Noam Chomsky y las diez estrategias de manipulación de los medios, una crítica al poder
El intelectual ubica al poder mediático en el plano de la normalización de conductas al incidir mediante distintas formas en las conductas, ideas o formas sociales. Una mirada.
Hace un tiempo escribí en el periódico El Colombiano un texto de opinión que hace apología a las obras distópicas de George Orwell llamadas 1984 y a Un mundo feliz de Aldous Huxley, pretendiendo hacer notar la ceguera que puede causar el statu quo y su garantía en el tiempo por medio de la represión brutal o el placer; aunque el francés Michel Foucault va más allá, ya que interpreta a los dispositivos de poder desde la normalización o naturalización y no ejercidos verticalmente.
Pareciera que toda conducta categorizada como anómala con el pasar de los días o años llegará a la normalidad, aún no siendo vista como normal. Ese hecho también logra que el poder soberano, el encargado de señalar que es legal o ilegal, ajuste su estructura a las conductas consideradas anómalas e incorporar su legalidad. Por ejemplo, la homosexualidad hace años atrás era vista como un trastorno mental, en casos hasta sinónimo de muerte, sin embargo, hoy ciertas conductas han sido normalizadas y con protección jurídica.
Para mí y muchos académicos, un nuevo poder logra expandirse y marcar el inicio de una revolución con la caída del muro de Berlín, también sin dudas, con el establecimiento del neoliberalismo. La revolución comunicativa logró que grandes cadenas de televisión privadas tomaran con más rigor el monopolio del mercado mundial, que es todo lo contrario al mercado democrático, y encontraron a su mejor aliado en los gobiernos que defienden a capa y espada el sistema.
En América Latina, los monopolios u oligopolios que dirigen el mercado mediático no son la excepción a la lógica de un poder con alcance universal porque cada vez son más las familias en el mundo que tienen un televisor con acceso a toda la información transmitida; para la humanidad actual la globalización y el rol de las nuevas tecnologías como medio instantáneo, es una realidad. La masificación de los medios comunicativos como las redes sociales, televisión y otras plataformas digitales o convencionales censuran al pensar opuesto, porque no son democráticas en decisiones trascendentales, dado que un pequeño grupo económico con intereses propios es quien elige que hacer y siempre diciendo que hablan en nombre de la verdad, compleja situación en tiempos de las fake news o noticias falsas, a lo mejor, no hay hechos sino interpretaciones.
El lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky es conocido por el importante aporte que hizo a la gramática transformacional-generativa con su obra Estructuras sintácticas y, desde luego, por haber dedicado parte de sus estudios e investigaciones al campo de los medios de comunicación, donde fue contundente a la hora de hablar del papel y métodos utilizados por estos medios para la manipulación de la conciencia social e individual, que a la final es aniquilar al pensamiento crítico.
Para comprender las dimensiones alcanzadas por el poder instituido desde los medios de comunicación Chomsky expresa diez estrategias de manipulación, que son:
1. La estrategia de distracción: desviar la atención al público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites económicas y políticas: mediante la técnica del diluvio o inundaciones de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones: lo primero es crear el problema, luego viene un momento exacto, una «situación perfecta», el objetivo es que la población sienta cierta reacción, después se propone una solución prevista. Por ejemplo, cuando se crea violencia e inseguridad para cohesionar proponiendo una norma que subsane la falta aplicando restricciones a la libertad. Aún así es apoyada porque las personas están en incertidumbre por la violencia e inseguridad.
3. La estrategia de la gradualidad: toda medida tiene que ser gradual, es decir, periódica y sistemáticamente, para ir agregando sin inconvenientes las medidas impopulares.
4. La estrategia de diferir: cuando no agrada al público una medida económica o política es expresar como «dolorosa y necesaria» la decisión. La tendencia es que se comprenda el episodio en el sentido que «mañana mejorará».
5. Dirigirse al público como criatura de poca edad: la publicidad debe ser lo más superflua para la conciencia, entre más tranquila, desprovista, delicada y pausada es la comunicación con el público, la reacción va a ser recíproca.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: no se puede negar que cuando existe un choque emocional automáticamente la razón queda a un lado. Los sentimientos pueden generar miedos, fobias, comportamientos.
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: mantener lejos de la reflexión a la población para que no vea como es sometido a un control. El ejemplo más utilizado es la educación precaria para las clases menos favorecidas por el capital y mantenerlos en el sometimiento del sistema, no hay más que hacer.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad: promover e incentivar al público a la moda de lo mediocre, estúpido. Frivolidades y shows.
9. Reforzar la autoculpabilidad: la culpa es solo del individuo por su incompetencia y falta de inteligencia. Así no hay reclamos al sistema cuando la culpa es propia.
10. Conocer a los individuos más de lo que ellos mismos se conocen: la ciencia y las nuevas tecnologías permiten más acceso a la información, incluyendo al campo de las ciencias de la salud quienes conocen a profundidad el cuerpo humano, por lo tanto se ejerce un dominio de la ciencia a cargo del sistema sobre las personas comunes, quienes no se conocen tanto.
Chomsky ubica al poder mediático en el plano de la normalización de conductas al incidir mediante distintas formas en las conductas, ideas o formas sociales, e invita a romper el paradigma trazado por el sistema económico-político en alianza con los medios de comunicación, así, entrar a pensar críticamente la realidad.
Especialmente se debe pensar la América Latina de hoy, que vive una ola de protestas a raíz de decisiones tomadas por gobiernos históricamente proteccionistas del mercado privado, quienes descuidaron la mayoría social para salvar al mercado.
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