Reforma Eléctrica, necesaria su profundización
El sector energético es un sector estratégico para la economía de cualquier país, el desarrollo económico de las grandes potencias no se puede entender sin la participación activa y directa de los energéticos.
Por ello, la propiedad sobre estos recursos ha sido clave a lo largo de la historia, y lo seguirá siendo; Inglaterra, cuna de la revolución industrial, se aseguró de poseer la mayor cantidad de recursos energéticos para alimentar su propio proceso industrial y de desarrollo económico capitalista; lo mismo ha ocurrido con las economías más poderosas. Estados Unidos ha invadido países con el objetivo de controlar recursos energéticos estratégicos, principalmente el petróleo (aunque también el gas, el litio y algunos otros minerales).
La guerra económica no sólo se observa con invasiones militares, también se expresa en invasiones diplomáticas y legales, las llamadas “recomendaciones”, “apoyos” o “ayudas” de los países centrales hacia los países dependientes, mediante organismos internacionales como el FMI, BM, OCDE, BID y demás, buscan condicionar ciertos préstamos económicos (que realmente se terminan convirtiendo en deudas impagables) a cambio de entregar sus sectores estratégicos al capital privado, fundamentalmente al trasnacional; es decir, a cambio del saqueo de sus recursos energéticos. Esto se logra mediante modificaciones legales e institucionales, llamadas comúnmente reformas estructurales o medidas de ajuste, las cuales siguen fortaleciendo la seguridad energética de las potencias a costa de la debilidad y vulnerabilidad de las naciones dependientes y periféricas. El control de estos sectores por parte del Estado es central, es impensable el desarrollo de las economías inglesa, francesa, alemana, norteamericana, japonesa y, más recientemente, la china, sin el control sobre su sector energético. ¿Qué hace pensar entonces que en México se logrará un desarrollo y crecimiento económico dejando en manos de capitales privados, principalmente extranjeros, a este sector? Absolutamente nada.
Por el contrario, desde la aplicación de medidas privatizadoras y de apertura, el crecimiento económico en México no sólo no ha ocurrido, sino que se ha estancado y no se ha generado mayor desarrollo, lo que se ha expresado en un deterioro del aparato productivo nacional, nulos encadenamientos productivos y mayor vulnerabilidad económica ante cualquier crisis que venga de afuera (como lo vivimos en 1994-95, en 2007-2008, y ahora con la recesión de 2020 profundizada por la pandemia). Más que fortalecer, han desmembrado y debilitado profundamente la economía nacional, provocando una catástrofe social: desempleo, informalidad, salarios de hambre, instituciones de salud y educación públicas desmanteladas y elevados niveles de pobreza. Por supuesto que esto ha tenido su contracara: las grandes empresas han obtenido jugosas ganancias, tienen el control de sectores como el del petróleo, electricidad y gas, y esto les permite poner sus reglas, tarifas y contratos como les convenga, no importando el perjuicio para la población ni la economía nacional. El motor del capital es la ganancia.
En este contexto se coloca la discusión en torno a la reforma eléctrica actual propuesta por AMLO, la cual plantea, de manera general, retomar un poco de la soberanía que se perdió en las últimas décadas debido a la implementación de políticas de saqueo, llamadas neoliberales. Las empresas privadas velan por su interés privado, pero eso no les exime de que el discurso que manejan sea otro, pues aseguran que con inversión privada “habrá crecimiento, mayor empleo, salarios más elevados y desarrollo económico”. Por supuesto que buscan endulzar el oído de la gran mayoría de la población, pues es a ella a quien le hacen el mayor saqueo, tanto de recursos como de su propio trabajo; necesitan de este discurso hipócrita y cínico para poder avanzar lo más posible con el consentimiento de las masas a quienes van a despojar y explotar.
En las últimas décadas, México ha estado entre el Top 10 – 15 de los países que mayor inversión extranjera reciben, de hecho, ha sido de los lugares favoritos para la llegada de capital extranjero ¿Esto en qué se ha reflejado? Crecimiento raquítico, un sector industrial desmantelado, los mayores empleos prometidos los ha creado la informalidad, y los salarios se desplomaron alrededor de 80%, el desarrollo prometido no sólo es falso, sino que se ha profundizado el atraso y la dependencia económica. Sin embargo, a pesar de que los resultados están a la vista y la realidad ha demostrado que el capital privado lacera cualquier intento de desarrollo nacional, el discurso sigue presente y permea a grandes sectores de la población, pues la ideología que se ha construido en estas décadas es muy fuerte y nos ciega ante una realidad completamente distinta de la que nos cuentan.
“Estamos muy preocupados por los efectos que pueda tener la reforma”, dice la secretaria de Energía de EUA; “golpeará el bolsillo de los mexicanos, pues aumentarán las tarifas”, “perderemos competitividad”, “retrocederemos 50 años”, claman a coro líderes empresariales y de partidos políticos. La reforma eléctrica propone eliminar ciertos subsidios a las empresas (es decir, dejar de absorber costos privados), suspender y eliminar algunos contratos a particulares (por medio del cual venden electricidad privada, además utilizando la infraestructura estatal, pero sin pagar un solo centavo por su uso) y, lo más importante, ceder a CFE el 54% de producción y dejar a los productores privados el 46%. Es decir, a tal grado ha llegado la privatización del sector que alrededor del 60% de la electricidad está en manos privadas. Si bien es un gran paso poner límites y restricciones a estos sectores voraces del capital, no es suficiente.
Como sabemos, el capital privado devora todo con tal de obtener más y más ganancias, por lo tanto, si se le sigue dejando una gran parte del mercado eléctrico nacional (46%, casi la mitad) seguirán haciendo exactamente lo mismo, perjudicando a la mayoría de la población trabajadora. Por ello, es un gran paso, pero la reforma es insuficiente. Si se quiere retomar la senda del desarrollo y de crecimiento que pueda beneficiar mayormente a la población, se necesita eliminar del sector eléctrico a este elemento parasitario que es el capital privado; si se quiere avanzar de manera consecuente, se necesita expulsar definitivamente al capital privado de un sector estratégico que ha sido desmantelado como eje de desarrollo, y se ha convertido en un pilar para la acumulación privada. No basta con quitarle la mitad del mercado eléctrico nacional, se necesita expropiar.
¿Por qué causa tanto revuelo la palabra expropiación? Justamente por la campaña ideológica que está en marcha desde hace décadas; tan fuerte y exitosa ha sido que hasta los mismos sectores que se verían completamente beneficiados con ella la rechazan tajantemente sin siquiera poder reflexionar la esencia de esta acción. Por supuesto que la expropiación no está, ni de lejos, en la propuesta de reforma eléctrica, por el contrario, AMLO ha sido muy enfático en que eso no se va a hacer, el mensaje a los empresarios es que no tengan miedo porque eso no va a ocurrir. Sin embargo, a pesar de que la reforma asegura una participación elevadísima del capital privado sobre el mercado eléctrico, hay una reacción completamente adversa de la derecha empresarial; y es claro, no quieren perder un solo ápice de sus ganancias, no están dispuestos a ceder. Y en ese terreno es donde debemos colocarnos, ahí es donde debemos dar la batalla.
Todos los sectores conservadores, empresariales y sus voceros en el Congreso y en los partidos políticos, presionan todos los días para que esa reforma no se apruebe o, al menos, se le hagan modificaciones que eliminen lo más posible el daño a los capitales privados (hasta Iberdrola amenazó con un apagón), y esta presión ha surtido efecto. “Podemos modificar la reforma siempre y cuando no se alteré la esencia de la misma”, dijo AMLO a finales de octubre en 2021; y a mediados de enero afirmó que “vamos a revisar caso por caso”, ante la presión de la secretaria de energía de EUA al ser cuestionado de que no se puede aplicar la reforma con todos los capitales privados de la misma manera. La presión de la derecha seguirá todo el tiempo, por lo tanto, es necesario que la presión desde el otro lado se haga sentir.
Es un error levantar la bandera que diga “Apoyo total a la reforma eléctrica”, porque esta reforma se puede ir modificando, se le pueden ir haciendo cambios, derivado de la presión que estos sectores empresariales están haciendo. Es un error apoyar de manera completa e irrestricta la reforma eléctrica propuesta por AMLO por al menos 2 razones. 1) Es una reforma insuficiente, si bien es un gran paso adelante porque confronta por primera vez al capital privado en muchas décadas, sigue quedándose muy corta, pero insistimos, la tenemos que ver como un primer paso, no como el punto de llegada. 2) Porque la derecha seguirá presionando con todo para evitar su aprobación en el Congreso y, si se aprueba, llegué lo menos lacerante posible para la iniciativa privada. Es decir, si desde acá nos quedamos con la consigna de un apoyo completo y total de la reforma, no vamos a lograr dar ese paso firme.
Por el contrario, se requiere retomar la propuesta de reforma, analizarla, discutirla y profundizarla, no se necesitan darle palmadas en la espalda y esperar que los diputados se tienten el corazón y voten a favor, pues faltan poco más de 50 votos en el Congreso para que se apruebe por la vía institucional (eso es dejar en las manos del PRI, PRD y demás partidos, el destino de la reforma; o sea, los mismos que votaron a favor de la reforma energética de Peña Nieto, ¿votarán a favor de una que la confronta?, eso es muy poco probable). Se van a llevar a cabo foros en las comisiones, en el congreso y en demás espacios estatales con el objetivo de que legisladores de estos partidos, que representan claramente los intereses del capital privado en el Congreso, tomen consciencia y voten a favor del pueblo. Eso es absurdo.
Para que la reforma se apruebe tal como se propuso, incluso con todas sus limitaciones e insuficiencias, es necesario que el pueblo, el movimiento social, las organizaciones y todos los sectores populares debatamos y profundicemos la reforma, no sólo exijamos la aprobación como tal y mostremos un apoyo completo a la reforma, eso es un error. Necesitamos darle otro carácter, levantar las banderas de que la electricidad debe ser para el pueblo, levantar la consigna de expropiación total, no dar espacio al capital privado que sigue enquistado en el sector. ¿Esto quiere decir que, si la propuesta no lleva el tema de la expropiación y ninguna concesión al capital privado, entonces no sirve? Para nada, la reforma como está planteada es necesaria y es un gran paso, pero incluso para llegar a dar ese paso y que se apruebe tal como está, se necesita que las masas trabajadoras la desarrollen, la profundicen y la hagan suya; esto es ESTRATÉGICO. La aprobación no se decidirá en las cámaras, no entremos a ese juego; la reforma se decidirá en las calles, con la movilización y con la discusión colectiva, levantando banderas que profundicen. Ahí es donde tenemos que poner todo nuestro esfuerzo. No olvidemos que la historia la hacen los pueblos.
Eduardo Peralta Villegas. Profesor Facultad de Economía – UNAM
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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