EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

viernes, 5 de mayo de 2017

Venezuela y los intelectuales

Venezuela y los intelectuales Gilberto López y Rivas
L a Secretaría Operativa de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, coordinada por la historiadora venezolana Carmen Bohórquez, hizo pública el 28 de abril su protesta por una carta abierta del poeta y escritor colombiano William Ospina, dirigida al presidente Nicolás Maduro Moros y publicada en El Espectador de Bogotá, el 26 de abril de este año. Ospina, después de alabar al comandante Hugo Chávez como el hombre más grande y el político más visionario que ha tenido América Latina en las últimas décadas, y de considerar que la revolución bolivariana ha demostrado ser con éxito en el mundo la primera transformación revolucionaria pacífica y democrática, reclama al presidente Maduro su virtual capitulación al demandarle cuatro decisiones que constituyen la esencia del programa político de la oposición subversiva y fascista: convocar a elecciones regionales aplazadas, fijar la fecha de las elecciones presidenciales, conceder una amnistía presidencial a los prisioneros por causas políticas y revocar la inhabilitación de líderes de oposición. La Red de Intelectuales, por su parte, responde a Ospina, a quien se creía compañero solidario, con un contundente: “NO, DE NINGUNA MANERA […] Ospina, reconocido muchas veces por Venezuela por su talento y su obra, comete ahora un error muy costoso y un desvarío de lesa humanidad. No se puede estar del lado de los criminales ni se puede pedir que se los ‘perdone’ a costa de mancillar el dolor y la memoria de las víctimas. No se puede ‘negociar’ la paz al precio de arrodillar a la justicia. Es una sinrazón y es una claudicación inaceptable […] ¿Y qué lo mueve, además, a dirigirle una carta al legítimo Presidente Constitucional de la República Nicolás Maduro, casi ordenándole que entregue la revolución? ¿Por qué no se la dirige más bien a la oposición, pidiéndole que en aras de la paz del país asuma de una buena vez el camino democrático, deje de clamar por una intervención extranjera, vuelva a la legalidad desincorporando los tres diputados ilegítimos y espere con calma las prontas elecciones de gobernadores y alcaldes, y más adelante, las presidenciales, y con ello contribuirá a que ningún otro venezolano o venezolana tenga que morir en manos de sus huestes enloquecidas? Eso sí sería digno Sr. Ospina y la América toda se lo reconocería”. Es particularmente indignante considerar como prisioneros políticos a reconocidos delincuentes sociales, como Leopoldo López, quien se encuentra recluido, informa La Red: por causas cuyo proceso judicial cuenta con evidencias de todo tipo y que en Estados Unidos merecería cadena perpetua o pena capital; suponer que la inhabilitación de Capriles es un capricho revanchista o acaso un rencor juvenil, sin enterarse de las mil y una aventuras delincuenciales y antisociales que lo someten al escrutinio de la ley. Son absurdas las propuestas de Ospina y las repudiamos por impertinentes, ilógicas e irrespetuosas. Es evidente que los méritos literarios, por más excelsos que sean, no exentan del escrutinio de una intelectualidad crítica y comprometida con la causa de los pueblos y de sus procesos revolucionarios y libertarios. Recordamos la digna respuesta de Pablo González Casanova ante posiciones equivocas del Premio Nobel de Literatura, José Saramago, con respecto a Cuba, publicada por La Jornada el 26 de abril del 2003 con el título: Con Saramago hasta aquí, con Cuba hasta siempre, en la que afirmaba: “Es lamentable que en tan dramáticas condiciones hombres como Saramago presten su fama, ganada en desiguales batallas, para defender al gigante intervencionista. Creo que el magnífico escritor es un comunista ontológico, como él mismo se definió, y que por eso hoy ha hecho tanto daño a la lucha por la democracia, la liberación y el socialismo que encabezan –entre contradicciones– el pueblo y el gobierno de Cuba. […] Cada quien escoge sus contradicciones. El hombre sin contradicciones es una entelequia. ‘Los muchos’ escogemos nuestras contradicciones con el país caribeño, su pueblo y su gobierno y esperamos ser miles de millones quienes luchemos, con firmeza, por la defensa de esa pequeña isla que ha llevado mucho más lejos que cualquier otro país del mundo la práctica de la liberación, la democracia y el socialismo. Cuba merece nuestro apoyo contra cualquier argumento falaz que se sume a las justificaciones del bloqueo y de la intervención anunciada. Venceremos”. Venezuela, su bravo pueblo y su gobierno revolucionario, en sus contradicciones, son hoy en día el blanco de una gama de ataques que van desde la guerra de amplio espectro apoyada por el Pentágono, pasando por el terrorismo mediático que no cesa un momento su labor desinformativa y contrainformativa, hasta el fuego amigo de quienes pretenden, desde la izquierda, la academia y la intelectualidad, asumir, en la práctica, las mismísimas posiciones de una derecha que pretende aislar internacionalmente al gobierno legítimo, romper el orden constitucional y violentar la justicia y el estado de derecho, impuesto por la Constitución chavista-bolivariana. El poeta e intelectual peruano Hildebrando Pérez, a propósito del XXXV Congreso de la Asociación de Estudios sobre América Latina (LASA), que tuvo lugar la semana pasada en Lima, Perú, advierte: “Todo indica que más de algún conferencista o ponente tratará de deslizar abiertamente o sutilmente, a nombre de la ‘libertad’ y la ‘democracia’, alguna lectura sospechosa sobre Venezuela, Bolivia, Cuba y otros países. Tratarán de hacer circular las tesis de la rancia OEA contra el gobierno y el pueblo bolivariano de Venezuela. Se harán eco de las jornadas violentas que se viven en Caracas, propiciadas por la derecha y apoyadas por el imperio y más aún manipuladas por el poder mediático, las redes sociales que ofrecen noticias, crónicas cuyo objetivo es desestabilizar el gobierno legítimamente elegido, como el de Nicolás Maduro o Evo Morales. Pues bien, hay que encararlas, criticarlas, denunciarlas, repudiarlas porque son cómplices de la administración estadunidense. Hoy más que nunca están vigentes ‘las trincheras de ideas’ martianas.” La intelectualidad crítica debe hacerse responsable de las disyuntivas éticas y políticas en la guerra del imperialismo contra el pueblo y el gobierno de Venezuela. Subir al inicio del texto

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