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El conflicto ucraniano, una salida a la finlandesa
Nada como la historia para construir el “alma” de una nación y ese condimento tiene entre otras cosas la particularidad de llenar de enseñanzas a los que saben leer esa historia. Y si una nación tiene el alma llena de historia, esa es Rusia.
Desde el nacimiento del rus de Kiev, llamado estado ruso antiguo y el establecimiento de la religión cristiana ortodoxa por influjo del imperio bizantino en el año 988, la historia de los principados rusos estuvo siempre pendiendo de ser invadidos y destruidos por sus vecinos. En 1571 los tártaros de Crimea invadieron Rusia hasta Moscú y esclavizaron a cientos de miles, en 1604, los polacos que ya habían conquistado Lituania aprovechando las luchas de sucesión de los príncipes rusos los invadieron e hicieron que nombraran zar al hijo adolescente del rey polaco.
Los suecos entablaron tres guerras contra Rusia entre 1739 y 1809, Rusia y Turquía estuvieron en guerra 69 años en total. Los franceses al mando de Napoleón invadieron Rusia en 1812 y tomaron Moscú, que fue abandonada y quemada por los rusos. Entre 1853 y 1856 fue atacada por franceses, ingleses y el imperio otomano en la llamada guerra de Crimea, además enfrento al imperio austro/húngaro y Alemania en la primera guerra mundial. Fue invadida por los nazis en 1941; en definitiva según el historiador ruso Sergei Soloviov “calcula unas 200 guerras e invasiones entre 1240 y 1462 (222 años). Entre el siglo XIV y el XX (525 años) Sujotín calcula unos 329 años de guerra. Rusia ha estado luchando durante dos tercios de su existencia”. La extensión de los conflictos, la variedad de enemigos, la relación intrínseca de la mera existencia de Rusia con su capacidad de defenderse hacen del caso ruso digno de estudio.
La visión que se nos presenta a través de los medios occidentales es siempre interesada y sesgada, no permite correr el velo y ver la profundidad que subyace en el conflicto planteado respecto de la voluntad de la élites ucranianas de unirse a la OTAN, en otras palabras, para un país con la historia de Rusia tener a quienes se consideran sus enemigos a 520 kilómetros de Moscú es cuestión de supervivencia.
En octubre de 1962 EEUU estuvo dispuesto a ir a una tercera guerra mundial por el descubrimiento de la instalación de misiles nucleares de alcance medio en Cuba, que se encuentra a 1.820 km de Washington DC, con la salvedad que en 1962 no existían los misiles hipersónicos que vuelan a velocidades superiores a match 5 con lo cual disparar un misil desde la frontera ucraniana barrería Moscú en un par de minutos, dejando a Rusia sin capacidad de respuesta.
La pretensión de Rusia de garantizarse la neutralidad ucraniana siguiendo el modelo establecido por Finlandia que por un tratado firmado en 1948 – Tratado YYA: Acuerdo de Amistad, Cooperación y de Asistencia Mutua – se compromete como estado neutral dándole profundidad estratégica a Rusia en sus planes de defensa. ¿Cuáles son las razones para la falta de voluntad de la OTAN en firmar un tratado de ese tipo que daría garantías de seguridad a Rusia y permitiría probablemente desescalar y hasta resolver el conflicto interno en ucrania? Solo parece explicable por la pretensión de obligar a Rusia a intervenir en Ucrania para que posteriormente se le pueda sancionar convirtiéndolo en paria internacional. Es sólo una cuestión de poder y de aislarla de Europa.
La postura de EEUU es siempre tratar de acosar o desgastar a sus rivales allí donde pueda. La postura de Europa es muchísimo más compleja. Dividida entre los recelos históricos de los países del este con Rusia y el pragmatismo y la dependencia energética que tienen países como Alemania y en menor medida Francia que se debaten entre los intereses que defienden sus burócratas en Bruselas y los intereses económicos de las corporaciones alemanas, que piensan que su “espacio vital” natural será siempre hacia el este.
Así lo confirma el representante comercial ruso en Berlín «Al caracterizar la cooperación comercial y económica ruso-alemana en general, cabe señalar que (…) Alemania mantiene el primer puesto entre los socios comerciales de Rusia en Europa y el segundo lugar en el mundo», «según las estadísticas alemanas, el comercio entre Rusia y Alemania ascendió a poco más de 42.900 millones de euros». Sóbolev agregó además que, en 2020 es más que un 30,1% y solo un 0,7% menos que en el mismo período de 2019.
Si ponemos el conflicto entre Rusia y la OTAN que se desarrolla en ucrania y lo analizamos a la luz de las teorías neorrealistas de las relaciones internacionales y teniendo en cuenta las posturas teóricas respecto de lo que se considera realismo defensivo y ofensivo es que podremos decir que Rusia se encuentra en una posición de realismo defensivo en tanto busca antes que nada mantener el statu quo y, por lo tanto, balancear el poder dentro del sistema internacional. Sosteniendo esta teoría que el nivel de inseguridad se reduce cuando los estados adoptan una posición defensiva, o más precisamente, cuando el ratio defensa/ofensa aumenta.
Una clara ventaja ofensiva hará que la expansión o la conquista sean más factible, provocando el comportamiento agresivo de los estados “codiciosos” y aumentando el dilema de la seguridad. Contrariamente, una fuerte posición defensiva hace de la conquista una posibilidad más remota y aumenta la seguridad colectiva (Montgomery, 2006: 156).
Ahora bien, si Rusia que claramente tiene ventaja militar y ofrece la desescalada con el compromiso de mantener el estatu quo y el compromiso de las partes de sostener a Ucrania como un Estado neutral a la finlandesa, cuál es el motivo para que la respuesta sea el envío de tropas. Esta retórica belicista se retroalimenta dando razón a los que en Rusia sostienen que o lo paran ahora o en cinco años tendrán los misiles a 500 km de Moscú.
Tratándose el presidente Putin de un arquetipo de líder realista que actúa en términos de poder, la firma de un tratado que hiciera de Ucrania un país neutral haría que desescalara y hasta se resolviera el conflicto en las regiones del oriente ucraniano. Que fluyera nuevamente el gas a través de los gasoductos que recorren su territorio y que el Estado casi exhausto se enfocara en mejorar las condiciones de vida de la población ucraniana.
Sosteniendo la pretensión ucraniana de ingreso a la OTAN se encuentra EEUU, país que tiene 800 bases militares en más de setenta países por todo el mundo, según datos recopilados por el profesor David Vine, de la American University de Washington (76 en America Latina) quien seguramente quiere que en el mediano plazo sea el país 77 en tener bases y tropas y justo a 500 km de la capital de su contendiente histórico.
En conclusión, en caso que no se pueda avanzar en la solución finlandesa y se de algún tipo de conflicto limitado en ucrania deberemos tener claro que nunca fue ucrania el problema, el problema es la pretensión rusa de mantener alejada a la OTAN de su frontera y la pretensión norteamericana de cercar a sus competidores militares y económicos. Conocer la historia para entender los conflictos actuales y mirar más profundamente que las crónicas de los medios occidentales ayuda a disipar el humo con el que nos quieren ocultar qué es lo que está en juego en Ucrania.
Ojalá Ucrania pueda ser Finlandia.
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