Derrumbe, clase e imperialismo
John Saxe-Fernández
L
a persistencia de la crisis agudiza la agresión de clase y el riesgo de guerra general por el desgaste de los pilares materiales, socio-económicos y del derecho internacional de una frágil estabilidad interna y una precaria paz internacional. Más que crisis, parece un derrumbe estructural multidimensional sin precedente: detrás de la crisis que estalló en 2007, advirtió Samir Amín,
se perfila a su vez la verdadera crisis estructural sistémica del capitalismo, cuya continuidad,
tal y como lo hemos conocido...se ha vuelto, por primera vez en la historia, una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y del planeta.
Esto ocurre, sea por la destrucción que conlleva el capitalismo de las bases naturales que sostienen la vida en la Tierra, resultado de su funcionamiento
normal, sea por los crecientes riesgos bélicos ante la instalación por Estados Unidos, luego del 11/9, de un estado policial doméstico (Homeland Security) y un régimen de excepción internacional al calor de la guerra antiterrorista y la
autodefensa anticipatoria.
La incertidumbre e inestabilidad acicatean la financiarización y especulación como parte de la acumulación, acentuándose las contradicciones y la agresividad internacional y de clase cuando la codicia por los combustibles fósiles convencionales y no-convencionales llevó a Bush, Blair, et al, a desatar un genocidio contra Afganistán e Irak seguidos por Obama en Libia en paralelo al despliegue mundial de bases y tropa, de poder aero-naval cerca de China, de desplantes anti-balísticos en Europa y de terrorismo de Estado con diseños de intervención y ocupación tipo Plan Colombia, en México (Iniciativa Mérida) y Centroamérica.
A lo largo de 30 años los programas de Ajuste Estructural (PAE) del FMI-BM devastaron agro, industria y empleo, canalizando la materia prima a la exportación, no a la transformación, por lo que se acompañaron de operativos de
contrainsurgenciay de masacres como Acteal. Hoy, además de precipitar caos y desarticulación, los PAE refuerzan un
acople depresivo global. Sus efectos no se limitan a Europa. Regresan a Estados Unidos acentuando desempleo y polarización, contagiando el orbe por lo vital de las exportaciones (v.gr, para los BRICS).
De cara al futuro inmediato y centrándonos en el
enclaustramientode México en la economía de Estados Unidos (La Jornada, 23/12/12 p.24) producto, no de la
globalizaciónde la economía como predican los
country managersdel BM que operan desde Hacienda, Banobras o Los Pinos, sino de la
imperializacióny pauperización de la sociedad en general y de la economía campesina e indígena en particular, con el TLCAN (rebelion.org/noticia.php?id=160940) y la IM como pivotes de subordinación. El PAE laboral y los que Peña Nieto tiene en cartera, se orientan a satisfacer, por la vía de las Public Private Partnerships (en inglés por ser la
condicionalidadde jugosos empréstitos del BM-BID), el hambre lobuna de aspirantes a consolidar –o ingresar– a la
lista doradaForbes. Los barones sacadólares y funcionarios asociados, salivan ante el festín privatizador de la salud y educación públicas a todo nivel, de Pemex –platillo mayor que incluye el gas de esquisto, del sistema penitenciario, de la infraestructura (Supervía) y de la ya de por sí vapuleada economía popular y de los sectores medios con un PAE
fiscalque preserve sus privilegios. Si alguien busca una tragedia humana todavía mayor a la ya sufrida, ésta es la ruta.
Los PAE no están diseñados para generar empleo y estabilidad aquí. Destruyen encadenamientos productivos (en petroquímica, acero, ferrocarriles, astilleros, bienes de capital, etcétera), auspician la explotación de la mano de obra, ensamblando, maquilando (automotriz, y electrónica transnacionales), precarizan el trabajo, imponen topes salariales, aumentos en la canasta básica por la vía de gasolinazos, (parte de la mencionada
condicionalidad). Peor, juegan con el hambre del pueblo destinando raquíticos recursos públicos al campo, promoviendo
vacíos de Estadoy una informalidad económica” que coloca al
crimen organizado, al
narcotráfico, entre los pocos instrumentos de
movilidad socialdisponibles a los centenares de miles que cada año exigen una plaza decente. Este siniestro diseño, vigente por tres décadas, es el
problema eje de seguridad nacional, máxime cuando la
válvula de escape, la migración, se cierra más ante una crisis y grave desempleo en Estados Unidos, que van para largo.
De cara a un calentamiento global que ya gesta
estrés hídricoy alimentario, procede un gran apoyo a la agricultura campesina e indígena, acatar los Acuerdos de San Andrés, fortalecer el mercado interno, la industria nacional y reflexionar lo dicho por el subcomandante Marcos ante 40 mil zapatistas que marcharon en absoluto silencio el 21 de diciembre:
¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro, resurgiendo...
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