Israel, Palestina y la piromanía
s difícil, si no imposible, eludir un comentario en torno al grave conflicto que en Medio Oriente amenaza con incendiar medio mundo. La principal dificultad de escribir sobre tal asunto consiste en guardar un equilibrio que permita ver en dicho enfrentamiento no un pretexto para llevar agua a tal o cual molino ideológico, sino para entenderlo como una tragedia humana que, hay que subrayar, debe entenderse así: una tragedia humana, de proporciones bíblicas. Con permiso de un agudo escritor en la analogía, vale decir que “los pirómanos de uno y otro extremo hacen lo posible por apagar el fuego… con gasolina.
“El conflicto es largo y tiene antecedentes bíblicos en los que la lucha por la tierra, la desigualdad, la religión y el fanatismo han jugado un papel determinante. Es imposible dar cuenta de la magnitud del conflicto en unos cuantos párrafos. Pero vale tener una idea de lo que representa para cientos de miles en esa región del mundo. Para entender y tratar de comprender lo complicado que resulta abordar el tema, es necesario citar dos importantes artículos, uno de Thomas Friedman, al que me he referido en un comentario anterior, y el otro más reciente de Frank Bruni en el New York Times (19/10/2023). Este último toma como referencia los comentarios de otros colegas, Ezequiel J Emanuel y Peter Beinart, igualmente preocupados por el análisis objetivo de este grave asunto.
De entrada, Bruni advierte que en la explicación del conflicto es necesario evitar que políticos y activistas usen sus agendas personales para dar cauce a sus prejuicios. Es necesario condenar el barbarismo de Hamas, pero también la indefinida ocupación de Israel de la franja de Gaza. Tan grave es la satanización de la comunidad gay y la restricción de los de-rechos de las mujeres en países árabes como el intento de la Suprema Corte de Israel en su afán de encubrir los actos de corrupción del primer ministro Netanyahu, quien en su cruzada contra los palestinos, sistemáticamente ha dinamitado la solución de dos Estados: Israel y Palestina.
Apelar a la cordura, como sugieren Bruni y tantos otros, es una empresa de gran dificultad que no se debe soslayar. Para ello se requerirá que los palestinos se opongan al ataque contra ciudadanos judíos y que éstos, a su vez, apoyen a los palestinos en su lucha contra la opresión de la que son sujetos por algunos personajes como Netanyahu. Hay que decir que palestinos e israelís que defienden esa solución corren el peligro de convertirse en parias en sus propias comunidades. No se exagera cuando se dice que de no prevalecer la cordura se pudiera desembocar en un conflicto de la magnitud de las dos grandes guerras del siglo pasado.
Cuando se habla de pirómanos vale también dar un salto al continente americano para revisar un asunto que en cierta medida afecta la situación en Medio Oriente. Han pasado tres semanas en las que el líder del Congreso de Estados Unidos fue defenestrado por la extrema derecha del propio Partido Republicano. Las pugnas y el fanatismo entre quienes deberían actuar en concierto para nombrar un nuevo líder han prevalecido sobre la cordura necesaria. De ello depende la aprobación de nuevas leyes, entre ellas la correspondiente al presupuesto y la autorización para el uso de recursos en auxilio de quienes en Ucrania y el Medio Oriente sufren los destrozos causados por una guerra fratricida. Ese es el tamaño de la importancia dela ausencia del tercero en la jerarquía del gobierno de Estados Unidos, según establece su constitución. Por lo visto, la responsabilidad y la prudencia no son valores que prevalecen entre quienes consideran que el incendio es preferible a la cordura y la civilidad. Cuánto tiempo más para que entren en razón es una incógnita. El tiempo necesario para la aprobación de leyes indispensable para el funcionamiento del gobierno se agota, y el peligro de una crisis de ingobernabilidad se cierne en la nación cuyos yerros se convierten en amenaza para el mundo entero.
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