EL DELFÍN
Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.
jueves, 17 de marzo de 2016
Mexico SA
México SA
Gasolina: mesa puesta
Larrea liga negocio
Asfixia ciudadana
Carlos Fernández-Vega
A
punto de turrón está un jugosísimo cuan adelantado negocio privado (entre 350 y 400 mil millones de pesos anuales), en el que la gran perdedora –gracias a la reforma energética– es la ya de por sí golpeada empresa productiva del Estado, Petróleos Mexicanos. Se trata de la apertura del mercado de las gasolinas y la libre importación de esos combustibles a partir del próximo primero de abril.
Como siempre el gobierno peñanietista ha prometido (una más) que serán los consumidores los únicos beneficiarios de tal apertura, como si las trasnacionales energéticas que se instalarán en México lo hicieran como hermanitas de la caridad. En los hechos, llegarán al país simple y sencillamente a repartirse el botín del expendio de carburantes, como lo harán en el caso del petróleo crudo.
Con Pemex en la lona y un conteo boxístico de ocho –por ser generosos en la evaluación–, el negocio de las gasolinas se repartirá entre unas cuantas trasnacionales y sus pajes domésticos, en un lucrativo mercado, el mexicano, con ventas anuales de entre 20 y 22 mil millones de dólares, de los que, si bien va, la empresa productiva del Estado se quedará con las migajas, o tal vez ni eso.
Ayer el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, explicó que a estas alturas más de cinco empresas han manifestado al gobierno federal que están interesadas en importar gasolina e introducirla al país a través del ferrocarril, así como construir terminales de almacenamiento para dicho combustible y están interesados en construir terminales de almacenamiento donde están los grandes mercados de consumo de gasolina de México, el Valle de México, el área conurbada de Monterrey, Guadalajara y la frontera norte (La Jornada, Susana González).
Además, dijo el susodicho, el haber adelantado la libre competencia en la venta de gasolina al menudeo fue una señal enviada a las empresas interesadas para que pudieran ir programando sus inversiones. Hay dos empresas interesadas en construir ductos poliductos y tanques de almacenamiento, infraestructura que hace más de 20 años no se construía en México (ídem). La declaración del funcionario confirma, por si hubiera duda, el deliberado abandono del gobierno mexicano en materia de construcción y actualización de la infraestructura de Petróleos Mexicanos, así como la intención de desmantelar lo que ahora denominan empresa productiva del Estado. Dos décadas y ni un solo tornillo en la ex paraestatal, y ahora se dicen sorprendidos.
Por cierto, con el detalle aportado por el ex gobernador de Quintana Roo aparece otro gran negocio dentro del gran negocio, siempre a costillas de los bienes de la nación. Dice el titular de la Sener que la importación de gasolinas se realizará por medio del ferrocarril, es decir, por medio de la red ferroviaria (otrora del Estado mexicano), que acapara el tóxico barón de la minería (las minas también eran del Estado) Germán Larrea, quien hará el honor –obviamente sin gratuidad– de transportar, de la frontera mexicana hacia el interior del país, el combustible que las trasnacionales estadunidenses y de otras nacionalidades adquieran en Estados Unidos.
El objetivo, pues, el armado de negocios tras negocios que generen más negocios (privados, obviamente), de cuyos frutos la nación no recibirá ni las gracias. Así es: las trasnacionales importarán las gasolinas a un precio cuando menos 40 por ciento inferior al que cobrarán a los consumidores mexicanos, más el porcentaje de ganancia que negociaron con el gobierno mexicano. Y de pasadita el barón Larrea utiliza la red ferroviaria que el gobierno zedillista le donó (y ratificaron los tres siguientes) para ganarse unos centavitos que sumará a la explotación de otros bienes del Estado (minería, petróleo, gas y lo que se acumule).
Ayer el litro de gasolina al consumidor final en Estados Unidos se vendió, en números cerrados, al equivalente a 10 pesos mexicanos (58 centavos de dólar), mientras los consumidores mexicanos favorecidos por la libre importación de los combustibles pagaron 14 pesos (alrededor de 79 centavos de dólar) por idéntico volumen.
En el gobierno peñanietista aseguran que la competencia entre empresas reducirá el precio final al consumidor, pero en el hipotético caso de que ello suceda sería producto de que la Secretaría de Hacienda eliminara o cuando menos redujera los no pocos impuestos que carga a los compradores mexicanos, y con la voracidad que ha demostrado el ministro del (d) año es dudoso que esto último se registre, a menos de que cambie ingreso fiscal por unos cuantos puntos en el ranking 2018, que mucha falta le hacen.
Está el ejemplo de las recientemente inauguradas gasolineras de Pemex en Estados Unidos (en una primera etapa abrirán cinco estaciones de servicio en la ciudad de Houston, Texas, informó la ex paraestatal), en las que el litro de gasolina se vende al equivalente a 7 pesos, es decir, a la mitad de lo que lo cobran al consumidor mexicano, quien carga con más de dos décadas de aumentos permanentes en el precio final, aunque ahora le rebajen unos cuantos centavitos.
Y esa es precisamente la estrategia de las trasnacionales energéticas, las cuales desde el primero de abril importarán gasolinas y otros combustibles libremente: comprarán muy barato en Estados Unidos y revenderán carísimo en México.
Independientemente de los constantes incrementos de precios, el asunto de la gasolina en México es terrorífico y va ligado a lo comentado líneas arriba en materia de infraestructura petrolera. Sólo como ejemplo inmediato, cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos el país elaboraba 418 mil barriles por día de tal combustible y ahora (las cifras son de Pemex y el dato más reciente de enero de 2016) no pasa de 375 mil, es decir, una caída de 11 por ciento en el periodo, lo que da cuenta del desvencijado sistema nacional de refinación con el que cuenta el país. Por el otro lado, la importación (alrededor de 55 por ciento de la demanda interna) ha crecido sostenidamente para atender un consumo diario cercano a 800 mil barriles cada 24 horas.
En fin, ya viene la gasolina barata, y la trasnacional Gulf (Chevron) dijo pido mano (2 mil gasolineras en el país en tres años, según su propio anuncio).
Las rebanadas del pastel
Asfixian a los ciudadanos con voluminosa deuda, impuestos, salarios miserables, ausencia de crecimiento y desarrollo, falta de seguridad, violencia y demás, y ahora van por la puntilla: altísimos niveles de contaminación que la presunta autoridad de plano no tiene idea de cómo reducirlos.
Twitter: @cafevega
D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
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