La reforma financiera y la banca de desarrollo
Orlando Delgado Selley
L
a propuesta de reforma financiera, planteada por los integrantes del Pacto por México y presentada a la consideración del Legislativo por el jefe del Ejecutivo, sostiene que su propósito central es ampliar el crédito y abaratarlo. Para lograrlo, se propone que la banca de desarrollo impulse el desarrollo económico facilitando el acceso al crédito y a los servicios financieros a empresas y particulares. La formulación específica de esta cuestión se establece en el primer eje de la reforma:
un nuevo mandato para la banca de desarrollo que propicie el crecimiento del sector financiero.
La banca de desarrollo, en efecto, tiene la función de corregir una importante falla de mercado: la existencia de un mercado financiero incompleto, es decir, un mercado de solicitantes de crédito que no es atendido por las empresas bancarias. La banca privada asentada en México, rentable y moderna, no obtiene el grueso de su rentabilidad de la actividad crediticia. Por eso su penetración es limitada. El planteo de que las instituciones financieras creadas por el estado mexicano pueden cumplir su misión como promotoras del desarrollo nacional, a través de las ventanillas de los bancos comerciales, es otra de las razones que explican esta falta de profundidad financiera.
Si se quiere realmente superar esta anemia crediticia la banca de desarrollo tiene que recuperar su capacidad para otorgar financiamiento directamente. El mercado que cubriría la banca gubernamental no está atendido por los bancos privados y, pese a la mejora en las condiciones para ejecutar las garantías crediticias, no lo estará en el futuro próximo. El tema básico es la falta de crédito para quienes cuentan con un proyecto viable, capaz de generar empleos dignos, ofreciendo productos nacionales en mercados dominados hasta ahora por importaciones frecuentemente de dudosa calidad, o bien construcción de vivienda popular, etcétera.
Completar el mercado bancario obliga a que la banca de desarrollo regrese al primer piso en la parte activa. Lo hizo en el pasado, eficientemente en los tiempos de expansión económica de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado, e ineficientemente en las épocas críticas del nacionalismo mexicano. Regresar a otorgar créditos directamente, no implica que descuide su balance. Es posible fomentar adecuadamente el crecimiento económico y la creación de empleos, manteniendo criterios crediticios sólidos, fundados en análisis serios de los proyectos y de quienes los encabezan.
Las circunstancias actuales, en las que las entidades financieras públicas están en niveles de operación relativamente reducidos, permiten plantear la creación de una sola institución de banca de desarrollo en el país. El Banco Mexicano para el Desarrollo, así podría denominarse, fusionaría a Nafin, Bancomext, Banobras y la Financiera Rural, con un enfoque de atención integral al estilo del Banco Nacional de Desarrollo Económico Social del Gobierno brasilero, podría ser de enorme importancia para que la economía mexicana supere el escaso dinamismo observado en los últimos 20 años.
La Iniciativa de Reforma Financiera ha abierto una discusión que había sido negada. La tozudez de la ortodoxia neoliberal, que plantea que los bancos gubernamentales deben operar en el segundo piso, para permitir que los bancos comerciales privados se hagan cargo de la atención crediticia de todos los sectores económicos y los acreditados de diferentes estratos, ha sido un rotundo fracaso. Tenemos una banca privada sólida que no le sirve al país, pero que le es extremadamente rentable a sus propietarios.
Es hora de que el estado mexicano recupere su capacidad para fomentar el desarrollo, atendiendo a sectores que no interesan a la banca privada, pero le interesan al país. Usando funciones de segundo piso para que los bancos populares (cooperativas de ahorro y crédito, financieras populares y financieras comunitarias), puedan expandir sus actividades crediticias lo que permite atender de mejor manera a la economía social, de enorme importancia para la vida nacional. Puede ser la hora, otra vez, de la banca de desarrollo.