a Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 2010, el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Como muchas de las conmemoraciones en torno a temas de derechos humanos, más que una concesión de los estados, esta decisión se dio en respuesta a la demanda que desde 1981 hizo la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam), quienes eligieron esa fecha por ser el día en que se aprobó la Convención Internacional contra las Desapariciones Forzadas.
En México, el país de las fosas, existen más de 100 mil personas desaparecidas, de las cuales 97 por ciento desapareció de 2006 a la fecha, en el marco de la llamada guerra contra el narco. Desapariciones que han tenido lugar en contextos de militarización, complicidad entre fuerzas de seguridad y el crimen organizado e impunidad posibilitada por los sistemas de justicia y seguridad. Sólo 35 perpetradores han sido detenidos y sentenciados, es decir, existe 99.96 por ciento de impunidad en casos de desaparición. En este sentido, las familias argumentan que todas las desapariciones son forzadas, porque el Estado tiene una responsabilidad directa o indirecta en las mismas.
Ante la incapacidad de las instituciones estatales, familiares de
desaparecidos (cuya mayoría son mujeres), no sólo se han convertido en
especialistas forenses, criminólogos e investigadores de campo, sino que
también se han apropiado el arte como lenguaje de denuncia, protesta y
sanación. Se han vuelto poetas, fotógrafos, performeros, bordadores,
pintores, bailarines… Contando con sus letras, sus imágenes y su cuerpo
mismo, las historias de sus seres queridos. Este 30 de agosto a todo lo
largo y ancho del país, los colectivos de familiares se han movilizado
usando el arte como activismo, el artivismo es su arma cargada de futuro
como diría el poeta Gabriel Celaya.
Este es el caso de el colectivo Regresando a Casa Morelos, que en su
exposición ¡Hasta encontrarles: imágenes y textos de búsquedas y
resistencias (https://www.facebook.com/regresandoacasamorelos)
incluye los poemas escritos por sus integrantes, en los que denuncia la
tortura continuada que es la desaparición de personas y demandan el
derecho a la autorrepresentación. Como dice en uno de sus poemas
Esperanza Sánchez, quien busca a su hijo Emilio Zavala, desaparecido en
Chacahua, Oaxaca, el 21 de abril de 2020: Somos forjadoras de
caminos, somos sanadoras de memorias, sin miedos y sin castigos. Nadie
nos controla, nadie nos limita, somos las autoras de nuestros propios
libros.
Los textos e imágenes de esta exposición serán parte de su libro en proceso Sanadoras de memorias donde se unen a las de mujeres excarceladas y a integrantes de la comunidad indígena de Ocotepec, que han sufrido violencias. Una nueva generación de artivistas solidarias, como la fotógrafa Cecilia Lobato, cuyas imágenes ilustraran el libro, han decidido poner su talento al servicio de estas luchas. Parte de esta generación son también Carolina Corral y Magui Rocha, quienes presentarán el documental animado Llueve, que denuncia las complicidades de fiscalías e instituciones forenses en las desapariciones (https://bit.ly/3Kt7mI3).
Esperemos que este artivismo mueva nuestras conciencias y saque a la sociedad mexicana de la indiferencia y la complicidad del silencio.
* Doctora en antropología, investigadora del Ciesas
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