Debates monetarios
Orlando Delgado Selley
L
a decisión de la Reserva Federal estadunidense de comprar
valores financieros respaldados con hipotecas, por valor de 40 mil millones de
dólares mensuales, hasta que la economía de ese país se acerque al desempeño
requerido para reducir la tasa de desempleo, ha generado una importante
controversia internacional. Los ministros de Finanzas de Brasil, Rusia y China
han planteado críticas a esa política, que inunda al mundo de dólares en busca
de rendimientos superiores a los que ofrecen los valores emitidos por la
Tesorería estadunidense.
El centro de la disputa está en que el banco central
estadunidense emite dólares, con propósitos centrados en el incremento de la
demanda agregada interna que, sin embargo, circulan globalmente afectando el
funcionamiento de otras economías. Para la Fed lo que importa es que en su país
la dinámica económica no permite generar empleos en la medida requerida. Por
ello, respondiendo a su mandato dual, reducción de la inflación compatible con
el menor nivel de desempleo posible, instrumenta una política monetaria que
crea circulante para impulsar el aumento de la demanda agregada.
Los críticos de estos tres países que tienen una relevancia
global en aumento, aunque todavía poco efectiva, consideran que el relajamiento
monetario estadunidense crea un flujo extraordinario de capitales de corto
plazo que buscan incrementar sus rendimientos invirtiendo en las economías
emergentes. Las consecuencias negativas de mayor peso son: la apreciación de
las monedas de los países que reciben esos dólares y el incremento de precios
de las materias primas que se comercian globalmente, las commodities, así como
la creación de burbujas en algunos activos.
La presencia de estos capitales golondrinos tiene, además,
el impacto adicional de complicar las determinaciones de política interna, que
esos gobiernos instrumentan para enfrentar los impactos recesivos que provienen
de Europa y la desaceleración de las importaciones estadunidenses. Una política
fiscal expansiva que se proponga fortalecer el mercado interno para compensar
las dificultades externas, puede verse frenada por el impacto en los precios de
la apreciación cambiaria, lo que dificulta que esos gobiernos logren defender a
sus poblaciones de la incertidumbre que caracteriza el funcionamiento de las
grandes economías.
La pertinencia de la crítica ha provocado que el propio
Bernanke haya tenido que responder (www.federalreserve.gov/newsevents/speech/bernanke20121014a.htm),
centrándose en tres aspectos: los diferenciales de tasa de interés en los
diferentes mercados y la reducción del riesgo afectan los flujos de capital; la
subvaluación de ciertas monedas, explicadas por decisiones políticas para
promover exportaciones, influyen en la rentabilidad de invertir en cierta
moneda; la disminución del crecimiento en economías emergentes se explica por
la desaceleración de las importaciones de países desarrollados, de modo que lo
que aumente la demanda agregada beneficia a las economías emergentes.
Sorprende que esta discusión no tenga ninguna importancia en
México. Nuestra economía, como las de los países emergentes mencionados, se ha
visto afectada por la presencia de flujos anormales de capitales que han
llegado al país a comprar Cetes y otros instrumentos financieros.
El valor del nuestra moneda ha reflejado estos flujos,
manteniéndose por debajo de los 13 pesos por dólar. Las autoridades hacendarias
y financieras, sin embargo, no han externado preocupación. Por ello, a diferencia
de lo que han hecho los brasileros que han establecido impuestos a los
rendimientos de los valores, en México para las autoridades no hace falta
instrumentar ninguna medida que defienda la economía.
Lo cierto es que hacen falta acciones para que la dinámica
económica permita generar empleos bien remunerados y con las prestaciones
adecuadas. Formalmente en el gobierno nadie se ocupa de esto. Mientras la Fed
estimula la dinámica creadora de empleos con los instrumentos a su alcance, en
México nadie en el gobierno asume esa responsabilidad, ni la de ocuparse del
impacto de las acciones de la Fed en el país.
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