La ambición alimenta la política estadunidense
o existe ningún apartado o artículo de la Carta de Naciones Unidas (CNU) que indique la autorización para intervenir en asuntos internos de cualquier nación, ya sea miembro o no de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Tampoco existen indicaciones acerca del derecho a la invasión pacífica
o a la relación diplomática parcial con algún sector territorial de otro país.
De hecho, en el artículo 1º de la CNU se indica que los propósitos de la Organización de Naciones Unidas están dirigidos a mantener la paz y la seguridad entre todos los países del mundo. Cada integrante se compromete a colaborar, colectivamente, a “prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz…”
La ONU reitera la recomendación de abstenerse de amenazar o agredir utilizando la fuerza contra la integridad territorial de otro miembro de dicha organización. Incluso, si los motivos son apoyar la independencia política de algún país, o la separación de una fracción territorial, como es el caso de Taiwán.
La intención de Estados Unidos (EU) consiste en reforzar la supuesta idea de recuperar
la independencia de la mayor de las islas perteneciente al archipiélago del Mar de China (Taiwán), territorio reconocido legalmente como parte de la República Popular China.
Las disputas territoriales están presentes a lo largo de la historia. Sin embargo, el eterno ejemplo de país intervencionista por excelencia, EU, no tiene ninguna intención de respetar los acuerdos ante la más alta organización mundial, como lo es la ONU, para evitar las guerras entre las naciones. Como si ésta no existiera. Su política guerrerista lo obliga a mantener amenazas de todo tipo para no debilitar el negocio más redituable que tiene, hasta la fecha: la industria bélica.
En las oficinas donde su aparato legislativo recibe la línea política es evidente que sus consejeros y estrategas desdeñan la geopolítica actual, o no tienen conocimientos acerca de geografía, historia y diplomacia. Los mueve la ambición de apropiarse de cualquier territorio útil para sus intereses. Ésta es la esencia de la política comercial de sus empresas, con el apoyo o complicidad de sus gobiernos, ya sea republicano o demócrata.
Recientemente, el gobierno de Estados Unidos manifestó que las acciones de vigilancia por parte de la fuerza aérea china sobre el Mar de China Meridional, son una provocación del gobierno del presidente Xi Jinping. La respuesta de Xi fue la advertencia al presidente Joseph Biden para que no intervenga en asuntos que no le competen.
Es ya conocido que la isla de Taiwán y su capital, Taipéi, pertenecen a la República Popular China y que ha sido un territorio de gran interés económico y comercial para EU y, por supuesto, de interés militar también.
La postura de Biden es la misma de siempre, considera que esa región insular es independiente de China y que va a seguir manteniendo relaciones diplomáticas con ese país
no obstante el reconocimiento internacional sobre el archipiélago como parte de China.
El conflicto es viejo, pero EU mantiene vigente la intervención ilegal sobre los asuntos de las islas, sobre todo, de la mayor de ellas. Aunque se reconozca como aguas internacionales, China tiene derecho a defender sus litorales. Pero la política estadunidense insiste en ser el principal defensor del corredor marítimo por donde pasan infinidad de barcos mercantes, básicamente.
El gobierno de Xi hace, una vez más, el llamado a EU para que no interfiera en territorio legalmente reconocido como parte de China, por lo que le insistió: es la firme voluntad de más de mil 400 millones de chinos salvaguardar firmemente la soberanía e integridad territorial de China
.
La propuesta de Biden fue un posible encuentro entre los dos países, en los próximos meses, para determinar la situación de la región del Mar de China. La intervención de Jung Pak, quien es el subsecretario adjunto del Departamento de Estado para los asuntos de Asia Oriental, recalca sobre el peligro que provoca la aviación china al interceptar aviones que transitan por aguas internacionales del archipiélago.
Aunque Pak no aclara a qué tipo de peligro se refiere, sabemos que es la fórmula estadunidense para seguir interviniendo y sembrando conflictos a fin de obtener beneficios, sobre todo económicos, de las confrontaciones promovidas por su país.
Sin conflictos diplomáticos, comerciales y bélicos, EU tendría una crisis económica, además de un peligroso levantamiento social al interior.
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