EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

sábado, 18 de junio de 2016

Un mundo en crisis

Un mundo en crisis-editorial de Unidad Socialista-
El mes de mayo pasado estalló una protesta nacional en Francia contra la imposición de leyes laborales que restringen derechos largamente considerados como intocables por los trabajadores que afectan a sus condiciones de trabajo, a las pensiones, en fin que tienden a eliminar todas las conquistas de un siglo de luchas conseguidas por el proletariado de ese país. Son las cláusulas neoliberales de las “reformas estructurales” prácticamente ya en vigor en la mayoría de los demás países de Europa y en general de la OCDE, y cuya vigencia se expande al nivel planetario. Pero la eficaz resistencia sindical de los trabajadores había logrado impedir su total imposición en Francia. Llegó el momento de la confrontación y los patrones franceses lograron contar con un aliado fiel en el Partido “Socialista” (¡sic!) gobernante y en su dirigente, el presidente Francois Hollande. Y en mayo se dio el encontronazo cuando el gobierno de éste decidió imponer dichas leyes, de hecho ya muy reformadas ante las protestas que se veían venir y que, no obstante, estallaron con toda su fuerza. Los trabajadores franceses, encabezados por la CGT, la tradicionalmente más poderosa federación sindical, cuya dirección sigue en poder de los comunistas (neoestalinistas), iniciaron protestas, mítines, manifestaciones y huelgas generales que han puesto al país clave de la lucha de clases europeas desde los tiempos de Marx en una situación de crisis que de inmediato ha convocado el fantasma la situación de mayo de 1968. [Véase adelante el artículo sobre Francia]. O sea, la crisis económica, social y cultural que ha provocado el curso capitalista salvaje impuesto por el 1% (uno por ciento) de la población mundial y toda la parafernalia de sus agencias gubernamentales, financieras, de comunicación, culturales y educativas que son los propietarios de la mitad de la riqueza que se produce en todo el planeta, comienza a tener consecuencias políticas que señalan el fin de un ciclo. Precisamente es en Europa y en América Latina donde esto es más evidente y la rebelión de los trabajadores franceses, después de muchos años de apatía, inercia e importamadrismo representa la señal más clara de los nuevos tiempos que se anuncian, así como el colapso de los gobiernos “progresistas” de Latinoamérica señalan las limitaciones insalvables de las políticas nacionalistas y reformistas.. Escribimos estas líneas días antes de que, con una diferencia de tres días, se darán en junio dos acontecimientos importantes que además de la prueba de fuerza que ha significado la erupción de la clase obrera combativa en Francia, mostrarán el grado de la crisis de las clases dominantes europeas. Las elecciones generales españolas y el referéndum en el Reino Unido (Inglaterra) para determinar si este país continua o no siendo miembro de la Unión Europea (el llamado Brexit, palabra compuesta con la combinación de “británico” y “exit”, salida en inglés). En el primer caso las encuestas indican el completo colapso del bipartidismo surgido a raíz del Pacto del Moncloa de 1976 que permitió el dominio durante más de treinta años de la alternancia entre los conservadores (Partido Popular) y los socialdemócratas (PSOE) convertidos en socioliberales. La irrupción del nuevo partido Podemos en los últimos cinco años, unido con la Izquierda Unida (representante del viejo Partido Comunista español reciclado), disputa al tu por tu el segundo puesto al PSOE e incluso amenaza con quitarle la primacía al PP de un envejecido y muy debilitado Rajoy. En el caso del Reino Unido, las encuestas señalan que la votación en favor del Brexit ha venido ascendiendo y ya es mayoritaria en el seno de las grandes masas proletarias del RU, a pesar de que un importante sector del establishment británico y europeo ha puesto en la balanza su peso contra él. Es muy evidente que de producirse efectivamente significaría un nuevo y durísimo golpe a la ya muy erosionada cohesión de la Unión Europea. Dinamarca, Holanda entre los más visibles podrían seguir el ejemplo británico provocando de hecho el colapso de esta última de por sí asediada por la oleada dl terrorismo yihadista y la cuestión cada vez más difícil de manejar de los millones de refugiados de Siria, Irak y otros países de oriente que buscan en Europa su salvación. Conclusión, uno de los pilares fundamentales del sistema capitalista planetario se está desmoronando en medio del entretejido de sus cada vez mayores contradicciones. Esta crisis no es sino la consecuencia más notoria de la profunda y devastadora crisis financiera del 2008 que se expandió de Wall Street a todo el sistema capitalista. En Estados Unidos el gobierno demócrata de Barack Obama logró, en especial en sus primeros cuatro años, paliar los efectos más dañinos de la misma en EUA, por ejemplo, logró rescatar a la General Motors. Sin embargo, la débil recuperación promovida por las políticas de Obama no detuvo, de hecho ha profundizado, los estragos sociales en una población que se empobrece en contraste con el enriquecimiento colosal de la élite capitalista estadounidense. Corolario: ha surgido, por primera vez en décadas un candidato presidencial en el Partido Republicano que abiertamente atenta contra los principios “atlantistas” del imperialismo yanqui. Donald Trump es el representante del sector capitalista estadounidense más comprometido con las tradiciones reaccionarias, aislacionistas y racistas, que siempre han existido pero que la actual crisis ha reforzado. Trump intenta suplantar con sus posturas retrogradas al sector imperialista “atlantista” de estirpe rooseveltiana, impulsor fundamental de la globalización. La preparación para las elecciones presidenciales de noviembre en EUA es ya un ejemplo que subraya los profundos cambios políticos habidos en el último lustro en la fortaleza central del imperialismo. Precisamente en el gobierno de un presidente negro, en los últimos años se ha recrudecido la brutalidad policiaca contra la población afroamericana, lo que ha producido el surgimiento del movimiento por los derechos civiles de los negros. Hace unos días la masacre más grande de EUA ocurrida en Orlando, Florida, en la cual un hombre solo intoxicado con odios homofóbicos e influenciado por los dogmas del ISIS (estado islámico), ejecutó a 50 personas hasta caer acribillado por la policía, expresa de manera macabra como avanza el extremismo demente asesino que está produciéndose en el escenario cada vez más polarizado de la sociedad estadounidense. En América Latina también se ha terminado un ciclo, el de los llamados gobiernos “progresistas” de Brasil, Argentina, Uruguay, afectando también a los procesos sociales que avanzaron en Venezuela con el chavismo y en Bolivia con Evo Morales. También aquí el cambio de la coyuntura de la economía mundial ha tenido consecuencias devastadoras: disminuyendo los productos de exportación (¡el petróleo!) y atando a estos gobiernos a las deudas con las agencias financieras imperialistas. [Véanse adelante los artículos sobre Venezuela y Brasil]. Sin estar todavía amenazadas por movimientos revolucionarios anticapitalistas, de todas maneras los grupos dominantes en Europa se confrontan a un desasosiego de los pueblos cada vez más difícil de canalizar dentro de sus “democracias parlamentarias” tradicionales, cuyas estructuras se han vaciado de todo contenido democrático y popular en benefició del descarado dominio de los bancos y de las burocracias europeas instaladas en los aparatos políticos hegemónicos que desde Bruselas se encargan de poner en práctica las políticas de brutal austeridad (“el austericidio”) que están arrojando al abismo bienestares y acervos conquistados durante décadas por las luchas de los trabajadores de Europa. En lo que respecta a América Latina, la situación que se ha abierto ante la crisis de los “progresismos”, de hecho gobiernos conciliadores con las burguesías latinoamericanas, permite la intervención con audacia e inteligencia de nuevas fuerzas revolucionarias que renueven la perspectiva verdaderamente revolucionaria y anticapitalista la cual debe apuntar hacia la instalación de gobiernos de los trabajadores, campesinos y pueblos indígenas oprimidos.

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