avos, 28 de enero. El mundo nunca volverá a ser lo que fue, advirtió el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, en el Foro Económico Mundial, que reúne en Davos a la elite política y económica del modelo capitalista actual y que acudió al encuentro con un pesimismo incluso mayor al de 2008 y 2009 (en la peor etapa de la crisis financiera internacional) sobre el futuro del sistema económico global y el futuro de la eurozona.
La crisis en Europa ha ocupado buena parte de las decenas de debates que se han realizado durante esta semana en la edición 42 del Foro de Davos. Los europeos han tratado de poner una nota de optimismo a la evolución de la crisis, pero ésta dista de estar resuelta.
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, exigió a los países del euro mayores esfuerzos para combatir la crisis económica, al advertir que no se trata de una crisis europea, sino de una crisis que puede provocar un efecto dominó en todo el mundo. Ya nadie es inmune a la crisis, añadió.
Junto con la crisis en Europa la vigencia del modelo capitalista actual es otro de los temas que han ocupado la mayor parte de los debates entre los más de mil dirigentes políticos y económicos reunidos en Davos.
Las críticas se hacen cada vez más fuertes y el debate es si el capitalismo del siglo XX puede seguir funcionando, como se publicó en la edición del pasado día 25 en este diario. El propio fundador del FEM, Klaus Schwab, ha dicho que ese modelo está un poco envejecido. Incluso se podría decir que el sistema capitalista en su forma actual no encaja en el mundo de ahora, planteó.
Un gran cambio que está ocurriendo como resultado de la crisis financiera occidental es que los asiáticos se han dado cuenta de que para crecer tienen que depender cada vez más de sí mismos, dijo Hishore Mahbubani, rector de la Universidad Nacional de Singapur.
Esta opinión es compartida por el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien aseguró que el mundo nunca volverá a ser lo que fue y no sólo en lo que respecta a datos económicos, sino a percepciones y actitudes.
Lo que creo que está ocurriendo es que los mercados emergentes no están esperando al mundo desarrollado para actuar juntos porque están dando sus propios pasos, no miran como ocurrió en el pasado a Estados Unidos o a Europa para buscar soluciones, subrayó.
Los economistas en Davos son pesimistas sobre el futuro de Grecia en la zona euro y siguen dudando de la viabilidad de la unión monetaria. Hay 50 por ciento de probabilidades de que la eurozona se desintegre en tres o cinco años, predijo el profesor de economía y negocios internacionales de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, el único que vio venir la crisis de 2008.
A Grecia, un país hundido desde 2010 en una crisis de deuda y que entra a su tercer año de recesión, Roubini le da un año para abandonar la eurozona, al que, augura, seguirá quizá Portugal.
Las políticas de austeridad extrema adoptadas por los países con problemas para reducir los abismales déficits presupuestarios van a hundir la eurozona en la recesión, opina.
El FMI prevé un estancamiento de las dos principales economías de la eurozona, Alemania y Francia, con un crecimiento de 0.3 por ciento en la primera y de 0.2 por ciento en la segunda. El producto interno bruto (PIB) de Italia y España caerán 2.2 y 1.7 por ciento, respectivamente, mientras el conjunto de la zona se contraerá 0.5 por ciento. Y es posible que el panorama económico todavía se agrave, advierte el Fondo.
En estas circunstancias, los países emergentes, en particular en Asia, aparecen como las nuevas locomotoras de la economía mundial, sobre todo China, que espera crecer este año 8.2 por ciento e India 7 por ciento, mientras que en América Latina Brasil será el puntero con un crecimiento de 4 por ciento respecto al año pasado, según previsiones del FMI.
Es nuestra hora, dijo Mahbubani, rector de la Universidad Nacional de Singapur, antes de prever en Davos que si la eurozona logra salir adelante y el mundo no se hunde, 2012 será un buen año para la región.
fuente:la jornada
EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
domingo, 29 de enero de 2012
jueves, 26 de enero de 2012
Davos: la gobernanza del 1%
Davos: gobernanza del 1%
JOHN SAXE-FERNÁNDEZ
L
as decisiones de unos pocos nos han llevado a la crisis de los últimos años” y ahora (esas) mismas personas se presentarán aquí como la solución a esos problemas, advirtió David Roth, presidente del ala joven del Partido Socialista Suizo. Lo dijo bajo una manta que rezaba: No dejes que decidan por tí, en referencia a los poco más de 2 mil 600 participantes en el Foro Económico Mundial (FEM), que desde ayer, como lo han hecho por 42 años, se reúnen en Davos, Suiza.
Acuden a los Alpes suizos encubridores, encargados de despojos y estafas bancario/financieras y administradores del pillaje de naciones enteras. En ese lujoso centro invernal, alejado del mundanal ruido, se refuerza la seguridad: ante los desmanes y la guerra de clase desatada por el capital, ya les alcanzó la protesta de los Ocupa el FEM.
Pero Davos ofrece a sus huéspedes discreta cercanía a la banca suiza, feroz opositora a la más leve medida que toque el secreto bancario de su heterogénea clientela; a decir de ex funcionarios del Banco Mundial (BM) ese hermetismo es ingrediente nodal de la gobernanza de la periferia capitalista.
A Davos acuden algunos personajes de la burguesía europea y de Estados Unidos, hoy como ayer, en relaciones deamor/ odio por mercados, moneda y recursos. La mayoría de asistentes sonCeos que operan desde bancos, firmas de inversión, grandes empresas, representantes del G-20, ideólogos, economistas de prestigio e importantes cargos del Banco Central de Europa (BCE), del FMI y BM-BID –entes subrogados del Departamento del Tesoro y sus country managers, que fungen como presidentes, ministrosde Hacienda o Economía, etcétera.
Ahí están los sicarios económicos y sus cómplices en los más altos puestos gubernamentales, encargados de las reformas estructurales: del ataque al salario, a los contratos colectivos y al patrimonio nacional, bajo impulso decañonazos billonarios, o sea,empréstitos de sobornización, como los califica Joseph Stiglitz, porque conllevan jugosas comisiones en depósito bancario seguro y legal.
Según John Perkins, reclutado por la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, quien operó desde una firma de inversión bostoniana dedicada a proyectos de ingeniería, al igual que nuestros semejantes en la mafia... concedemos favores. Éstos adoptan la apariencia de créditos destinados a desarrollar infraestructuras, centrales generadoras de elecricidad, carreteras, puertos, aeropuertos o parques industriales. Una de las condiciones de estos empréstitos es que los proyectos y la construcción deben correr a cargo de compañias de nuestro país. Y el resultado es que, en realidad, la mayor parte del dinero nunca sale de Estados Unidos. En esencia, sencillamente se transfiere desde los emporios bancarios de Washington a las constructoras de Nueva Yortk, Houston o San Francisco(Confesiones de un gánster económico, Barcelona, Urano, 2004, p.22).
Son ellos y sus cómplices en las cúpulas gubernamentales, encargados de la gestión de empréstitos del BM-BID, quienes, junto al resto de los invitados al FEM disertarán, con gran despliegue en los medios, sobre la gran transformación: desarrollar nuevos modelos. Como ya Klaus Schwab, fundador del FEM, admitió que el capitalismo es obsoleto se intentaría sutransformación, como si fuera posible despojarlo de sus contradicciones inherentes, de su insostenibilidad social, bioatmosférica: en momentos en que se profundiza la crisis múltiple, con más desempleo crónico y polarización, con amagos de un acople recesivo –o depresivo– global. La historia muestra que son procesos usualmente seguidos de desacoples comerciales, monetarios y de la geopolitización de relaciones económicas esenciales, como el mercado petrolero.
La convocatoria usa el título del clásico (1944) de Karl Polanyi, La gran transformación (FCE, 1992) sobre el librecambismo, la desregulación y el desenfreno especulativo, en la génesis de la gran depresión y la Segunda Guerra Mundial.
En Davos se recurre al despliegue policial/militar, con 4 mil policías, ante la protesta in situ de cientos de indignados de Ocupa el FEM, instalado en medio de la nieve y el hielo que todavía existen en los Alpes.
¿Es eso y la insaciable codicia por más reformas estructurales o la alarmante nazificación del capitalismo (manifiesta en guerras de agresión por parte de una OTAN encabezada por Estados Unidos, en pos del magno botín petrolero de Irak, Libia e Irán), parte de la “gran transformación? ¿o es un estado de excepción global, la antesala de una conflagración terminal?
http://jsaxef.blogspot.com
JOHN SAXE-FERNÁNDEZ
L
as decisiones de unos pocos nos han llevado a la crisis de los últimos años” y ahora (esas) mismas personas se presentarán aquí como la solución a esos problemas, advirtió David Roth, presidente del ala joven del Partido Socialista Suizo. Lo dijo bajo una manta que rezaba: No dejes que decidan por tí, en referencia a los poco más de 2 mil 600 participantes en el Foro Económico Mundial (FEM), que desde ayer, como lo han hecho por 42 años, se reúnen en Davos, Suiza.
Acuden a los Alpes suizos encubridores, encargados de despojos y estafas bancario/financieras y administradores del pillaje de naciones enteras. En ese lujoso centro invernal, alejado del mundanal ruido, se refuerza la seguridad: ante los desmanes y la guerra de clase desatada por el capital, ya les alcanzó la protesta de los Ocupa el FEM.
Pero Davos ofrece a sus huéspedes discreta cercanía a la banca suiza, feroz opositora a la más leve medida que toque el secreto bancario de su heterogénea clientela; a decir de ex funcionarios del Banco Mundial (BM) ese hermetismo es ingrediente nodal de la gobernanza de la periferia capitalista.
A Davos acuden algunos personajes de la burguesía europea y de Estados Unidos, hoy como ayer, en relaciones deamor/ odio por mercados, moneda y recursos. La mayoría de asistentes sonCeos que operan desde bancos, firmas de inversión, grandes empresas, representantes del G-20, ideólogos, economistas de prestigio e importantes cargos del Banco Central de Europa (BCE), del FMI y BM-BID –entes subrogados del Departamento del Tesoro y sus country managers, que fungen como presidentes, ministrosde Hacienda o Economía, etcétera.
Ahí están los sicarios económicos y sus cómplices en los más altos puestos gubernamentales, encargados de las reformas estructurales: del ataque al salario, a los contratos colectivos y al patrimonio nacional, bajo impulso decañonazos billonarios, o sea,empréstitos de sobornización, como los califica Joseph Stiglitz, porque conllevan jugosas comisiones en depósito bancario seguro y legal.
Según John Perkins, reclutado por la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, quien operó desde una firma de inversión bostoniana dedicada a proyectos de ingeniería, al igual que nuestros semejantes en la mafia... concedemos favores. Éstos adoptan la apariencia de créditos destinados a desarrollar infraestructuras, centrales generadoras de elecricidad, carreteras, puertos, aeropuertos o parques industriales. Una de las condiciones de estos empréstitos es que los proyectos y la construcción deben correr a cargo de compañias de nuestro país. Y el resultado es que, en realidad, la mayor parte del dinero nunca sale de Estados Unidos. En esencia, sencillamente se transfiere desde los emporios bancarios de Washington a las constructoras de Nueva Yortk, Houston o San Francisco(Confesiones de un gánster económico, Barcelona, Urano, 2004, p.22).
Son ellos y sus cómplices en las cúpulas gubernamentales, encargados de la gestión de empréstitos del BM-BID, quienes, junto al resto de los invitados al FEM disertarán, con gran despliegue en los medios, sobre la gran transformación: desarrollar nuevos modelos. Como ya Klaus Schwab, fundador del FEM, admitió que el capitalismo es obsoleto se intentaría sutransformación, como si fuera posible despojarlo de sus contradicciones inherentes, de su insostenibilidad social, bioatmosférica: en momentos en que se profundiza la crisis múltiple, con más desempleo crónico y polarización, con amagos de un acople recesivo –o depresivo– global. La historia muestra que son procesos usualmente seguidos de desacoples comerciales, monetarios y de la geopolitización de relaciones económicas esenciales, como el mercado petrolero.
La convocatoria usa el título del clásico (1944) de Karl Polanyi, La gran transformación (FCE, 1992) sobre el librecambismo, la desregulación y el desenfreno especulativo, en la génesis de la gran depresión y la Segunda Guerra Mundial.
En Davos se recurre al despliegue policial/militar, con 4 mil policías, ante la protesta in situ de cientos de indignados de Ocupa el FEM, instalado en medio de la nieve y el hielo que todavía existen en los Alpes.
¿Es eso y la insaciable codicia por más reformas estructurales o la alarmante nazificación del capitalismo (manifiesta en guerras de agresión por parte de una OTAN encabezada por Estados Unidos, en pos del magno botín petrolero de Irak, Libia e Irán), parte de la “gran transformación? ¿o es un estado de excepción global, la antesala de una conflagración terminal?
http://jsaxef.blogspot.com
Auge del capitalismo
AUGE DEL CAPITALISMH Economist, portavoz del neoliberalismo global, publicó un reporte especial (2
1.1.12) sobre la mano visible delcapitalismo de Estado, de Adrian Wooldridge, quien aduce que la crisis del capitalismo neoliberal occidental ha coincidido con el ascenso de una poderosa nueva forma de capitalismo de Estado en los mercados emergentes.
Se enfoca al futuro resplandeciente de China, Rusia y Brasil –tres miembros prominentes de los BRICS– y deja extrañamente de lado a India, corroída por la corrupción (como si el circuito anglosajón fuese menos corrupto), a Sudáfrica y al añejo capitalismo de Estado de Europa. ¿Dan los anglosajones por muerta a Europa?
Cita al Instituto Fraser (Canadá) –uno de los proponentes del amero, la divisa común del ASPAN foxiano–, que ha degradado su índice de libertad (de apertura neoliberal).
Juzga que la crisis del capitalismo neoliberal se ha profundizado por el ascenso de una alternativa poderosa: el capitalismo de Estado, que intenta combinar los poderes del Estado con el capitalismo, además de usar instrumentos capitalistas como la bursatilización de las empresas estatales y la adopción de la globalización. Esto ya ocurrió en Alemania en 1870 y en Japón en 1950, pero nunca había operado en tal escala y con herramientas tan sofisticadas como hoy.
Las cifras son imponentes: El capitalismo de Estado detenta las más exitosas economías del mundo, cuando en los pasados 30 años el PIB de China ha crecido a un promedio de 9.5 por ciento al año y su comercio internacional ha incrementado su volumen 18 por ciento. En los pasados 10 años, el PIB de China se ha más que triplicado a 11 millones de millones de dólares. Hoy el Estado es el mayor accionista de las principales 150 empresas de China.
Subraya que el capitalismo de Estado ostenta las más poderosas empresas del mundo. Las 13 principales empresas petroleras (sic), que concentran más de 3/4 partes de las reservas mundiales de petróleo, todas son estatales (¡súper sic!), como Gazprom, la mayor empresa rusa de gas natural del mundo. Por cierto, estos datos los expuse hace cuatro años en mi libro La desnacionalización de Pemex(Ed. Orfila, 2009), con el tonificante prólogo de AMLO.
Wooldridge constata que las firmas estatales exitosas pueden ser encontradas en casi cualquier industria, como China Mobile, con 600 millones de clientes; Saudi Basic Industries Corp., el banco ruso Sberbank, Dubai Ports, etcétera.
El índice bursátil nacional de MSCI exhibe la participación de capitalizaciónde las empresas controladas por el Estado: China (80 por ciento), Rusia (62 por ciento) y Brasil (38 por ciento).
El capitalismo de Estado va viento en popa, pletórico de liquidez y envalentonado (sic) por la crisis de Occidente: el Estado avanza mientras el sector privado retrocede; esto sucede tanto en China como a escala global.
Resulta y resalta que, según datos delíndice de mercados emergentes del MSCI por sector industrial (junio 2011), la participación de las empresas estatales en energía es de 67 por ciento (¡súper sic!) y 55 por ciento del sector eléctrico, frente a otras industrias donde el Estado es todavía minoría: servicios de telecomunicación (36 por ciento), finanzas (35 por ciento), salud (6 por ciento), tecnología de la información (2 por ciento), etcétera.
Una de las características exitosas del capitalismo de Estado consiste en que las empresas son manejadas por gerentes profesionales en lugar de burócratas o compinches.
Hoy el crecimiento del mundo emergente en su mercado dinámico es de 5.5 por ciento al año frente a 1.6 por ciento de Occidente, y se calcula que constituya la mitad del PIB mundial en los próximos nueve años. El capitalismo de Estado se consolida como la tendencia futura. ¿Futura? Mi libro Hacia la desglobalización (Ed. Jorale, 2007) ya lo había detectado hace seis años…
Pese a todo, el reporte especialmantiene un ojo escéptico sobre el capitalismo de Estado y levanta dudastanto sobre su habilidad para capitalizar sus éxitos cuando tenga que innovar en lugar de alcanzar como sobre su capacidad de autocorregirse cuando las cosas salgan mal. Aduce que una cosa es manejar las contradicciones del sistema cuando la economía crece rápidamente y otra es cuando se encuentra con obstáculos. ¿Talescepticismo no es válido, acaso, para cualquier sistema humano nada perfecto?
Proclama el retorno de la historia y ejecuta la autopsia de los teóricos fracasados de la globalización –es decir, los Fukuyamas de la economía, finanzas, historia y sociología, quienes pulularon grotescamente durante cuatro décadas (desde la imposición del thatcherismo/reaganomics) gracias a la falta de rigor crítico de los multimedia, propiedad de las trasnacionales anglosajonas–, como Kenichi Ohmae, quien descabelladamente había sentenciado el fin del Estado-nación (a ver si se da una vueltecita por Europa del este).
No fue el fukuyamesco fin de la historia, sino el fin de la histeria del vulgar propagandista nipón del Departamento de Estado, estigmatizado con el ridículo global.
Cita el controvertido libro El fin del libre mercado: ¿quién gana la guerra entre estados y trasnacionales?, de Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group.
Bremmer, teórico de la hilarantecurva J y contaminado por su asociación mercantil con el vilipendiado Citigroup, aborda el fenómeno del capitalismo de Estado desde su perspectiva neoliberal daltónica y –en lugar de elogiar el exitoso ascenso de las empresas estatales de China, Rusia, Brasil, los Países Árabes del Golfo, Irán, Venezuela, etcétera– fustiga el capitalismo de Estado, que califica deautoritario y de desafío (sic) para la economía global que encabeza EU.
Wooldridge considera que el mundo emergente ha aprendido cómo usar el mercado para promover sus objetivos políticos y concluye que la mano invisible del mercado cedió su lugar a la mano visible del capitalismo de Estado.
Se asienta que la corriente histórica global está del lado de la estatización –primordialmente del binomio energéticos/electricidad– bajo el modelo del capitalismo de Estado, como aduje en mi ponencia ante el Senado (www.tu.tv/videos/ponencia-dr-alfredo-jalife-completa-), cuatro años antes de la confesión neoliberal de The Economist.
En forma coincidente, en México colisionan dos proyectos diametralmente opuestos que definirán el destino del país en la próxima elección: la privatización de Pemex propuesta por el candidato del PRI, Peña Nieto –apuntalado por el equipo neoliberal/monetarista/itamita de Aspe y Videgaray– frente a la consolidación de la (para)estatal de parte de AMLO, cuya postura se asemeja más a las políticas estatales de los BRICS, curiosamente, la economía mixta del PRI nacionalista hoy en derrilección.
La postura de AMLO NO tiene por qué colisionar con la seguridad del abasto energético a EU: situación insalvable por consideraciones de buena vecindad geopolítica y geoeconómica (situación singular de la que carecen otras potencias energéticas).
Porque de otra manera EU va a acabar vendiéndonos nuestro propio petróleo, como ha sucedido en forma demencial con España, que nos vende muy caro nuestro propio gas. ¿Eso es lo que desean? La próxima vez abordaré las variedades del capitalismo de Estado, según el evangelio apócrifo deThe Economist.
http://alfredojalife.com
1.1.12) sobre la mano visible delcapitalismo de Estado, de Adrian Wooldridge, quien aduce que la crisis del capitalismo neoliberal occidental ha coincidido con el ascenso de una poderosa nueva forma de capitalismo de Estado en los mercados emergentes.
Se enfoca al futuro resplandeciente de China, Rusia y Brasil –tres miembros prominentes de los BRICS– y deja extrañamente de lado a India, corroída por la corrupción (como si el circuito anglosajón fuese menos corrupto), a Sudáfrica y al añejo capitalismo de Estado de Europa. ¿Dan los anglosajones por muerta a Europa?
Cita al Instituto Fraser (Canadá) –uno de los proponentes del amero, la divisa común del ASPAN foxiano–, que ha degradado su índice de libertad (de apertura neoliberal).
Juzga que la crisis del capitalismo neoliberal se ha profundizado por el ascenso de una alternativa poderosa: el capitalismo de Estado, que intenta combinar los poderes del Estado con el capitalismo, además de usar instrumentos capitalistas como la bursatilización de las empresas estatales y la adopción de la globalización. Esto ya ocurrió en Alemania en 1870 y en Japón en 1950, pero nunca había operado en tal escala y con herramientas tan sofisticadas como hoy.
Las cifras son imponentes: El capitalismo de Estado detenta las más exitosas economías del mundo, cuando en los pasados 30 años el PIB de China ha crecido a un promedio de 9.5 por ciento al año y su comercio internacional ha incrementado su volumen 18 por ciento. En los pasados 10 años, el PIB de China se ha más que triplicado a 11 millones de millones de dólares. Hoy el Estado es el mayor accionista de las principales 150 empresas de China.
Subraya que el capitalismo de Estado ostenta las más poderosas empresas del mundo. Las 13 principales empresas petroleras (sic), que concentran más de 3/4 partes de las reservas mundiales de petróleo, todas son estatales (¡súper sic!), como Gazprom, la mayor empresa rusa de gas natural del mundo. Por cierto, estos datos los expuse hace cuatro años en mi libro La desnacionalización de Pemex(Ed. Orfila, 2009), con el tonificante prólogo de AMLO.
Wooldridge constata que las firmas estatales exitosas pueden ser encontradas en casi cualquier industria, como China Mobile, con 600 millones de clientes; Saudi Basic Industries Corp., el banco ruso Sberbank, Dubai Ports, etcétera.
El índice bursátil nacional de MSCI exhibe la participación de capitalizaciónde las empresas controladas por el Estado: China (80 por ciento), Rusia (62 por ciento) y Brasil (38 por ciento).
El capitalismo de Estado va viento en popa, pletórico de liquidez y envalentonado (sic) por la crisis de Occidente: el Estado avanza mientras el sector privado retrocede; esto sucede tanto en China como a escala global.
Resulta y resalta que, según datos delíndice de mercados emergentes del MSCI por sector industrial (junio 2011), la participación de las empresas estatales en energía es de 67 por ciento (¡súper sic!) y 55 por ciento del sector eléctrico, frente a otras industrias donde el Estado es todavía minoría: servicios de telecomunicación (36 por ciento), finanzas (35 por ciento), salud (6 por ciento), tecnología de la información (2 por ciento), etcétera.
Una de las características exitosas del capitalismo de Estado consiste en que las empresas son manejadas por gerentes profesionales en lugar de burócratas o compinches.
Hoy el crecimiento del mundo emergente en su mercado dinámico es de 5.5 por ciento al año frente a 1.6 por ciento de Occidente, y se calcula que constituya la mitad del PIB mundial en los próximos nueve años. El capitalismo de Estado se consolida como la tendencia futura. ¿Futura? Mi libro Hacia la desglobalización (Ed. Jorale, 2007) ya lo había detectado hace seis años…
Pese a todo, el reporte especialmantiene un ojo escéptico sobre el capitalismo de Estado y levanta dudastanto sobre su habilidad para capitalizar sus éxitos cuando tenga que innovar en lugar de alcanzar como sobre su capacidad de autocorregirse cuando las cosas salgan mal. Aduce que una cosa es manejar las contradicciones del sistema cuando la economía crece rápidamente y otra es cuando se encuentra con obstáculos. ¿Talescepticismo no es válido, acaso, para cualquier sistema humano nada perfecto?
Proclama el retorno de la historia y ejecuta la autopsia de los teóricos fracasados de la globalización –es decir, los Fukuyamas de la economía, finanzas, historia y sociología, quienes pulularon grotescamente durante cuatro décadas (desde la imposición del thatcherismo/reaganomics) gracias a la falta de rigor crítico de los multimedia, propiedad de las trasnacionales anglosajonas–, como Kenichi Ohmae, quien descabelladamente había sentenciado el fin del Estado-nación (a ver si se da una vueltecita por Europa del este).
No fue el fukuyamesco fin de la historia, sino el fin de la histeria del vulgar propagandista nipón del Departamento de Estado, estigmatizado con el ridículo global.
Cita el controvertido libro El fin del libre mercado: ¿quién gana la guerra entre estados y trasnacionales?, de Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group.
Bremmer, teórico de la hilarantecurva J y contaminado por su asociación mercantil con el vilipendiado Citigroup, aborda el fenómeno del capitalismo de Estado desde su perspectiva neoliberal daltónica y –en lugar de elogiar el exitoso ascenso de las empresas estatales de China, Rusia, Brasil, los Países Árabes del Golfo, Irán, Venezuela, etcétera– fustiga el capitalismo de Estado, que califica deautoritario y de desafío (sic) para la economía global que encabeza EU.
Wooldridge considera que el mundo emergente ha aprendido cómo usar el mercado para promover sus objetivos políticos y concluye que la mano invisible del mercado cedió su lugar a la mano visible del capitalismo de Estado.
Se asienta que la corriente histórica global está del lado de la estatización –primordialmente del binomio energéticos/electricidad– bajo el modelo del capitalismo de Estado, como aduje en mi ponencia ante el Senado (www.tu.tv/videos/ponencia-dr-alfredo-jalife-completa-), cuatro años antes de la confesión neoliberal de The Economist.
En forma coincidente, en México colisionan dos proyectos diametralmente opuestos que definirán el destino del país en la próxima elección: la privatización de Pemex propuesta por el candidato del PRI, Peña Nieto –apuntalado por el equipo neoliberal/monetarista/itamita de Aspe y Videgaray– frente a la consolidación de la (para)estatal de parte de AMLO, cuya postura se asemeja más a las políticas estatales de los BRICS, curiosamente, la economía mixta del PRI nacionalista hoy en derrilección.
La postura de AMLO NO tiene por qué colisionar con la seguridad del abasto energético a EU: situación insalvable por consideraciones de buena vecindad geopolítica y geoeconómica (situación singular de la que carecen otras potencias energéticas).
Porque de otra manera EU va a acabar vendiéndonos nuestro propio petróleo, como ha sucedido en forma demencial con España, que nos vende muy caro nuestro propio gas. ¿Eso es lo que desean? La próxima vez abordaré las variedades del capitalismo de Estado, según el evangelio apócrifo deThe Economist.
http://alfredojalife.com
miércoles, 25 de enero de 2012
Bolivia: Los retos para 2012
Los retos para el 2012
Evo repasó su gestión
Sebastián Ochoa
Página12
“La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad”, dijo el vice de Bolivia, Alvaro García Linera.
El gobierno del presidente Evo Morales y militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) celebraron en esta ciudad el segundo año de la fundación del Estado Plurinacional, que sustituyó a la República creada en 1825. El líder aymara realizó un informe de gestión ante los aplausos de la Asamblea Legislativa Plurinacional, manejada en sus dos tercios por el MAS. El 2011 se caracterizó por su enfrentamiento con las organizaciones que representan a los 36 pueblos indígenas del país, a raíz de la decisión de Morales de construir una ruta a través de un territorio indígena sin consultar previamente a sus dueños ancestrales.
El domingo, Morales acusó a los indígenas de la Octava Marcha de intentar derrocarlo e, incluso, asesinarlo, cuando llegaron a esta ciudad el 19 de octubre de 2011. “Cuando estaban ahí (en la plaza Murillo), el dirigente principal pedía que el presidente Evo diera un paso al costado, que renunciara. Otro compañero pedía convocar a los paceños y otros estaban gritando ‘Villarroel, Villarroel’”, dijo en referencia a Gualberto Villarroel, el presidente que en 1946 fue sacado de la Casa de Gobierno y ahorcado en un farol (que todavía sigue ahí) por sus opositores.
“Presidente: no mienta. Nuestra marcha fue pacífica y en defensa de nuestra casa”, dijo el mojeño Fernando Vargas Mosúa, presidente de la Subcentral de Comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). Es un Territorio Comunitario de Origen (TCO) de un millón de hectáreas cuyo título de propiedad entregó Morales en 2009 a los pueblos que lo habitan: mojeño, chimán y yuracaré. “Nadie pensó en tumbarlo. El presidente vive una crisis mental. Todo el tiempo piensa que lo quieren tumbar. La marcha sólo buscó el respeto a nuestro territorio. Nosotros no nos opusimos al desarrollo ni a la carretera: lo único que queremos es que no pase por medio del Tipnis”, agregó Vargas.
En octubre pasado, cuando la marcha indígena llegó a La Paz, Morales anuló la construcción de la carretera y mandó a hacer una ley (la 180) para proteger al Tipnis. “Esto es gobernar obedeciendo al pueblo”, dijo el presidente en esa ocasión. Días después, cuando los marchistas regresaron satisfechos a sus comunidades, Morales aseguró que había promulgado la ley 180 “obligado” por quienes vinieron caminando desde la Amazonia.
Esa marcha había sido reprimida por la policía el 25 de septiembre en Yucumo, Beni, sin que aún se supiera quién dio la orden. El mandatario niega que hubiera mandado a deshacer la movilización a palazos, pero las investigaciones están paradas como para señalar a algún culpable. Este acontecimiento marcó una caída en la popularidad del aymara del 70 por ciento al 35 por ciento, según las últimas encuestas.
“Los medios de comunicación decían que la marcha del Tipnis bajó la imagen del presidente. No estoy aquí para cuidar mi imagen, sino para servir al pueblo boliviano. Digan lo que digan sobre la imagen del presidente, no me interesa”, dijo Morales en la Asamblea.
El vicepresidente, Alvaro García Linera, fue un poco más conciliador. “Todos tienen un espacio en el proceso de cambio. La conducción es popular e indígena, pero la participación es absolutamente de todos, sin excepción. Luego de los últimos sucesos tenemos que rearticular la alianza, especialmente con los liderazgos y las organizaciones de los pueblos indígenas de las tierras bajas. Siempre hay pelea entre hermanos, el mayor con el menor”, comparó.
“Falta modificar el alma de los bolivianos –agregó–. La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad. No es fácil romper capas tectónicas de 400 años de dominación; hay que hacerlo en la transformación de hábitos, la ampliación de la democracia real y el ejercicio de la autodeterminación.” “El proceso de cambio es Evo Morales y Evo Morales es el proceso de cambio, que se condensa, se concentra en la vida, el pensamiento, el liderazgo del presidente Evo Morales”, dijo Linera.
Para los indígenas que ya no están con Morales, es imposible una alianza mientras no se esclarezca la represión del 25 de septiembre.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-186029-2012-01-23.html
Página/12 :: El mundo :: Evo repasó su gestión
www.pagina12.com.ar
La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad, dijo ayer el vice de Bolivia, Alvaro García Linera. Los retos para el 2012.
Evo repasó su gestión
Sebastián Ochoa
Página12
“La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad”, dijo el vice de Bolivia, Alvaro García Linera.
El gobierno del presidente Evo Morales y militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) celebraron en esta ciudad el segundo año de la fundación del Estado Plurinacional, que sustituyó a la República creada en 1825. El líder aymara realizó un informe de gestión ante los aplausos de la Asamblea Legislativa Plurinacional, manejada en sus dos tercios por el MAS. El 2011 se caracterizó por su enfrentamiento con las organizaciones que representan a los 36 pueblos indígenas del país, a raíz de la decisión de Morales de construir una ruta a través de un territorio indígena sin consultar previamente a sus dueños ancestrales.
El domingo, Morales acusó a los indígenas de la Octava Marcha de intentar derrocarlo e, incluso, asesinarlo, cuando llegaron a esta ciudad el 19 de octubre de 2011. “Cuando estaban ahí (en la plaza Murillo), el dirigente principal pedía que el presidente Evo diera un paso al costado, que renunciara. Otro compañero pedía convocar a los paceños y otros estaban gritando ‘Villarroel, Villarroel’”, dijo en referencia a Gualberto Villarroel, el presidente que en 1946 fue sacado de la Casa de Gobierno y ahorcado en un farol (que todavía sigue ahí) por sus opositores.
“Presidente: no mienta. Nuestra marcha fue pacífica y en defensa de nuestra casa”, dijo el mojeño Fernando Vargas Mosúa, presidente de la Subcentral de Comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). Es un Territorio Comunitario de Origen (TCO) de un millón de hectáreas cuyo título de propiedad entregó Morales en 2009 a los pueblos que lo habitan: mojeño, chimán y yuracaré. “Nadie pensó en tumbarlo. El presidente vive una crisis mental. Todo el tiempo piensa que lo quieren tumbar. La marcha sólo buscó el respeto a nuestro territorio. Nosotros no nos opusimos al desarrollo ni a la carretera: lo único que queremos es que no pase por medio del Tipnis”, agregó Vargas.
En octubre pasado, cuando la marcha indígena llegó a La Paz, Morales anuló la construcción de la carretera y mandó a hacer una ley (la 180) para proteger al Tipnis. “Esto es gobernar obedeciendo al pueblo”, dijo el presidente en esa ocasión. Días después, cuando los marchistas regresaron satisfechos a sus comunidades, Morales aseguró que había promulgado la ley 180 “obligado” por quienes vinieron caminando desde la Amazonia.
Esa marcha había sido reprimida por la policía el 25 de septiembre en Yucumo, Beni, sin que aún se supiera quién dio la orden. El mandatario niega que hubiera mandado a deshacer la movilización a palazos, pero las investigaciones están paradas como para señalar a algún culpable. Este acontecimiento marcó una caída en la popularidad del aymara del 70 por ciento al 35 por ciento, según las últimas encuestas.
“Los medios de comunicación decían que la marcha del Tipnis bajó la imagen del presidente. No estoy aquí para cuidar mi imagen, sino para servir al pueblo boliviano. Digan lo que digan sobre la imagen del presidente, no me interesa”, dijo Morales en la Asamblea.
El vicepresidente, Alvaro García Linera, fue un poco más conciliador. “Todos tienen un espacio en el proceso de cambio. La conducción es popular e indígena, pero la participación es absolutamente de todos, sin excepción. Luego de los últimos sucesos tenemos que rearticular la alianza, especialmente con los liderazgos y las organizaciones de los pueblos indígenas de las tierras bajas. Siempre hay pelea entre hermanos, el mayor con el menor”, comparó.
“Falta modificar el alma de los bolivianos –agregó–. La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad. No es fácil romper capas tectónicas de 400 años de dominación; hay que hacerlo en la transformación de hábitos, la ampliación de la democracia real y el ejercicio de la autodeterminación.” “El proceso de cambio es Evo Morales y Evo Morales es el proceso de cambio, que se condensa, se concentra en la vida, el pensamiento, el liderazgo del presidente Evo Morales”, dijo Linera.
Para los indígenas que ya no están con Morales, es imposible una alianza mientras no se esclarezca la represión del 25 de septiembre.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-186029-2012-01-23.html
Página/12 :: El mundo :: Evo repasó su gestión
www.pagina12.com.ar
La descolonización no es tema de discurso ni leyes, sino de transformación de la sociedad, dijo ayer el vice de Bolivia, Alvaro García Linera. Los retos para el 2012.
El mito de las izquierdas en Mexico
El mito de las "izquierdas" en México
Adrián Sotelo
Rebelión
Desde hace algunos años se viene difundiendo la idea de la presunta existencia de una "izquierda" en México, junto a otras fuerzas que estarían aglutinadas en torno al "centro" y a la "derecha". Esta idea, o más bien mito, ha justificado que ciertas agrupaciones políticas se adjudiquen ser la "izquierda" en el país y en su nombre desplieguen políticas articuladas en los procesos políticos que ampara el Estado mexicano dentro del juego de otro mito denominado "democracia", sin definir con precisión el significado y contenido de esta palabra, a no ser que se reduzca al mero juego electorero. Por supuesto: muy lejos de la raíz griega [ δημοκρατία ] de la democracia, cuyo significado esencial es poder del pueblo .
Las "izquierdas", estereotipo y denominación ideológica que han consagrado los medios de comunicación y sus ideólogos institucionales, comprende los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia (que trocó su nombre por el de Movimiento Ciudadano), en cuyas formaciones participaron predominantemente ex-integrantes del partido institucional (PRI), que se mantuvo en el poder durante 71 años hasta que lo cedió al actual gobernante de derecha, el Acción Nacional en el año 2000.
La "izquierda" —que es más bien una especie vernácula de la socialdemocracia que opera en los países capitalistas avanzados— es el mote que utilizan indiferentemente todos los ideólogos de los medios privados de comunicación, los intelectuales orgánicos afines a esa ideología y los miembros de los propios partidos. Sin embargo, en ninguna parte se define qué se entiende por izquierda, salvo ser "oposición" de los otros partidos políticos que interactúan en el gobierno, en el parlamento y en la escena electoral.
Se olvidaron que el concepto "izquierda" implica una acción política con un proyecto histórico alternativo de superación del estado de cosas existente; es decir, del capitalismo y de sus relaciones sociales de explotación, de miseria y de dominación política; la construcción de una nueva sociedad sustentada en un nuevo modo de producción no capitalista. Y la reducen a la praxis política dentro del orden existente, y para el orden, enmarcado en la actual etapa neoliberal del capitalismo dependiente depredador sin plantear, en ningún momento, su transformación, ni mucho menos su superación. A lo sumo, llegan a enarbolar políticas neodesarrollistas y distribucionistas del ingreso; la creación de empleos —la mayoría de ellos precarios y sin derechos para los trabajadores—; la asistencia social para la población de la tercera edad mediante dádivas generalmente encaminadas a convertirla en una dócil clientela política que la partidocracia utiliza para reproducir sus intereses y prebendas. Pero se cuidan de mantener y reproducir el sistema de explotación y de dominación política vigente en el país.
Una vez en el gobierno las burocracias políticas de esos partidos se dedican a gestionar eficientemente el Estado capitalista mediante construcción de infraestructura, apoyos y subsidios a las empresas privadas nacionales y trasnacionales que operan en el país; todo ello tendiente a la manutención del orden existente. Cuando no conviene a sus intereses, de clase y partidarios, recurren a la represión de los movimientos populares como los estudiantiles, indígenas, magisteriales o, bien, contra los movimientos obreros que reclaman sus derechos y denuncian la explotación.
El mito de las "izquierdas" resulta por lo menos de tres fenómenos articulados. En primer lugar, de la desarticulación real y efectiva —y de la fragmentación—de los verdaderos grupos o agrupaciones de izquierda que operan en la sociedad y en los movimientos sociales, populares y sindicales como el movimiento zapatista o los movimientos magisteriales y estudiantiles independientes. En segundo lugar, de la ausencia de una verdadera discusión teórica e ideológica entre las fuerzas de izquierda sobre las características de la naturaleza del capitalismo dependiente de México y su etapa actual dentro de la división internacional del trabajo y de una profunda discusión sobre conceptos fundamentales como: qué es el Estado hoy, el gobierno, el régimen político, el imperialismo, las clases sociales, la crisis y el problema del poder, la cuestión de la revolución social y la transformación del sistema en un nuevo modo de producción y régimen político-social no capitalistas. Por último, de la hegemonía que los medios de comunicación (oficiales y privados) han impuesto, junto con las burocracias y los ideólogos de esas llamadas "izquierdas" —cuyos discursos son ampliamente promovidos y difundidos en las monopólicas cadenas televisivas—, sobre la sociedad y los movimientos populares, al introyectar la ideología dominante, de cuño básicamente neoliberal, como la única posible para pensar los graves problemas socioeconómicos y políticos del país. Esta ideología dominante comprende al neoliberalismo (que es hegemónico), al neo-estructuralismo y, por último, a las diversas corrientes del neopositivismo y el racismo que plantean que la "naturaleza humana" está cimentada en los intereses del mercado capitalista, en la competencia acérrima entre los seres humanos, el individualismo, la propiedad privada y en el "derecho" a explotar al ser humano en beneficio del capital y de las clases dominantes. Y sobre todo, que el sistema y el régimen que engendra son "inmutables" e "insuperables", pudiendo solamente "reformarse" por la acción de los "líderes y burócratas iluminados"; que cualquier intento por superarlo está condenado de antemano al fracaso y, por lo tanto, es plausible y "legítima la intervención del Estado a través de la represión para sofocar a las fuerzas, individuos y movimientos sociales que se planteen la toma del poder para mejorar las condiciones sociales y garantizar la construcción de una nueva sociedad.
Las "izquierdas", esa partidocracia subsidiada por el Estado y controlada a través de leyes y reglamentos, substituye la voluntad popular y la de sus propias membresías —otrora militantes—por las decisiones autoritarias y centralistas que uno o dos miembros de la dirigencia toman en acuerdos cupulares y deciden las acciones y las prácticas a seguir. Se confunde la militancia del partido con las prácticas gubernamentales de sus miembros que se convierten en verdaderos empleados asalariados, con ideologías corporativistas cimentadas en los intereses económicos y las acciones individuales para escalar los niveles sociales y del poder. Quedaron atrás las iniciativas de los colectivos de los partidos, las asambleas tumultuarias democráticas que definían quienes deberían ser los dirigentes y los programas de acción, los debates internos, la discusión teórica y política sobre los problemas del país y las posibles soluciones a desarrollar; la posibilidad o no de participar en los comicios locales, estatales o nacionales. Todo fue sustituido por la voluntad de uno o dos dirigentes que se autodesignan "líderes carismáticos", pero que son quienes verdaderamente toman las decisiones desde arriba, desde sus lujosas oficinas y al margen de las bases de sus propios partidos en temas como las políticas de alianzas, la asignación de candidaturas para diputados y senadores y, finalmente, trazan el rumbo del partido que tendrá que seguir durante los siguientes meses o años. Las burocracias de la partidocracia utilizan el poder que les otorga el Estado para asignar y distribuir prebendas y privilegios de todo tipo a sus miembros tales como puestos gubernamentales, designación discrecional de partidas presupuestales del erario correspondiente; reparto y promesas de beneficios personales que garantizan la adhesión acrítica e incondicional a los dictámenes y mandatos de sus jefes. El resultado final es que el partido en estas circunstancias se convierte en un verdadero mecanismo empresarial de enriquecimiento personal, de corrupción y de continuidad para seguir usufructuando esos beneficios mientras los partidos se mantienen en el gobierno y con su registro.
Frente a la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la violencia, la problemática de la emigración de enormes contingentes de mexicanos a Estados Unidos, la inflación y el pronunciamiento del deterioro de la vida social y cultural de la mayor parte de la población (sujeta a la informalidad y a la precariedad del mundo del trabajo de baja remuneración y sin prestaciones sociales), los partidos de la autodenominada "izquierda" —al igual que los de la derecha—no tienen empacho en derrochar sin piedad recursos financieros, materiales y humanos, en acciones de propaganda de sus personeros a través de mensajes televisivos y mediante cientos de miles de carteles y propaganda inútil que inundan y contaminan las calles y avenidas de las ciudades en un afán por promoverse y obtener, de esta forma, el voto de los ciudadanos para, una vez encumbrados en sus puestos, olvidarse de ellos hasta la próxima coyuntura electoral, cuando le pedirán nuevamente su voto. Brillan por su ausencia planteamientos esenciales, propuestas de proyectos y de alternativas frente a los graves problemas de la población y del país, y en su lugar, se promueven las "cualidades" individuales, narcisis tas —y hasta mesiánicas— de los alfeñiques-candidatos que participan en el proceso electoral carentes de planteamientos o, si los tienen, absolutamente superficiales y sin ningún contenido profundo que realmente, por lo menos, sugiera alternativas para intentar resolver los grandes y graves problemas y la crisis de la sociedad mexicana.
El corporativismo y mesianismo encarnados en los partidos de las autonombradas "izquierdas", no representan los intereses de la gran masa de la población del país, es decir, alrededor de 112 millones de personas, mayoritariamente, mujeres. Sólo sus propios intereses y los de sus clientelas partidarias, por lo que se abre un enorme campo de indefensión para millones de personas que tendrán que soportar los efectos de las políticas neoliberales y mercantilistas que el sistema capitalista habrá de imponer durante los próximos seis años de la nueva administración gubernamental (2012-2018), en un país que acusa uno de los índices de desigualdad social más altos —junto a bajísimos niveles salariales— en el planeta.
En suma, la discusión se tendrá que dar desde abajo, entre las distintas agrupaciones de la izquierda, con los trabajadores y demás sectores oprimidos de la sociedad mexicana con el fin, en primera instancia, de definir y construir un proyecto alternativo que verdaderamente represente —y de cauce (a)— los intereses y necesidades del pueblo y del país.
Adrián Sotelo
Rebelión
Desde hace algunos años se viene difundiendo la idea de la presunta existencia de una "izquierda" en México, junto a otras fuerzas que estarían aglutinadas en torno al "centro" y a la "derecha". Esta idea, o más bien mito, ha justificado que ciertas agrupaciones políticas se adjudiquen ser la "izquierda" en el país y en su nombre desplieguen políticas articuladas en los procesos políticos que ampara el Estado mexicano dentro del juego de otro mito denominado "democracia", sin definir con precisión el significado y contenido de esta palabra, a no ser que se reduzca al mero juego electorero. Por supuesto: muy lejos de la raíz griega [ δημοκρατία ] de la democracia, cuyo significado esencial es poder del pueblo .
Las "izquierdas", estereotipo y denominación ideológica que han consagrado los medios de comunicación y sus ideólogos institucionales, comprende los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia (que trocó su nombre por el de Movimiento Ciudadano), en cuyas formaciones participaron predominantemente ex-integrantes del partido institucional (PRI), que se mantuvo en el poder durante 71 años hasta que lo cedió al actual gobernante de derecha, el Acción Nacional en el año 2000.
La "izquierda" —que es más bien una especie vernácula de la socialdemocracia que opera en los países capitalistas avanzados— es el mote que utilizan indiferentemente todos los ideólogos de los medios privados de comunicación, los intelectuales orgánicos afines a esa ideología y los miembros de los propios partidos. Sin embargo, en ninguna parte se define qué se entiende por izquierda, salvo ser "oposición" de los otros partidos políticos que interactúan en el gobierno, en el parlamento y en la escena electoral.
Se olvidaron que el concepto "izquierda" implica una acción política con un proyecto histórico alternativo de superación del estado de cosas existente; es decir, del capitalismo y de sus relaciones sociales de explotación, de miseria y de dominación política; la construcción de una nueva sociedad sustentada en un nuevo modo de producción no capitalista. Y la reducen a la praxis política dentro del orden existente, y para el orden, enmarcado en la actual etapa neoliberal del capitalismo dependiente depredador sin plantear, en ningún momento, su transformación, ni mucho menos su superación. A lo sumo, llegan a enarbolar políticas neodesarrollistas y distribucionistas del ingreso; la creación de empleos —la mayoría de ellos precarios y sin derechos para los trabajadores—; la asistencia social para la población de la tercera edad mediante dádivas generalmente encaminadas a convertirla en una dócil clientela política que la partidocracia utiliza para reproducir sus intereses y prebendas. Pero se cuidan de mantener y reproducir el sistema de explotación y de dominación política vigente en el país.
Una vez en el gobierno las burocracias políticas de esos partidos se dedican a gestionar eficientemente el Estado capitalista mediante construcción de infraestructura, apoyos y subsidios a las empresas privadas nacionales y trasnacionales que operan en el país; todo ello tendiente a la manutención del orden existente. Cuando no conviene a sus intereses, de clase y partidarios, recurren a la represión de los movimientos populares como los estudiantiles, indígenas, magisteriales o, bien, contra los movimientos obreros que reclaman sus derechos y denuncian la explotación.
El mito de las "izquierdas" resulta por lo menos de tres fenómenos articulados. En primer lugar, de la desarticulación real y efectiva —y de la fragmentación—de los verdaderos grupos o agrupaciones de izquierda que operan en la sociedad y en los movimientos sociales, populares y sindicales como el movimiento zapatista o los movimientos magisteriales y estudiantiles independientes. En segundo lugar, de la ausencia de una verdadera discusión teórica e ideológica entre las fuerzas de izquierda sobre las características de la naturaleza del capitalismo dependiente de México y su etapa actual dentro de la división internacional del trabajo y de una profunda discusión sobre conceptos fundamentales como: qué es el Estado hoy, el gobierno, el régimen político, el imperialismo, las clases sociales, la crisis y el problema del poder, la cuestión de la revolución social y la transformación del sistema en un nuevo modo de producción y régimen político-social no capitalistas. Por último, de la hegemonía que los medios de comunicación (oficiales y privados) han impuesto, junto con las burocracias y los ideólogos de esas llamadas "izquierdas" —cuyos discursos son ampliamente promovidos y difundidos en las monopólicas cadenas televisivas—, sobre la sociedad y los movimientos populares, al introyectar la ideología dominante, de cuño básicamente neoliberal, como la única posible para pensar los graves problemas socioeconómicos y políticos del país. Esta ideología dominante comprende al neoliberalismo (que es hegemónico), al neo-estructuralismo y, por último, a las diversas corrientes del neopositivismo y el racismo que plantean que la "naturaleza humana" está cimentada en los intereses del mercado capitalista, en la competencia acérrima entre los seres humanos, el individualismo, la propiedad privada y en el "derecho" a explotar al ser humano en beneficio del capital y de las clases dominantes. Y sobre todo, que el sistema y el régimen que engendra son "inmutables" e "insuperables", pudiendo solamente "reformarse" por la acción de los "líderes y burócratas iluminados"; que cualquier intento por superarlo está condenado de antemano al fracaso y, por lo tanto, es plausible y "legítima la intervención del Estado a través de la represión para sofocar a las fuerzas, individuos y movimientos sociales que se planteen la toma del poder para mejorar las condiciones sociales y garantizar la construcción de una nueva sociedad.
Las "izquierdas", esa partidocracia subsidiada por el Estado y controlada a través de leyes y reglamentos, substituye la voluntad popular y la de sus propias membresías —otrora militantes—por las decisiones autoritarias y centralistas que uno o dos miembros de la dirigencia toman en acuerdos cupulares y deciden las acciones y las prácticas a seguir. Se confunde la militancia del partido con las prácticas gubernamentales de sus miembros que se convierten en verdaderos empleados asalariados, con ideologías corporativistas cimentadas en los intereses económicos y las acciones individuales para escalar los niveles sociales y del poder. Quedaron atrás las iniciativas de los colectivos de los partidos, las asambleas tumultuarias democráticas que definían quienes deberían ser los dirigentes y los programas de acción, los debates internos, la discusión teórica y política sobre los problemas del país y las posibles soluciones a desarrollar; la posibilidad o no de participar en los comicios locales, estatales o nacionales. Todo fue sustituido por la voluntad de uno o dos dirigentes que se autodesignan "líderes carismáticos", pero que son quienes verdaderamente toman las decisiones desde arriba, desde sus lujosas oficinas y al margen de las bases de sus propios partidos en temas como las políticas de alianzas, la asignación de candidaturas para diputados y senadores y, finalmente, trazan el rumbo del partido que tendrá que seguir durante los siguientes meses o años. Las burocracias de la partidocracia utilizan el poder que les otorga el Estado para asignar y distribuir prebendas y privilegios de todo tipo a sus miembros tales como puestos gubernamentales, designación discrecional de partidas presupuestales del erario correspondiente; reparto y promesas de beneficios personales que garantizan la adhesión acrítica e incondicional a los dictámenes y mandatos de sus jefes. El resultado final es que el partido en estas circunstancias se convierte en un verdadero mecanismo empresarial de enriquecimiento personal, de corrupción y de continuidad para seguir usufructuando esos beneficios mientras los partidos se mantienen en el gobierno y con su registro.
Frente a la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la violencia, la problemática de la emigración de enormes contingentes de mexicanos a Estados Unidos, la inflación y el pronunciamiento del deterioro de la vida social y cultural de la mayor parte de la población (sujeta a la informalidad y a la precariedad del mundo del trabajo de baja remuneración y sin prestaciones sociales), los partidos de la autodenominada "izquierda" —al igual que los de la derecha—no tienen empacho en derrochar sin piedad recursos financieros, materiales y humanos, en acciones de propaganda de sus personeros a través de mensajes televisivos y mediante cientos de miles de carteles y propaganda inútil que inundan y contaminan las calles y avenidas de las ciudades en un afán por promoverse y obtener, de esta forma, el voto de los ciudadanos para, una vez encumbrados en sus puestos, olvidarse de ellos hasta la próxima coyuntura electoral, cuando le pedirán nuevamente su voto. Brillan por su ausencia planteamientos esenciales, propuestas de proyectos y de alternativas frente a los graves problemas de la población y del país, y en su lugar, se promueven las "cualidades" individuales, narcisis tas —y hasta mesiánicas— de los alfeñiques-candidatos que participan en el proceso electoral carentes de planteamientos o, si los tienen, absolutamente superficiales y sin ningún contenido profundo que realmente, por lo menos, sugiera alternativas para intentar resolver los grandes y graves problemas y la crisis de la sociedad mexicana.
El corporativismo y mesianismo encarnados en los partidos de las autonombradas "izquierdas", no representan los intereses de la gran masa de la población del país, es decir, alrededor de 112 millones de personas, mayoritariamente, mujeres. Sólo sus propios intereses y los de sus clientelas partidarias, por lo que se abre un enorme campo de indefensión para millones de personas que tendrán que soportar los efectos de las políticas neoliberales y mercantilistas que el sistema capitalista habrá de imponer durante los próximos seis años de la nueva administración gubernamental (2012-2018), en un país que acusa uno de los índices de desigualdad social más altos —junto a bajísimos niveles salariales— en el planeta.
En suma, la discusión se tendrá que dar desde abajo, entre las distintas agrupaciones de la izquierda, con los trabajadores y demás sectores oprimidos de la sociedad mexicana con el fin, en primera instancia, de definir y construir un proyecto alternativo que verdaderamente represente —y de cauce (a)— los intereses y necesidades del pueblo y del país.
martes, 24 de enero de 2012
El gobierno no es un hogar
El gobierno no es un hogar
ALEJANDRO NADAL
U
na parte importante del debate sobre política macroeconómica en Europa y Estados Unidos gira alrededor de una idea básica: la economía de los gobiernos es igual a la de una familia. El corolario central es que así como los hogares no pueden vivir por encima de sus recursos, los gobiernos deben ajustarse y asumir el mismo principio.
Para cerrar el círculo se dice que en tiempos como los que corren, los gobiernos deben recortar el gasto, de la misma manera que lo hacen todos los hogares responsables. Y este planteamiento está siendo utilizado para justificar decisiones de política macroeconómica que tendrán efectos nefastos sobre la vida de toda una generación y profundizarán la crisis.
¿De dónde viene esta idea? En su versión más simple esta noción puede ser vista como un simple esfuerzo de propaganda para justificar la austeridad fiscal y proceder a destruir lo que queda del estado de bienestar. La narrativa simplona de que la deuda proviene del exceso de gasto no se sostiene por ningún lado. Hay que decirlo una vez más: si el déficit se dispara es porque la recesión deprimió la recaudación. Y si el gasto creció eso se debió a los paquetes de estímulo fiscal y a los rescates que han tenido que llevarse a cabo para hacer frente a la crisis desde finales de 2007. Los datos para Estados Unidos confirman esta afirmación. En Europa, donde (erróneamente) es mucho más popular la idea de que la crisis se debe a un excesivo gasto público, los hechos también desmienten esa historieta: hay que observar que en 2007 el déficit de la eurozona era de 0.6 por ciento del PIB, mientras en la actualidad rebasa el 7 por ciento. Además, el déficit en la mayoría de los países de la zona euro permanecía estable y hasta estaba disminuyendo, hasta que todo el edificio hizo agua con la llegada de la crisis. A pesar de esto, hoy parece que en esta fase de la crisis el debate de la austeridad fiscal lo han perdido los pueblos estadunidense y europeo. La derecha está lista para desmantelar lo que subsiste del estado de bienestar en toda Europa.
La retórica que equipara el gobierno a un hogar encuentra sus orígenes en la teoría macroeconómica. ¿Cómo se llega a una teoría sobre relaciones macroeconómicas que permite respaldar esta idea de que un gobierno es como una familia?
Quizás el elemento más importante es la introducción del supuesto del agente representativo en modelos de teoría macroeconómica en los años ochenta. Aunque esta idea estaba presente desde la introducción de la firma representativa obra de Alfred Marshall (en los inicios del siglo pasado), su utilización en modelos macroeconómicos es de la década de los ochenta.
En 1986 Thomas Sargent introduce la figura del agente representativo para poder modelar las relaciones estructurales de una economía y, por otro lado, para poder construir y utilizar modelos de equilibrio general para toda una economía. Aquí se fortalece la idea de que es necesario buscar las bases de una teoría sobre agregados macroeconómicos en el comportamiento micro de los agentes individuales.
Aunque puede parecer lógico pretender encontrar los fundamentos micro de un discurso racional sobre macroeconomía, la idea es absurda por varias razones. Primero, porque esos microfundamentos se fueron a buscar en la racionalidad de los agentes individuales de la teoría de equilibrio general y era sabido que la agregación no permite conservar las propiedades del comportamiento racional, como ha especificado la teoría neoclásica. Una economía en su conjunto no se comporta como uno de los individuos que la integran.
Pero la comunidad académica de economistas neoclásicos insistió. El modelo macroeconómico que emergió de todo esto es un soberano desastre. En él se presenta un agente representativo que optimiza sus objetivos con expectativas racionales sobre un horizonte temporal infinito y en un entorno en el que los mercados convergen rápidamente al equilibrio. Claro, un resultado negativo es que este modelo impide pensar en crisis o en algún tipo de dificultad en el ajuste de las variables macroeconómicas. El corolario es que este modelo no puede servir para sacar a las economías capitalistas del atolladero de la crisis actual.
En estos modelos con agente representativo el problema económico que preocupaba a Keynes, la capacidad de las economías capitalistas para mantener niveles de desempleo inaceptables durante largos periodos de tiempo, no tiene cabida.
Ésta es la base de la noción absurda de que el gobierno debe comportarse como un hogar. No sólo la paradoja del ahorro demuestra que esta visión de las cosas no sirve para analizar las relaciones macroeconómicas. Después de todo, los hogares no pueden imponer gravámenes fiscales, tampoco pueden recurrir a un banco central para inyectar circulante en la economía y, por último, tampoco tienen la longevidad de un gobierno. Podríamos añadir que tampoco poseen un ejército, pero esa diferencia no es relevante en esta discusión.
www.nadal.com.mx
ALEJANDRO NADAL
U
na parte importante del debate sobre política macroeconómica en Europa y Estados Unidos gira alrededor de una idea básica: la economía de los gobiernos es igual a la de una familia. El corolario central es que así como los hogares no pueden vivir por encima de sus recursos, los gobiernos deben ajustarse y asumir el mismo principio.
Para cerrar el círculo se dice que en tiempos como los que corren, los gobiernos deben recortar el gasto, de la misma manera que lo hacen todos los hogares responsables. Y este planteamiento está siendo utilizado para justificar decisiones de política macroeconómica que tendrán efectos nefastos sobre la vida de toda una generación y profundizarán la crisis.
¿De dónde viene esta idea? En su versión más simple esta noción puede ser vista como un simple esfuerzo de propaganda para justificar la austeridad fiscal y proceder a destruir lo que queda del estado de bienestar. La narrativa simplona de que la deuda proviene del exceso de gasto no se sostiene por ningún lado. Hay que decirlo una vez más: si el déficit se dispara es porque la recesión deprimió la recaudación. Y si el gasto creció eso se debió a los paquetes de estímulo fiscal y a los rescates que han tenido que llevarse a cabo para hacer frente a la crisis desde finales de 2007. Los datos para Estados Unidos confirman esta afirmación. En Europa, donde (erróneamente) es mucho más popular la idea de que la crisis se debe a un excesivo gasto público, los hechos también desmienten esa historieta: hay que observar que en 2007 el déficit de la eurozona era de 0.6 por ciento del PIB, mientras en la actualidad rebasa el 7 por ciento. Además, el déficit en la mayoría de los países de la zona euro permanecía estable y hasta estaba disminuyendo, hasta que todo el edificio hizo agua con la llegada de la crisis. A pesar de esto, hoy parece que en esta fase de la crisis el debate de la austeridad fiscal lo han perdido los pueblos estadunidense y europeo. La derecha está lista para desmantelar lo que subsiste del estado de bienestar en toda Europa.
La retórica que equipara el gobierno a un hogar encuentra sus orígenes en la teoría macroeconómica. ¿Cómo se llega a una teoría sobre relaciones macroeconómicas que permite respaldar esta idea de que un gobierno es como una familia?
Quizás el elemento más importante es la introducción del supuesto del agente representativo en modelos de teoría macroeconómica en los años ochenta. Aunque esta idea estaba presente desde la introducción de la firma representativa obra de Alfred Marshall (en los inicios del siglo pasado), su utilización en modelos macroeconómicos es de la década de los ochenta.
En 1986 Thomas Sargent introduce la figura del agente representativo para poder modelar las relaciones estructurales de una economía y, por otro lado, para poder construir y utilizar modelos de equilibrio general para toda una economía. Aquí se fortalece la idea de que es necesario buscar las bases de una teoría sobre agregados macroeconómicos en el comportamiento micro de los agentes individuales.
Aunque puede parecer lógico pretender encontrar los fundamentos micro de un discurso racional sobre macroeconomía, la idea es absurda por varias razones. Primero, porque esos microfundamentos se fueron a buscar en la racionalidad de los agentes individuales de la teoría de equilibrio general y era sabido que la agregación no permite conservar las propiedades del comportamiento racional, como ha especificado la teoría neoclásica. Una economía en su conjunto no se comporta como uno de los individuos que la integran.
Pero la comunidad académica de economistas neoclásicos insistió. El modelo macroeconómico que emergió de todo esto es un soberano desastre. En él se presenta un agente representativo que optimiza sus objetivos con expectativas racionales sobre un horizonte temporal infinito y en un entorno en el que los mercados convergen rápidamente al equilibrio. Claro, un resultado negativo es que este modelo impide pensar en crisis o en algún tipo de dificultad en el ajuste de las variables macroeconómicas. El corolario es que este modelo no puede servir para sacar a las economías capitalistas del atolladero de la crisis actual.
En estos modelos con agente representativo el problema económico que preocupaba a Keynes, la capacidad de las economías capitalistas para mantener niveles de desempleo inaceptables durante largos periodos de tiempo, no tiene cabida.
Ésta es la base de la noción absurda de que el gobierno debe comportarse como un hogar. No sólo la paradoja del ahorro demuestra que esta visión de las cosas no sirve para analizar las relaciones macroeconómicas. Después de todo, los hogares no pueden imponer gravámenes fiscales, tampoco pueden recurrir a un banco central para inyectar circulante en la economía y, por último, tampoco tienen la longevidad de un gobierno. Podríamos añadir que tampoco poseen un ejército, pero esa diferencia no es relevante en esta discusión.
www.nadal.com.mx
La revuelta de la burguesia asalariada
La revuelta de la burguesía asalariada
Slavoj Žižek
Tlaxcala
Traducido para Rebelión por Silvia Arana
¿Cómo se convirtió Bill Gates en el hombre más rico de Estados Unidos? Su riqueza no tiene nada que ver con los costos de producción de lo que Microsoft vende: por ejemplo, no es un resultado de que su compañía elabore buenos productos a precios más bajos que la competencia, o que 'explote' a los trabajadores con mayor éxito (Microsoft paga a los trabajadores intelectuales un salario relativamente alto). Si ese hubiera sido el caso, Microsoft ya hubiera quebrado hace mucho tiempo: y la gente elegiría sistemas no comerciales como Linux que son tan buenos como los productos de Microsoft, e incluso mejores. Millones de personas siguen comprando el software de Microsoft porque este se impuso como si fuera un estándar universal, prácticamente monopolizando el campo, como una encarnación de lo que Marx llamó 'el intelecto general' para referirse al conocimiento colectivo en todas sus formas, desde la ciencia al saber-hacer práctico. Gates privatizó efectivamente parte del intelecto general y se enriqueció apropiándose de la renta resultante.
La posibilidad de que el intelecto general sea privatizado fue algo que Marx nunca previó en sus textos sobre el capitalismo (en gran parte porque pasó por alto su dimensión social). Sin embargo, este es el núcleo de las luchas actuales sobre la propiedad intelectual: como el rol del intelecto general -basado en el conocimiento colectivo y la cooperación social- ha aumentado en la era del capitalismo post-industrial, entonces la riqueza puede ser acumulada fuera de toda proporción con el trabajo involucrado en su producción. El resultado no es, como Marx pareciera haber previsto, la auto-disolución del capitalismo, sino la transformación gradual de la ganancia generada por la explotación del trabajo en la renta apropiada mediante la privatización del conocimiento.
Lo mismo se aplica a los recursos naturales, la explotación de los cuales es una de las fuentes principales de renta en el mundo. Lo que viene después, es una lucha permanente por quién recibe la renta: los ciudadanos del Tercer Mundo o las corporaciones occidentales. Es irónico que al explicar la diferencia entre trabajo (el cual en su uso produce excedente y otros commodities (cuyo valor se consume al ser usados), Marx utiliza el petróleo como ejemplo de un commodity 'ordinario'. Ahora, cualquier intento de conectar el alza y la caída del precio del petróleo con el alza y la caída de los costos de producción o con el precio de la explotación del trabajo no tendría sentido: los costos de producción son insignificantes como proporción del precio que se paga por el petróleo, un precio que es realmente la renta que los dueños de los recursos pueden exigir gracias a una oferta limitada.
Una consecuencia del alza en la productividad generada por el impacto del crecimiento exponencial del conocimiento colectivo es un cambio en el rol del desempleo. Es el éxito mismo del capitalismo (mayor eficiencia, aumento de la productividad, etc.) lo que produce desempleo, haciendo que más y más trabajadores sean innecesarios: lo que debería ser una bendición -que se necesite menos trabajo duro- se vuelve una maldición. O, para decirlo de otra manera, la posibilidad de ser explotado en un trabajo de largo plazo se considera ahora como un privilegio. El mercado mundial, como lo dijo Fredric Jameson, es ahora 'un espacio en el que todos han sido alguna vez trabajadores productivos, y en el que el trabajo en todas partes ha comenzado a ser valuado fuera del sistema'. En el proceso en desarrollo de la globalización capitalista, la categoría de desempleado ha dejado de estar limitada al 'ejército de reserva de mano de obra' definido por Marx; también incluye lo que Jameson describe como 'aquella masiva población alrededor del mundo que ha sido, como si estuviera "fuera de la historia", deliberadamente excluida de los proyectos modernos del capitalismo del Primer Mundo y descartada como un caso terminal o sin esperanzas': los llamados estados fracasados (R.D. del Congo, Somalia), víctimas del hambre o de los desastres ecológicos, atrapados por seudo-arcaicos 'odios étnicos', recipientes de filantropía y ONGs o blancos de la 'lucha contra el terrorismo'. La categoría de los desempleados, por lo tanto, ha sido expandida para abarcar a un vasto rango de personas, desde los desempleados temporales, hasta los que han perdido toda posibilidad de ser empleados y los desempleados permanentes, hasta los habitantes de ghettos y villas miserias o favelas (todos estos con frecuencia dejados de lado por el mismo Marx como 'lumpen-proletarios'), y finalmente, las poblaciones enteras o estados excluidos del proceso capitalista global, como espacios en blanco en los mapas antiguos.
Algunos dicen que esta nueva forma de capitalismo provee nuevas posibilidades de emancipación. Esta es justamente la tesis enunciada en Multitude (Multitud) por Hardt y Negri, que trata de radicalizar a Marx, quien planteó que si se corta la cabeza del capitalismo, se obtiene el socialismo. Marx, según ellos, estuvo restringido por la noción del trabajo industrial mecánico organizado de manera centralizada, automatizada y jerárquica, lo que hizo que percibiera el 'intelecto general' como algo similar a una agencia central de planificación; es solamente hoy, con el auge del 'trabajo inmaterial' , que se vuelve 'objetivamente posible' un cambio revolucionario. Este trabajo inmaterial abarca dos polos: va desde el trabajo intelectual (producción de ideas, textos, programas, etc.) al trabajo afectivo (llevado a cabo por doctores, personas que cuidan niños, asistentes de vuelo). Hoy, el trabajo inmaterial es 'hegemónico' en el sentido en que lo proclamó Marx que, en el capitalismo del siglo XIX, la producción industrial masiva era hegemónica: se impuso no por la fuerza de los números sino por una razón clave, el emblemático rol estructural. Lo que surge es un nuevo y vasto dominio llamado el conocimiento compartido 'común" y nuevas formas de comunicación y cooperación. Los productos de la producción inmaterial no son objetos sino nuevas relaciones sociales o interpersonales; la producción inmaterial es bio-política, la producción de vida social.
Hardt y Negri describen en este libro el proceso que los ideólogos del capitalismo 'posmoderno' de hoy celebran como el pasaje de la producción material a la simbólica, de la lógica centralista-jerárquica a la lógica de la auto-organización y cooperación con múltiples centros. La diferencia es que Hardt y Negri son eficazmente fieles a Marx: tratan de probar que Marx tenía razón, que el avance del intelecto general es, en el largo plazo, incompatible con el capitalismo. Los ideólogos del capitalismo posmoderno sostienen una posición diametralmente opuesta: dicen que la teoría marxista (y la práctica) permanece dentro de los límites de la lógica jerárquica del control del estado centralizado y por lo tanto, no puede hacer frente a los efectos sociales de la revolución informática. Existen buenas razones empíricas para esta postura: lo que efectivamente arruinó a los regímenes comunistas fue su incapacidad para adaptarse a la nueva lógica social provista por la revolución informática: trataron de conducir la revolución dándole la forma de otro proyecto a gran escala planificado por el estado centralizado. La paradoja es que lo que Hardt y Negri halagan como la única chance de superar el capitalismo es también un factor positivo para los ideólogos de la revolución informática como el avance de un nuevo capitalismo 'sin fricciones'.
El análisis de Hardt y Negri tiene algunos puntos débiles en la explicación de por qué el capitalismo ha sido capaz de sobrevivir lo que debería haber sido (en términos marxistas clásicos) una nueva organización de la producción que lo volviera obsoleto. Ellos subestiman el grado en el cual el capitalismo actual ha logrado (al menos en el corto plazo) privatizar el intelecto general, al igual que el grado en el cual, además de la burguesía, los mismos trabajadores se están volviendo prescindibles (con una cantidad cada vez mayor no solo temporalmente desempleada sino estructuralmente sin empleo).
Si el viejo capitalismo idealmente involucraba un empresario que invertía su dinero (propio o prestado) en la producción que él se encargaba de organizar y administrar, y luego obtenía ganancias, hoy aparece un nuevo tipo ideal: ya no es el empresario que tiene su propia compañía, sino un experto manager (o un consejo gerencial presidido por un ejecutivo) que maneja una compañía que pertenece a un banco (también manejado por managers que no son los dueños del banco) o por inversores dispersos. En este nuevo tipo de capitalismo ideal, la vieja burguesía no tiene una función, por lo que se le ha asignado una nueva función como managers asalariados: la nueva burguesía recibe salario, e incluso si son dueños de una parte de la compañía, pueden ganar acciones como remuneración adicional ('bonos' por su 'éxito').
Esta nueva burguesía sigue apropiándose del excedente pero de una manera (mistificada) de lo que se ha llamado 'salario excedente': reciben mucho más que el 'salario mínimo' del proletariado (un punto de referencia a menudo mítico cuyo único ejemplo real en la economía global de hoy es el salario de los obreros de las maquiladoras o 'talleres del sudor' en China o Indonesia), y es esta distinción con los proletarios comunes lo que determina su estatus. La burguesía en el sentido clásico, por lo tanto, tiende a desaparecer: los capitalistas reaparecen como un subconjunto de trabajadores asalariados, como managers que están calificados para ganar más gracias a su capacitación (es por ello que las 'evaluaciones' seudo-científicas son de importancia crucial: dan legitimidad a las disparidades salariales). La categoría de trabajadores que ganan un salario excedente, lejos de estar limitada a los managers, abarca toda clase de expertos, administradores, funcionarios públicos, doctores, abogados, periodistas, intelectuales y artistas. El excedente que reciben tiene dos formas: más dinero (para managers, etc.) pero también menos trabajo y más tiempo libre (para algunos intelectuales pero también para administradores públicos, etc.).
El procedimiento de evaluación que califica a algunos trabajadores para recibir un salario excedente es un mecanismo arbitrario de poder e ideología, que no tiene ninguna conexión seria con su capacidad real; este salario excedente existe no por razones económicas sino políticas: para mantener una 'clase media' con fines de estabilidad social. La arbitrariedad de la jerarquía social no es un error, sino justamente el objetivo, con la arbitrariedad de la evaluación adquiriendo un papel análogo al de la arbitrariedad del éxito de mercado. La violencia amenaza con explotar no cuando hay demasiada contingencia en el espacio social, sino cuando uno trata de eliminar la contingencia. En La marque du sacré, Jean-Pierre Dupuy concibe la jerarquía como uno de los cuatro mecanismos ('dispositifs symboliques') cuya función es lograr que la relación de superioridad no sea humillante: la misma jerarquía (un orden impuesto externamente que me permite experimentar mi estatus social más bajo como independiente de mi valor inherente); desmitificación (el mecanismo ideológico que prueba que la sociedad no es una meritocracia sino el producto de luchas sociales objetivas, que me ayuda a no llegar a la conclusión penosa de que la superioridad de otro es el resultado de sus méritos y logros); contingencia (un mecanismo similar, por el cual entendemos que nuestra posición en la escala social depende de una lotería natural y social; los que tienen suerte son los que nacieron con los genes correctos en familias ricas); y la complejidad (las fuerzas incontrolables tienen consecuencias impredecibles; como el caso de la mano invisible del mercado que puede conducir a mi fracaso y al éxito del vecino, incluso si yo trabajo más y soy mucho más inteligente). Al contrario de las apariencias, estos mecanismos no cuestionan ni amenazan la jerarquía, sino que la hacen más aceptable, dado que 'lo que desencadena la agitación de la envidia es la idea de que el otro merece su buena suerte y no la idea opuesta -que es la única que puede ser expresada abiertamente'. Dupuy extrae de esta premisa la conclusión de que es un gran error pensar que una sociedad razonablemente justa, que además se percibe a sí misma como justa, estará en consecuencia libre de todo resentimiento: al contrario, es precisamente en este tipo de sociedad que aquellos que ocupan posiciones inferiores hallarán una salida para su orgullo herido en expresiones violentas de resentimiento.
Conectada a esta idea, está la coyuntura a la que se enfrenta China hoy: el propósito ideal de las reformas de Deng fue el de introducir el capitalismo sin una burguesía (dado que esta sería la nueva clase dominante); ahora, sin embargo, los líderes chinos están haciendo el penoso descubrimiento que el capitalismo sin una jerarquía estable (otorgada por la existencia de una burguesía) genera una permanente inestabilidad. Entonces, ¿qué camino tomará China? Los antiguos comunistas, mientras tanto, emergen como los managers más eficientes del capitalismo debido a su enemistad histórica hacia la burguesía como clase, y esto encaja perfectamente con la tendencia del capitalismo actual de convertirse en un capitalismo de managers sin una burguesía -en ambos casos, como lo expresó Stalin hace mucho tiempo, 'los cuadros deciden todo'. (Una diferencia interesante entre China y Rusia en la actualidad: en Rusia, los profesores universitarios reciben salarios ridículamente bajos -son, de hecho, parte del proletariado- mientras que en China están bien recompensados con un salario excedente como una manera de garantizar su docilidad.)
La noción de salario excedente también abre una nueva perspectiva para analizar las actuales protestas 'anticapitalistas'. En épocas de crisis, los candidatos obvios para 'ajustarse el cinturón' son los niveles más bajos de la burguesía asalariada: las protestas políticas son su único recurso, si quieren evitar unirse al proletariado. Aunque sus protestas están nominalmente dirigidas contra la lógica brutal del mercado, están en efecto protestado contra la erosión gradual de su posición económica (políticamente) privilegiada. Ayn Rand expresa una fantasía en La rebelión de Atlas de una huelga de capitalistas 'creativos', una fantasía realizada perversamente en las huelgas actuales, que en su mayoría son llevadas a cabo por la 'burguesía asalariada' empujada por el miedo a perder sus privilegios (el excedente sobre el salario mínimo). Estas no son protestas proletarias, sino protestas contra la amenaza de ser reducidos a proletarios. ¿Quién se atreve a hacer huelga hoy, cuando el hecho de tener un trabajo permanente se ha vuelto un privilegio? No ciertamente los trabajadores con los salarios más bajos (lo que queda de ellos) de la industria textil u otras, sino los trabajadores privilegiados cuyos trabajos están garantizados (maestros/profesores, empleados del transporte público, policías). Esto también se aplica a la ola de protestas estudiantiles: su principal motivación es el miedo de que la educación superior deje de garantizarles un salario excedente más adelante.
Al mismo tiempo, es claro que el enorme resurgimiento de protestas durante el año pasado, desde la Primavera Árabe hasta Europa Occidental, desde Ocupar Wall Street hasta China, desde España hasta Grecia, no deben ser dejadas de lado como simples revueltas de la burguesía asalariada. Cada caso tiene que ser visto desde sus propios méritos. Las protestas estudiantiles en Gran Bretaña fueron claramente diferentes de las revueltas de agosto, que fue un carnaval consumista de destrucción, una verdadera explosión de los excluidos. Uno puede argumentar que las revueltas de Egipto comenzaron en parte como una revuelta de la burguesía asalariada (jóvenes educados protestando contra la falta de perspectivas) pero este fue solo un aspecto de una gran protesta contra un régimen opresivo. Por el otro lado, la protesta apenas movilizó a los trabajadores pobres o a los campesinos, y la victoria electoral de los musulmanes es un indicio de la estrecha base social de la protesta secular original. Grecia es un caso especial: en las últimas décadas, se creó una nueva burguesía asalariada (especialmente en la administración estatal sobredimensionada) gracias a la ayuda financiera y los préstamos de la UE, y las protestas estaban motivadas en gran parte por la amenaza de perder esos privilegios.
Mientras tanto, la proletarización de la burguesía con los salarios más bajos está acompañada en el extremo opuesto por la irracionalmente enorme remuneración de los managers y banqueros en los puestos más altos. Esta remuneración es económicamente irracional dado que, como lo han demostrado investigaciones en EE.UU., tiende a ser proporcionalmente inversa al éxito de la compañía. Más que hacer una crítica moralista de estas tendencias, deberíamos interpretarlas como signos de que el sistema capitalista ya no es capaz de alcanzar un nivel de estabilidad auto-regulada -en otras palabras, que amenaza con perder el control.
[Texto agregado por Tlaxcala]
En años recientes, ha habido mucha gente reclamando por reformas y restricciones de los derechos intelectuales de la propiedad. A principio, fueron unos pocos pero ahora hay varios defensores que dicen: "Tenemos que considerar las patentes, tenemos que considerar los derechos de autor". ¿Cuál es el motor de esto, y piensa usted que las leyes de propiedad intelectual deben ser reformadas?
No, yo diría que esto se aplica a las economías del mundo, hoy hay más personas que creen en la propiedad intelectual que nunca. Hay menos comunistas en el mundo actual de lo que había antes. Hay algunos, una suerte de nuevos comunistas modernos, que quieren eliminar los incentivos para los músicos, cineastas y gente que trabaja con software bajo diferentes apariencias, Ellos creen que los incentivos no deberían existir.
Y este debate siempre va a estar presente. Yo sería el primero en decir que el sistema de patentes necesita actualizaciones -incluyendo el sistema de patentes en EE.UU. Hay algunos objetivos para circunscribir determinados elementos de reforma. Pero sobre la idea de que EE.UU. ha encabezado la creación de compañías y de trabajos, porque hemos tenido el mejor sistema de propiedad intelectual, sobre esa idea, yo no tengo ninguna duda; y cuando la gente dice que quiere tener la economía más competitiva, tiene que aceptar un sistema de incentivos. La propiedad intelectual es el sistema de incentivos para los productos del futuro.
Bill Gates, entrevistado por Michael Kanelos, enero de 2005 [agregado por Tlaxcala]
Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6645
TLAXCALA: The Revolt of the Salaried Bourgeoisie
www.tlaxcala-int.org
How did Bill Gates become the richest man in America? His wealth has nothing to do with the production costs of what Microsoft is selling: i.e. it is not the result of his producing good software at lower prices than his competitors, or of ‘exploiting’ ...
Slavoj Žižek
Tlaxcala
Traducido para Rebelión por Silvia Arana
¿Cómo se convirtió Bill Gates en el hombre más rico de Estados Unidos? Su riqueza no tiene nada que ver con los costos de producción de lo que Microsoft vende: por ejemplo, no es un resultado de que su compañía elabore buenos productos a precios más bajos que la competencia, o que 'explote' a los trabajadores con mayor éxito (Microsoft paga a los trabajadores intelectuales un salario relativamente alto). Si ese hubiera sido el caso, Microsoft ya hubiera quebrado hace mucho tiempo: y la gente elegiría sistemas no comerciales como Linux que son tan buenos como los productos de Microsoft, e incluso mejores. Millones de personas siguen comprando el software de Microsoft porque este se impuso como si fuera un estándar universal, prácticamente monopolizando el campo, como una encarnación de lo que Marx llamó 'el intelecto general' para referirse al conocimiento colectivo en todas sus formas, desde la ciencia al saber-hacer práctico. Gates privatizó efectivamente parte del intelecto general y se enriqueció apropiándose de la renta resultante.
La posibilidad de que el intelecto general sea privatizado fue algo que Marx nunca previó en sus textos sobre el capitalismo (en gran parte porque pasó por alto su dimensión social). Sin embargo, este es el núcleo de las luchas actuales sobre la propiedad intelectual: como el rol del intelecto general -basado en el conocimiento colectivo y la cooperación social- ha aumentado en la era del capitalismo post-industrial, entonces la riqueza puede ser acumulada fuera de toda proporción con el trabajo involucrado en su producción. El resultado no es, como Marx pareciera haber previsto, la auto-disolución del capitalismo, sino la transformación gradual de la ganancia generada por la explotación del trabajo en la renta apropiada mediante la privatización del conocimiento.
Lo mismo se aplica a los recursos naturales, la explotación de los cuales es una de las fuentes principales de renta en el mundo. Lo que viene después, es una lucha permanente por quién recibe la renta: los ciudadanos del Tercer Mundo o las corporaciones occidentales. Es irónico que al explicar la diferencia entre trabajo (el cual en su uso produce excedente y otros commodities (cuyo valor se consume al ser usados), Marx utiliza el petróleo como ejemplo de un commodity 'ordinario'. Ahora, cualquier intento de conectar el alza y la caída del precio del petróleo con el alza y la caída de los costos de producción o con el precio de la explotación del trabajo no tendría sentido: los costos de producción son insignificantes como proporción del precio que se paga por el petróleo, un precio que es realmente la renta que los dueños de los recursos pueden exigir gracias a una oferta limitada.
Una consecuencia del alza en la productividad generada por el impacto del crecimiento exponencial del conocimiento colectivo es un cambio en el rol del desempleo. Es el éxito mismo del capitalismo (mayor eficiencia, aumento de la productividad, etc.) lo que produce desempleo, haciendo que más y más trabajadores sean innecesarios: lo que debería ser una bendición -que se necesite menos trabajo duro- se vuelve una maldición. O, para decirlo de otra manera, la posibilidad de ser explotado en un trabajo de largo plazo se considera ahora como un privilegio. El mercado mundial, como lo dijo Fredric Jameson, es ahora 'un espacio en el que todos han sido alguna vez trabajadores productivos, y en el que el trabajo en todas partes ha comenzado a ser valuado fuera del sistema'. En el proceso en desarrollo de la globalización capitalista, la categoría de desempleado ha dejado de estar limitada al 'ejército de reserva de mano de obra' definido por Marx; también incluye lo que Jameson describe como 'aquella masiva población alrededor del mundo que ha sido, como si estuviera "fuera de la historia", deliberadamente excluida de los proyectos modernos del capitalismo del Primer Mundo y descartada como un caso terminal o sin esperanzas': los llamados estados fracasados (R.D. del Congo, Somalia), víctimas del hambre o de los desastres ecológicos, atrapados por seudo-arcaicos 'odios étnicos', recipientes de filantropía y ONGs o blancos de la 'lucha contra el terrorismo'. La categoría de los desempleados, por lo tanto, ha sido expandida para abarcar a un vasto rango de personas, desde los desempleados temporales, hasta los que han perdido toda posibilidad de ser empleados y los desempleados permanentes, hasta los habitantes de ghettos y villas miserias o favelas (todos estos con frecuencia dejados de lado por el mismo Marx como 'lumpen-proletarios'), y finalmente, las poblaciones enteras o estados excluidos del proceso capitalista global, como espacios en blanco en los mapas antiguos.
Algunos dicen que esta nueva forma de capitalismo provee nuevas posibilidades de emancipación. Esta es justamente la tesis enunciada en Multitude (Multitud) por Hardt y Negri, que trata de radicalizar a Marx, quien planteó que si se corta la cabeza del capitalismo, se obtiene el socialismo. Marx, según ellos, estuvo restringido por la noción del trabajo industrial mecánico organizado de manera centralizada, automatizada y jerárquica, lo que hizo que percibiera el 'intelecto general' como algo similar a una agencia central de planificación; es solamente hoy, con el auge del 'trabajo inmaterial' , que se vuelve 'objetivamente posible' un cambio revolucionario. Este trabajo inmaterial abarca dos polos: va desde el trabajo intelectual (producción de ideas, textos, programas, etc.) al trabajo afectivo (llevado a cabo por doctores, personas que cuidan niños, asistentes de vuelo). Hoy, el trabajo inmaterial es 'hegemónico' en el sentido en que lo proclamó Marx que, en el capitalismo del siglo XIX, la producción industrial masiva era hegemónica: se impuso no por la fuerza de los números sino por una razón clave, el emblemático rol estructural. Lo que surge es un nuevo y vasto dominio llamado el conocimiento compartido 'común" y nuevas formas de comunicación y cooperación. Los productos de la producción inmaterial no son objetos sino nuevas relaciones sociales o interpersonales; la producción inmaterial es bio-política, la producción de vida social.
Hardt y Negri describen en este libro el proceso que los ideólogos del capitalismo 'posmoderno' de hoy celebran como el pasaje de la producción material a la simbólica, de la lógica centralista-jerárquica a la lógica de la auto-organización y cooperación con múltiples centros. La diferencia es que Hardt y Negri son eficazmente fieles a Marx: tratan de probar que Marx tenía razón, que el avance del intelecto general es, en el largo plazo, incompatible con el capitalismo. Los ideólogos del capitalismo posmoderno sostienen una posición diametralmente opuesta: dicen que la teoría marxista (y la práctica) permanece dentro de los límites de la lógica jerárquica del control del estado centralizado y por lo tanto, no puede hacer frente a los efectos sociales de la revolución informática. Existen buenas razones empíricas para esta postura: lo que efectivamente arruinó a los regímenes comunistas fue su incapacidad para adaptarse a la nueva lógica social provista por la revolución informática: trataron de conducir la revolución dándole la forma de otro proyecto a gran escala planificado por el estado centralizado. La paradoja es que lo que Hardt y Negri halagan como la única chance de superar el capitalismo es también un factor positivo para los ideólogos de la revolución informática como el avance de un nuevo capitalismo 'sin fricciones'.
El análisis de Hardt y Negri tiene algunos puntos débiles en la explicación de por qué el capitalismo ha sido capaz de sobrevivir lo que debería haber sido (en términos marxistas clásicos) una nueva organización de la producción que lo volviera obsoleto. Ellos subestiman el grado en el cual el capitalismo actual ha logrado (al menos en el corto plazo) privatizar el intelecto general, al igual que el grado en el cual, además de la burguesía, los mismos trabajadores se están volviendo prescindibles (con una cantidad cada vez mayor no solo temporalmente desempleada sino estructuralmente sin empleo).
Si el viejo capitalismo idealmente involucraba un empresario que invertía su dinero (propio o prestado) en la producción que él se encargaba de organizar y administrar, y luego obtenía ganancias, hoy aparece un nuevo tipo ideal: ya no es el empresario que tiene su propia compañía, sino un experto manager (o un consejo gerencial presidido por un ejecutivo) que maneja una compañía que pertenece a un banco (también manejado por managers que no son los dueños del banco) o por inversores dispersos. En este nuevo tipo de capitalismo ideal, la vieja burguesía no tiene una función, por lo que se le ha asignado una nueva función como managers asalariados: la nueva burguesía recibe salario, e incluso si son dueños de una parte de la compañía, pueden ganar acciones como remuneración adicional ('bonos' por su 'éxito').
Esta nueva burguesía sigue apropiándose del excedente pero de una manera (mistificada) de lo que se ha llamado 'salario excedente': reciben mucho más que el 'salario mínimo' del proletariado (un punto de referencia a menudo mítico cuyo único ejemplo real en la economía global de hoy es el salario de los obreros de las maquiladoras o 'talleres del sudor' en China o Indonesia), y es esta distinción con los proletarios comunes lo que determina su estatus. La burguesía en el sentido clásico, por lo tanto, tiende a desaparecer: los capitalistas reaparecen como un subconjunto de trabajadores asalariados, como managers que están calificados para ganar más gracias a su capacitación (es por ello que las 'evaluaciones' seudo-científicas son de importancia crucial: dan legitimidad a las disparidades salariales). La categoría de trabajadores que ganan un salario excedente, lejos de estar limitada a los managers, abarca toda clase de expertos, administradores, funcionarios públicos, doctores, abogados, periodistas, intelectuales y artistas. El excedente que reciben tiene dos formas: más dinero (para managers, etc.) pero también menos trabajo y más tiempo libre (para algunos intelectuales pero también para administradores públicos, etc.).
El procedimiento de evaluación que califica a algunos trabajadores para recibir un salario excedente es un mecanismo arbitrario de poder e ideología, que no tiene ninguna conexión seria con su capacidad real; este salario excedente existe no por razones económicas sino políticas: para mantener una 'clase media' con fines de estabilidad social. La arbitrariedad de la jerarquía social no es un error, sino justamente el objetivo, con la arbitrariedad de la evaluación adquiriendo un papel análogo al de la arbitrariedad del éxito de mercado. La violencia amenaza con explotar no cuando hay demasiada contingencia en el espacio social, sino cuando uno trata de eliminar la contingencia. En La marque du sacré, Jean-Pierre Dupuy concibe la jerarquía como uno de los cuatro mecanismos ('dispositifs symboliques') cuya función es lograr que la relación de superioridad no sea humillante: la misma jerarquía (un orden impuesto externamente que me permite experimentar mi estatus social más bajo como independiente de mi valor inherente); desmitificación (el mecanismo ideológico que prueba que la sociedad no es una meritocracia sino el producto de luchas sociales objetivas, que me ayuda a no llegar a la conclusión penosa de que la superioridad de otro es el resultado de sus méritos y logros); contingencia (un mecanismo similar, por el cual entendemos que nuestra posición en la escala social depende de una lotería natural y social; los que tienen suerte son los que nacieron con los genes correctos en familias ricas); y la complejidad (las fuerzas incontrolables tienen consecuencias impredecibles; como el caso de la mano invisible del mercado que puede conducir a mi fracaso y al éxito del vecino, incluso si yo trabajo más y soy mucho más inteligente). Al contrario de las apariencias, estos mecanismos no cuestionan ni amenazan la jerarquía, sino que la hacen más aceptable, dado que 'lo que desencadena la agitación de la envidia es la idea de que el otro merece su buena suerte y no la idea opuesta -que es la única que puede ser expresada abiertamente'. Dupuy extrae de esta premisa la conclusión de que es un gran error pensar que una sociedad razonablemente justa, que además se percibe a sí misma como justa, estará en consecuencia libre de todo resentimiento: al contrario, es precisamente en este tipo de sociedad que aquellos que ocupan posiciones inferiores hallarán una salida para su orgullo herido en expresiones violentas de resentimiento.
Conectada a esta idea, está la coyuntura a la que se enfrenta China hoy: el propósito ideal de las reformas de Deng fue el de introducir el capitalismo sin una burguesía (dado que esta sería la nueva clase dominante); ahora, sin embargo, los líderes chinos están haciendo el penoso descubrimiento que el capitalismo sin una jerarquía estable (otorgada por la existencia de una burguesía) genera una permanente inestabilidad. Entonces, ¿qué camino tomará China? Los antiguos comunistas, mientras tanto, emergen como los managers más eficientes del capitalismo debido a su enemistad histórica hacia la burguesía como clase, y esto encaja perfectamente con la tendencia del capitalismo actual de convertirse en un capitalismo de managers sin una burguesía -en ambos casos, como lo expresó Stalin hace mucho tiempo, 'los cuadros deciden todo'. (Una diferencia interesante entre China y Rusia en la actualidad: en Rusia, los profesores universitarios reciben salarios ridículamente bajos -son, de hecho, parte del proletariado- mientras que en China están bien recompensados con un salario excedente como una manera de garantizar su docilidad.)
La noción de salario excedente también abre una nueva perspectiva para analizar las actuales protestas 'anticapitalistas'. En épocas de crisis, los candidatos obvios para 'ajustarse el cinturón' son los niveles más bajos de la burguesía asalariada: las protestas políticas son su único recurso, si quieren evitar unirse al proletariado. Aunque sus protestas están nominalmente dirigidas contra la lógica brutal del mercado, están en efecto protestado contra la erosión gradual de su posición económica (políticamente) privilegiada. Ayn Rand expresa una fantasía en La rebelión de Atlas de una huelga de capitalistas 'creativos', una fantasía realizada perversamente en las huelgas actuales, que en su mayoría son llevadas a cabo por la 'burguesía asalariada' empujada por el miedo a perder sus privilegios (el excedente sobre el salario mínimo). Estas no son protestas proletarias, sino protestas contra la amenaza de ser reducidos a proletarios. ¿Quién se atreve a hacer huelga hoy, cuando el hecho de tener un trabajo permanente se ha vuelto un privilegio? No ciertamente los trabajadores con los salarios más bajos (lo que queda de ellos) de la industria textil u otras, sino los trabajadores privilegiados cuyos trabajos están garantizados (maestros/profesores, empleados del transporte público, policías). Esto también se aplica a la ola de protestas estudiantiles: su principal motivación es el miedo de que la educación superior deje de garantizarles un salario excedente más adelante.
Al mismo tiempo, es claro que el enorme resurgimiento de protestas durante el año pasado, desde la Primavera Árabe hasta Europa Occidental, desde Ocupar Wall Street hasta China, desde España hasta Grecia, no deben ser dejadas de lado como simples revueltas de la burguesía asalariada. Cada caso tiene que ser visto desde sus propios méritos. Las protestas estudiantiles en Gran Bretaña fueron claramente diferentes de las revueltas de agosto, que fue un carnaval consumista de destrucción, una verdadera explosión de los excluidos. Uno puede argumentar que las revueltas de Egipto comenzaron en parte como una revuelta de la burguesía asalariada (jóvenes educados protestando contra la falta de perspectivas) pero este fue solo un aspecto de una gran protesta contra un régimen opresivo. Por el otro lado, la protesta apenas movilizó a los trabajadores pobres o a los campesinos, y la victoria electoral de los musulmanes es un indicio de la estrecha base social de la protesta secular original. Grecia es un caso especial: en las últimas décadas, se creó una nueva burguesía asalariada (especialmente en la administración estatal sobredimensionada) gracias a la ayuda financiera y los préstamos de la UE, y las protestas estaban motivadas en gran parte por la amenaza de perder esos privilegios.
Mientras tanto, la proletarización de la burguesía con los salarios más bajos está acompañada en el extremo opuesto por la irracionalmente enorme remuneración de los managers y banqueros en los puestos más altos. Esta remuneración es económicamente irracional dado que, como lo han demostrado investigaciones en EE.UU., tiende a ser proporcionalmente inversa al éxito de la compañía. Más que hacer una crítica moralista de estas tendencias, deberíamos interpretarlas como signos de que el sistema capitalista ya no es capaz de alcanzar un nivel de estabilidad auto-regulada -en otras palabras, que amenaza con perder el control.
[Texto agregado por Tlaxcala]
En años recientes, ha habido mucha gente reclamando por reformas y restricciones de los derechos intelectuales de la propiedad. A principio, fueron unos pocos pero ahora hay varios defensores que dicen: "Tenemos que considerar las patentes, tenemos que considerar los derechos de autor". ¿Cuál es el motor de esto, y piensa usted que las leyes de propiedad intelectual deben ser reformadas?
No, yo diría que esto se aplica a las economías del mundo, hoy hay más personas que creen en la propiedad intelectual que nunca. Hay menos comunistas en el mundo actual de lo que había antes. Hay algunos, una suerte de nuevos comunistas modernos, que quieren eliminar los incentivos para los músicos, cineastas y gente que trabaja con software bajo diferentes apariencias, Ellos creen que los incentivos no deberían existir.
Y este debate siempre va a estar presente. Yo sería el primero en decir que el sistema de patentes necesita actualizaciones -incluyendo el sistema de patentes en EE.UU. Hay algunos objetivos para circunscribir determinados elementos de reforma. Pero sobre la idea de que EE.UU. ha encabezado la creación de compañías y de trabajos, porque hemos tenido el mejor sistema de propiedad intelectual, sobre esa idea, yo no tengo ninguna duda; y cuando la gente dice que quiere tener la economía más competitiva, tiene que aceptar un sistema de incentivos. La propiedad intelectual es el sistema de incentivos para los productos del futuro.
Bill Gates, entrevistado por Michael Kanelos, enero de 2005 [agregado por Tlaxcala]
Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6645
TLAXCALA: The Revolt of the Salaried Bourgeoisie
www.tlaxcala-int.org
How did Bill Gates become the richest man in America? His wealth has nothing to do with the production costs of what Microsoft is selling: i.e. it is not the result of his producing good software at lower prices than his competitors, or of ‘exploiting’ ...
Despues de la parquedad economica
Después de la parquedad económica
León Bendesky
L
a parquedad de esta economía, asentada en la estabilidad financiera improductiva, es un hecho que no se puede seguir eludiendo en las evaluaciones gubernamentales y del sector privado. Sin embargo, no hay indicios de que así vaya a ser.
Tampoco puede ser esquivada por quien pretenda gobernar el próximo sexenio. No hay aún muestras de que eso ocurra. Pero la cuestión debe admitirse frontalmente. Los discursos políticos y las propuestas generales no servirán de nada, aunque están tan arraigadas en las prácticas de los partidos y los políticos aspirantes del poder.
Esta condición, la de la parquedad, se impuso de modo explícito desde el gobierno de Ernesto Zedillo y con un influyente grupo de funcionarios en Hacienda y el Banco de México, que ejercen todavía un control duro de las políticas fiscal, monetaria y financiera. Ya lo había advertido el entonces canciller Gurría, acertó. Y los gobiernos del PAN se han encargado de mantener las cosas disciplinada y férreamente.
La situación ya no da más de sí. Aunque, en efecto, el esquema impuesto ha sido muy rentable para algunos y ha consolidado una economía muy concentrada, poco competitiva y productiva. Persiste un alto grado de corporativismo empresarial y de poderosos sindicatos y se mantienen demasiados privilegios.
Parco, en un sentido literal de corto, escaso o moderado ha sido el entorno económico general durante demasiado tiempo. Y el estancamiento crónico no se supera.
De acuerdo con el Banco de México se está desacelerando el crecimiento de la economía. Esto ocurre, según el diagnóstico ofrecido, por el menor dinamismo de la demanda externa y, también, por la debilidad de algunos componentes de la demanda interna (Anuncio de Política Monetaria, enero 20, 2012).
La verdad es que no podía ser de otra manera, pues esta economía es muy dependiente de la demanda de exportaciones del mercado de Estados Unidos y, en cuanto al mercado interno, no tiene la estructura ni la pujanza necesarias para sostener la expansión del producto y del empleo.
Una apreciación más completa de los límites de la energía de nuestra economía se obtiene de otro documento reciente del propio Banco de México, se trata de la presentación que hizo el gobernador Carstens el 5 de enero pasado titulada Evolución reciente de la economía mexicana (véase www.banxico.org.mx).
Algunas observaciones de dicha evolución son pertinentes para el tema que aquí nos ocupa:
La crisis económica internacional tuvo un impacto notorio en el nivel de la actividad económica general y, sobre todo, en el de la industria (donde se cuentan la manufactura y la construcción). Si se toma como base el tercer trimestre de 2008, que precede a la recesión del año siguiente, se ve que pasaron 28 meses para recuperar el nivel de producción y un poco más en el caso de la industria. En cuanto a las exportaciones a Estados Unidos el periodo transcurrido de reposición fue similar.
Las ventas al mayoreo todavía están muy por debajo del nivel prerrecesivo y los mismo pasa con el nivel de la inversión fija total y sus componentes: la construcción y la maquinaria y equipo de origen nacional e importado.
El crédito al consumo y en tarjetas de crédito está muy lejos de recuperar sus niveles de septiembre de 2008. En el primer caso el índice está hoy aún 25 puntos por debajo y, en el segundo, más de 45 puntos abajo. El sistema financiero del país es muy rentable pero esencialmente disfuncional para promover la expansión de la economía. El gobierno se queda con 35 por ciento del financiamiento total disponible en la economía para financiar la deuda pública y distorsiona, así adicionalmente y de manera severa la asignación de los recursos. Finalmente, otro indicador, el índice de confianza del consumidor está más de 35 puntos retrasado frente a aquel mismo periodo.
Hasta aquí la consideración del análisis oficial de una economía bastante precaria en su funcionamiento y su capacidad de expansión. Pero, además, siguen sin generarse suficientes empleos formales y la cifra del IMSS que cayó en 2011, caerá aún más el año entrante hasta sólo 550 mil puestos de trabajo. La informalidad, pues, se ha vuelto rampante y se admite ya sin tapujos una cifra de 60 por ciento del total de la población económicamente activa, es decir, alrededor de 27 millones de personas. Seis de cada diez mexicanos que buscan ocupación son informales.
La estabilidad financiera es, en principio, un rasgo positivo de la política económica, pero debe admitirse que es cada vez menos rentable y no hay propuesta alguna para anclarla a un proceso de estímulos a la producción y a la generación de más empleo e ingresos.
Tomemos, por ejemplo, el caso de las reservas internacionales que habían sido clave en el mantenimiento del tipo de cambio del peso frente al dólar y de la inflación. Hoy se cuentan más de 144 mil millones de dólares de reservas y en las semanas recientes el peso se ha depreciado y el propio banco central señala que ese es uno de los elementos que ha hecho que el nivel de precios esté aumentando. Para esta economía la inflación actual de 3.82 por ciento es muy elevada.
La economía mexicana carece de un proyecto coherente, de inversiones que detonen el crecimiento y mejoren el bienestar. Superar la parquedad reinante, que es como un nudo gordiano, es un objetivo clave de la política y eje de una renovación necesaria.
León Bendesky
L
a parquedad de esta economía, asentada en la estabilidad financiera improductiva, es un hecho que no se puede seguir eludiendo en las evaluaciones gubernamentales y del sector privado. Sin embargo, no hay indicios de que así vaya a ser.
Tampoco puede ser esquivada por quien pretenda gobernar el próximo sexenio. No hay aún muestras de que eso ocurra. Pero la cuestión debe admitirse frontalmente. Los discursos políticos y las propuestas generales no servirán de nada, aunque están tan arraigadas en las prácticas de los partidos y los políticos aspirantes del poder.
Esta condición, la de la parquedad, se impuso de modo explícito desde el gobierno de Ernesto Zedillo y con un influyente grupo de funcionarios en Hacienda y el Banco de México, que ejercen todavía un control duro de las políticas fiscal, monetaria y financiera. Ya lo había advertido el entonces canciller Gurría, acertó. Y los gobiernos del PAN se han encargado de mantener las cosas disciplinada y férreamente.
La situación ya no da más de sí. Aunque, en efecto, el esquema impuesto ha sido muy rentable para algunos y ha consolidado una economía muy concentrada, poco competitiva y productiva. Persiste un alto grado de corporativismo empresarial y de poderosos sindicatos y se mantienen demasiados privilegios.
Parco, en un sentido literal de corto, escaso o moderado ha sido el entorno económico general durante demasiado tiempo. Y el estancamiento crónico no se supera.
De acuerdo con el Banco de México se está desacelerando el crecimiento de la economía. Esto ocurre, según el diagnóstico ofrecido, por el menor dinamismo de la demanda externa y, también, por la debilidad de algunos componentes de la demanda interna (Anuncio de Política Monetaria, enero 20, 2012).
La verdad es que no podía ser de otra manera, pues esta economía es muy dependiente de la demanda de exportaciones del mercado de Estados Unidos y, en cuanto al mercado interno, no tiene la estructura ni la pujanza necesarias para sostener la expansión del producto y del empleo.
Una apreciación más completa de los límites de la energía de nuestra economía se obtiene de otro documento reciente del propio Banco de México, se trata de la presentación que hizo el gobernador Carstens el 5 de enero pasado titulada Evolución reciente de la economía mexicana (véase www.banxico.org.mx).
Algunas observaciones de dicha evolución son pertinentes para el tema que aquí nos ocupa:
La crisis económica internacional tuvo un impacto notorio en el nivel de la actividad económica general y, sobre todo, en el de la industria (donde se cuentan la manufactura y la construcción). Si se toma como base el tercer trimestre de 2008, que precede a la recesión del año siguiente, se ve que pasaron 28 meses para recuperar el nivel de producción y un poco más en el caso de la industria. En cuanto a las exportaciones a Estados Unidos el periodo transcurrido de reposición fue similar.
Las ventas al mayoreo todavía están muy por debajo del nivel prerrecesivo y los mismo pasa con el nivel de la inversión fija total y sus componentes: la construcción y la maquinaria y equipo de origen nacional e importado.
El crédito al consumo y en tarjetas de crédito está muy lejos de recuperar sus niveles de septiembre de 2008. En el primer caso el índice está hoy aún 25 puntos por debajo y, en el segundo, más de 45 puntos abajo. El sistema financiero del país es muy rentable pero esencialmente disfuncional para promover la expansión de la economía. El gobierno se queda con 35 por ciento del financiamiento total disponible en la economía para financiar la deuda pública y distorsiona, así adicionalmente y de manera severa la asignación de los recursos. Finalmente, otro indicador, el índice de confianza del consumidor está más de 35 puntos retrasado frente a aquel mismo periodo.
Hasta aquí la consideración del análisis oficial de una economía bastante precaria en su funcionamiento y su capacidad de expansión. Pero, además, siguen sin generarse suficientes empleos formales y la cifra del IMSS que cayó en 2011, caerá aún más el año entrante hasta sólo 550 mil puestos de trabajo. La informalidad, pues, se ha vuelto rampante y se admite ya sin tapujos una cifra de 60 por ciento del total de la población económicamente activa, es decir, alrededor de 27 millones de personas. Seis de cada diez mexicanos que buscan ocupación son informales.
La estabilidad financiera es, en principio, un rasgo positivo de la política económica, pero debe admitirse que es cada vez menos rentable y no hay propuesta alguna para anclarla a un proceso de estímulos a la producción y a la generación de más empleo e ingresos.
Tomemos, por ejemplo, el caso de las reservas internacionales que habían sido clave en el mantenimiento del tipo de cambio del peso frente al dólar y de la inflación. Hoy se cuentan más de 144 mil millones de dólares de reservas y en las semanas recientes el peso se ha depreciado y el propio banco central señala que ese es uno de los elementos que ha hecho que el nivel de precios esté aumentando. Para esta economía la inflación actual de 3.82 por ciento es muy elevada.
La economía mexicana carece de un proyecto coherente, de inversiones que detonen el crecimiento y mejoren el bienestar. Superar la parquedad reinante, que es como un nudo gordiano, es un objetivo clave de la política y eje de una renovación necesaria.
domingo, 22 de enero de 2012
bajo la lupa
E
l México neoliberal panista causó un enorme daño al haberse clavado insensatamente, sin brújula geoestratégica, a la unipolaridad y, peor aún, a la estadunización de su claudicante política exterior (ver Bajo la Lupa, 18/1/12).
Fue clave para su despegue geoestratégico en la primavera de 2003 la rebeldía de Brasil a la invasión de la dupla anglosajona a Irak, que resultó un fracaso militar, geoenergético, económico y financiero, no se diga ético y estético (v. gr. torturas barbáricas de la cárcel de Abu Ghraib en Bagdad).
Las consecuencias de la derrota militar de Estados Unidos (EU) se notaron en la primavera siguiente (2004), cuando se generó la denominada ecuación del barómetro del nuevo orden multipolar: la relación inversamente proporcional entre la devaluación del dólar y el ascenso irresistible del binomio petróleo-oro (que lleva implícito el aumento de la plata), la cual, ocho años más tarde, se ha consolidado ante la gravedad de la crisis de la desregulada globalización financierista neoliberal a los dos lados del Atlántico.
La intrepidez de la postura de Brasil en 2003, en las asíntotas de la temeridad geopolítica, la liberó de la doctrina Monroe y la posicionó como uno de los pilares del nuevo bloque geoeconómico multipolar de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Hoy China detenta la mayor liquidez de reservas de divisas, además de la mayor deuda en bonos del Tesoro de EU, consolidándose como la gran triunfadora de la globalización económica, que no debe confundirse con la globalización financierista especulativa que aún controla la anglósfera: EU y el Commonwealth británico.
En el ranking de reservas de divisas a 2011, destaca el predominio tanto asiático (China) como de los BRIC (sin Sudáfrica) en los primeros siete lugares del mundo que comparte con algunos del G-7.
El malhadado Dominique Strauss-Kahn, antes de ser obligado a presentar su renuncia de la dirección del FMI, había publicado un reporte prospectivista –que quizá le costó su empleo– en el que el PIB de China rebasaría al de EU en 2016 (FMI, Perspectivas de la economía mundial: Las tensiones de una recuperación a dos velocidades; desempleo, materias primas y flujos de capital, abril/11).
Dejo en el tintero la temeraria postura de Strauss-Kahn sobre el fin del dólar como reserva mundial de divisas y a favor de los DEG (derechos especiales de giro), la divisa contable virtual del FMI conformada por cuatro divisas: dólar, euro (sic), libra esterlina y yen nipón, a los que agregó como propuesta al yuan/renminbi (Ben Rooney, IMF calls for a dollar alternative, CNN Money, 10/2/11).
Los BRICS han superado en el ranking mundial del PIB (medido por el poder paritario adquisitivo) tanto a la Unión Europea (UE) de 27 países (segundo lugar) como a EU (tercer lugar).
El orden geoeconómico favorece a los BRICS (El híbrido mundo multipolar: un enfoque multidimensional, México 2010, Orfila), mientras cunde la crisis bancaria a los dos lados del Atlántico (El fin de una era: turbulencias en la globalización, México 2007, Orfila).
Cuando se considera individualmente a cada uno tanto de los BRICS como de los 27 países de la UE, EU sigue siendo aún la primera potencia geoeconómica, pero sus talones son pisados muy de cerca por China (que ya desplazó a Japón del segundo lugar), India –que hoy ocupa el cuarto lugar y muy pronto desplazará a Japón del tercer sitial–, Rusia (sexto lugar) que pronto rebasará a Alemania del quinto lugar, y Brasil (séptimo lugar) que ya desplazó a Gran Bretaña al octavo sitio.
Con el desplome financierista anglosajón, las tendencias acentuarán el auge geoeconómico de las materias primas que caracteriza al incipiente nuevo orden multipolar.
A mi juicio, las consecuencias de la derrota de EU en Irak, poco analizadas y/o evitadas, serán mucho mayores a la debacle de Vietnam cuando no se trastocó el orden bipolar entre EU y la ex URSS debido a que la dupla Nixon-Kissinger recurrió hábilmente a una alianza estratégica con China (contra Moscú) en la década de 1970, lo cual, visto en retrospectiva tres décadas más tarde, significó el suicidio posterior de EU debido al ascenso de la potencia geoeconómica de China hoy ligada a Rusia en los BRICS. ¡Qué crueldad irónica de la historia en 40 años!
Hoy una de las trascendentales consecuencias de la derrota militar de EU en Irak ha sido el alza del precio del petróleo que oscilaba al momento de la invasión en 30 dólares el barril y ha llegado a un pico de 150, permitiendo la resurrección de Rusia, potencia petrolera y gasera a carta cabal, del ostracismo geopolítico.
Sabida la derrota de EU en Irak (primavera de 2004), Brasil acelera su desprendimiento de la doctrina Monroe mediante la Unasur, de la que es líder indiscutible, y se enfrenta tanto con EU como con el México neoliberal panista en la cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata (septiembre de 2005), con el fracaso del ALCA que sepultó oficialmente el decálogo neoliberal del Consenso de Washington.
El México neoliberal panista apostó alocadamente en EU, hoy en decadencia, mientras Brasil lo hizo audazmente con China, gran triunfadora de la globalización económica. No se trata de personas, sino de decisiones geoestratégicas trascendentales.
Cabe destacar que entre los 10 primeros bancos del mundo (medidos por su capitalización de mercado), ocho pertenecen a China y Brasil (seis al primero y dos al segundo) cuando –también en términos de capitalización de mercado– el México neoliberal entregó 92 por ciento de su banca a las trasnacionales del circuito anglosajón, hoy prácticamente en la insolvencia.
Habría que investigar acuciosamente si la entrega de la banca mexicana y la parálisis flagrante de Banobras (supuestamente una banca de desarrollo que dirigió en forma mediocre Calderón) han sido las principales causales de la catatonia de México, en especial, cuando se compara al desempeño exitoso de China y Brasil (la etapa Lula) quienes mezclaron adecuadamente su incontrovertible éxito geoeconómico con la posesión de los mejores bancos estatales del mundo. ¡Una banca nacional es imprescindible para contrarrestar el parasitismo neoliberal global!
Casi un año más tarde a la crisis financiera global de 2008, los BRIC(S) se atrevieron a concretar su laxa agrupación geoeconómica con alcances geopolíticos, mientras el México neoliberal panista, carente de creación e imaginación, se sume aún más en el Titanic financierista de Wall Street y de la caduca globalización neoliberal.
Tras adoptar la multipolaridad, Brasil profundiza sus nuevas relaciones con el mundo islámico no-árabe mediante la asombrosa Declaración de Teherán de mayo de 2010, cuando apoyó, al unísono de Turquía, el desarrollo nuclear pacífico de Irán, lo cual marca una novedosa postura en materia de liberación atómica de tres potencias emergentes.
La revolucionaria Declaración de Teherán (por Brasil, Irán y Turquía) tendrá repercusiones notables tanto en la nueva correlación nuclear de fuerzas como en el tema nodal del Tratado de No-Proliferación, donde el México neoliberal panista perdió la iniciativa y el liderazgo mundial, en contraste con Brasil.
http://alfredojalife.com
l México neoliberal panista causó un enorme daño al haberse clavado insensatamente, sin brújula geoestratégica, a la unipolaridad y, peor aún, a la estadunización de su claudicante política exterior (ver Bajo la Lupa, 18/1/12).
Fue clave para su despegue geoestratégico en la primavera de 2003 la rebeldía de Brasil a la invasión de la dupla anglosajona a Irak, que resultó un fracaso militar, geoenergético, económico y financiero, no se diga ético y estético (v. gr. torturas barbáricas de la cárcel de Abu Ghraib en Bagdad).
Las consecuencias de la derrota militar de Estados Unidos (EU) se notaron en la primavera siguiente (2004), cuando se generó la denominada ecuación del barómetro del nuevo orden multipolar: la relación inversamente proporcional entre la devaluación del dólar y el ascenso irresistible del binomio petróleo-oro (que lleva implícito el aumento de la plata), la cual, ocho años más tarde, se ha consolidado ante la gravedad de la crisis de la desregulada globalización financierista neoliberal a los dos lados del Atlántico.
La intrepidez de la postura de Brasil en 2003, en las asíntotas de la temeridad geopolítica, la liberó de la doctrina Monroe y la posicionó como uno de los pilares del nuevo bloque geoeconómico multipolar de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Hoy China detenta la mayor liquidez de reservas de divisas, además de la mayor deuda en bonos del Tesoro de EU, consolidándose como la gran triunfadora de la globalización económica, que no debe confundirse con la globalización financierista especulativa que aún controla la anglósfera: EU y el Commonwealth británico.
En el ranking de reservas de divisas a 2011, destaca el predominio tanto asiático (China) como de los BRIC (sin Sudáfrica) en los primeros siete lugares del mundo que comparte con algunos del G-7.
El malhadado Dominique Strauss-Kahn, antes de ser obligado a presentar su renuncia de la dirección del FMI, había publicado un reporte prospectivista –que quizá le costó su empleo– en el que el PIB de China rebasaría al de EU en 2016 (FMI, Perspectivas de la economía mundial: Las tensiones de una recuperación a dos velocidades; desempleo, materias primas y flujos de capital, abril/11).
Dejo en el tintero la temeraria postura de Strauss-Kahn sobre el fin del dólar como reserva mundial de divisas y a favor de los DEG (derechos especiales de giro), la divisa contable virtual del FMI conformada por cuatro divisas: dólar, euro (sic), libra esterlina y yen nipón, a los que agregó como propuesta al yuan/renminbi (Ben Rooney, IMF calls for a dollar alternative, CNN Money, 10/2/11).
Los BRICS han superado en el ranking mundial del PIB (medido por el poder paritario adquisitivo) tanto a la Unión Europea (UE) de 27 países (segundo lugar) como a EU (tercer lugar).
El orden geoeconómico favorece a los BRICS (El híbrido mundo multipolar: un enfoque multidimensional, México 2010, Orfila), mientras cunde la crisis bancaria a los dos lados del Atlántico (El fin de una era: turbulencias en la globalización, México 2007, Orfila).
Cuando se considera individualmente a cada uno tanto de los BRICS como de los 27 países de la UE, EU sigue siendo aún la primera potencia geoeconómica, pero sus talones son pisados muy de cerca por China (que ya desplazó a Japón del segundo lugar), India –que hoy ocupa el cuarto lugar y muy pronto desplazará a Japón del tercer sitial–, Rusia (sexto lugar) que pronto rebasará a Alemania del quinto lugar, y Brasil (séptimo lugar) que ya desplazó a Gran Bretaña al octavo sitio.
Con el desplome financierista anglosajón, las tendencias acentuarán el auge geoeconómico de las materias primas que caracteriza al incipiente nuevo orden multipolar.
A mi juicio, las consecuencias de la derrota de EU en Irak, poco analizadas y/o evitadas, serán mucho mayores a la debacle de Vietnam cuando no se trastocó el orden bipolar entre EU y la ex URSS debido a que la dupla Nixon-Kissinger recurrió hábilmente a una alianza estratégica con China (contra Moscú) en la década de 1970, lo cual, visto en retrospectiva tres décadas más tarde, significó el suicidio posterior de EU debido al ascenso de la potencia geoeconómica de China hoy ligada a Rusia en los BRICS. ¡Qué crueldad irónica de la historia en 40 años!
Hoy una de las trascendentales consecuencias de la derrota militar de EU en Irak ha sido el alza del precio del petróleo que oscilaba al momento de la invasión en 30 dólares el barril y ha llegado a un pico de 150, permitiendo la resurrección de Rusia, potencia petrolera y gasera a carta cabal, del ostracismo geopolítico.
Sabida la derrota de EU en Irak (primavera de 2004), Brasil acelera su desprendimiento de la doctrina Monroe mediante la Unasur, de la que es líder indiscutible, y se enfrenta tanto con EU como con el México neoliberal panista en la cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata (septiembre de 2005), con el fracaso del ALCA que sepultó oficialmente el decálogo neoliberal del Consenso de Washington.
El México neoliberal panista apostó alocadamente en EU, hoy en decadencia, mientras Brasil lo hizo audazmente con China, gran triunfadora de la globalización económica. No se trata de personas, sino de decisiones geoestratégicas trascendentales.
Cabe destacar que entre los 10 primeros bancos del mundo (medidos por su capitalización de mercado), ocho pertenecen a China y Brasil (seis al primero y dos al segundo) cuando –también en términos de capitalización de mercado– el México neoliberal entregó 92 por ciento de su banca a las trasnacionales del circuito anglosajón, hoy prácticamente en la insolvencia.
Habría que investigar acuciosamente si la entrega de la banca mexicana y la parálisis flagrante de Banobras (supuestamente una banca de desarrollo que dirigió en forma mediocre Calderón) han sido las principales causales de la catatonia de México, en especial, cuando se compara al desempeño exitoso de China y Brasil (la etapa Lula) quienes mezclaron adecuadamente su incontrovertible éxito geoeconómico con la posesión de los mejores bancos estatales del mundo. ¡Una banca nacional es imprescindible para contrarrestar el parasitismo neoliberal global!
Casi un año más tarde a la crisis financiera global de 2008, los BRIC(S) se atrevieron a concretar su laxa agrupación geoeconómica con alcances geopolíticos, mientras el México neoliberal panista, carente de creación e imaginación, se sume aún más en el Titanic financierista de Wall Street y de la caduca globalización neoliberal.
Tras adoptar la multipolaridad, Brasil profundiza sus nuevas relaciones con el mundo islámico no-árabe mediante la asombrosa Declaración de Teherán de mayo de 2010, cuando apoyó, al unísono de Turquía, el desarrollo nuclear pacífico de Irán, lo cual marca una novedosa postura en materia de liberación atómica de tres potencias emergentes.
La revolucionaria Declaración de Teherán (por Brasil, Irán y Turquía) tendrá repercusiones notables tanto en la nueva correlación nuclear de fuerzas como en el tema nodal del Tratado de No-Proliferación, donde el México neoliberal panista perdió la iniciativa y el liderazgo mundial, en contraste con Brasil.
http://alfredojalife.com
sábado, 21 de enero de 2012
Veinte años sin la URSS
Veinte años sin la URSS
19 Enero 2012 18 Comentarios
Por Higinio Polo
La desaparición de la Unión Soviética es una de las tres cuestiones clave que explican nuestra realidad en el siglo XXI. Las otras dos son el fortalecimiento chino y el inicio de la decadencia norteamericana. La disolución de la URSS se precipitó en el clima de crisis y enfrentamientos que se apoderaron de la vida soviética en los últimos años del gobierno de Gorbachov, quien aunque encabezó un inaplazable proceso de renovación (en su inicio, reclamando el retorno al leninismo), impulsó una desastrosa gestión de gobierno y una torpe acción política que agravó la crisis y facilitó la acción de los opositores al sistema socialista.
Las disputas entre Yeltsin y Gorbachov, el premeditado y precipitado desmantelamiento de las estructuras soviéticas y de la organización del Partido Comunista fueron acompañadas de reivindicaciones nacionalistas, que se iniciaron en Armenia y se extendieron como una mancha de aceite por otras repúblicas de la Unión, mientras la crisis económica se agravaba, los abastecimientos escaseaban y los lazos económicos entre las diferentes partes de la Unión empezaban a resentirse.
Los problemas a los que se enfrentaba Gorbachov eran muchos, y su gestión los empeoró: la aspiración a una mayor libertad, frente al autoritarismo soviético, y un explosivo cóctel de malas cosechas, inflación desbocada, caída de la producción industrial, desabastecimiento de alimentos y medicinas, escasez de materias primas, una reforma monetaria impulsada por el incompetente Valentín Pávlov en enero de 1991, junto con las ambiciones personales de muchos dirigentes políticos, además de los desajustes de la economía socialista y del encaje de la nueva economía privada, aumentaron el malestar de la población.
En mayo de 1990, Yeltsin se había convertido en presidente del parlamento (Sóviet supremo) de la Federación Rusa anunciando el propósito de declarar la soberanía de la república rusa, contribuyendo así al aumento de la tensión y de las presiones rupturistas que ya enarbolaban los dirigentes de las repúblicas bálticas. Poco después, en junio de 1990, el congreso de diputados ruso aprobó una “declaración de soberanía”, que proclamaba la supremacía de las leyes rusas sobre las soviéticas.
Era un torpedo en la línea de flotación del gran buque soviético. Sorprendentemente, la declaración fue aprobada por 907 diputados a favor y sólo 13 votaron en contra. El 16 de junio, el parlamento ruso, a propuesta de Yeltsin, anuló la función dirigente del Partido Comunista. Egor Ligachov, uno de los dirigentes contrarios a Yeltsin y a la deriva de Gorbachov, declaraba que el proceso que se estaba siguiendo era muy peligroso y llevaba al “desmoronamiento de la URSS”. Eran palabras proféticas. Yeltsin, ya liquidada la Unión, convirtió en 1992 esa fecha en fiesta nacional rusa, mientras que, con justicia, los comunistas la consideran hoy un “día negro” para el país.
Las tensiones nacionalistas jugaron un importante papel en la destrucción de la URSS; a veces, con oscuras operaciones que la historiografía aún no ha abordado con rigor. Un ejemplo puede bastar: el 13 de enero de 1991 hubo una matanza ante la torre de la televisión en Vilna, la capital lituana.
Trece civiles y un militar del KGB resultaron muertos, y la prensa internacional tildó lo ocurrido de “brutal represión soviética”, como titularon muchos periódicos. El presidente norteamericano, George Bush, criticó la actuación de Moscú, y Francia y Alemania, así como la OTAN, pronunciaron duras palabras de condena: el mundo quedó horrorizado por la violencia extrema del gobierno soviético, enfrentado al gobierno nacionalista lituano que controlaba en ese momento el Sajudis, dirigido por Vytautas Landsbergis. Siete días después, el 20 de enero, una masiva manifestación en Moscú exigía la dimisión de Gorbachov, mientras Yeltsin le acusaba de incitar los odios nacionalistas, acusación a todas luces falsa. Una oleada de protestas contra Gorbachov y el PCUS, y en solidaridad con los gobiernos nacionalistas del Báltico, sacudió muchas ciudades de la Unión Soviética.
Sin embargo, ahora sabemos que, por ejemplo, Audrius Butkevičius, miembro del Sajudis y responsable de seguridad en el gobierno nacionalista lituano, y después ministro de Defensa, se ha pavoneado ante la prensa de su papel en la preparación de esos acontecimientos, forzados con el objetivo de desprestigiar al Ejército soviético y al KGB: ha llegado a reconocer que sabía que se producirían víctimas ese día ante la torre de la televisión, y sabemos también ahora que los muertos fueron alcanzados por francotiradores apostados en los tejados de los edificios y que no recibieron disparos desde una trayectoria horizontal, como correspondería si hubieran sido atacados por las tropas soviéticas que estaban ante la entrada de la torre de televisión.
Butkevičius reconoció años después de los hechos que miembros del DPT (Departamento de Protección del Territorio, el embrión del ejército creado por el gobierno nacionalista) apostados en la torre de la televisión, dispararon a la calle. No se trata de desarrollar una teoría conspiratoria de la caída de la URSS, pero las provocaciones y los planes desestabilizadores existieron. También las tensiones nacionalistas, por lo que esas provocaciones actuaron sobre un terreno abonado, excitando la pasión y los enfrentamientos.
En marzo de 1991 tuvo lugar el referéndum sobre la conservación de la URSS, en ese clima de pasiones nacionalistas. Los gobiernos de seis repúblicas se negaron a organizar la consulta (las tres bálticas, que ya habían declarado su independencia, aunque no era efectiva; y Armenia, Georgia y Moldavia), pese a lo cual el ochenta por ciento de los votantes soviéticos participaron, y los resultados dieron unos porcentajes del 76′4 de partidarios de la conservación y del 21′4 que votaron negativamente, cifras que incluyen las repúblicas donde el referéndum no se convocó. El aplastante resultado favorable al mantenimiento de la URSS fue ignorado por las fuerzas que trabajaban por la ruptura: por los nacionalistas y por los “reformadores”, que ya controlaban buena parte de las estructuras de poder, como las instituciones rusas. Yeltsin, como presidente del parlamento ruso, desarrollaba un doble juego: no se oponía públicamente al mantenimiento de la Unión, pero conspiraba activamente con otras repúblicas para destruirla.
De hecho, una de las razones, si no la más importante, de la convocatoria del referéndum de marzo de 1991 fue el intento del gobierno central de Gorbachov de limitar la voracidad de los círculos de poder de algunas repúblicas y, sobre todo, de frenar la alocada carrera de Yeltsin hacia el fortalecimiento de su propio poder, para lo que necesitaba la destrucción del poder central representado por Gorbachov y el gobierno soviético. Sin olvidar que, en el clima de confusión y descontento, la demagogia de Yeltsin consiguió muchos seguidores.
Así, antes del intento de golpe de Estado del verano de 1991, Yeltsin reconoció en julio la independencia de Lituania, en una clara provocación al gobierno soviético que Gorbachov fue incapaz de responder. Los dirigentes de las repúblicas querían consolidar su poder, sin tener que dar cuentas al centro federal, y para eso necesitaban la ruptura de la Unión Soviética. Un sector de los partidarios del mantenimiento de la URSS facilitó con su torpeza el avance de las posiciones de la tácita coalición entre nacionalistas y “reformadores” liberales, que recibían, además, el apoyo de los partidarios del sector de economía privada que prosperó bajo Gorbachov, e incluso del mundo de la delincuencia, que olfateaba la posibilidad de conseguir magníficos negocios, por no hablar de los dirigentes del PCUS, como Alexander Yakovlev, que trabajaban activamente para destruir el partido. La víspera del día fijado para la firma del nuevo tratado de la Unión, los golpistas irrumpieron con un denominado Comité estatal para la situación de emergencia en la URSS. El comité contaba con el vicepresidente Guennadi Yanáev, el primer ministro Pávlov; el ministro de Defensa, Yázov; el presidente del KGB, Kriuchkov, el ministro del Interior, Boris Pugo, y otros dirigentes, como Baklánov, y Tiziakov. El fracaso del golpe de agosto de 1991, impulsado por sectores del PCUS contrarios a la política de Gorbachov, sirvió de detonante para la contrarrevolución y alentó a las fuerzas que propugnaban, sin formularlo todavía, la disolución de la URSS.
La improvisación de los golpistas, pese a contar con el responsable del KGB y del ministro de Defensa, llegó al extremo de anunciar el golpe ¡antes de poner en movimiento las tropas que supuestamente les apoyaban!; ni siquiera cerraron los aeropuertos ni tomaron los medios de comunicación, ni detuvieron a Yeltsin y otros dirigentes reformistas, y la prensa internacional pudo moverse a su antojo. Los servicios secretos norteamericanos confirmaron la increíble improvisación del golpe, y la ausencia de importantes movimientos de tropas que pudiesen apoyarlo. De hecho, la desaforada torpeza de los golpistas se convirtió en la principal baza de los sectores anticomunistas que acabaron con la URSS: aunque pretendiesen lo contrario, su acción, como la de Gorbachov, facilitó el camino a los partidarios de la restauración capitalista.
Tras el fracaso del golpe, Yeltsin volvió a adelantarse: el 24 de agosto reconocía la independencia de Estonia y Letonia. Y no fue sólo Yeltsin quien inició los pasos para la prohibición del comunismo: también Gorbachov, incapaz de hacer frente a las presiones de la derecha. El 24 de agosto de 1991, Gorbachov anunciaba su dimisión como secretario general del PCUS, la disolución del comité central del partido, y la prohibición de la actividad de las células comunistas en el ejército, en el KGB, en el ministerio del interior, así como la confiscación de todas sus propiedades. El PCUS quedaba sin organización ni recursos. No había frenos para la revancha anticomunista. Yeltsin ya había prohibido todos los periódicos y publicaciones comunistas. La debilidad de Gorbachov era ya evidente, hasta el punto de que Yeltsin, presidente de la república rusa, era capaz de imponer ministros de su confianza al propio presidente soviético en los ministerios de Defensa e Interior, claves en la crítica situación del momento. Yeltsin ya había prohibido al PCUS en Rusia e incautado sus archivos (de hecho, esos archivos eran los centrales del partido comunista), y otras repúblicas lo imitaron (Moldavia, Estonia, Letonia y Lituania se apresuraron a prohibir el partido comunista y pedir a Estados Unidos apoyo para su independencia), mientras el “reformista” alcalde de Moscú incautaba y sellaba los edificios comunistas en la capital. Por su parte, Kravchuk anunciaba el 24 de agosto su abandono de sus cargos en el PCUS y en el Partido Comunista de Ucrania. Yeltsin, que contaba con un importante apoyo social, se abstenía cuidadosamente de revelar su propósito de restaurar el capitalismo.
La desenfrenada carrera hacia el desastre siguió durante los meses finales de 1991. El referéndum celebrado en Ucrania el 1 de diciembre de 1991, contaba con el control del aparato de Kravchuk, el hasta hacía unos meses secretario comunista de la república, reconvertido en nacionalista, adalid de la independencia ucraniana. Tras el resultado, al día siguiente, Kravchuk anunció su negativa a firmar el Tratado de la Unión con el resto de repúblicas soviéticas. Kravchuk era el prototipo del perfecto oportunista, presto a adoptar cualquier ideología para conservar su papel: en agosto de 1991, con el intento de golpe contra Gorbachov, no dejó clara su posición, ni apoyó a Yeltsin ni a Gorbachov, pero tras el fracaso adoptó una posición nacionalista, abandonó el partido comunista, y se lanzó a reclamar la independencia de Ucrania. Era un profesional del poder, que intuyó los acontecimientos, y, si había sido elegido presidente del parlamento ucraniano en 1990 por los diputados comunistas, tras el fracaso del golpe, abandonó las filas comunistas. Así, todo se precipitaba. Si unos meses antes, el 17 de marzo de 1991, la población ucraniana había respaldado mayoritariamente la conservación de la URSS (un 83 % votó a favor, y apenas un 16 % en contra) la masiva campaña del poder controlado por Kravchuk consiguió el milagro de que, ocho meses después, la población ucraniana respaldase la declaración de independencia del parlamento por un 90 %, con una participación del 84 %.
Yeltsin anunció, como pretexto, que si Ucrania no firmaba el nuevo tratado de la Unión, tampoco lo haría Rusia: era la voladura descontrolada de la URSS. Detrás, había un activo trabajo occidental: dos días después del referéndum ucraniano del día 1 de diciembre, Kravchuk hablaba con Bush sobre el reconocimiento norteamericano de la independencia: aunque Washington mantenía la cautela oficial para no enturbiar las relaciones con Moscú, su diplomacia y sus servicios secretos trabajaban esforzadamente apoyando a las fuerzas rupturistas.
También Hungría y Polonia, convertidos ya en países satélites de Washington, reconocieron a Ucrania. Yeltsin hizo lo propio, lanzado ya a la destrucción de la URSS. De inmediato, se puso en marcha el plan para disolver la Unión Soviética, en una operación protagonizada por Yeltsin, Kravchuk y el bielorruso Shushkévich el 8 de diciembre de 1991, que se reunieron en la residencia de Viskulí, en la reserva natural de Belovézhskaya Puscha, de Bielorrusia, donde proclamaron la disolución de la URSS y se apresuraron a informar a George Bush para obtener su aprobación.
Faltan muchos aspectos por investigar de esa operación, aunque los protagonistas que viven, como Shushkévich, insisten en que no estaba preparada de antemano la disolución de la URSS y que fue decidida sobre la marcha. El presidente bielorruso fue el encargado de informar del acuerdo a un Gorbachov impotente y superado por los acontecimientos, que sabía que iba a celebrarse la reunión de Viskulí, y le hizo partícipe, además, de que a George Bush le había gustado la decisión.
La rápida sucesión de acontecimientos, con la firma en Alma-Ata, el 21 de diciembre, por parte de once repúblicas soviéticas del acta de creación de la CEI y la dimisión de Gorbachov cuatro días después, con la simbólica retirada de la bandera roja soviética del Kremlin, marcaron el final de la Unión Soviética.
En una disparatada carrera de reclamaciones nacionalistas, muchas fuerzas políticas que habían crecido al amparo de la perestroika reclamaban soberanía e independencia, argumentando que su república iniciaría un nuevo camino de prosperidad y progreso, sin las supuestas hipotecas que comportaba la pertenencia a la Unión Soviética. Desde el Cáucaso hasta las repúblicas bálticas, pasando por Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, con la excepción de las repúblicas centroasiáticas, la mayoría de los protagonistas del momento se apresuraron a romper los lazos soviéticos… para apoderarse del poder en sus repúblicas. Una alianza tácita entre sectores nacionalistas y liberales (que supuestamente iban a alumbrar la libertad y la prosperidad), viejos disidentes, altos funcionarios del Estado y directores de fábricas y combinados industriales, oportunistas del PCUS, dirigentes comunistas reconvertidos a toda prisa para mantener su estatus (Yeltsin ya lo había hecho, y le siguieron Yakovlev, Kravchuk, Shushkévich, Nazarbáyev, Aliev, Shevardnadze, Karimov, etc), sectores comunistas desorientados, y ambiciosos jefes militares dispuestos a todo, incluso a traicionar sus juramentos, para mantenerse en el escalafón o para dirigir los ejércitos de cada república, confluyeron en el esfuerzo de demolición de la URSS.
Con todo el poder en sus manos, y con el partido comunista desarticulado y prohibido, Yeltsin y los dirigentes de las repúblicas se lanzaron al cobro del botín, a la privatización salvaje, al robo de la propiedad pública. No hubo freno. Después, para aplastar la resistencia por la deriva capitalista, llegaría el golpe de Estado de Yeltsin en 1993, inaugurando la vía militar al capitalismo, la sangrienta matanza en las calles de Moscú, el bombardeo del Parlamento (algo inaudito en la Europa posterior a 1945, que horrorizó al mundo pero que fue apoyado por los gobiernos de Washington, París, Berlín y Londres), y, finalmente, la manipulación y el robo de las elecciones de 1996 en Rusia, que fueron ganadas por el candidato del Partido Comunista, Guennadi Ziuganov.
La destrucción de la URSS convirtió a millones de personas en pobres, destruyó la industria soviética, desarticuló por completo la compleja red científica del país, arrasó la sanidad y la educación públicas, y llevó al estallido de guerras civiles en distintas repúblicas, muchas de las cuales cayeron en manos de sátrapas y dictadores. Es cierto que existía una evidente insatisfacción entre una parte importante de la población soviética, que hundía sus raíces en los años de la represión stalinista y que se agudizó por el obsesivo control de la población, y, aún más, por la desorganización progresiva y la falta de alimentos y suministros que caracterizó los últimos años bajo Gorbachov, pero la disolución empeoró todos los males. Esa parte de la población estaba predispuesta a creer incluso las mentiras que recorrían la URSS, recogidas a veces de los medios de comunicación occidentales.
En los análisis y en la historiografía que se ha ido construyendo en estos veinte años, ha sido un lugar común interrogarse sobre las razones de la falta de respuesta del pueblo soviético ante la disolución de la URSS. Veinte años después, la visión de conjunto es más clara: la agudización de la crisis paralizó buena parte de las energías del país, las disputas nacionalistas situaron el debate en las supuestas ventajas de la disolución de la Unión (¡todas las repúblicas, incluso la rusa, o, al menos sus dirigentes, proclamaban que el resto se aprovechaba de sus recursos, fuesen los que fuesen, agrícolas o mineros, industriales o de servicios, y que la separación supondría la superación de la crisis y el inicio de una nueva prosperidad!), y la ambición política de muchos dirigentes (nuevos o viejos) pasaba por la creación de nuevos centros de poder, nuevas repúblicas. Además, nadie podía organizar la resistencia porque los principales dirigentes del Estado encabezaban la operación de desmantelamiento, por activa, como Yeltsin, o por pasiva, como Gorbachov, y el partido comunista había sido prohibido y sus organizaciones desmanteladas. El PCUS se había confundido durante años con la estructura del Estado, y esa condición le daba fuerza, pero también debilidad: cuando fue prohibido, sus millones de militantes quedaron huérfanos, sin iniciativa, muchos de ellos expectantes e impotentes ante los rápidos cambios que se sucedían.
En el pasado, esos dirigentes oportunistas (como Yeltsin, Aliev, Nazarbáyev, presidente de Kazajastán desde la desaparición de la URSS, cuya dictadura acaba de prohibir la actividad del nuevo Partido Comunista Kazajo) tenían que actuar en un marco de partido único en la URSS y bajo unas leyes y una constitución que les forzaban a desarrollar una política favorable a los intereses populares. El colapso de la Unión mostró su verdadero carácter, convirtiéndose en los protagonistas del saqueo de la propiedad pública, y configurando regímenes represivos, dictatoriales y populistas… que recibieron la inmediata comprensión de los países capitalistas occidentales.
En una siniestra ironía, los dirigentes que protagonizaron el mayor robo de la historia eran presentados por la prensa rusa y occidental como “progresistas” y “renovadores”, mientras que quienes pretendían salvar la URSS y mantener las conquistas sociales de la población eran presentados como “conservadores” e “inmovilistas” Esos progresistas se lanzarían después a una desenfrenada rapiña de la propiedad pública, robando a manos llenas, porque los “libertadores” y “progresistas” iban a pilotar la mayor estafa de la historia y una matanza de dimensiones aterradoras, no sólo por el bombardeo del Parlamento, sino porque esa operación de ingeniería social, la privatización salvaje, ha causado la muerte de millones de personas.
Un aspecto secundario para el asunto que nos ocupa, pero relevante por sus implicaciones para el futuro, es la cuestión de quién ganó con la desaparición de la URSS. Desde luego, no lo hizo la población soviética, que, veinte años después, sigue por debajo de los niveles de vida que había alcanzado con la URSS. Tres ejemplos bastarán: Rusia tenía ciento cincuenta millones de habitantes, y ahora apenas tiene ciento cuarenta y dos; Lituania, que contaba en 1991 con tres millones setecientos mil habitantes, apenas alcanza ahora los dos millones y medio. Ucrania, que alcanzaba los cincuenta millones, hoy apenas tiene cuarenta y cinco. Además de los millones de muertos, la esperanza de vida ha retrocedido en todas las repúblicas. La desaparición de la URSS fue una catástrofe para la población, que cayó en manos de delincuentes, de sátrapas, de ladrones, muchos de ellos reconvertidos ahora en “respetables empresarios y políticos”. Estados Unidos se apresuró a cantar victoria, y todo parecía indicar que había sido así: su principal oponente ideológico y estratégico había dejado de existir. Pero, si Washington ganó entonces, su desastrosa gestión de un mundo unipolar dio inicio a su propia crisis: su decadencia, aunque relativa, es un hecho, y su repliegue militar en el mundo se acentuará, pese a los deseos de sus gobernantes.
Veinte años después, la Unión Soviética sigue presente en la memoria de los ciudadanos, tanto entre los veteranos como entre las nuevas generaciones. Olga Onóiko, una joven escritora de veintiséis años que ha ganado el prestigioso premio Debut, afirmaba (con una ingenuidad que también revela la conciencia de una gran pérdida) hace unos meses: “la Unión Soviética se aparece en mi mente como un país grande y hermoso, un país soleado y festivo, el país de ensueño de mi infancia, con un claro cielo azul y banderas rojas ondeando”. Por su parte, Irina Antónova, una excepcional mujer de ochenta y nueve años, directora en ejercicio del célebre Museo Pushkin de Moscú, añadía: “La época de Stalin fue un momento duro para la cultura y para el país. Pero también he visto cómo mucho después se perdió un gran país de una manera involuntaria e innecesaria. [...] A veces me digo que sólo quiero irme al otro mundo después de haber vuelto a ver el brote verde de algo nuevo, algo realmente nuevo. Un Picasso que transforme esta realidad desde el arte, desde la belleza y la emoción humana. Pero la cultura de masas ha devorado todo. Ha bajado nuestro nivel. Aunque pasará. Es sólo una mala época. Y sobreviviremos a ella”.
(Tomado de la Revista cultural El Viejo Topo)
Artículos Relacionados
Otros artículos sobre: Armenia, Boris Yeltsin, Capitalismo, Georgia, Letonia, Mijaíl Gorbachov, Moscú, PCUS, Ucrania, Unión Soviética, URSS
• Putin sobre desintegración de la URSS: Había que luchar y no esconder la cabeza (15-12-11)
• Cuatro lecciones del derrumbe de la Unión Soviética (22-05-11)
• Cuba conmemora el Aniversario 65 de la Victoria contra el fascismo (09-05-10)
• El picoteo que se escuchó en todo el mundo (06-01-10)
• La autopsia del Muro, 20 años después (06-11-09)
Otros artículos de Especiales
Se muestran artículos destacados a criterio del Consejo Editorial.
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (II) (21-01-12)
• Parque de miradas y complicidades (20-01-12)
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (I) (20-01-12)
• La respuesta del 99% al cierre de Megaupload (20-01-12)
• Es hora de quitar a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo (20-01-12)
Otros artículos de Política
• Cuba responde a vocero de gobierno chileno: No intente ganar popularidad inventando un disidente (21-01-12)
• Estados Unidos desplazó 12.000 soldados a Libia (21-01-12)
• La fórmula libia no va con Cuba (21-01-12)
• Revista de EEUU exhorta al Mosad israelí a que asesine a Obama (21-01-12)
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (II) (21-01-12)
18 Comentarios »
• lolotte dijo:
Cuando vemos a gente como Daniel Cohn-Bendit, euro-diputado y uno de los principales responsables del partido político francés EELV, partido altermundialista que se dice tener una fuerte dosis de valores sociales y ambientales, expresarse negativamente de lideres latino-americanos como el Presidente Chávez y el Presidente Castro, calificando a sus países como regímenes totalitarios con la intensión de compararlos con Hungría, desprestigiar así su nueva constitución y manipular a la opinión publica, constatamos que no hay que ser especialista en geopolítica para ver que la USA no es la única nación que esta bajo la ocupación sionista, como lo menciono recientemente Lady Michèle Renouf.
Además de interrogarse seriamente sobre la justeza expresada por los nuevos textos constitucionales húngaros, que seguramente velan por los intereses de su pueblo.
# 19 Enero 2012 a las 13:24
• Clemente Martinez dijo:
Buen analice histórico de la disolución de la URSS y su protagonistas que influyeron de la caída de la URSS. Pero la realidad radica en la conciencia del propio ser humano; Unos nacemos para bien y otros para mal; eso es lo real. Cuando digo para bien o para mal,entra en juego la propia conciencia del ser; avarisiosos. Glotoneros, lujuriosos,etc. O sea el bienestar de la humanidad no se encuentra ni en el capitalismo ni en el socialismo; si no en la propia conciencia del ser del ser. Ahora; si la tierra quisiera tener una mejor humanidad,tendría que pensar como los Dioses. Pero de aquellos Dioses lleno de Amor no como los dioses lleno de anti amor. Significa que aquí en la tierra estos conflictos de contradicciones de pensamiento y actuar siempre lo vamos a tener en medios de nosotros; mientras no pensemos como los Dioses lleno de amor. Decimos Dioses todo aquello que esta lleno de divinidad.
# 19 Enero 2012 a las 14:56
• Alí Babá y los cuarenta ladrones dijo:
Hay que tener cuidado con todos los que se rasgan las vestiduras, son lobos vestidos de ovejas.
# 19 Enero 2012 a las 15:00
• rdamian dijo:
Solo tengo 26 años y lo q conozco de la URSS viene de libros y los relatos de mis padres. Creo que es muy importante para nosotros -los cubanos que deseamos el bienestar de nuestro pueblo- aprender de los errores que se cometieron allá. Muy interesante, y triste a la vez, leer sobre aquellos sucesos.
# 19 Enero 2012 a las 15:23
• jesus dijo:
El descalabro ha sido total
El indice de desarrollo humano , situa a Cuba en el lugar 51. Solo tres paises de la ex URSS, estan por encima de Cuba: Estonia ( lugar 34). Lituania(40) y Letonia(43)
Los demas por debajo. Los mas proximos:Rusia , lugar 65 ,y Bielorusia , 66.
# 19 Enero 2012 a las 16:52
• Dario dijo:
Desde aquellos tiempos siempre he sentido que hacía falta una explicación, bien estudiada y sin apasionamientos de la desaparición de la URSS; en este artículo considero que se hace un análisis bastante certero, dejando lógicamente algunas lagunas, que deben existir, pues un hecho de tanta magnitud no va a ser fácil desentrañarlo completamente en tan breve tiempo.
Muy buena la caracterización de Gorbachov y su papel en todo aquello. Hoy en día se gana la vida dando conferencias en muchas partes y presentándose como un Héroe, cuando realmente fue un inepto en toda la extensión de la palabra.
# 19 Enero 2012 a las 17:33
• Jorge LGuerrero dijo:
Es necesario que se sepa,que EE.UU le pago 200 millones a Gorbacheb y ese LACAYO AL SERVICIO IMPERIAl,vive hoy en Boca Raton,FLORIDA a costa de vender a la URSS,de todos modos los rusos,son un pais de muchos recursos y ahora bajo la administracion de putin y mervediev estan asumiendo el verdadero rol de esa gran potencia,por supuesto que el mundo necesita hoy mas que nunca a la URSS,especialmente nosostros los cubanos añoramos aquella epoca.
# 19 Enero 2012 a las 20:13
• lazaro izquierdo martinez dijo:
Fue sorprender ver la gran cantidad de excomunistas de la URSS cambiandoce las mascaras alentados por el dinero y un resectivo llamado en contra de sus ideales donde puedo yo puedo tener una imaginacion uneguivoca de las oscuras manos occidentades la gran mayoria de sus exmiembros hoy reconocen el error y el porgue de un borracho gue cambio los destinos y la historia de la gran nacion SOVIETICA(URSS)lider indiscutible pese a algunos desaciertos necesarios para el mantenimiento de la URSS pues constantemente los malos engendros capitalistas ansiaban el fin gue posteriormente se convirtio en una amarga y triste realidad yo siempre pienso gue siempre se aprende de los enemigos solapados de amigos y hay gue andar con la guardia en alto cheguean los oportunistas pues estos pueden causar mas maletares gue el MARABU. Lazaro
# 19 Enero 2012 a las 20:48
• julio dijo:
te falto decir que quienes se comieron a rusia fueron los mismos del partido comunista y la kgb, esos son los magnates de hoy en rusia y por el camino que va cuba, pasara exactamente lo mismo. occidente no acabo con rusia, fueron ellos mismos por su cadena de errores, abusos y dominio sobre las personas, a nadie le gusta ser esclavo de nadie,la gente nace para ser libres y no para que un grupo sean los piensen por uno, digan que es lo bueno y lo malo, son los que deciden que se lee, que se ve,que se oye. eso no es asi, la gente tiene derecho a decidir su propio destino,todos sabemos que la vida es una lucha constante y por supuesto que ha nadie le gusta que haya pobres ni discriminados. la mafia del partido comunista de la era sovietica son los que hoy dia son los dueños de rusia. cuba: mirate en ese espejo.
# 19 Enero 2012 a las 21:23
• Srećko Vojvodić dijo:
Estoy de acuerdo con Dario: el estudio de Higinio Polo, presentado aquí, es excelente y precioso. Solamente añadiría que considero la lectura del estudio de Roger Keeran and Thomas Kenny: „Socialism Betrayed: Behind the Collapse of the Soviet Union“ imprescindible.
Y en cuanto al heroísmo de Misha el funerario (TCC M. S. Grobachov): ni me extraña que él mismo se vea tan, ni que los amos y portavoces del imperialismo triunfante le ven de tal manera. ¿Qué otro? De los amos y portavoces no hay nada a comentar y ¿de él mismo? Yo no puedo imaginar cómo podría sobrevivir el desplome de una escuelita de la cual me alguien había encargado, sin hacerme loco, y el presidió ¡el desplome del primer estado de los obreros y campesinos, el soporte y la esperanza del todo proletariado mundial!
Bueno que lolotte sigue y lee a Lady Michèle Renouf y Daniel Cohn-Bendit, debe ser un/a analista. A mi ni me ocurre. Preferiría instalar Nova, Linux cubano, en mi ordenador, que leerl@s. ¡Anda! Dicen Cohn-Bendit y su partido quienes son regímenes totalitarios… no quiero escribir aquí qué me duele por eso, no se pronuncian tantas palabras en CubaDebate…
# 20 Enero 2012 a las 0:25
• Andrey Semyachko dijo:
El artículo muy bueno y sincero.
# 20 Enero 2012 a las 6:28
• GERMAN dijo:
EXCELENTE ARTICULO DONDE EN 6 PAGINAS SE HACE UN ANALISIS MUY DETALLADO DE AQUEL AÑO 1991.
TUVE OPORTUNIDAD COMO MUCHOS CUBANOS DE LEER EL LIBRO DE GORBACHOV SOBRE LA PERESTROIKA QUE FUE EDITADO AQUI Y DEL DICHO AL HECHO HAY UN GRAN TRECHO EN LO QUE SE PLANTEABA A HACER Y LO QUE EN REALIDAD PASO.
AUN PUEDEN QUEDAR CABOS SUELTOS PERO ESTE MISMO ANALISIS SE PUDIERA HACER CON LOS DEMAS PAISES DE EUROPA ORIENTAL QUE EN UN MOMENTO DETERMINADO FUERON SOCIALISTAS Y EN 1989 OPTARON POR EL CAPITALISMO SALVAJE.
# 20 Enero 2012 a las 9:56
• carlos e. bischoff dijo:
Pues…, el artículo sin dudas es meduloso sobre el colapso de la Urss, muy ilustrativo y documentado.
Sin embargo, me quedo con la sensación de que se dice “por esto cayó la Urss, esto es, que la Urss cayó por estos acontecimientos que se relatan. Y realmente, cualquier analista tipo Brzesinsky lo daría por bueno, ya que a no dudar la mano de estos tipos ha estado metida en el colapso.
Quizá deba aclarar de entrada que NO soy trotskysta, aunque no me parece malo echarle una leída a Trotsky cada tanto, que en algunas cosas sí que parece haber tenido razón. Probablemente no en su modo de entender el internacionalismo, pero casi seguramente sí en su análisis de la burocracia soviética. Sería para otro tema.
Sin embargo, el colapso es el fin de una enfermedad, no la enfermedad misma. Es la conclusión, no inevitable pero posible de la enfermedad. Y pretender que el colapso sea la causa, es equivocar el diagnóstico, y por allí sacar experiencias equivocadas, al menos riesgosas.
¿Como puede un sistema socialista desintegrarse casi sin pena, ante la mirada atónita del pueblo que lo sostiene y lo construye? Y no sé porque, pero me da la impresión de que por allí van los tiros. ¿Construía el pueblo soviético el socialismo? ¿O el “socialismo real” del Pcus instruía al pueblo soviético sobre cuando, como y donde construir, lo malo o bueno en cada momento? ¿El Estado Soviético se construía sobre la base del pueblo o sobre el aparato del Pcus? Porque Yeltsin, Gorbachov y compañía, eran parte sustantiva, miembros del Comité Central del Pcus, y no da la sensación de que los virajes durante el colapso, ni previos a él, hayan sido frutos de un proceso en el pueblo soviético. ¿Se vió sorprendido el pueblo soviético, o solo vió pasar estos hechos como algo cercano pero no propio?
Vamos, que si uno,aún con la poca información que tiene sobre aquella etapa, la compara con el proceso de discusión de adecuación que hoy vive Cuba -ese que los tipo Brzesinsky intuyen de “retorno” al capitalismo-, pocos puntos en común podrán advertirse. Pero quizá por esto sea más significativo y necesario hoy análisis un poco más hondos no ya del “colapso” sino de la o las enfermedades que los producen.
No sé, no puedo saber si los lineamientos son los más adecuados. Confío en ellos, porque tengo la impresión de la participación popular en ellos. En la participación y en la lucha contra la burocracia. Puedo estar equivocado, pero se me hace que son dos de las enfermedades -y muchas decisiones históricas a su alrededor-, que están en la base del fin de la Urss. Admito mi escasa capacidad para analizarlas, pero estoy seguro que hay que hacerlo, y no pretender que el el fin de cincuenta años de socialismo sea el fruto de los manejos solo de cuatro o cinco imbéciles o entregados al imperialismo. Poco socialismo -al menos como modestamente lo concibo- debe haberse construído.
Chau
# 20 Enero 2012 a las 10:34
• ANDAL dijo:
Muy buen articulo ese, yo mismo no conocia ni la mitad de los echos que dieron al traste al derrumbamiento de la URSS.
Y aunque me duela decirlo y reconocerlo estoy de acuerdo con los comentarios de julio.
Saludos a los foristas.
# 20 Enero 2012 a las 11:01
• Miguel. dijo:
La URSS era un sueño echo realidad y mas para nosotros los cubanos , sólo pude disfrutar del campo socialista hasta mis 7 años de edad, desde el 1983 hasta el 1990. Muchos cubanos dicen que fué La década prodigiosa y otros el tiempo de la abundancia.En ese período Cuba llegó a tener el 99% de la agricultura, totalmente mecanizada ,es sorprendente no? Como cambian los tiempos, que nostalgia.
Miguel…
# 20 Enero 2012 a las 11:10
• carlos dijo:
Estimados compañeros, aconsejo ( en el buen sentido de la palabra, pues no soy nadie para aconsejar) que lean el libro de Tomas Borges el que publica un dialogo con el Sr. Comandante Fidel Castro que se realizo un tiempo antes de la caida de la Unión Soviética y en el con una gran lucidez Don Fidel Castro anticipa la caída y da el porque. Un abrazo a todos los compañeros
# 20 Enero 2012 a las 12:59
• OLPeña dijo:
Añoro ese temporada de los años 70´ y 80´ en las tiendas había de todas las chucherías que le fascinaban a un niño guajiro como yo desde dulces en conserva hasta la Jalea de leche en latas que luego de vacías las usábamos para candiles, ya que mi casa quedaba lejos del Sistema eléctrico, así como las revistas ilustradas, a color y en papel cromado, con artículos interesantes y paradisíacos que luego eran preciosos forros de libretas escolares.
Pero a esta altura reflexiono cuanto daño nos hizo esa MADRE solicita y complaciente a lo que llamábamos jocosamente la CANALITA, cuanto aprendimos a derrochar, a malgastar y a ser importadores netos de todo y de todos.
Recuerdo a estas alturas las palabras apocalípticas premonitorias de nuestro Che respecto al socialismo ruso y más doloroso encontró un culpable; cuanta razón tenía, como luchaba contra los dogmas. Su discurso de Argel.
Cuanto hemos copiado, cuanto podemos protegernos como luchar contra los camaleones, los cambia casacas, los anexionistas.
Resulta interesante en este proceso de implosión que el pueblo soviético no participó luego de rescatar al país de la II Guerra Mundial y poner la mayoría de los muertos y si muchos acomodados dentro del sistema. Se soltaron los descendientes de los zares.
Creo a sobremanera en el socialismo, el papel de la historia y en los próceres, pero un socialismo integrador materialista, ambientalista y de ideas.
Lo Importante de toda esta pesadilla es que Cuba, sufrió pero no claudicó.
Saludos
# 20 Enero 2012 a las 13:26
• Pedro Luis dijo:
No soy especialista en temas rusos, pero creo haber sentido desde dentro por más de un lustro, a eso que dicen - el alma rusa.
No es mi intención una disertación política, sino vivencial, si sale otra cosa pido disculpas por adelantado, porque no soy académico.
El pueblo ruso, ese que a 20 años de la caída de la URSS sigue viviendo, trabajando, riendo y sufriendo en esa amplísima franja del norte euroasiático, es un pueblo maravilloso, con una cultura milenaria exquisita, humanista y heredera de tradiciones de cientos de pueblos que allí conviven. Tuvo épocas muy difíciles, entre ellas la ocupación mongola, la etapa zarista (con un régimen feudal aplastante que sobrevivió prácticamente hasta la Revolución Bolchevique), los primeros años de la Revolución de Octubre y el período durante y posterior a la Gran Guerra Patria. Este, después de la caída de la URSS, es otro momento difícil que en su momento tendrá su propia historia.
Rusia existe sobre la sangre de millones de sus hombres que desde épocas añejas fueron carne de cañón para las guerras zaristas, y en épocas mas recientes, el inevitable sacrificio humano para no dejar de ser una nación independiente; pero mientras los hombres ofrendaban sus vidas en el campo de batalla, fueron las mujeres y los niños, la inmensa mayoría viudas y huérfanos, quienes sobre su sudor y lágrimas soportaron el peso de esa nación gigantesca. Si alguna patria tiene el mérito y orgullo de llamarse “madrecita”, esa sería sin duda alguna Rusia.
Recuerdo que la autoridad de la mujer en la época soviética era sencillamente aplastante. Ellas se habían ganado esa autoridad con enormes dosis de sacrificio, en tanto los hombres, eran más dados a las fiestas familiares, la bebida, las discusiones, el deporte y el trabajo por supuesto; pero primaba un espíritu de celebración constante en todo aquello, a tal punto, que le habían asignado un día a casi todas las profesiones y oficios conocidos, aparte de las conmemoraciones históricas. Pareciera que en su subconsciente se desquitaban de la amargura y dolor de tantos años de muerte y miseria.
Difícilmente no eras bienvenido en cualquier hogar ruso, no importaba de qué latitud, longitud, raza o religión provinieses. Lógicamente se establecían larguísimas discusiones de sobremesa acompañadas de abundante vodka y tocino, que terminaban con el anfitrión borracho como una cuba, pero todo el mundo contento.
De política se hablaba por supuesto, pero esa era una asignatura que rápidamente era superada por el calor familiar y la amistad.
Yo diría que es un pueblo extremadamente noble, hospitalario, trabajador, orgulloso de su historia y cultura y nada vanidoso, aun cuando tienen suficientes elementos para ello.
A diferencia de los EEUU, nacidos prácticamente ayer, los rusos nunca han dicho que son “la tierra prometida”, o que Dios habla con ellos. Si, tienen su Dios, pero no andan de brazo con el a todos lados y mucho menos este les habla de lo que tienen que hacer.
Al ruso (soviético) no le importaba mucho quien manda, ni tenía esa preocupación enfermiza con la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos; los tenía conquistados con su Revolución y gozaba de ellos como un don que le llegaba desde la cuna- derecho a la educación y salud gratuitas, derecho al trabajo, a una vivienda decorosa, a la cultura, al deporte, a la recreación, etc, etc.
Sin embargo, fue creciendo, en ese paraíso terrenal que iban construyendo, una idea morbosa de competir con el capitalismo, de demostrar que esa si era la tierra prometida, de elevarse por encima de los demás. Y error tras error, soberbia tras soberbia, tozudez tras tozudez, aquello se fue complicando, exacerbado por supuesto, por toda la maquinaria propagandística del imperio yanqui y su cohorte.
Se conservaron las conquistas fundamentales, pero se perseguía con saña cualquier disensión ideológica, se cerró el país al exterior y se autobloquearon. En la URSS fue creciendo un “no sé qué” chovinista, grandilocuente y pretencioso que en nada se acercaba a la verdadera esencia del pueblo ruso. Pero al fin al cabo los rusos, a quien no le importaban mucho la cosas del Kremlin, siguieron con su guasanga y poco a poco sintieron esas limitaciones de sus libertades y derechos, empezaron a ver el resurgimiento de manifestaciones serias de corrupción, abuso del cargo, represión, elitismo y nacimiento de una capa de personas por encima del pueblo; quienes dirigían, legislaban y consumían por encima de ese pueblo.
Me da tremenda pena enterarme, de que una de las primeras acciones “emancipadoras” de la “nueva Rusia”, fue proyectar en pantallas gigantes de la avenida Arbat, los dibujos animados del Pato Donald. (los dibujos animados rusos eran por mucho de mejor factura artística que los de Disney y quien disienta de eso, que busque en los créditos de los mejores animados yanquis y europeos y se sorprenderá de la profusa colección de apellidos rusos).
He obviado (no por ignorancia) la etapa estalinista con todos sus absurdos, porque haciendo abstracción de ello, los logros económicos y sociales de la URSS en la etapa que estoy tratando de recordar (70-80) apuntaban hacia una sociedad con un nivel de vida espiritual y socioeconómico en desarrollo constante.
Años antes de la caída de la URSS, aun en época de Breznev, ya la URSS no era la URSS; si acaso la escuálida caricatura de un sueño frustrado.
Si bien los mercados de Moscú rebosaban de buena salud en cuanto a cantidad (pésima calidad en no poco rubros), las ciudades de la periferia y en particular el campo, iban en franco declive. Si el transporte en y desde Moscú era una maravilla, dentro de las provincias y regiones era un infierno. El moscovita era un soviético privilegiado que disponía de casi todas las bondades, a tal punto que prácticamente podía desayunar, almorzar y comer frugalmente con ¡UN RUBLO! en las cafeterías de la ciudad; viajar por una de las más extensas redes de metro del mundo con ¡CINCO CENTAVOS! y entrar a espectáculos artísticos de primer nivel mundial con solo rascarse el bolsillo. Pero la inmensa Rusia padecía de una metástasis atroz que la consumía lentamente, era la clásica modelo famélica y desnutrida con rostro de ángel, que al final resultó ser de la muerte.
Se descuidaron muchas cosas en el camino y sería interminable la lista, pero una principalísima pudiese ser sin duda alguna, el pensar y actuar como ruso, sin representar realmente al alma rusa; divorciarse por completo del pueblo y actuar en nombre de este, asumiendo los méritos milenarios y más recientes de ese pueblo como patente de corso para hacer política.
No quiero extenderme más, porque me he ido complicando; pero Gorbachov, Eltsin y todo y todos los que han acompañado a estos personajes son solo la punta del iceberg que dio al traste con aquel acorazado Potemkin; el Crucero Aurora hizo aguas sin salir del muelle, porque lo pintaban por arriba, pero se iba pudriendo el casco.
Confío en la capacidad regeneradora de ese pueblo. Más de una vez han salido del infierno y la nada para casi tocar el cielo.
No creo que el resurgimiento de una vida digna y una Patria mil veces mejor que la finada URSS sea obra de Putin, Medvedev, Ziugánov o Prójorov. Los indignados rusos no son esos que salieron a las calles a vociferar contra Putin en estos días. Los indignados rusos aun siguen con su dormidera osezna y entre algún que otro trago de vodka saldrán en su momento de la cueva, empujados por la osa hembra, que repito, es quien manda al fin y al cabo. Solo hay que esperar.
# 21 Enero 2012 a las 11:25
19 Enero 2012 18 Comentarios
Por Higinio Polo
La desaparición de la Unión Soviética es una de las tres cuestiones clave que explican nuestra realidad en el siglo XXI. Las otras dos son el fortalecimiento chino y el inicio de la decadencia norteamericana. La disolución de la URSS se precipitó en el clima de crisis y enfrentamientos que se apoderaron de la vida soviética en los últimos años del gobierno de Gorbachov, quien aunque encabezó un inaplazable proceso de renovación (en su inicio, reclamando el retorno al leninismo), impulsó una desastrosa gestión de gobierno y una torpe acción política que agravó la crisis y facilitó la acción de los opositores al sistema socialista.
Las disputas entre Yeltsin y Gorbachov, el premeditado y precipitado desmantelamiento de las estructuras soviéticas y de la organización del Partido Comunista fueron acompañadas de reivindicaciones nacionalistas, que se iniciaron en Armenia y se extendieron como una mancha de aceite por otras repúblicas de la Unión, mientras la crisis económica se agravaba, los abastecimientos escaseaban y los lazos económicos entre las diferentes partes de la Unión empezaban a resentirse.
Los problemas a los que se enfrentaba Gorbachov eran muchos, y su gestión los empeoró: la aspiración a una mayor libertad, frente al autoritarismo soviético, y un explosivo cóctel de malas cosechas, inflación desbocada, caída de la producción industrial, desabastecimiento de alimentos y medicinas, escasez de materias primas, una reforma monetaria impulsada por el incompetente Valentín Pávlov en enero de 1991, junto con las ambiciones personales de muchos dirigentes políticos, además de los desajustes de la economía socialista y del encaje de la nueva economía privada, aumentaron el malestar de la población.
En mayo de 1990, Yeltsin se había convertido en presidente del parlamento (Sóviet supremo) de la Federación Rusa anunciando el propósito de declarar la soberanía de la república rusa, contribuyendo así al aumento de la tensión y de las presiones rupturistas que ya enarbolaban los dirigentes de las repúblicas bálticas. Poco después, en junio de 1990, el congreso de diputados ruso aprobó una “declaración de soberanía”, que proclamaba la supremacía de las leyes rusas sobre las soviéticas.
Era un torpedo en la línea de flotación del gran buque soviético. Sorprendentemente, la declaración fue aprobada por 907 diputados a favor y sólo 13 votaron en contra. El 16 de junio, el parlamento ruso, a propuesta de Yeltsin, anuló la función dirigente del Partido Comunista. Egor Ligachov, uno de los dirigentes contrarios a Yeltsin y a la deriva de Gorbachov, declaraba que el proceso que se estaba siguiendo era muy peligroso y llevaba al “desmoronamiento de la URSS”. Eran palabras proféticas. Yeltsin, ya liquidada la Unión, convirtió en 1992 esa fecha en fiesta nacional rusa, mientras que, con justicia, los comunistas la consideran hoy un “día negro” para el país.
Las tensiones nacionalistas jugaron un importante papel en la destrucción de la URSS; a veces, con oscuras operaciones que la historiografía aún no ha abordado con rigor. Un ejemplo puede bastar: el 13 de enero de 1991 hubo una matanza ante la torre de la televisión en Vilna, la capital lituana.
Trece civiles y un militar del KGB resultaron muertos, y la prensa internacional tildó lo ocurrido de “brutal represión soviética”, como titularon muchos periódicos. El presidente norteamericano, George Bush, criticó la actuación de Moscú, y Francia y Alemania, así como la OTAN, pronunciaron duras palabras de condena: el mundo quedó horrorizado por la violencia extrema del gobierno soviético, enfrentado al gobierno nacionalista lituano que controlaba en ese momento el Sajudis, dirigido por Vytautas Landsbergis. Siete días después, el 20 de enero, una masiva manifestación en Moscú exigía la dimisión de Gorbachov, mientras Yeltsin le acusaba de incitar los odios nacionalistas, acusación a todas luces falsa. Una oleada de protestas contra Gorbachov y el PCUS, y en solidaridad con los gobiernos nacionalistas del Báltico, sacudió muchas ciudades de la Unión Soviética.
Sin embargo, ahora sabemos que, por ejemplo, Audrius Butkevičius, miembro del Sajudis y responsable de seguridad en el gobierno nacionalista lituano, y después ministro de Defensa, se ha pavoneado ante la prensa de su papel en la preparación de esos acontecimientos, forzados con el objetivo de desprestigiar al Ejército soviético y al KGB: ha llegado a reconocer que sabía que se producirían víctimas ese día ante la torre de la televisión, y sabemos también ahora que los muertos fueron alcanzados por francotiradores apostados en los tejados de los edificios y que no recibieron disparos desde una trayectoria horizontal, como correspondería si hubieran sido atacados por las tropas soviéticas que estaban ante la entrada de la torre de televisión.
Butkevičius reconoció años después de los hechos que miembros del DPT (Departamento de Protección del Territorio, el embrión del ejército creado por el gobierno nacionalista) apostados en la torre de la televisión, dispararon a la calle. No se trata de desarrollar una teoría conspiratoria de la caída de la URSS, pero las provocaciones y los planes desestabilizadores existieron. También las tensiones nacionalistas, por lo que esas provocaciones actuaron sobre un terreno abonado, excitando la pasión y los enfrentamientos.
En marzo de 1991 tuvo lugar el referéndum sobre la conservación de la URSS, en ese clima de pasiones nacionalistas. Los gobiernos de seis repúblicas se negaron a organizar la consulta (las tres bálticas, que ya habían declarado su independencia, aunque no era efectiva; y Armenia, Georgia y Moldavia), pese a lo cual el ochenta por ciento de los votantes soviéticos participaron, y los resultados dieron unos porcentajes del 76′4 de partidarios de la conservación y del 21′4 que votaron negativamente, cifras que incluyen las repúblicas donde el referéndum no se convocó. El aplastante resultado favorable al mantenimiento de la URSS fue ignorado por las fuerzas que trabajaban por la ruptura: por los nacionalistas y por los “reformadores”, que ya controlaban buena parte de las estructuras de poder, como las instituciones rusas. Yeltsin, como presidente del parlamento ruso, desarrollaba un doble juego: no se oponía públicamente al mantenimiento de la Unión, pero conspiraba activamente con otras repúblicas para destruirla.
De hecho, una de las razones, si no la más importante, de la convocatoria del referéndum de marzo de 1991 fue el intento del gobierno central de Gorbachov de limitar la voracidad de los círculos de poder de algunas repúblicas y, sobre todo, de frenar la alocada carrera de Yeltsin hacia el fortalecimiento de su propio poder, para lo que necesitaba la destrucción del poder central representado por Gorbachov y el gobierno soviético. Sin olvidar que, en el clima de confusión y descontento, la demagogia de Yeltsin consiguió muchos seguidores.
Así, antes del intento de golpe de Estado del verano de 1991, Yeltsin reconoció en julio la independencia de Lituania, en una clara provocación al gobierno soviético que Gorbachov fue incapaz de responder. Los dirigentes de las repúblicas querían consolidar su poder, sin tener que dar cuentas al centro federal, y para eso necesitaban la ruptura de la Unión Soviética. Un sector de los partidarios del mantenimiento de la URSS facilitó con su torpeza el avance de las posiciones de la tácita coalición entre nacionalistas y “reformadores” liberales, que recibían, además, el apoyo de los partidarios del sector de economía privada que prosperó bajo Gorbachov, e incluso del mundo de la delincuencia, que olfateaba la posibilidad de conseguir magníficos negocios, por no hablar de los dirigentes del PCUS, como Alexander Yakovlev, que trabajaban activamente para destruir el partido. La víspera del día fijado para la firma del nuevo tratado de la Unión, los golpistas irrumpieron con un denominado Comité estatal para la situación de emergencia en la URSS. El comité contaba con el vicepresidente Guennadi Yanáev, el primer ministro Pávlov; el ministro de Defensa, Yázov; el presidente del KGB, Kriuchkov, el ministro del Interior, Boris Pugo, y otros dirigentes, como Baklánov, y Tiziakov. El fracaso del golpe de agosto de 1991, impulsado por sectores del PCUS contrarios a la política de Gorbachov, sirvió de detonante para la contrarrevolución y alentó a las fuerzas que propugnaban, sin formularlo todavía, la disolución de la URSS.
La improvisación de los golpistas, pese a contar con el responsable del KGB y del ministro de Defensa, llegó al extremo de anunciar el golpe ¡antes de poner en movimiento las tropas que supuestamente les apoyaban!; ni siquiera cerraron los aeropuertos ni tomaron los medios de comunicación, ni detuvieron a Yeltsin y otros dirigentes reformistas, y la prensa internacional pudo moverse a su antojo. Los servicios secretos norteamericanos confirmaron la increíble improvisación del golpe, y la ausencia de importantes movimientos de tropas que pudiesen apoyarlo. De hecho, la desaforada torpeza de los golpistas se convirtió en la principal baza de los sectores anticomunistas que acabaron con la URSS: aunque pretendiesen lo contrario, su acción, como la de Gorbachov, facilitó el camino a los partidarios de la restauración capitalista.
Tras el fracaso del golpe, Yeltsin volvió a adelantarse: el 24 de agosto reconocía la independencia de Estonia y Letonia. Y no fue sólo Yeltsin quien inició los pasos para la prohibición del comunismo: también Gorbachov, incapaz de hacer frente a las presiones de la derecha. El 24 de agosto de 1991, Gorbachov anunciaba su dimisión como secretario general del PCUS, la disolución del comité central del partido, y la prohibición de la actividad de las células comunistas en el ejército, en el KGB, en el ministerio del interior, así como la confiscación de todas sus propiedades. El PCUS quedaba sin organización ni recursos. No había frenos para la revancha anticomunista. Yeltsin ya había prohibido todos los periódicos y publicaciones comunistas. La debilidad de Gorbachov era ya evidente, hasta el punto de que Yeltsin, presidente de la república rusa, era capaz de imponer ministros de su confianza al propio presidente soviético en los ministerios de Defensa e Interior, claves en la crítica situación del momento. Yeltsin ya había prohibido al PCUS en Rusia e incautado sus archivos (de hecho, esos archivos eran los centrales del partido comunista), y otras repúblicas lo imitaron (Moldavia, Estonia, Letonia y Lituania se apresuraron a prohibir el partido comunista y pedir a Estados Unidos apoyo para su independencia), mientras el “reformista” alcalde de Moscú incautaba y sellaba los edificios comunistas en la capital. Por su parte, Kravchuk anunciaba el 24 de agosto su abandono de sus cargos en el PCUS y en el Partido Comunista de Ucrania. Yeltsin, que contaba con un importante apoyo social, se abstenía cuidadosamente de revelar su propósito de restaurar el capitalismo.
La desenfrenada carrera hacia el desastre siguió durante los meses finales de 1991. El referéndum celebrado en Ucrania el 1 de diciembre de 1991, contaba con el control del aparato de Kravchuk, el hasta hacía unos meses secretario comunista de la república, reconvertido en nacionalista, adalid de la independencia ucraniana. Tras el resultado, al día siguiente, Kravchuk anunció su negativa a firmar el Tratado de la Unión con el resto de repúblicas soviéticas. Kravchuk era el prototipo del perfecto oportunista, presto a adoptar cualquier ideología para conservar su papel: en agosto de 1991, con el intento de golpe contra Gorbachov, no dejó clara su posición, ni apoyó a Yeltsin ni a Gorbachov, pero tras el fracaso adoptó una posición nacionalista, abandonó el partido comunista, y se lanzó a reclamar la independencia de Ucrania. Era un profesional del poder, que intuyó los acontecimientos, y, si había sido elegido presidente del parlamento ucraniano en 1990 por los diputados comunistas, tras el fracaso del golpe, abandonó las filas comunistas. Así, todo se precipitaba. Si unos meses antes, el 17 de marzo de 1991, la población ucraniana había respaldado mayoritariamente la conservación de la URSS (un 83 % votó a favor, y apenas un 16 % en contra) la masiva campaña del poder controlado por Kravchuk consiguió el milagro de que, ocho meses después, la población ucraniana respaldase la declaración de independencia del parlamento por un 90 %, con una participación del 84 %.
Yeltsin anunció, como pretexto, que si Ucrania no firmaba el nuevo tratado de la Unión, tampoco lo haría Rusia: era la voladura descontrolada de la URSS. Detrás, había un activo trabajo occidental: dos días después del referéndum ucraniano del día 1 de diciembre, Kravchuk hablaba con Bush sobre el reconocimiento norteamericano de la independencia: aunque Washington mantenía la cautela oficial para no enturbiar las relaciones con Moscú, su diplomacia y sus servicios secretos trabajaban esforzadamente apoyando a las fuerzas rupturistas.
También Hungría y Polonia, convertidos ya en países satélites de Washington, reconocieron a Ucrania. Yeltsin hizo lo propio, lanzado ya a la destrucción de la URSS. De inmediato, se puso en marcha el plan para disolver la Unión Soviética, en una operación protagonizada por Yeltsin, Kravchuk y el bielorruso Shushkévich el 8 de diciembre de 1991, que se reunieron en la residencia de Viskulí, en la reserva natural de Belovézhskaya Puscha, de Bielorrusia, donde proclamaron la disolución de la URSS y se apresuraron a informar a George Bush para obtener su aprobación.
Faltan muchos aspectos por investigar de esa operación, aunque los protagonistas que viven, como Shushkévich, insisten en que no estaba preparada de antemano la disolución de la URSS y que fue decidida sobre la marcha. El presidente bielorruso fue el encargado de informar del acuerdo a un Gorbachov impotente y superado por los acontecimientos, que sabía que iba a celebrarse la reunión de Viskulí, y le hizo partícipe, además, de que a George Bush le había gustado la decisión.
La rápida sucesión de acontecimientos, con la firma en Alma-Ata, el 21 de diciembre, por parte de once repúblicas soviéticas del acta de creación de la CEI y la dimisión de Gorbachov cuatro días después, con la simbólica retirada de la bandera roja soviética del Kremlin, marcaron el final de la Unión Soviética.
En una disparatada carrera de reclamaciones nacionalistas, muchas fuerzas políticas que habían crecido al amparo de la perestroika reclamaban soberanía e independencia, argumentando que su república iniciaría un nuevo camino de prosperidad y progreso, sin las supuestas hipotecas que comportaba la pertenencia a la Unión Soviética. Desde el Cáucaso hasta las repúblicas bálticas, pasando por Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, con la excepción de las repúblicas centroasiáticas, la mayoría de los protagonistas del momento se apresuraron a romper los lazos soviéticos… para apoderarse del poder en sus repúblicas. Una alianza tácita entre sectores nacionalistas y liberales (que supuestamente iban a alumbrar la libertad y la prosperidad), viejos disidentes, altos funcionarios del Estado y directores de fábricas y combinados industriales, oportunistas del PCUS, dirigentes comunistas reconvertidos a toda prisa para mantener su estatus (Yeltsin ya lo había hecho, y le siguieron Yakovlev, Kravchuk, Shushkévich, Nazarbáyev, Aliev, Shevardnadze, Karimov, etc), sectores comunistas desorientados, y ambiciosos jefes militares dispuestos a todo, incluso a traicionar sus juramentos, para mantenerse en el escalafón o para dirigir los ejércitos de cada república, confluyeron en el esfuerzo de demolición de la URSS.
Con todo el poder en sus manos, y con el partido comunista desarticulado y prohibido, Yeltsin y los dirigentes de las repúblicas se lanzaron al cobro del botín, a la privatización salvaje, al robo de la propiedad pública. No hubo freno. Después, para aplastar la resistencia por la deriva capitalista, llegaría el golpe de Estado de Yeltsin en 1993, inaugurando la vía militar al capitalismo, la sangrienta matanza en las calles de Moscú, el bombardeo del Parlamento (algo inaudito en la Europa posterior a 1945, que horrorizó al mundo pero que fue apoyado por los gobiernos de Washington, París, Berlín y Londres), y, finalmente, la manipulación y el robo de las elecciones de 1996 en Rusia, que fueron ganadas por el candidato del Partido Comunista, Guennadi Ziuganov.
La destrucción de la URSS convirtió a millones de personas en pobres, destruyó la industria soviética, desarticuló por completo la compleja red científica del país, arrasó la sanidad y la educación públicas, y llevó al estallido de guerras civiles en distintas repúblicas, muchas de las cuales cayeron en manos de sátrapas y dictadores. Es cierto que existía una evidente insatisfacción entre una parte importante de la población soviética, que hundía sus raíces en los años de la represión stalinista y que se agudizó por el obsesivo control de la población, y, aún más, por la desorganización progresiva y la falta de alimentos y suministros que caracterizó los últimos años bajo Gorbachov, pero la disolución empeoró todos los males. Esa parte de la población estaba predispuesta a creer incluso las mentiras que recorrían la URSS, recogidas a veces de los medios de comunicación occidentales.
En los análisis y en la historiografía que se ha ido construyendo en estos veinte años, ha sido un lugar común interrogarse sobre las razones de la falta de respuesta del pueblo soviético ante la disolución de la URSS. Veinte años después, la visión de conjunto es más clara: la agudización de la crisis paralizó buena parte de las energías del país, las disputas nacionalistas situaron el debate en las supuestas ventajas de la disolución de la Unión (¡todas las repúblicas, incluso la rusa, o, al menos sus dirigentes, proclamaban que el resto se aprovechaba de sus recursos, fuesen los que fuesen, agrícolas o mineros, industriales o de servicios, y que la separación supondría la superación de la crisis y el inicio de una nueva prosperidad!), y la ambición política de muchos dirigentes (nuevos o viejos) pasaba por la creación de nuevos centros de poder, nuevas repúblicas. Además, nadie podía organizar la resistencia porque los principales dirigentes del Estado encabezaban la operación de desmantelamiento, por activa, como Yeltsin, o por pasiva, como Gorbachov, y el partido comunista había sido prohibido y sus organizaciones desmanteladas. El PCUS se había confundido durante años con la estructura del Estado, y esa condición le daba fuerza, pero también debilidad: cuando fue prohibido, sus millones de militantes quedaron huérfanos, sin iniciativa, muchos de ellos expectantes e impotentes ante los rápidos cambios que se sucedían.
En el pasado, esos dirigentes oportunistas (como Yeltsin, Aliev, Nazarbáyev, presidente de Kazajastán desde la desaparición de la URSS, cuya dictadura acaba de prohibir la actividad del nuevo Partido Comunista Kazajo) tenían que actuar en un marco de partido único en la URSS y bajo unas leyes y una constitución que les forzaban a desarrollar una política favorable a los intereses populares. El colapso de la Unión mostró su verdadero carácter, convirtiéndose en los protagonistas del saqueo de la propiedad pública, y configurando regímenes represivos, dictatoriales y populistas… que recibieron la inmediata comprensión de los países capitalistas occidentales.
En una siniestra ironía, los dirigentes que protagonizaron el mayor robo de la historia eran presentados por la prensa rusa y occidental como “progresistas” y “renovadores”, mientras que quienes pretendían salvar la URSS y mantener las conquistas sociales de la población eran presentados como “conservadores” e “inmovilistas” Esos progresistas se lanzarían después a una desenfrenada rapiña de la propiedad pública, robando a manos llenas, porque los “libertadores” y “progresistas” iban a pilotar la mayor estafa de la historia y una matanza de dimensiones aterradoras, no sólo por el bombardeo del Parlamento, sino porque esa operación de ingeniería social, la privatización salvaje, ha causado la muerte de millones de personas.
Un aspecto secundario para el asunto que nos ocupa, pero relevante por sus implicaciones para el futuro, es la cuestión de quién ganó con la desaparición de la URSS. Desde luego, no lo hizo la población soviética, que, veinte años después, sigue por debajo de los niveles de vida que había alcanzado con la URSS. Tres ejemplos bastarán: Rusia tenía ciento cincuenta millones de habitantes, y ahora apenas tiene ciento cuarenta y dos; Lituania, que contaba en 1991 con tres millones setecientos mil habitantes, apenas alcanza ahora los dos millones y medio. Ucrania, que alcanzaba los cincuenta millones, hoy apenas tiene cuarenta y cinco. Además de los millones de muertos, la esperanza de vida ha retrocedido en todas las repúblicas. La desaparición de la URSS fue una catástrofe para la población, que cayó en manos de delincuentes, de sátrapas, de ladrones, muchos de ellos reconvertidos ahora en “respetables empresarios y políticos”. Estados Unidos se apresuró a cantar victoria, y todo parecía indicar que había sido así: su principal oponente ideológico y estratégico había dejado de existir. Pero, si Washington ganó entonces, su desastrosa gestión de un mundo unipolar dio inicio a su propia crisis: su decadencia, aunque relativa, es un hecho, y su repliegue militar en el mundo se acentuará, pese a los deseos de sus gobernantes.
Veinte años después, la Unión Soviética sigue presente en la memoria de los ciudadanos, tanto entre los veteranos como entre las nuevas generaciones. Olga Onóiko, una joven escritora de veintiséis años que ha ganado el prestigioso premio Debut, afirmaba (con una ingenuidad que también revela la conciencia de una gran pérdida) hace unos meses: “la Unión Soviética se aparece en mi mente como un país grande y hermoso, un país soleado y festivo, el país de ensueño de mi infancia, con un claro cielo azul y banderas rojas ondeando”. Por su parte, Irina Antónova, una excepcional mujer de ochenta y nueve años, directora en ejercicio del célebre Museo Pushkin de Moscú, añadía: “La época de Stalin fue un momento duro para la cultura y para el país. Pero también he visto cómo mucho después se perdió un gran país de una manera involuntaria e innecesaria. [...] A veces me digo que sólo quiero irme al otro mundo después de haber vuelto a ver el brote verde de algo nuevo, algo realmente nuevo. Un Picasso que transforme esta realidad desde el arte, desde la belleza y la emoción humana. Pero la cultura de masas ha devorado todo. Ha bajado nuestro nivel. Aunque pasará. Es sólo una mala época. Y sobreviviremos a ella”.
(Tomado de la Revista cultural El Viejo Topo)
Artículos Relacionados
Otros artículos sobre: Armenia, Boris Yeltsin, Capitalismo, Georgia, Letonia, Mijaíl Gorbachov, Moscú, PCUS, Ucrania, Unión Soviética, URSS
• Putin sobre desintegración de la URSS: Había que luchar y no esconder la cabeza (15-12-11)
• Cuatro lecciones del derrumbe de la Unión Soviética (22-05-11)
• Cuba conmemora el Aniversario 65 de la Victoria contra el fascismo (09-05-10)
• El picoteo que se escuchó en todo el mundo (06-01-10)
• La autopsia del Muro, 20 años después (06-11-09)
Otros artículos de Especiales
Se muestran artículos destacados a criterio del Consejo Editorial.
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (II) (21-01-12)
• Parque de miradas y complicidades (20-01-12)
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (I) (20-01-12)
• La respuesta del 99% al cierre de Megaupload (20-01-12)
• Es hora de quitar a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo (20-01-12)
Otros artículos de Política
• Cuba responde a vocero de gobierno chileno: No intente ganar popularidad inventando un disidente (21-01-12)
• Estados Unidos desplazó 12.000 soldados a Libia (21-01-12)
• La fórmula libia no va con Cuba (21-01-12)
• Revista de EEUU exhorta al Mosad israelí a que asesine a Obama (21-01-12)
• Mireya Moscoso caza la plata de los terroristas (II) (21-01-12)
18 Comentarios »
• lolotte dijo:
Cuando vemos a gente como Daniel Cohn-Bendit, euro-diputado y uno de los principales responsables del partido político francés EELV, partido altermundialista que se dice tener una fuerte dosis de valores sociales y ambientales, expresarse negativamente de lideres latino-americanos como el Presidente Chávez y el Presidente Castro, calificando a sus países como regímenes totalitarios con la intensión de compararlos con Hungría, desprestigiar así su nueva constitución y manipular a la opinión publica, constatamos que no hay que ser especialista en geopolítica para ver que la USA no es la única nación que esta bajo la ocupación sionista, como lo menciono recientemente Lady Michèle Renouf.
Además de interrogarse seriamente sobre la justeza expresada por los nuevos textos constitucionales húngaros, que seguramente velan por los intereses de su pueblo.
# 19 Enero 2012 a las 13:24
• Clemente Martinez dijo:
Buen analice histórico de la disolución de la URSS y su protagonistas que influyeron de la caída de la URSS. Pero la realidad radica en la conciencia del propio ser humano; Unos nacemos para bien y otros para mal; eso es lo real. Cuando digo para bien o para mal,entra en juego la propia conciencia del ser; avarisiosos. Glotoneros, lujuriosos,etc. O sea el bienestar de la humanidad no se encuentra ni en el capitalismo ni en el socialismo; si no en la propia conciencia del ser del ser. Ahora; si la tierra quisiera tener una mejor humanidad,tendría que pensar como los Dioses. Pero de aquellos Dioses lleno de Amor no como los dioses lleno de anti amor. Significa que aquí en la tierra estos conflictos de contradicciones de pensamiento y actuar siempre lo vamos a tener en medios de nosotros; mientras no pensemos como los Dioses lleno de amor. Decimos Dioses todo aquello que esta lleno de divinidad.
# 19 Enero 2012 a las 14:56
• Alí Babá y los cuarenta ladrones dijo:
Hay que tener cuidado con todos los que se rasgan las vestiduras, son lobos vestidos de ovejas.
# 19 Enero 2012 a las 15:00
• rdamian dijo:
Solo tengo 26 años y lo q conozco de la URSS viene de libros y los relatos de mis padres. Creo que es muy importante para nosotros -los cubanos que deseamos el bienestar de nuestro pueblo- aprender de los errores que se cometieron allá. Muy interesante, y triste a la vez, leer sobre aquellos sucesos.
# 19 Enero 2012 a las 15:23
• jesus dijo:
El descalabro ha sido total
El indice de desarrollo humano , situa a Cuba en el lugar 51. Solo tres paises de la ex URSS, estan por encima de Cuba: Estonia ( lugar 34). Lituania(40) y Letonia(43)
Los demas por debajo. Los mas proximos:Rusia , lugar 65 ,y Bielorusia , 66.
# 19 Enero 2012 a las 16:52
• Dario dijo:
Desde aquellos tiempos siempre he sentido que hacía falta una explicación, bien estudiada y sin apasionamientos de la desaparición de la URSS; en este artículo considero que se hace un análisis bastante certero, dejando lógicamente algunas lagunas, que deben existir, pues un hecho de tanta magnitud no va a ser fácil desentrañarlo completamente en tan breve tiempo.
Muy buena la caracterización de Gorbachov y su papel en todo aquello. Hoy en día se gana la vida dando conferencias en muchas partes y presentándose como un Héroe, cuando realmente fue un inepto en toda la extensión de la palabra.
# 19 Enero 2012 a las 17:33
• Jorge LGuerrero dijo:
Es necesario que se sepa,que EE.UU le pago 200 millones a Gorbacheb y ese LACAYO AL SERVICIO IMPERIAl,vive hoy en Boca Raton,FLORIDA a costa de vender a la URSS,de todos modos los rusos,son un pais de muchos recursos y ahora bajo la administracion de putin y mervediev estan asumiendo el verdadero rol de esa gran potencia,por supuesto que el mundo necesita hoy mas que nunca a la URSS,especialmente nosostros los cubanos añoramos aquella epoca.
# 19 Enero 2012 a las 20:13
• lazaro izquierdo martinez dijo:
Fue sorprender ver la gran cantidad de excomunistas de la URSS cambiandoce las mascaras alentados por el dinero y un resectivo llamado en contra de sus ideales donde puedo yo puedo tener una imaginacion uneguivoca de las oscuras manos occidentades la gran mayoria de sus exmiembros hoy reconocen el error y el porgue de un borracho gue cambio los destinos y la historia de la gran nacion SOVIETICA(URSS)lider indiscutible pese a algunos desaciertos necesarios para el mantenimiento de la URSS pues constantemente los malos engendros capitalistas ansiaban el fin gue posteriormente se convirtio en una amarga y triste realidad yo siempre pienso gue siempre se aprende de los enemigos solapados de amigos y hay gue andar con la guardia en alto cheguean los oportunistas pues estos pueden causar mas maletares gue el MARABU. Lazaro
# 19 Enero 2012 a las 20:48
• julio dijo:
te falto decir que quienes se comieron a rusia fueron los mismos del partido comunista y la kgb, esos son los magnates de hoy en rusia y por el camino que va cuba, pasara exactamente lo mismo. occidente no acabo con rusia, fueron ellos mismos por su cadena de errores, abusos y dominio sobre las personas, a nadie le gusta ser esclavo de nadie,la gente nace para ser libres y no para que un grupo sean los piensen por uno, digan que es lo bueno y lo malo, son los que deciden que se lee, que se ve,que se oye. eso no es asi, la gente tiene derecho a decidir su propio destino,todos sabemos que la vida es una lucha constante y por supuesto que ha nadie le gusta que haya pobres ni discriminados. la mafia del partido comunista de la era sovietica son los que hoy dia son los dueños de rusia. cuba: mirate en ese espejo.
# 19 Enero 2012 a las 21:23
• Srećko Vojvodić dijo:
Estoy de acuerdo con Dario: el estudio de Higinio Polo, presentado aquí, es excelente y precioso. Solamente añadiría que considero la lectura del estudio de Roger Keeran and Thomas Kenny: „Socialism Betrayed: Behind the Collapse of the Soviet Union“ imprescindible.
Y en cuanto al heroísmo de Misha el funerario (TCC M. S. Grobachov): ni me extraña que él mismo se vea tan, ni que los amos y portavoces del imperialismo triunfante le ven de tal manera. ¿Qué otro? De los amos y portavoces no hay nada a comentar y ¿de él mismo? Yo no puedo imaginar cómo podría sobrevivir el desplome de una escuelita de la cual me alguien había encargado, sin hacerme loco, y el presidió ¡el desplome del primer estado de los obreros y campesinos, el soporte y la esperanza del todo proletariado mundial!
Bueno que lolotte sigue y lee a Lady Michèle Renouf y Daniel Cohn-Bendit, debe ser un/a analista. A mi ni me ocurre. Preferiría instalar Nova, Linux cubano, en mi ordenador, que leerl@s. ¡Anda! Dicen Cohn-Bendit y su partido quienes son regímenes totalitarios… no quiero escribir aquí qué me duele por eso, no se pronuncian tantas palabras en CubaDebate…
# 20 Enero 2012 a las 0:25
• Andrey Semyachko dijo:
El artículo muy bueno y sincero.
# 20 Enero 2012 a las 6:28
• GERMAN dijo:
EXCELENTE ARTICULO DONDE EN 6 PAGINAS SE HACE UN ANALISIS MUY DETALLADO DE AQUEL AÑO 1991.
TUVE OPORTUNIDAD COMO MUCHOS CUBANOS DE LEER EL LIBRO DE GORBACHOV SOBRE LA PERESTROIKA QUE FUE EDITADO AQUI Y DEL DICHO AL HECHO HAY UN GRAN TRECHO EN LO QUE SE PLANTEABA A HACER Y LO QUE EN REALIDAD PASO.
AUN PUEDEN QUEDAR CABOS SUELTOS PERO ESTE MISMO ANALISIS SE PUDIERA HACER CON LOS DEMAS PAISES DE EUROPA ORIENTAL QUE EN UN MOMENTO DETERMINADO FUERON SOCIALISTAS Y EN 1989 OPTARON POR EL CAPITALISMO SALVAJE.
# 20 Enero 2012 a las 9:56
• carlos e. bischoff dijo:
Pues…, el artículo sin dudas es meduloso sobre el colapso de la Urss, muy ilustrativo y documentado.
Sin embargo, me quedo con la sensación de que se dice “por esto cayó la Urss, esto es, que la Urss cayó por estos acontecimientos que se relatan. Y realmente, cualquier analista tipo Brzesinsky lo daría por bueno, ya que a no dudar la mano de estos tipos ha estado metida en el colapso.
Quizá deba aclarar de entrada que NO soy trotskysta, aunque no me parece malo echarle una leída a Trotsky cada tanto, que en algunas cosas sí que parece haber tenido razón. Probablemente no en su modo de entender el internacionalismo, pero casi seguramente sí en su análisis de la burocracia soviética. Sería para otro tema.
Sin embargo, el colapso es el fin de una enfermedad, no la enfermedad misma. Es la conclusión, no inevitable pero posible de la enfermedad. Y pretender que el colapso sea la causa, es equivocar el diagnóstico, y por allí sacar experiencias equivocadas, al menos riesgosas.
¿Como puede un sistema socialista desintegrarse casi sin pena, ante la mirada atónita del pueblo que lo sostiene y lo construye? Y no sé porque, pero me da la impresión de que por allí van los tiros. ¿Construía el pueblo soviético el socialismo? ¿O el “socialismo real” del Pcus instruía al pueblo soviético sobre cuando, como y donde construir, lo malo o bueno en cada momento? ¿El Estado Soviético se construía sobre la base del pueblo o sobre el aparato del Pcus? Porque Yeltsin, Gorbachov y compañía, eran parte sustantiva, miembros del Comité Central del Pcus, y no da la sensación de que los virajes durante el colapso, ni previos a él, hayan sido frutos de un proceso en el pueblo soviético. ¿Se vió sorprendido el pueblo soviético, o solo vió pasar estos hechos como algo cercano pero no propio?
Vamos, que si uno,aún con la poca información que tiene sobre aquella etapa, la compara con el proceso de discusión de adecuación que hoy vive Cuba -ese que los tipo Brzesinsky intuyen de “retorno” al capitalismo-, pocos puntos en común podrán advertirse. Pero quizá por esto sea más significativo y necesario hoy análisis un poco más hondos no ya del “colapso” sino de la o las enfermedades que los producen.
No sé, no puedo saber si los lineamientos son los más adecuados. Confío en ellos, porque tengo la impresión de la participación popular en ellos. En la participación y en la lucha contra la burocracia. Puedo estar equivocado, pero se me hace que son dos de las enfermedades -y muchas decisiones históricas a su alrededor-, que están en la base del fin de la Urss. Admito mi escasa capacidad para analizarlas, pero estoy seguro que hay que hacerlo, y no pretender que el el fin de cincuenta años de socialismo sea el fruto de los manejos solo de cuatro o cinco imbéciles o entregados al imperialismo. Poco socialismo -al menos como modestamente lo concibo- debe haberse construído.
Chau
# 20 Enero 2012 a las 10:34
• ANDAL dijo:
Muy buen articulo ese, yo mismo no conocia ni la mitad de los echos que dieron al traste al derrumbamiento de la URSS.
Y aunque me duela decirlo y reconocerlo estoy de acuerdo con los comentarios de julio.
Saludos a los foristas.
# 20 Enero 2012 a las 11:01
• Miguel. dijo:
La URSS era un sueño echo realidad y mas para nosotros los cubanos , sólo pude disfrutar del campo socialista hasta mis 7 años de edad, desde el 1983 hasta el 1990. Muchos cubanos dicen que fué La década prodigiosa y otros el tiempo de la abundancia.En ese período Cuba llegó a tener el 99% de la agricultura, totalmente mecanizada ,es sorprendente no? Como cambian los tiempos, que nostalgia.
Miguel…
# 20 Enero 2012 a las 11:10
• carlos dijo:
Estimados compañeros, aconsejo ( en el buen sentido de la palabra, pues no soy nadie para aconsejar) que lean el libro de Tomas Borges el que publica un dialogo con el Sr. Comandante Fidel Castro que se realizo un tiempo antes de la caida de la Unión Soviética y en el con una gran lucidez Don Fidel Castro anticipa la caída y da el porque. Un abrazo a todos los compañeros
# 20 Enero 2012 a las 12:59
• OLPeña dijo:
Añoro ese temporada de los años 70´ y 80´ en las tiendas había de todas las chucherías que le fascinaban a un niño guajiro como yo desde dulces en conserva hasta la Jalea de leche en latas que luego de vacías las usábamos para candiles, ya que mi casa quedaba lejos del Sistema eléctrico, así como las revistas ilustradas, a color y en papel cromado, con artículos interesantes y paradisíacos que luego eran preciosos forros de libretas escolares.
Pero a esta altura reflexiono cuanto daño nos hizo esa MADRE solicita y complaciente a lo que llamábamos jocosamente la CANALITA, cuanto aprendimos a derrochar, a malgastar y a ser importadores netos de todo y de todos.
Recuerdo a estas alturas las palabras apocalípticas premonitorias de nuestro Che respecto al socialismo ruso y más doloroso encontró un culpable; cuanta razón tenía, como luchaba contra los dogmas. Su discurso de Argel.
Cuanto hemos copiado, cuanto podemos protegernos como luchar contra los camaleones, los cambia casacas, los anexionistas.
Resulta interesante en este proceso de implosión que el pueblo soviético no participó luego de rescatar al país de la II Guerra Mundial y poner la mayoría de los muertos y si muchos acomodados dentro del sistema. Se soltaron los descendientes de los zares.
Creo a sobremanera en el socialismo, el papel de la historia y en los próceres, pero un socialismo integrador materialista, ambientalista y de ideas.
Lo Importante de toda esta pesadilla es que Cuba, sufrió pero no claudicó.
Saludos
# 20 Enero 2012 a las 13:26
• Pedro Luis dijo:
No soy especialista en temas rusos, pero creo haber sentido desde dentro por más de un lustro, a eso que dicen - el alma rusa.
No es mi intención una disertación política, sino vivencial, si sale otra cosa pido disculpas por adelantado, porque no soy académico.
El pueblo ruso, ese que a 20 años de la caída de la URSS sigue viviendo, trabajando, riendo y sufriendo en esa amplísima franja del norte euroasiático, es un pueblo maravilloso, con una cultura milenaria exquisita, humanista y heredera de tradiciones de cientos de pueblos que allí conviven. Tuvo épocas muy difíciles, entre ellas la ocupación mongola, la etapa zarista (con un régimen feudal aplastante que sobrevivió prácticamente hasta la Revolución Bolchevique), los primeros años de la Revolución de Octubre y el período durante y posterior a la Gran Guerra Patria. Este, después de la caída de la URSS, es otro momento difícil que en su momento tendrá su propia historia.
Rusia existe sobre la sangre de millones de sus hombres que desde épocas añejas fueron carne de cañón para las guerras zaristas, y en épocas mas recientes, el inevitable sacrificio humano para no dejar de ser una nación independiente; pero mientras los hombres ofrendaban sus vidas en el campo de batalla, fueron las mujeres y los niños, la inmensa mayoría viudas y huérfanos, quienes sobre su sudor y lágrimas soportaron el peso de esa nación gigantesca. Si alguna patria tiene el mérito y orgullo de llamarse “madrecita”, esa sería sin duda alguna Rusia.
Recuerdo que la autoridad de la mujer en la época soviética era sencillamente aplastante. Ellas se habían ganado esa autoridad con enormes dosis de sacrificio, en tanto los hombres, eran más dados a las fiestas familiares, la bebida, las discusiones, el deporte y el trabajo por supuesto; pero primaba un espíritu de celebración constante en todo aquello, a tal punto, que le habían asignado un día a casi todas las profesiones y oficios conocidos, aparte de las conmemoraciones históricas. Pareciera que en su subconsciente se desquitaban de la amargura y dolor de tantos años de muerte y miseria.
Difícilmente no eras bienvenido en cualquier hogar ruso, no importaba de qué latitud, longitud, raza o religión provinieses. Lógicamente se establecían larguísimas discusiones de sobremesa acompañadas de abundante vodka y tocino, que terminaban con el anfitrión borracho como una cuba, pero todo el mundo contento.
De política se hablaba por supuesto, pero esa era una asignatura que rápidamente era superada por el calor familiar y la amistad.
Yo diría que es un pueblo extremadamente noble, hospitalario, trabajador, orgulloso de su historia y cultura y nada vanidoso, aun cuando tienen suficientes elementos para ello.
A diferencia de los EEUU, nacidos prácticamente ayer, los rusos nunca han dicho que son “la tierra prometida”, o que Dios habla con ellos. Si, tienen su Dios, pero no andan de brazo con el a todos lados y mucho menos este les habla de lo que tienen que hacer.
Al ruso (soviético) no le importaba mucho quien manda, ni tenía esa preocupación enfermiza con la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos; los tenía conquistados con su Revolución y gozaba de ellos como un don que le llegaba desde la cuna- derecho a la educación y salud gratuitas, derecho al trabajo, a una vivienda decorosa, a la cultura, al deporte, a la recreación, etc, etc.
Sin embargo, fue creciendo, en ese paraíso terrenal que iban construyendo, una idea morbosa de competir con el capitalismo, de demostrar que esa si era la tierra prometida, de elevarse por encima de los demás. Y error tras error, soberbia tras soberbia, tozudez tras tozudez, aquello se fue complicando, exacerbado por supuesto, por toda la maquinaria propagandística del imperio yanqui y su cohorte.
Se conservaron las conquistas fundamentales, pero se perseguía con saña cualquier disensión ideológica, se cerró el país al exterior y se autobloquearon. En la URSS fue creciendo un “no sé qué” chovinista, grandilocuente y pretencioso que en nada se acercaba a la verdadera esencia del pueblo ruso. Pero al fin al cabo los rusos, a quien no le importaban mucho la cosas del Kremlin, siguieron con su guasanga y poco a poco sintieron esas limitaciones de sus libertades y derechos, empezaron a ver el resurgimiento de manifestaciones serias de corrupción, abuso del cargo, represión, elitismo y nacimiento de una capa de personas por encima del pueblo; quienes dirigían, legislaban y consumían por encima de ese pueblo.
Me da tremenda pena enterarme, de que una de las primeras acciones “emancipadoras” de la “nueva Rusia”, fue proyectar en pantallas gigantes de la avenida Arbat, los dibujos animados del Pato Donald. (los dibujos animados rusos eran por mucho de mejor factura artística que los de Disney y quien disienta de eso, que busque en los créditos de los mejores animados yanquis y europeos y se sorprenderá de la profusa colección de apellidos rusos).
He obviado (no por ignorancia) la etapa estalinista con todos sus absurdos, porque haciendo abstracción de ello, los logros económicos y sociales de la URSS en la etapa que estoy tratando de recordar (70-80) apuntaban hacia una sociedad con un nivel de vida espiritual y socioeconómico en desarrollo constante.
Años antes de la caída de la URSS, aun en época de Breznev, ya la URSS no era la URSS; si acaso la escuálida caricatura de un sueño frustrado.
Si bien los mercados de Moscú rebosaban de buena salud en cuanto a cantidad (pésima calidad en no poco rubros), las ciudades de la periferia y en particular el campo, iban en franco declive. Si el transporte en y desde Moscú era una maravilla, dentro de las provincias y regiones era un infierno. El moscovita era un soviético privilegiado que disponía de casi todas las bondades, a tal punto que prácticamente podía desayunar, almorzar y comer frugalmente con ¡UN RUBLO! en las cafeterías de la ciudad; viajar por una de las más extensas redes de metro del mundo con ¡CINCO CENTAVOS! y entrar a espectáculos artísticos de primer nivel mundial con solo rascarse el bolsillo. Pero la inmensa Rusia padecía de una metástasis atroz que la consumía lentamente, era la clásica modelo famélica y desnutrida con rostro de ángel, que al final resultó ser de la muerte.
Se descuidaron muchas cosas en el camino y sería interminable la lista, pero una principalísima pudiese ser sin duda alguna, el pensar y actuar como ruso, sin representar realmente al alma rusa; divorciarse por completo del pueblo y actuar en nombre de este, asumiendo los méritos milenarios y más recientes de ese pueblo como patente de corso para hacer política.
No quiero extenderme más, porque me he ido complicando; pero Gorbachov, Eltsin y todo y todos los que han acompañado a estos personajes son solo la punta del iceberg que dio al traste con aquel acorazado Potemkin; el Crucero Aurora hizo aguas sin salir del muelle, porque lo pintaban por arriba, pero se iba pudriendo el casco.
Confío en la capacidad regeneradora de ese pueblo. Más de una vez han salido del infierno y la nada para casi tocar el cielo.
No creo que el resurgimiento de una vida digna y una Patria mil veces mejor que la finada URSS sea obra de Putin, Medvedev, Ziugánov o Prójorov. Los indignados rusos no son esos que salieron a las calles a vociferar contra Putin en estos días. Los indignados rusos aun siguen con su dormidera osezna y entre algún que otro trago de vodka saldrán en su momento de la cueva, empujados por la osa hembra, que repito, es quien manda al fin y al cabo. Solo hay que esperar.
# 21 Enero 2012 a las 11:25
Suscribirse a:
Entradas (Atom)