La lógica del conflicto geopolítico
Los hilos que subyacen al enfrentamiento entre potencias nucleares.
La guerra en Ucrania entra en su segundo año y la espesa trama de intereses que articulan la economía con la política en el ámbito global sale paulatinamente a la luz. La posibilidad de una derrota de las tropas de Ucrania antes de la primavera y el impacto mundial de las sanciones contra Rusia han inaugurado una nueva era, en la que la política exterior norteamericana navega escalando los conflictos entre potencias nucleares. Esto coloca al mundo al borde del abismo y, paradójicamente, contribuye a develar los hilos que subyacen a los conflictos internacionales, entrelazados en torno a la concentración en muy pocas manos del poder, la riqueza y los recursos estratégicos; un trasfondo que subvierte los consensos y valores más básicos sobre los que se asienta la vida social.
Desde tiempos inmemoriales, la acumulación irrestricta de poder económico y político ha llevado a la autodestrucción de la vida en comunidad, pero también a los grandes cambios sociales. Hoy esta trama amenaza la continuidad de la vida en el planeta. A pesar de ello, el control monopólico de la información asegura impunidad y logra que muy pocos se den cuenta de la gravedad del momento actual. Los acontecimientos vividos la semana pasada parecen condensar la irracionalidad, el hubris y la enorme impunidad de la que gozan las elites en los países centrales de Occidente. Esto incinera los valores que desde hace siglos caracterizan a la civilización occidental y desestabiliza a las instituciones políticas. Pero, sin embargo, también siembra las semillas de la transformación del orden establecido.
Los recientes discursos de los principales representantes de Estados Unidos y Europa en la Conferencia de Seguridad de Munich no aportaron nada nuevo a una narrativa oficial centrada en demonizar al Presidente ruso, Vladimir Putin, y explicar la guerra en Ucrania como el producto de su perfidia y sus deseos imperiales. Tampoco lograron instalar que esta invasión amenaza al mundo entero [1]. En su lugar, los representantes del Sur Global presentes en la ciudad alemana reafirmaron la neutralidad y la necesidad de “construir la posibilidad de una solución negociada” que termine con el impacto de esta guerra sobre la economía global y especialmente sobre los países periféricos [2]. En este contexto, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, dio una vuelta de tuerca al enfrentamiento con China, anunciando que este país “estaría planeando” el envío de armas a Rusia. Sin presentar prueba alguna, advirtió que si esto ocurre, China “tendrá serias consecuencias” [3]. Por su parte, el Presidente de Ucrania, Volodímir Zelesnky, precisó que “detonará la Tercera Guerra Mundial”. Mientras tanto, y luego de pedir y obtener el permiso ruso para la visita del Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Kiev y a Polonia [4], el gobierno norteamericano buscó reafirmar el relato oficial, graficando con pompa y circunstancia la lucha entre un Occidente que persigue la luz y el Bien de la humanidad y un Putin que encarna las sombras del Mal.
Wang Yi, principal representante diplomático chino, aclaró ante la Conferencia que su país jamás aceptará intromisiones en su soberanía nacional y en su relación con Rusia y pidió a “los queridos amigos europeos” que “reflexionen con calma” sobre la necesidad de encontrar una solución negociada que impida que el conflicto escale fuera de control [5]. El viernes, el gobierno chino expresó que las partes involucradas en la guerra en Ucrania deben regirse por la Carta de Naciones Unidas y conminó a la dirigencia “a ser racionales” y dejar atrás la “mentalidad de la Guerra Fría (…) y el abuso unilateral de sanciones”. Asimismo, cuestionó el envío continuo de armamentos a Ucrania y a “una seguridad regional (…) garantizada a través del fortalecimiento y la expansión de bloques militares” [6]. Además, apeló a la negociación como única vía para impedir el descontrol del conflicto y como medio de salvaguardar los “legítimos intereses de seguridad”, la soberanía nacional y la integridad territorial. El departamento de Estado norteamericano consideró que el documento “no contribuye a la paz en la región” [7].
Días atrás, Putin dio un paso decisivo en su relación con la OTAN y el gobierno norteamericano [8]: anunció el despliegue de nuevo armamento nuclear listo para el combate; suspendió la participación rusa en el acuerdo de no proliferación de armas nucleares (START), que vence el año que viene, y advirtió que si los Estados Unidos inician tests nucleares, Rusia hará lo mismo. En paralelo, el canciller ruso, Sergei Lavrov, convocó a la embajadora norteamericana en Moscú y la alertó respecto a que el envío de armamentos, inteligencia y tropas a Ucrania implica una interferencia norteamericana directa en la guerra y será objeto de legítimas represalias [9]. “Finalmente, Rusia terminó con la hipocresía y la impunidad de las elites de Occidente y se prepara para un inminente ataque”, aseguró [10].
Así, en pocos días, la diplomacia norteamericana logró la proximidad creciente de sus principales enemigos, una mayor intensidad de la competencia nuclear con Rusia y el rol activo de China en la obtención de una paz negociada en Ucrania [11].
Luchas facciosas y política exterior norteamericana
La fobia contra China fue impulsada por el Presidente Donald Trump para cohesionar a sus seguidores tras una política de desarrollo nacional que buscó restituir la grandeza perdida de los Estados Unidos (Make America Great Again, MAGA) [12]. Desde un inicio, Biden continuó estas políticas contra China. Tanto los partidarios de Trump como otros grupos republicanos enfrentados al establishment republicano aliado a los demócratas en el gobierno, consideran que la guerra en Ucrania es una “distracción” que contribuye al déficit, la corrupción y al engorde de las arcas del Partido Demócrata. Ven al conflicto contra China como una oportunidad para debilitar al gobierno y posicionarse frente a las próximas elecciones presidenciales. Para ello, utilizan su reciente control de la Cámara de Representantes para impulsar investigaciones sobre el destino de la ayuda otorgada a Ucrania y para exigir una mayor firmeza del gobierno de Biden frente a China y a la cuestión de Taiwán [13]. Estas facciones republicanas apuntan a erosionar el control que los neocons tienen sobre el gobierno [14]. Mientras tanto, Trump busca imponer su candidatura presidencial dentro del Partido Republicano, exigiendo establecer negociaciones inmediatas con Rusia para impedir una Tercera Guerra nuclear y “limpiar” la Casa Blanca de los “halcones”, “globalistas” y el “Estado profundo” (Deep State), que impulsan la guerra en Ucrania [15].
Asimismo, la “eficiencia” del gobierno de Biden empieza a ser cuestionada por sectores vinculados a los organismos de inteligencia. A las críticas explicitadas por Robert Gates, ex ministro de Defensa de Barack Obama, se suman ahora nuevas revelaciones del periodista Seymour Hersh en torno al sabotaje a los gasoductos rusos Nord Stream 1 y 2. Según Hersh, “luego de que los rusos invadieron y cuando la operación se completó, todo se volvió más repugnante para la gente que lo dirigía (…) Se opusieron al proyecto y pensaron que era una locura (…) Esa es una de las razones por las que supe tantas cosas (…) En la Casa Blanca están obsesionados por la reelección (…) querían que Ucrania ganara mágicamente de alguna manera”.
La derrota de Ucrania amenaza el control de los neocons sobre la política exterior y puede precipitar la desintegración de la OTAN. La incapacidad de abastecer militarmente a las tropas de Ucrania y la destrucción del stock de armamentos norteamericanos y de la OTAN cambian las coordenadas de un futuro conflicto con China. Esto, en vísperas de elecciones presidenciales, puede agitar el avispero dentro de las entrañas del Estado en las sombras.
Enemigos y alianzas
China y Rusia han sido definidos por el gobierno norteamericano como los principales enemigos del país. Las sanciones contra Rusia, luego de su invasión a Ucrania, contribuyen a explican la importancia de estos países. Por un lado, ambos concentran recursos de importancia estratégica para el mundo: desde ingredientes farmacéuticos (active pharmaceutical ingredients), esenciales para la producción de todo tipo de drogas y medicamentos, a las tierras raras, el cobalto, el litio y el uranio [16], indispensables para la producción de todo tipo de bienes, incluidos los de alta tecnología. Por otro lado, estos dos países concentran la producción de dos bienes centrales a todas las cadenas de valor global: los productos energéticos en el caso de Rusia, y los semiconductores en el caso de China [17].
El gobierno ruso facilitó precios de descuento para sus productos energéticos a todos los países que no aceptaran las sanciones en su contra. Con ello logró subvertir los canales tradicionales de abastecimiento mundial de gas natural y petróleo, consolidar su alianza política y económica con China y la India y compensar las pérdidas de mercados en Occidente con un incremento enorme de sus ventas a estos dos países y al resto de Asia. Así, si bien Rusia tuvo que reducir su producción de gas natural y petróleo, esto no afectó sus ingresos por exportación, ni su economía. Esta se contrajo solo un 2.2% en comparación a la caída del 8.5% inicialmente estimada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2022 y crecerá en 2023. A su vez, la India aumentó enormemente su importación de petróleo ruso y “reciclando” parte del mismo hacia Europa obtuvo enormes ganancias, al tiempo que acrecentó su importancia geopolítica. Se estima que su economía crecerá un 6% este año. Lo mismo ocurre con China: su comercio con Rusia creció un 30% en 2022 y se estima que su economía crecerá este año un 5%. Todo esto ocurre en medio de un mundo que se precipita hacia la recesión.
A un año de la guerra en Ucrania, Estados Unidos logró sustituir el gas natural ruso utilizado en Alemania por gas natural norteamericano, un 40% más caro. Sin embargo, esto precipita a Alemania hacia una desindustrialización [18] que afectará al continente europeo, ya sumido en una recesión, y augura una crisis del balance de pagos agravada por el peso del endeudamiento europeo [19]. Esto amenaza con detonar una crisis de las finanzas europeas de consecuencias imprevisibles para el conjunto del sistema financiero internacional. Otros fenómenos contribuyen también a este desenlace: entre ellos, el desarrollo de un incipiente sistema de transacciones comerciales y financieras al margen del dólar, con monedas locales respaldadas en commodities y en el oro. Estos procesos amenazan al rol del dólar como moneda internacional de reserva.
En este mar turbulento, algunas corporaciones occidentales aprovechan para realizar ganancias extraordinarias. Entre ellas se destacan cinco corporaciones norteamericanas que producen para la guerra y otro puñado equivalente que produce petróleo y gas natural. Las primeras han vaciado sus stocks acumulados de munición y armamento y han conseguido una renovación automática de los contratos de producción con destino a Ucrania que, sin revisión del Congreso norteamericano, superan 500 veces lo que ya fue enviado a este país. En paralelo, los precios de sus acciones han aumentado en 2022 entre un 17 y un 37%, según cada corporación. Por otra parte, cinco corporaciones petroleras occidentales han obtenido más de 200.000 millones de ganancias en 2022 [20].
Argentina: fragmentación política y cuestión nacional
La importancia estratégica de los recursos naturales no renovables atraviesa al ámbito de la economía y de la política en todos los lugares del mundo. Sin embargo, en nuestro país, “la política” presta muy poca atención a este problema o, como en el caso de las bandas macristas, lo oculta adrede. Esto ocurre en un momento peculiar de nuestra historia: por primera vez en mucho tiempo, la coyuntura internacional hace posible la búsqueda de un camino que permita sustituir la actual matriz productiva agroindustrial y extractiva por un modelo de desarrollo nacional e inclusivo que ponga fin a la dolarización de la economía, al endeudamiento ilimitado y a la depredación ambiental y social, que son consecuencia del control ejercido por las corporaciones transnacionales sobre áreas claves de nuestra economía. Estos problemas debieran ser iluminados por el debate político porque inciden en el bienestar de todos los ciudadanos y son centrales a la cuestión de la soberanía nacional y al problema de quién decide las políticas públicas y por qué se adoptan las mismas. Si bien de esto se habla poco y nada, también hay valiosas experiencias que muestran el camino a seguir: movilizando de abajo hacia arriba, explicitando los problemas que existen en la explotación de nuestros recursos y proponiendo soluciones [21].
Tampoco existe pedido de información y debate sobre los cánones que se pagan por las exportaciones de litio, cobre, oro, gas petróleo, entre otros, ni se cuestiona la forma en que se determinan y controlan los volúmenes exportados, generalmente concretados a “declaración jurada”. En la mayoría de los casos, estos recursos se agotan rápidamente y su extracción implica depredación ambiental. Así se habla mucho de los recursos de Vaca Muerta, que según el ministro de Economía permitirán pagar la deuda con el FMI y garantizar la solvencia futura del país. No obstante, no se menciona que estos recursos no son eternos y que la extracción de gas y petróleo no convencional implica un rápido agotamiento de los yacimientos, algo que ya afecta seriamente a los yacimientos de gas y petróleo no convencional de los Estados Unidos.
Mientras tanto, el escenario político se fragmenta al infinito por cuestiones que atañen a posicionamientos en el proceso electoral. Se mimetiza así la fragmentación social que se acelera al calor de una inflación que, contrariamente a lo que cree la ministra de Trabajo, cada vez está más descontrolada. Esto obedece al problema no resuelto de compartir un gobierno cada vez más limitado en su gestión por los condicionamientos del FMI. A semejante escenario se suma un ministro de Economía “presidenciable”, que aboga ante el G20 en favor de la eliminación de sobretasas a los préstamos internacionales y condiciones financieras para salir de la actual situación, mientras su gestión concreta un brutal ajuste del gasto social, que hacia fines de enero implicó un recorte con relación al año anterior del 65,8% en programas sociales y del 48.3% en asignaciones universales y Asignación Universal por Hijo (AUH). Tal escenario, junto con la combatividad de la ministra del Desarrollo Social, quien internaliza el discurso odiador de la oposición, dice no representar “a los piqueteros” y acusa a un sector de los movimientos sociales de beneficiarse con los planes sociales, contribuye a confundir los problemas y a desmovilizar a buena parte de la población que no llega a fin de mes, incluso aunque tenga un trabajo “formal”.
Así, la esquizofrenia entre lo que hoy se dice y lo que hoy se hace y el desplazamiento del debate público hacia temas que imponen las bandas macristas, no hacen más que reafirmar la falta de un plan de acción para lograr, de mínima, dar respuesta a las promesas que llevaron al Frente de Todos (FdT) al gobierno en 2019. Frente a esta fragmentación y a estas carencias políticas, avanza la concentración del poder económico y político en manos de un grupo de corporaciones e individuos que controlan sectores claves del país. Así, por ejemplo, Nicolás Caputo, el “hermano del alma” de Mauricio Macri, acaba de apropiarse de centrales eléctricas de la italiana Enel. El control de las mismas y de Central Puerto lo convierten ahora en el principal generador de energía eléctrica. No contento con ello, va por más y apunta al control de Edesur. El ministro de Economía no pudo parar la maniobra, concretada a “precio vil” pagadero “en el exterior” por no tener capacidad regulatoria para ello. Esto es solo un rasgo indicativo de la centralidad que los recursos estratégicos del país tienen en la disputa electoral.
Es, pues, tiempo de formular un plan de acción, entendible por el conjunto de la sociedad, y que exprese qué país se quiere, para qué se aplicaran las políticas propuestas y cómo las mismas aprovechan la coyuntura internacional para provocar un verdadero cambio social en el país.
Notas:
[1] Ver hilo.
[2] ft.com, 19/02/2023.
[3] reuters.co, 18/02/2023; zerohedge.com, 18, 19 y 20/02/2022.
[4] Este “permiso” expresa la relación de fuerzas local y curiosamente no fue registrado por los medios.
[5] zerohedge.com. 21, 22/02/2023. Luego de entrevistarse con Putin el martes, Wang Yi reafirmó que los acuerdos con Rusia son “sólidos como una roca” y que “cualesquiera sean los cambios en la situación internacional, China promoverá la cooperación (con Rusia) en todas las áreas”.
[6] zerohedge.com, 24/02/2023.
[7] Ídem.
[8] kremlin.ru, 21/02/2023. Putin justificó estos cambios explicando ante la Duma los esfuerzos que Rusia hizo desde la implosión de la Unión Soviética para articular acuerdos con la OTAN destinados a garantizar la seguridad colectiva, incluyendo a Rusia. Recordó cómo estos acuerdos fueron sistemáticamente violados por las “elites de Occidente”, cómo las mismas se jactaron de ello y cómo expusieron abiertamente sus objetivos de destruir a Rusia y “de intentar convertir a un conflicto local en una fase del enfrentamiento global”.
[9] thehill.com, 21/02/2023. Asimismo, Lavrov exigió desescalar inmediatamente el conflicto, explicaciones sobre el sabotaje a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 y la no interferencia norteamericana en la investigación de este sabotaje.
[10] newsrand.com, 22/02/2023.
[11] Para un análisis de los acontecimientos de la semana desde la perspectiva crítica de un ex oficial de las Fuerzas Armadas norteamericanas: ver aquí.
[12] Tal como analizamos en notas anteriores, esto fue producto, según Trump, de un globalismo neoliberal que desindustrializó al país, destruyó fuentes de trabajo y la competencia empresarial y erosionó el poder hegemónico de los Estados Unidos en el mundo.
[13] Consideran que los Estados Unidos no están en condiciones de confrontar con China y Rusia al mismo tiempo, creen que China es el enemigo principal y que “la primera prioridad” del gobierno de Biden debe ser impedir que China controle a Taiwán. El Senador Josh Hawley representa esta posición: hawley.senate.gov, 16/02/2023.
[14] Incluyendo al establishment del Partido Republicano, también neocon, y aliado desde hace tiempo al establishment del Partido Demócrata.
[15] zerohedge.com, 23/02/2022.
[16] academysecurities.com, 01/09/2021; foreingaffairs.com, 08/06/2022.
[17] En Taiwán se concentra más del 80% de la producción de los chips más avanzados tecnológicamente usados por las corporaciones norteamericanas. Sin estos chips se paraliza la producción de todo tipo de bienes con tecnología avanzada, incluidos los utilizados en inteligencia artificial, en la guerra y en la exploración espacial.
[18] Se cumple así el plan propuesto en 1945 por el secretario del Tesoro norteamericano Hans Morgenthau para solucionar “el problema de Alemania”, luego de que esta fuese vencida en la Segunda Guerra Mundial. Este plan no fue finalmente aceptado por el gobierno norteamericano porque produciría 25 millones de muertes por inanición. Se adoptó otro plan que impuso restricciones a la industria, pero no impidió su resurgimiento. En las últimas décadas, este fue fogoneado gracias al gas natural ruso a precios inferiores a los que regían a nivel internacional.
[19] rabobank.com, 03/02/2023.
[20] usatoday.com, 10/02/2022.
[21] Entre estos, cabe destacar a la Mesa Coordinadora por la Defensa del Río Paraná y del Canal de Magdalena y al documental En el nombre del litio.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/la-logica-de-los-conflictos-geopoliti
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