EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mexico SA

México SA Ministro manos de tijeras ¿Y el futuro prometedor? González Anaya: si lo dejan Carlos Fernández-Vega P ues nada, que el futuro prometedor (Videgaray dixit) tiene forma de afilada tijera. El gobierno federal ya cocina el tercer recorte presupuestal al hilo, de tal suerte que se fue al caño la reiterada oferta del inquilino de Los Pinos y su ministro del (d) año, en el sentido de que lo mejor está por venir para los mexicanos. Tres años, tres tijeretazos (2015, 2016 y 2017), y de nueva cuenta la peor parte se la ha llevado la gallina de los huevos de oro negro, Petróleos Mexicanos, a la que el gobierno federal no ha dejado de exprimir hasta el último centavo, por lo cual la ahora empresa productiva del Estado se ha endeudado en proporciones históricas. Y ahora, una vez más, le recortarán el presupuesto, a niveles de asfixia. El titular de la Secretaría de Hacienda anunció que debe haber un ajuste efectivamente en el gasto público, en primer lugar en Petróleos Mexicanos. Es algo que anunciamos ya hace un par de semanas, y se está trabajando en la empresa a partir de la instrucción del consejo de administración, y que esperamos que en los próximos días se dé a conocer. El anuncio que haga Pemex podrá ser acompañado de un posible ajuste preventivo al gasto público del gobierno federal, más que por una necesidad de ajuste en este 2016, puesto que tenemos las coberturas petroleras, pero sí de manera preventiva en preparación para 2017, en el que pudieran preservarse los precios bajos del petróleo, todavía. Estamos por definir las cifras; no estamos todavía dando a conocer los números; habremos de esperar primero el esfuerzo que se haga en Pemex, y seguramente en los próximos días estaremos dando a conocer los detalles. Cuando menos quedó fuera de la jugada uno de los fardos más pesados para la ex paraestatal, Emilio Lozoya, quien con todo y astringencia financiera se dedicó, entre otras gracias, a rescatar astilleros gallegos y recomprar empresas de fertilizantes a precio de oro, es decir, las mismas que dos décadas y pico atrás el Estado privatizó por considerarlas no estratégicas. Eso sí, el joven ex directivo de OHL ni con el pétalo de una rosa tocó las prácticas corruptas de la institución a su cargo. Ahora igual le dan chamba en Galicia. El anunciado recorte contraviene el propio discurso oficial, el cual insistentemente presume que las finanzas públicas se han despetrolizado y que las coberturas adquiridas para amarrar el precio del barril de exportación son suficientes para garantizar íntegramente lo estimado en La Ley de Ingresos. Como siempre a la perorata institucional la realidad ha contestado con crudeza. Apenas en noviembre de 2015 el titular de Hacienda negó cualquier posibilidad de entrar al rescate de las finanzas de Pemex (las cuales han sido exprimidas hasta el último centavo por la dependencia que en ese entonces se negaba a sacrificar recursos para reflotar a la empresa productiva del Estado), porque, decía, su presupuesto ya está aprobado y en la reforma energética se separó de Hacienda el control presupuestal de la otrora paraestatal. Por tanto (dijo el susodicho), quien toma las decisiones financieras es su propio consejo de administración. Ese fue un objetivo de la reforma, que Pemex deje de ser una dependencia burocrática y se convierta en una empresa productiva con autogestión. Eso está ocurriendo. Dicho sea de paso, Luis Videgaray es miembro prominente del consejo de administración de la ex paraestatal. A los panistas de la docena trágica (Fox y Calderón) les tocó la mejor época de precios petroleros y, por ende, la de mayores ingresos provenientes del oro negro. Paradójicamente, fue en esa temporada cuando la deuda de Pemex comenzó a crecer a pasos agigantados. En este espacio se ha comentado que cuando Vicente Fox se instaló en la residencia oficial la deuda total de Petróleos Mexicanos se aproximaba a 286 mil millones de pesos; cuando Felipe Calderón felizmente se fue a su casa, tal débito superó los 780 mil millones, un aumento de 173 por ciento a lo largo de la docena trágica blanquiazul (las cifras son de la ex paraestatal). En esos 12 años Pemex entregó a la Secretaría de Hacienda alrededor de 8 billones de pesos por concepto de impuestos y derechos. Nunca como en ese lapso se obtuvo tan voluminoso ingreso petrolero, pero a pesar de ello los panistas endeudaron a la empresa de manera no sólo veloz y permanente, sino en proporciones verdaderamente peligrosas. Con Peña Nieto se esperaba una corrección a tal práctica, pero en lugar de ello el nuevo inquilino de Los Pinos, en tan sólo tres años duplicó la deuda heredada hasta llevarla arriba de un billón 500 mil millones de pesos, monto similar al que Pemex enteró a la Secretaría de Hacienda. Paralelamente, el precio del barril de exportación se desplomó, la producción cayó y se redujeron los envíos de oro negro a los mercados internacionales. Pero Hacienda no dejó respirar a Petróleos Mexicanos, y decidió que lo importante era rescatar a los astilleros gallegos y recomprar ex paraestatales a precio de oro. Se han registrado años en los que Pemex ha entregado a la Secretaría de Hacienda (en impuestos y derechos) más de 100 por ciento de sus rendimiento, incluso hasta 120 por ciento del mismo. Ninguna empresa, por sólida que sea, aguanta ese saqueo. Y se supone que con la reforma energética tal práctica desaparecería, por haberse aprobado un esquema fiscal más suave para la empresa productiva del Estado. Pero ello se quedó en el discurso. Habrá que conocer a detalle la estructura del recorte anunciado por Videgaray, pero aquel difícilmente tocará el monárquico ritmo de vida que se dan los funcionarios del gobierno federal, en particular, y de todo el sector público, en general. De nueva cuenta se recargará en la parte productiva del Estado, es decir, la que genera riqueza y empleo. A lo largo de tres décadas los genios han demostrado que no saben hacer otra cosa que gobernar –por llamarle así– con el manual en la mano, y si la realidad es distinta al manual, pues que se joda la realidad, y los mexicanos junto a ella. Llega José Antonio González Anaya a la dirección general de Pemex, un especialista en limpiar, corregir y recatapultar las finanzas de organismos públicos. Lo ha logrado en no pocas ocasiones, y ahora tiene –en titánica tarea– tres años para alcanzar ese objetivo, si es que la Secretaría de Hacienda se lo permite. Las rebanadas del pastel Ayer el billete verde alcanzó nuevo nivel histórico: 19.15 cadavéricos pesitos en ventanilla bancaria. Le falta poco para llegar a los 20. Tal vez con la venida del Papa. Twitter: @cafe-vega D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com Subir al inicio del texto

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