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China y los desafíos de construir un socialismo altamente desarrollado
Análisis de los desafíos que enfrenta China en su ambicioso objetivo de llegar al año 2049, con un país socialista altamente desarrollado y de los recursos con que cuentan para enfrentarlos.
La dirigencia china ha anunciado, desde hace ya algunos años, el objetivo de llegar al año 2049, centenario de la llegada al gobierno del Partido Comunista de China (PCCH), con un “país socialista altamente desarrollado”.
Este muy ambicioso objetivo tiene dos grandes desafíos: Uno evidentemente es el económico y el otro, que es tal vez el más complejo y difícil, tiene que ver con lograr un cambio en el “sentido común”, o sea en la conciencia y por lo tanto en la conducta social, del grueso de la población, es decir, sobre todo, trabajadores y campesinado.
En cuanto al objetivo económico, el PCCH, con la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas, condición considerada por ese partido como indispensable para construir el socialismo, abrió sus puertas parcialmente a formas capitalistas. Esto les permitió el extraordinario crecimiento y modernización que caracteriza a la economía de China. Pero, aun cuando ese proceso se hizo en el contexto de una economía hegemonizada por el Estado y sometida a una planificación central, en lo económicosocial se han generado problemas importantes de desigualdad en la distribución de la renta nacional, desarrollo desigual de las regiones y entre las ciudades y el campo y serios problemas ecológicos.
Los últimos congresos del PCCH han decidido medidas para solucionar gradualmente esos desequilibrios: Desarrollo y profundización de la propiedad social (estatal y cooperativa); Mayor control gubernamental de la actividad empresarial privada; Ampliación del encuadramiento de actividades en la planificación central; Orientación de la inversión en obras de infraestructura hacia las regiones menos desarrolladas; Medidas para cumplir con objetivos anuales ecológicos, principalmente de drástica reducción de emisiones de carbono a la atmósfera; Intensa campaña de redistribución del ingreso nacional para terminar con la pobreza, cosa que ya han conseguido, y para levantar permanentemente el nivel de vida de los sectores mayoritarios de la población y disminuir así continuamente la relación entre ingresos altos y bajos. Y todo esto en el contexto del objetivo anunciado de reorientar la economía, en cantidad y calidad, más hacia el mercado interno que hacia el externo, pero con crecimiento de ambos.
A juzgar por el éxito obtenido en el logro de las ambiciosas metas que históricamente el PCCH se ha ido proponiendo en lo económico, se puede tener confianza en que puedan también cumplir con los nuevos altos objetivos que se han propuesto ahora.En cuanto al objetivo de cambiar el “sentido común” de las masas, elevándolo al nivel que correspondería a una sociedad “socialista altamente desarrollada”, correspondería primero analizar cuál sería el contenido de tal nivel de conciencia popular: En esencia se trata de que predomine una concepción comunitaria de la sociedad, superadora de la concepción individualista propia del sistema capitalista, lo cual induce a un cambio profundo de la conducta de las personas respecto de la sociedad, en el sentido de contribuir al bien común como principal forma de realización y logro personal.
El PCCH, por supuesto, adhiere a la filosofía marxista, o “filosofía de la praxis” (filosofía de la práctica), consistente básicamente en que para que el sentido común de las masas sea reflejo lo más fiel posible de la realidad, en particular de la realidad social, las masas deben intervenir activamente en la realidad para resolver los problemas en favor de sus propios intereses. Esa interacción con la realidad implica asimismo considerar la evolución histórica que condujo a la realidad de cada momento. Las ideas que así se generan provienen de la interacción con la realidad, incluida su evolución histórica. Así entonces, las ideas sobre la sociedad, el desarrollo de la conciencia, serían producto de la interacción con la realidad social, lo cual es la concepción filosófica materialista y dialéctica; filosofía contrapuesta a la idea de que la realidad social fuera producto del pensamiento previo y abstracto, desvinculado de la realidad preexistente, a partir del cual se construiría luego la realidad, que es la concepción filosófica idealista, sistemáticamente criticada por el marxismo.
Pero, para la filosofía de la práctica, la intervención en la realidad social de las masas populares, fundamentalmente trabajadores y campesinos, no es algo librado a la espontaneidad, sino que requiere de la intervención activa, en el seno de las masas, de los militantes políticos que adoptan posición favorable a los intereses de las masas, a los que el gran ideólogo marxista italiano Antonio Gramsci denominaba “intelectuales orgánicos”. El rol del “intelectual orgánico” es el de sumirse en las masas para ayudarlas a elevar su conciencia y su concreción en organización política.En cuanto a esto, el PCCH cuenta, en su rica historia, con los aportes de su gran líder histórico, Mao Zedong, quien, como parte de su actividad revolucionaria, elaboró la teoría política denominada “Línea de Masas”, de la cual es oportuno reproducir el siguiente concepto, sobre el tema de la intervención de los militantes políticos en el seno de las masas:
“Es necesario enseñar a cada camarada a amar a las masas populares y escucharlas atentamente; a identificarse con las masas dondequiera que se encuentre y, en lugar de situarse por encima, sumergirse en ellas; a despertar a las masas y elevar su conciencia política de acuerdo con su nivel del momento, y ayudarlas, ciñéndose al principio de plena voluntariedad, a organizarse gradualmente y a desplegar paso a paso todas las luchas necesarias que permitan las condiciones internas y externas en un tiempo y lugar determinados.” (1)
Como se observa, esos conceptos de Mao coinciden con las ideas de Gramsci en cuanto al rol de los “intelectuales orgánicos”.
La tarea de los militantes comunistas chinos es entonces de una gran complejidad y dificultad, dado que se trata de ayudar y orientar a las masas en las tareas para lograr el elevado objetivo de construir un “socialismo altamente desarrollado”, muy en particular en lo concerniente al desarrollo de un “sentido común” acorde con ese propósito.
En efecto, por un lado y de manera general, si bien el marxismo considera que la realidad socio económica, denominada “estructura” de la sociedad, determina en última instancia la cultura y el “sentido común” de las personas, lo cual forma parte de lo que se denomina la “sobreestructura”, esta relación de causa y efecto dista mucho de ser mecánica y lineal, ya que la cultura, las ideas y, consecuentemente, el comportamiento social, tienen una gran inercia y presentan una gran resistencia al cambio. Por otro lado, la apertura a formas capitalistas en China, por parcial que haya sido, y la importante elevación del nivel de vida, producto del extraordinario crecimiento económico, deben haber objetivamente generado tendencia al consumismo y, con ello al individualismo en la búsqueda del logro personal, contradictorio con el concepto de la necesidad del logro colectivo como vía para el logro personal.
Correspondería analizar ahora con qué fuerzas y experiencia cuenta el PCCH para enfrentar tan titánica tarea. En ese sentido, el PCCH cuenta con la impresionante cantidad de 95 millones de miembros, lo cual en una población de 1.400 millones de habitantes, da la muy alta relación de un militante comunista por cada 15 habitantes. El partido tiene comités y células en las empresas, universidades, administración, cooperativas y todo tipo de colectivo social. Por otro lado, el PCCH impulsa a sus miembros a involucrarse activamente, en el seno de la población, en cuanto programa de carácter social lanza el gobierno, como es el caso de programas tales como: erradicación de la pobreza, ecológico de preservación y mejora del medio ambiente, combate contra desviacionismos de corrupción y burocratismo, lucha contra la pandemia del coronavirus, y otros. Además el partido y el gobierno han impulsado a la población a ofrecerse como voluntarios para colaborar en ese tipo de campañas, con masivo éxito por lo que se sabe.
China tiene también la metodología de hacer consultas populares, en los sectores de la población concernidos, para decidir sobre cuestiones tales como realización de obras públicas, planes de urbanización en ciudades, programas de salud y enseñanza públicas y otras. Esto provoca que la población se involucre en lo público, en lo que concierne a todos, lo cual implica aprendizaje de decidir por el bien común.
Por otro lado, en China se enseña la filosofía de la práctica y su metodología de aprehender la realidad, en todos los niveles educativos.Hay entonces en China, y en particular en el PCCH, medios humanos, organización, experiencia y formación ideológica acumulada, como para enfrentar la tarea mencionada de movilizar a las masas en las acciones que permitan la construcción de un socialismo altamente desarrollado, no solo de la base material del mismo, sino también de un sentido común acorde con ese ambicioso objetivo. Aunque, claro, la dificultad es muy elevada.
Un asunto importante a tener en cuenta es que, en la construcción de un “socialismo altamente desarrollado”, no estamos hablando de alcanzar el grado de madurez en la población del que hablaron los clásicos del marxismo, cuando acuñaron el concepto de construir un “hombre nuevo”, porque ellos se referían a lo que el ser humano podría llegar a ser, en cuanto a conciencia y conducta social, en el sistema social superador del capitalismo, concebido como objetiva necesidad histórica de la evolución de la civilización humana, que denominaron “comunismo”, basado en la propiedad común de los medios de producción y circulación de bienes y servicios y su autogestión por el conjunto de la sociedad, donde no existiría ya la explotación del hombre por el hombre, ni la división de la sociedad en clases sociales, y donde el ser humano solo creería en aquello que hubiera demostrado a lo largo de su propia historia.
En efecto, hay que tener en cuenta que el socialismo no puede ser considerado como un sistema social, sino como una etapa de transición entre el sistema social capitalista y el sistema social superador comunista, por lo que el socialismo puede transitar por diversos caminos y tomar diversas formas, donde coexistan elementos de los viejo que se quiere superar con elementos de lo nuevo que se quiere construir, como por otro lado lo muestra la historia de los países que iniciaron ese largo, complejo y difícil proceso.
Pero es claro que al “hombre nuevo” no se llega sólo después de construir la base material del comunismo, sino que se va parcialmente conformando, aun cuando necesariamente de manera incompleta, en el proceso de transición socialista, sin lo cual no solo no se llegaría al sistema social comunista, sino que ni siquiera se podría construir algún tipo de transición socialista. De lo que se requiere entonces, es de esa vía de conformación progresiva de sentido común y de su concreción en organización y actividad en el conjunto de la sociedad, que sea causa y consecuencia de la construcción de una transición socialista que, además, en el caso de China, aspira a ser “altamente desarrollada”.
Si los comunistas chinos muestran gradualmente éxito, en el proceso de lograr estos tan elevados objetivos, podrían irse transformando, objetivamente, en paradigma para los demás pueblos del mundo. Es nada menos que eso lo que podría estar en juego en China. Pero también en el proceso de evolución de la civilización humana.
Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, especializado en temas de política y economía política. En el 2014, invitado por la Academia de Ciencias Sociales de China, participó en dos foros internacionales sobre “Socialismo”, en Beijing, y “Línea de Masas”, en Xiangtan.
https://www.tesis11.org.ar/china-el-socialismo-y-la-linea-de-masas/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publica
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