La 4T y el Poder Judicial
Para nadie es desconocido que la derecha mexicana mira en el Poder Judicial a un poderoso aliado político. O, diciéndolo de otro modo, la oligarquía está representada por este poder del Estado en la lucha por frenar el avance de la Cuarta Transformación.
Pero pasado un breve tiempo se puede decir que esta tarea no ha sido exitosa. Digamos que el Poder Judicial sólo ha sido capaz de estorbar, de obstaculizar el desarrollo del programa obradorista, el que mientras tanto crece y se fortalece política y electoralmente, como lo revelan todas las encuestas en la materia. Y como lo demuestran casi todos los procesos electorales recientes.
Y la explicación es muy sencilla. El Poder Judicial está muy desprestigiado. La población mira en él un remanente del caduco antiguo régimen pripanista, rechazado en las urnas y carente de legitimidad política y social.
El pueblo sabe que el Poder Judicial es, desde hace muchas décadas, una moderna cueva de Alí Babá. Una fuente de enriquecimiento ilegal e inmoral de jueces, magistrados y ministros. Y de una enorme cauda en la que se encuentran funcionarios y empleados de todos los niveles administrativos.
Contra ese caduco y desprestigiado poder ha tenido que luchar la Presidencia de la República en sus afanes de justicia social.
Y es evidente que en esta lucha política va ganando el obradorismo. Y que seguramente estos triunfos de hoy se repetirán en el próximo sexenio con el nuevo gobierno si, como todo indica, la Cuarta Transformación retiene la Presidencia de la República.
En realidad, la batalla entre el Poder Judicial y el obradorismo no es lo más sustantivo. La verdadera pelea se dará en las elecciones generales de 2024. Hasta ahora el Poder Judicial ha sido un factor de cierta relevancia porque en los pasados comicios generales Morena y el obradorismo no lograron la necesaria mayoría calificada, es decir, dos tercios de los sufragios.
Esta mayoría calificada es la clave para poder reformar la Constitución, a fin de que avance y se consolide la Cuarta Transformación. De modo que para Morena y el obradorismo la tarea central y casi inmediata es conseguir esos dos tercios de sufragios en el Congreso.
Si esto no se logra, la batalla por transformar el país será más ardua, más difícil. El camino es claro. En 2024 el sufragio ciudadano decidirá la suerte del país.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras f
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