EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 9 de abril de 2017

Pepe Gordon

Pepe Gordon Elena Poniatowska
J osé Gordon, Pepe –como lo llamamos todos–, ha logrado una proeza inimaginable: mantener un programa de ciencia en la televisión. Es un maestro reconocido y, sobre todo, infinitamente querido. Sólo con ver el respeto con el que el público lo escucha, nos devuelve la confianza en la palabra cultura. Hace casi 40 años hice esperar a José Gordon en la biblioteca. Cuando, muy apenada, entré a ofrecerle una disculpa, vi a un hombre sentado con los ojos cerrados, y de inmediato supe que no estaba dormido por su espalda erecta y sus dos brazos en posición de loto. En torno a él había mucho silencio. Le pedí una disculpa y me respondió: No importa, no te preocupes, siempre me ocupo cuando estoy esperando. ¿Qué hacías? Estaba meditando –sonrió. Desde entonces admiro su sabiduría. Es el más juicioso de nuestros intelectuales, el más pensante, el que une la ciencia a la literatura, el que lo sabe todo y no presume, el que reparte sus conocimientos sin imponerse jamás, con una sonrisa en sus ojos perspicaces. Con razón su libro es El libro del destino y con razón su serie televisiva Imaginantes fue premiada en Nueva York y todos los lunes vemos su programa La oveja eléctrica. Ha entrevistado en inglés a científicos a los que sin él no tendríamos acceso y ha impartido su propia sabiduría sin echarnos en cara nuestra ignorancia o nuestra falta de interés. –Creo –dice José Gordon– que en La oveja eléctrica entreveramos mapas de ciencia y mapas de poesía sin pensar que son las mismas metodologías. Sam Pitroda, uno de los grandes fundadores de las telecomunicaciones en India, decía algo que me parecía maravilloso: El problema que tenemos hoy día es que tenemos una mentalidad del siglo XIX, procesos del siglo XX y necesidades del siglo XXI. ¿Cómo colocar nuestra inteligencia a la altura de nuestros tiempos? Creo que ese es el gran reto. –Pepe, a mi humilde entender, hay una división entre la ciencia y la literatura. Recuerdo que Guillermo Haro decía que si estudias literatura, es imposible que hagas ciencia, pero si eres científico, abarcas tantos campos que puedes escribir un gran libro en el momento en que quieras. Seguro, Haro pensaba en Bertrand Russell… –Eso es cierto, pero lo que planteo es que uno no necesita ser novelista para apreciar una gran novela ni ser científico para apreciar la narrativa que nos da la ciencia, ni político para criticar la política. Sólo necesitamos tener la mínima información para exigir a los gobernantes soluciones basadas en la ciencia y en la sensibilidad de los gobernados. El arte abre la sensibilidad y la ciencia abre la capacidad crítica. Esta combinación es vital. A lo mejor un científico puede transitar más fácilmente al mundo de la literatura y de la poesía, pero al final del día lo que importa es que el mínimo conocimiento de ambos campos nos haga ver qué dirección queremos dar a nuestro siglo XXI. –Hace un momento me hablabas con admiración de González Camarena… Según tu criterio él debió haber sido presidente de la República Mexicana. –No todos los buenos intelectuales o buenos científicos están capacitados para ser políticos. Hemos visto ejemplos terribles de gente que fracasó en la política a pesar de tener gran inteligencia. Creo que para ser buen político se requiere una serie de virtudes que pertenecen a esa disciplina, pero sí me gustaría que los políticos tomaran decisiones basadas en los consejos de científicos, en la inteligencia colectiva, en la sensibilidad de artistas, de poetas, de novelistas. Hoy día se habla mucho de la necesidad de tener enfoques multidisciplinarios. Me parece que los grandes políticos deberían aprovechar talentos ajenos a la política, no necesariamente que el científico se vuelva político, porque en algunos casos estaríamos dando al traste a un gran científico que todavía es capaz de hacer avanzar a la ciencia. –José Sarukhán le renunció a Fox, no aguantó su ignorancia cocacolera un segundo más… –Así es. Eso te habla precisamente de que no se escuchan las voces que deberían escucharse; por eso creo que mientras más información tengamos, más tendremos que exigir a nuestros gobernantes, para que gente del tamaño de Sarukhán siga siendo consejero en el campo de la ciencia, porque así como la política es una construcción colectiva también lo es la ciencia. “Hay un cuento de Sabina Berman, La maravillosa historia del pequeño Pingüica, leyenda de la cultura maya. Resulta que el señor venado quiere ser rey y le dicen que su elección debe ser democrática, que no puede coronarse así nada más; tiene que competir con un enanito de piel verde que se llama Pingüica quien intenta participar en una serie de olimpiadas que decidirán quién será el rey de Uxmal. Empatan Pingüica y el venado. En la última prueba, los habitantes de Uxmal les dicen que el que levante la construcción más grande será el ganador. El Señor Venado responde: ‘Perfecto, esclavos, vamos a colocar piedra tras piedra, piedra tras piedra’. En contraste, Pingüica observa desde lo alto al pueblo en la noche y al cerrar los ojos ve el sueño de sus ancestros que levantaron la pirámide de Uxmal. Ese sueño es tan intenso que penetra en los dormidos y cada quién se levanta sabiendo lo que tiene que hacer y en un santiamén erigen la pirámide de Uxmal. Eso es lo que nos falta, políticos que tengan una visión de verdad, una visión que mueva las energías de nuestra conciencia colectiva hacia algo que no sólo sea sobrevivir, sino que tenga que ver con comunión, con comunidad, con una construcción común.” –Eres un idealista, Pepe. –Al final del día llegas a la conclusión de que lo que tienes que hacer es seguir insistiendo en la educación una y otra vez, tercamente. Somos más los que deseamos vivir una vida creativa que los que quieren destruir. Lo he visto varias veces. En una ocasión me tocó ir a una secundaria pública en Iztapalapa, porque me contactó una profesora: Yo también soy imaginante, Pepe (se me hizo muy bonito que me dijera algo así). En mi escuela estoy proyectando tus cápsulas y los niños están entrando a la biblioteca a leer. Las proyecto sobre una sábana, porque no tenemos recursos, pero los niños las ven. Era un rumbo muy pobre y se me acercaron los estudiantes: No se preocupe, maestro, le vamos a cuidar su coche para que no le bajen las llantas. Una zona ruda. Me enseñaron las lecturas que hacen a raíz de ver las cápsulas de Imaginantes e incluso las representaciones, y de repente le veo los ojos a algunos de estos ellos y recuerdo lo que decía el poeta Luis Ríus: Es que no podemos vivir como si la belleza no existiera. En el momento en que esos muchachos la descubren ya no hay vuelta de hoja. Un estudiante irrumpió: “Yo quiero decir algo: Esta es una carta para una amiga. Querida amiga, tú no me conoces, pero yo acabo de ver una cápsula de Imaginantes sobre Haruki Murakami, un escritor japonés que todos los cuentos que escribe no los publica sin que los lea su esposa”. Para él era inusitado pedir la opinión de la mujer para publicar un cuento. Se le había abierto un mundo al darse cuenta que el machismo que veía alrededor suyo no tenía sentido. Remato este relato diciendo que eso es lo que pasa en nuestras vidas por falta de palabras, por falta de imaginación. Él se llama Cornelio. “Hace unos días también, me encontré a un joven que está haciendo un doctorado en ciencias genómicas en Alemania, y me dijo: ‘No me lo vas a creer, cuando nos reunimos en los encuentros internacionales, la mayoría somos mexicanos que hace años vimos Imaginantes’. Quiere decir que el programa sembró semillas que van a generar cambios y lograr que tengamos celdas solares en nuestras azoteas gracias a la ciencia mexicana.” Autor de El cuaderno verde, que publicó la Universidad Nacional Autónoma de México, y Tocar lo invisible, que apareció en 1995, Pepe Gordon, autor de otros libros, responde a una pregunta muy directa: El ojo es ojo porque te ve –¿Has tenido más respuesta en la tele que en la escritura? –En las dos, de manera distinta. Cuando escribo textos sobre ciencia, me preguntan dónde se puede aprender a escribir y me doy cuenta de que es muy importante escribir bien, como exige la literatura. En la televisión me apasiona encontrar la complicidad de un auditorio que es mucho más inteligente de lo que imaginamos. Recuerdo una idea maravillosa de Antonio Machado: El ojo que ves no es ojo porque tú lo mires, es ojo porque te ve. Del otro lado de la pantalla hay gente sensible que requiere información que valga la pena, bien narrada, imaginativa e inteligente. Apelar a esa inteligencia es muy importante, por eso agradecemos su inteligencia y su sensibilidad. –Tú eres la gran estrella del programa con la bondad de tu sonrisa que a todos nos contagia. –El trabajo de La oveja eléctrica es en equipo: Froylán López Lavín es el productor, Silvina López de los Monteros, Miriam Moscona, Aura López, La Morsa, el físico Manuel López Michelone, Fernando Rivera Calderón, que siempre nos canta una canción cuando termina el programa... Mare Nostrum con la dirección artística de Luis Cabrera es un proyecto como Imaginantes, pero para ciencia y poesía, que ahora productores de toda América Latina quieren difundir. Las televisoras culturales iberoamericanas se entusiasmaron tanto que van a distribuir estas cápsulas impulsadas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en Argentina, Uruguay, España. “La idea es jugar con la posibilidad de comunicar de manera más atractiva los relatos de la ciencia y la literatura, y darnos cuenta de que todos resonamos con ella. De repente, cuando los estudiantes de las secundarias se dan cuenta de que el pensamiento de Cortázar tiene que ver con ellos, es muy estimulante ver cómo cambia su mirada. Yo siempre les advierto en charlas de graduación en las secundarias públicas: ‘Van a estar en medios y contextos muy difíciles. Sólo les pido que nunca se les olvide la mirada de su maestra, porque hay miradas que nos sostienen. Miradas y palabras de ciertas personas que nos marcan rumbo, referencia y posibilidades’. Amos Oz decía: ‘Incluso bajo el volcán se sigue haciendo el amor’, incluso en medio de la catástrofe tenemos que seguir impulsando lo que es valioso. Subir al inicio del texto

No hay comentarios:

Publicar un comentario