Tasa de interés y crecimiento económico
Orlando Delgado Selley
E
l viernes pasado la junta de gobierno del Banco de México, formada por los altos funcionarios del banco central y el Secretario de Hacienda, decidió disminuir 50 puntos base el objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día, dejándola en 4 por ciento. “Con este cambio –explicó la junta– se reconocen los logros de mediano plazo en el abatimiento de la inflación y se facilita el ajuste de la economía a un escenario de menor crecimiento económico e inflación”. Adelantaron que esta reducción no es el inicio de un ciclo de bajas a la tasa de referencia.
La nota periodística recogió las declaraciones del secretario de Hacienda, quien
interpretóque esta decisión
contribuirá a la estabilidad de precios de la economía mexicana y a generar un entorno de crecimiento. Sin embargo, reconoció que la medida no modifica la expectativa de crecimiento del gobierno federal para este año, de 3.5 por ciento. Pese a este reconocimiento, se divulgó que con medio punto de interés menos se reducen los incentivos para ahorrar, bajan los costos de financiamiento, se reducirán los pagos hipotecarios, se fomentará la compra de bienes inmuebles y disminuirá la fortaleza de la moneda mexicana.
En realidad, la medida no será tan importante para el funcionamiento de las variables centrales de la economía mexicana. Para quienes tienen pasivos bancarios a tasa variable, la disminución de los intereses pagados mensualmente será muy pequeña; lo mismo para quienes se propongan solicitar un crédito. El valor del peso se afectará, impactando las exportaciones mexicanas y los ingresos turísticos. El punto que parece central es el de los flujos de capital. Se sabe que la relajación monetaria cuantitativa en Estados Unidos ha llevado a que capitales golondrinos busquen los mejores rendimientos a escala global, lo que explica que, por ejemplo, la inversión extranjera de valores gubernamentales mexicanos se haya incrementado cinco veces en los últimos cuatro años.
En este sentido, la experiencia de política monetaria durante la crisis actual es interesante. En 2009, frente al impacto adverso de la crisis económica y financiera mundial, la misma junta de gobierno formada por funcionarios del Banco de México y distinto secretario de Hacienda, decidieron implementar un ciclo de relajamiento de su postura monetaria. De un nivel de 8.25 por ciento anual en diciembre de 2008, con reducciones sucesivas durante siete meses, llegó a 4.5 en julio de 2009, nivel en el que permaneció hasta la semana pasada. En Chile, donde su banco central persigue el mismo objetivo inflacionario de 3 por ciento, partiendo de la misma tasa de 8.25, en los mismos siete meses llegaron a 0.5 por ciento anual.
Son conocidos los resultados macroeconómicos de ese año: el PIB mexicano disminuyó 6.5 por ciento, en tanto el chileno lo hizo en 1.5. Es evidente que el ciclo de relajamiento monetario en México debió haber continuado hasta llegar a su límite, como ocurrió en Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países. Nuestro banco central, reivindicando su carácter autónomo y persiguiendo el objetivo prioritario que le señala su ley orgánica, actuó conservadoramente, como lo hizo el Banco Central Europeo.
Esto afectó profundamente la actividad económica y también, lo que es más importante, el mercado de trabajo: los trabajadores asegurados en el IMSS, por ejemplo, disminuyeron en 608 mil 306 personas en los primeros seis meses de 2009, en tanto la tasa de desempleo pasaba de su piso de 3.5 en el segundo trimestre de 2008 a 6.3 en el tercer trimestre de 2009. Lo que no se afectó fue la inversión extranjera en valores gubernamentales: a partir de la interrupción de la reducción de la tasa de interés, esta inversión aumentó cerca de 4 mil millones dólares, lo que significó un crecimiento del saldo de casi 22 por ciento. Así que la decisión del banco central no afectará el crecimiento económico, pero sí actuará sobre los flujos de inversión extranjera de cartera.