los medios y el papel del partido político.
En la visión del presidente sólo debe haber espacio para un periodismo militante, militante a su causa obviamente. Sin embargo, el papel de los periodistas no es el de defender a un personaje o régimen, para eso existen los partidos, y particularmente sus órganos de propaganda.
Esta situación evidencia las graves fallas de Morena, que además de promover la cultura política que el presidente defiende, también debe ser el aparato encargado de responder a los detractores de su proyecto. Sin embargo, Morena se ha enfocado sobre todo en ser una agencia de colocación y de cooptación de políticos y funcionarios.
El presidente desde luego tiene el derecho de defender su proyecto político, pero ante todo es un servidor público y gobernante de todos los mexicanos, por lo que enfrentarse abiertamente con un ciudadano, sea quien sea, está lejos de ser una actitud que se espera de un estadista.
No es que otros presidentes no hayan puesto intereses personales por encima de los de la Nación, pero justamente ese tipo de conflictos de interés son los que se espera que desaparezcan en un régimen que asegura ser distinto a todo lo que sucedió antes.
Los medios masivos de comunicación se han convertido en el centro de mucha de la política que se lleva a cabo actualmente, pero no se puede pensar que la mediatización va a reemplazar la política, mucho menos la política que verdaderamente desee impactar en un cambio cultural sobre la ciudadanía y el futuro de las relaciones de poder.
Por la experiencia del vecino del norte y su ex presidente Donald Trump hemos sido testigos de la tragicomedia en que puede convertirse una política únicamente fundada en la mediatización. La comparación entre nuestro presidente y el energúmeno naranja ofenderá a más de uno, pero sus estrategias de ejercicio del poder son muy similares.
Estas similitudes se deben en buena medida a los tiempos que vivimos, y la preeminencia de los medios masivos de comunicación, el retroceso que ha sufrido la organización política y social, así como las ideologías, que aunque siguen dominando el mundo, el neoliberalismo ha hecho un gran trabajo descalificando a todas, menos a sí misma.
Entonces es común ver que personajes con distintas posturas pueden aglutinarse ya sea a favor o en contra de los presidentes, en el caso de AMLO podemos encontrar a viejos socialistas apoyándolo o atacándolo, lo mismo se puede decir de personajes conservadores o muy influenciados por distintas formas de cristianismo.
El partido debería de ocuparse de darle una forma más concisa a la ideología política que defiende el presidente y sus allegados, sin embargo una ideología muy sólida puede ser un obstáculo para una política tan pragmática como la que caracteriza a nuestra actualidad. Pero carecer de toda ideología permitirá que el oportunismo, ya bastante común, prolifere aún más.
Esperar que el presidente y su partido se conviertan en un partido socialista radical, como le acusa la derecha miope es algo que definitivamente no tiene sentido, además del tipo de problemas que le acarrearía a su política interna y externa, pero dejar que todo vaya a la deriva y con fortuna llegue a algún puerto, tampoco tiene mucho sentido.
Esta última situación pone en un gran riesgo no sólo al proyecto político de Morena y sus simpatizantes, incluso pone en riesgo a toda la política nacional, abriendo la posibilidad a todo tipo de situaciones de ingobernabilidad y la puesta en marcha de un auténtico gobierno de corte autoritario, como una dictadura militar.
Twitter: @PacoJLemus
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