EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 28 de febrero de 2016

Las enfermedades del yo

Las enfermedades del yo Marcos Roitman Rosenmann
C ada día, en primera persona, el yo gramatical es utilizado cientos de veces para designar estados de ánimo, afirmar nuestra identidad y expresar opiniones o sentimientos. Es un acto voluntario, que si no prestamos atención se hace imperceptible al oído. No somos conscientes de su protagonismo. No se dice estoy cansado, viajaré en autobús, estoy enfadado, caminaré, hablaré por teléfono. En su lugar se antepone el yo, enfatizando el sentido individual de la acción. Una especie de necesidad enfermiza. Yo estoy cansado, yo estoy contento, yo iré al cine, yo pienso, etcétera. La presencia del yo se convierte en personaje único y redundante. En la medida en que la economía de mercado avanza, el neoliberalismo, doctrina que le da sustento, despliega su poder erigiendo sus valores, normas e instituciones. La dominación ideológica cumple su papel. Lo que en principio entendimos como virtud, el proceso de secularización, se ha convertido en excresencia del capitalismo. La separación de lo público y lo privado, lo social y lo individual, se utiliza como excusa para desarrollar conductas inhibitorias de la conciencia, apuntalar el individualismo y facilitar el retorno del idiota social. Todo ello recubierto de pragmatismo y una nueva manera de pensar, consistente en tener exclusivamente pensamientos positivos. Se trata de crear mecanismos compensatorios, soslayando, cuando no, huir de la responsabilidad ciudadana de participar en la vida política y social. Si la realidad es conflictiva, mejor excluirla de nuestro campo de condiciones. Sálvese quien pueda, pero yo primero. El pensamiento positivo, considerado en la actualidad el punto de llegada del nihilismo, se impone en todos los aspectos de la vida. El autoengaño se perpetúa para hacerlo viable. Los problemas no son sociales, sino individuales, y sólo yo tengo la culpa de vivirlos. El problema es de actitud. No por casualidad hoy proliferan los coach, los gurús, los entrenadores personales y, con ellos, los cursos para tener éxito, ganar dinero y romper el círculo negativo de la frustración. En otras palabras, no tire balones fuera ni culpe a nadie. Usted tiene la llave para triunfar, ser millonario, conseguir la fama y superar obstáculos. Sólo debe tener una actitud positiva. Autoexplotarse, convencerse de un sonoro sí se puede. Repita varias veces al día yo, yo, yo, yo y sólo yo soy capaz de enfrentarme a todo cuanto me pase y ser triunfador. Soy positivo. Si no lo consigue, el suicidio se convierte en realidad aplastante. Por tanto, usted no tiene derecho a protestar, indignarse, pedir explicaciones por la corrupción, demandar derechos, mejor sanidad, educación. Nada de ello lo hará feliz. Si tiene cáncer, no saca nada con enfadarse. Siéntase contento. Es un privilegiado. La enfermedad le permite vivir la vida de manera diferente. Un don de Dios. Mejor deshacernos de la negatividad y considerarnos sobrevivientes. No se preocupe si se muere. Hizo lo que tenía que hacer. La gente guardará un buen recuerdo. Igualmente, si nos despiden, no se queje. No discuta. Tómelo como opción para cambiar de vida. Una posibilidad de hacer lo que quiere. Sea positivo. Si lo desahucian, le quitan su casa, no puede pagar la hipoteca, no se preocupe. Así tendrá ocasión de mudarse de barrio, tener nuevas amistades y rehacer su vida. Sea positivo. Si le afectan las noticias sobre el hambre en el mundo, las guerras, la violencia sexista, la esclavitud, el tráfico de armas, el crimen organizado, etcétera, no se complique. La solución está en su mano. No vea las noticias que alteran su biorritmo. Deje de leer periódicos, apague el televisor y busque informaciones que le suban la moral. Por ejemplo, un niño salva a su perro de morir ahogado; una mujer amamanta a un bebé de su vecina; una persona recobra el conocimiento tras años de estar en coma; la primavera se adelanta y los almendros están en flor. Sólo usted, céntrese en sus objetivos, no se distraiga ni distraiga a nadie. Eso sí, utilícelos en su beneficio. Tenga pensamientos alegres, placenteros. No se preocupe de lo que pasa en el mundo. Desconecte. Evite las malas sensaciones. Huya de personas que le cuentan problemas y buscan ayuda. Usted no tiene nada qué decirles. Sólo lo pueden amargar. Si es su esposa, o sus hijos, pida el divorcio. En definitiva, la crisis es una opción, una oportunidad, nunca un obstáculo. Si fracasa, es su culpa. Las enfermedades del yo tienen en el pensamiento positivo su explicación. Soy culpable de todo cuanto me pasa. Incapaz de ser positivo, mi negatividad me ha bloqueado. No conseguí superar el cáncer, fui negativo y eso me lleva a la muerte. Me despidieron por levantar la voz, fui subversivo. Pedí responsabilidades a las autoridades políticas, me detuvieron y encarcelaron. Fui protestón. Ahora soy infeliz, me siento frustrado y, peor, fracasado. Pero siempre hay otra salida: ser positivo. Todo está en mi interior. Debo ser fuerte. No por casualidad ciertas enfermedades proliferan, desde la anorexia, el estrés, la depresión y la impotencia sexual, hasta la bulimia. Todas forman parte de un nuevo estado de existencia, cuerpos y mentes sumisos donde el yo ha roto el proyecto democrático del nosotros emancipador. El sistema inmunológico se muestra ineficaz, como en el cáncer. Son nuestras células las que lo producen. El neoliberalismo nos cala la mente y, desde luego, hasta la muerte. Subir al inicio del texto

Crecimiento de poco mas del 2%, pero no en petroleo y acero

Crecimiento de poco más de 2%, pero no en petróleo ni acero Antonio Gershenson
L a preocupación del gobierno en cuanto al crecimiento de la economía es que no llegue a 2 por ciento en su bajada. Pero ese numerito se supone que debe ser el promedio de las ramas de producción y de inversión, por lo menos. Ya hemos visto que el petróleo va para abajo en precio, en producción y, aunque no se ve tan pronto, en inversión. Ahora vamos a ver otra rama importante, la del acero, y la de la minería y la producción de hierro como su principal materia prima. Luego nos enteramos por La Jornada, primero por la edición por Internet del domingo 31 y luego el lunes de manera más abreviada, que si bien las inversiones extranjeras totales aumentaron a nivel anual en 2015, en el último trimestre de ese año se redujeron, al bajar a 4 mil 891 millones de dólares, frente a 5 mil 664 millones de dólares en el mismo periodo del año anterior. Una baja, en este caso, de 13.3 por ciento. La exportación de acero mexicano a Estados Unidos sí bajó de nivel en todo 2015, a 2 mil 532 miles de toneladas, frente a 2 mil 324 miles de toneladas el año anterior, una baja de 3 mil 324, es decir, 23.8 por ciento. Hicimos el domingo pasado una referencia a esto, publicado en El Financiero del 16 de febrero. El día 18 vimos en este periódico un análisis de Naciones Unidas al respecto, más allá de lo nacional. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) dice que la caída de producción del acero, y de su principal componente, el mineral de hierro, a nivel internacional, prevalecerá durante unos cuantos años venideros, evitando también que suban los precios. Dice también la Unctad que el precio del mineral de hierro bajó durante 2015 de 71.26 dólares por tonelada métrica, y cayó 39 por ciento a fin de ese año. ¿Acaso no nos recuerda esto la baja del precio del petróleo? Y con el petróleo también está bajando la producción. Vimos que hemos tenido problemas tanto en el hierro y el acero como en el petróleo, y en el primer caso la Unctad considera que la caída de producción durará unos cuantos años. De este último caso, no sabíamos gran cosa en México hasta hace poco. ¿Cómo estarán otras ramas? Es claro que el gobierno hace lo posible por ocultar esto y lo que venga. Para ellos, a todo lo que gobiernan le va bien. Pero han hecho otros méritos que los hicieron blanco del informe global 2015/16 de Amnistía Internacional, que entre otras cosas los acusa de tortura y de desaparición forzada de manera creciente año con año. Hay en todo esto una política oficial de por medio. Una política que en cierto modo inició la expropiación petrolera, duró con vaivenes algunas décadas. Tuvimos largos periodos con crecimientos del orden de 6 por ciento. Aunque esa realidad también podía superarse en otros ámbitos, ese crecimiento sostenido permitió un progreso en varios ámbitos. Aunque hubo retrocesos con Miguel Alemán y en otros periodos, y avances como la nacionalización de la industria eléctrica y el fortalecimiento de la petrolera con López Mateos, y de la nacionalización de la banca, el crecimiento tuvo, como dijimos, largos periodos positivos y una tendencia general al crecimiento. Y teníamos como soporte un sector estatal creciente. Otra política fue aplicada con variantes desde 1982 con De la Madrid, y hasta la fecha. Adiós a los crecimientos de 6 por ciento. Una creciente, y hasta maniática privatización, echa a la basura las bases del crecimiento anterior. Y es apoyada con el fraude electoral, y con métodos como la tortura y la desaparición forzada. Debemos rescatar lo positivo de nuestro pasado. Las nacionalizaciones, la fuerza económica del Estado. Y agregar la reducción de los contrastes entre ricos y pobres, entre terratenientes o con posesiones de grandes tierras, y campesinos, y entre grandes patrones y trabajadores. Debemos dar impulso a la educación y, sobre todo, a la educación superior. En especial debemos impulsar la educación, y la producción, en áreas de alta tecnología, actualmente en su mayoría en manos del capital de Estados Unidos. La alta tecnología no sólo es necesaria para un crecimiento sano y acelerado, sino para reducir la fuga de capitales del Distrito Federal. antonio.gershenson@gmail.com Subir al inicio del texto

A la mitad del Foro

A la mitad del foro Transición o clonación León García Soler
Joseph Biden (en primer plano), vicepresidente de Estados Unidos, participó en la tercera reunión del Diálogo Económico de Alto Nivel con funcionarios mexicanosFoto Marco Peláez L a nave no se hunde. Va a la deriva. Sólida, envidiablemente sólida, nuestra economía crece, repite un día sí y otro también el secretario de Economía, Luis Videgaray. El mundo está al borde de una depresión como la de los años 30 del siglo XX; en la parálisis de una recesión global contenida a duras penas con las tasas de interés cero. O casi. Los grandes crecen poco y los enanos hacen fiesta porque crecen los mismos nanomilímetros que aquellos. Nada de aumentar impuestos; mucho menos gravar las ganancias de capital. Tampoco de reducirlos, responden a coro Hacienda y el Banco de México. Nadie se mueva: Están por parir los montes. Que suba el dólar y baje el precio del petróleo no son ya indicadores adecuados para medir si vamos bien o vamos mal. Pero de todos modos hay que recortar, hay que hacer sentir la disciplina más allá del ámbito fiscal: imponerla en lo laboral; recortar personal empezando por Pemex ahora que ya adelantamos el arribo de las petroleras extranjeras a la libre importación y venta de gasolina en territorio mexicano. Cuántos despidos aguanta el Pemex ya reducido a simple intermediario en la venta de espacios y entrega de recursos naturales del Estado; al Estado mismo y a los que quieran participar en la exploración y explotación del crudo en aguas profundas y en tierra firme, sobre todo ahora que el fracking y el freno al consumo de China han llevado a Arabia Saudita al recurso de no reducir la producción y sentarse a la puerta de sus tiendas a ver el cadáver de sus enemigos pasar. ¿Y Pemex? Bien, gracias. Cambió al director general el presidente Enrique Peña Nieto y el cortejo de sonámbulos protestó, denunció... que José Antonio González Anaya es concuño de Carlos Salinas de Gortari. La terca realidad anticipa la degollina de poco más o menos cien mil trabajadores mexicanos de Pemex; el autismo de la desvanecida clase política ve el regreso del Chupacabras, pesadilla aterradora, miedo al miedo mismo, lo que sea para reducir los problemas que nos aquejan a la maldad de un chivo expiatorio hecho a la medida. Hay que recortar; amputar, reducir de un tajo el desequilibrio de la tan afamada y aplaudida economía sólida, inamovible, estática. O casi, porque crece tantito así, sobre todo ahora que la dura realidad destruyó el auge en el resto de la América nuestra. Bastan una visita y decenas de miles de bendiciones papales para aliviarnos del mal que nos aqueja. La clase media proletarizada pide el milagro de no hundirse en la pobreza, extrema o casi, que aqueja a más de la mitad de los mexicanos. Los pobres hacen el milagro de deslumbrar al papa Francisco con su vibrante fe, con el vigor portentoso de la voluntad de sobrevivir. Los adictos al alud de las redes sociales, de las voces de necios, dijera Umberto Eco, gozan con la reducción del sistema de comunicación social al diálogo en los infiernos: que hubo pacto entre los narcotraficantes y el gobierno de la República para una tregua durante la visita papal, dicen. Y a eso dan respuesta los voceros oficiales. A eso y a los desvaríos de Donald Trump, el multimillonario fascistoide, racista, ignorante, reflejo de un sistema electoral entregado a los grandes capitales y asustado del fanatismo que ha alentado. Diálogo al otro lado del espejo. Vino a México Joseph Biden, vicepresidente de Estados Unidos de América, político de vocación y con voluntad de servir, quien en su discurso se dirigió al presidente Peña Nieto para decirle, para decirnos, que los excesos retóricos y la xenofobia ignara del gesticulador en campaña, lejos de ser la opinión del pueblo estadunidense, son lo opuesto. Lo dijo con sinceridad, confiado en que la gesticulación tiránica de Trump asuste a los dueños del gran capital en el Partido Republicano. Y en última instancia, provoque el repudio de la mayoría de los votantes de una nación de inmigrantes, mosaico de etnias y de orígenes varios. Allá, al norte del río Bravo, invocan tardíamente a Aristóteles: El maestro de Alejandro Magno escribió que la democracia padece excesos que dan paso a la anarquía. Y ésta a la tiranía. Nosotros, los mexicanos del tercer milenio, de la transición en presente continuo, dimos de manos a boca con el milagro medieval de la alquimia, con el portento del movimiento continuo. Así sea dando vueltas a la noria. La democracia sin adjetivos es para los de la clase política del régimen nonato, la constante y perpetua reforma electoral. Tantas vueltas y revueltas han hecho creer en la elección de una diputación constituyente de la Ciudad de México –CDMX para los enterados– a cargo de un grupo de notables que redactarán el proyecto y se incorporarán a los constituyentes electos por el jefe de Gobierno del antes denominado Distrito Federal, el Presidente de la República, senadores y diputados del Congreso de la Unión y uno que otro ciudadano. El Gattopardo vuelve a escena. Todo cambia para que todo quede igual, pero con el cambio de chaqueta como signo de Caín, con el fatalismo del eterno retorno como obstáculo al movimiento centrífugo. Hablo de lo electoral, de las alianzas y coaliciones de los opuestos en todo, salvo en la intención fija y constante de derrotar al PRI. El PAN, nacido para combatir al cardenismo social, se une al PRD para encontrar un candidato común capaz de derrotar al candidato del PRI. En 99.9 por ciento de las ocasiones en que han dormido en el mismo lecho, han engendrado una criatura del PRI. Tal vez por eso acudieron Felipe Calderón y su esposa a la rotonda de las personas ilustres, en busca de la bendición de Manuel Gómez Morín. La corrupción es añeja costumbre en el PRI. Pero el poder no distingue a quién corrompe. No es lo mismo Madero profeta y mártir, que Madero pastor y cómplice de moches y mochos que saquearon al país. Se deshacen del Borrego de Calderón para subir al púlpito al milagroso niño Ricardo. Y la criatura se declara líder sin ataduras, libre para asumir liderazgo y candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Al otro extremo, el PRD se desmorona bajo el golpeteo incesante de los acuerdos a toda costa; el botín del poder apropiado y no expropiado; el desastre de candidaturas a subasta que hicieron a sus dirigentes cómplices del crimen organizado, de los narcos enseñoreados por la ausencia del poder constituido. Solución: designar líder a uno que no haya militado jamás en el PRD, en partido alguno, de izquierda o derecha. Aunque la amistad y el quehacer político de Agustín Basave con Luis Donaldo Colosio llevó a dudar que no hubiera algo tricolor en el académico intachable. Basave vino, vio y cedió: imposible sin aliados, a los candidatos del PRI. Y la alianza se hizo. Con las disputas de rigor entre perredistas de Oaxaca: José Estefan Garfias, pequeño tecnócrata del PRI, habilitado de Lenin para sustituir a Gabino Cué; otro ex priísta que volvió al rebaño. En Veracruz parecía imposible que ganara el PRI tras el escandaloso desastre de Javier Duarte. Miguel Ángel Yunes va de nuevo: del PAN-PRD, quien fuera priísta y valido de Vicente Fox y Calderón. Y hay alianzas con clanes del priato: Pedro de León en Zacatecas; Carlos Joaquín González en Quintana Roo. En Sinaloa, donde Malova (Mario López Valdez) llegó y traicionó la alianza, Martín Heredia. En Puebla no. Rafael Moreno Valle quiere ser candidato del PAN a la Presidencia y no querrá pregonar que quien traiciona una vez, traiciona siempre. La tan afamada transición resultó clonación. En México todos son priístas, salvo prueba en contrario, diría Carlos Monsiváis. Subir al inicio del texto

Donovan y el Puente de espias

David Brooks
Corresponsal Periódico La Jornada Domingo 28 de febrero de 2016, p. 17 Nueva York. ¿Cómo hacen el amor los puercoespines? Muy cuidadosamente. Esa fue la media broma que caracterizó la obra diplomática clandestina protagonizada por James Donovan –personaje al centro de la nueva película Puente de espías, que está nominada al Óscar en varias categorías, incluyendo mejor cinta– y Fidel Castro en la primera negociación secreta entre Washington y el gobierno revolucionario. Fue una obra secreta que tal vez ameritaba un Óscar por la actuación de un elenco que incluía a Fidel Castro, Donovan y altos funcionarios y espías estadunidenses y cubanos durante unos meses, a finales de 1962 y principios de 1963, que de cierta manera fue el inicio del largo camino que culminará con la visita del presidente Barack Obama a La Habana el próximo 21 de marzo. Puente de espías, dirigida por Steven Spielberg y con Tom Hanks en el papel de Donovan, se enfoca en el capítulo histórico en el que el abogado neoyorquino negocia el famoso intercambio de dos espías –un estadunidense y un ruso– en 1962, que culmina en un puente en Berlín. Pocas semanas después de ese suceso, según documentos desclasificados de la Casa Blanca y de la CIA, difundidos esta semana por el centro independiente National Security Archive, Donovan llevó a cabo las primeras negociaciones secretas de Estados Unidos con Castro y su gobierno. Peter Kornbluh, director del proyecto sobre Cuba de Archive, señala que los documentos oficiales muestran que Donovan pronosticó a Castro que era posible una eventual acomodación de perspectivas que podría ser negociada entre ambos gobiernos. La historia detallada de la misión de Donovan se cuenta en el libro de Kornbluh y su coautor William LeoGrande, Diplomacia encubierta con Cuba. Historia de negociaciones secretas entre Washington y La Habana (recién publicado en español en México por el Fondo de Cultura Económica), en el cual se resalta que Castro ve a Donovan como el primer representante del gobierno estadunidense en quien se puede confiar, poco después de la invasión estadunidense y la crisis de los misiles. Todo empezó pocas semanas después de los eventos abordados en la película en 1962, cuando el procurador general Robert Kennedy solicitó que Donovan buscara una negociación con Castro para lograr liberar a más de mil 100 detenidos que participaron en la invasión de bahía de Cochinos, apoyada por la CIA, como también lograr el retorno de unos 24 ciudadanos estadunidenses encarcelados en Cuba por delitos contra la revolución, entre ellos tres integrantes de la División de Servicios Técnicos de la CIA. Washington bautizó ese esfuerzo como misión Merced. Fidel Castro y Donovan se reunieron varias veces entre enero y abril de 1963, encuentros en los que abordaron el tema de abrir un camino hacia la normalización de las relaciones diplomáticas. Ante ello se intensificó el debate entre el equipo del presidente John Kennedy sobre cómo responder a un giro en la relación y varios de sus asesores proponían establecer condiciones, incluyendo echar a los comunistas de su gobierno, cortar relaciones con la URSS y poner fin a la interferencia de Cuba en América Latina. Pero Kennedy tomó una posición menos agresiva, según estas versiones. Por su parte, el director de la CIA, John McCone, asumió un papel personal en la misión de Donovan y mucho de lo negociado, incluyendo el envío de medicinas y alimentos como parte del intercambio de los prisioneros, fue coordinado secretamente por la agencia. Pero a la vez hubo intentos por usar ese diálogo para promover operaciones clandestinas, incluso de propaganda. Entre éstas estaba la propuesta de un oficial de la CIA de imprimir la imagen de Castro sobre las hojas de los rollos de papel higiénico que serían incluidas en los envíos de medicinas y alimentos a Cuba, y con ello conseguir que los cubanos se rieran de Fidel –pero la propuesta fue rechazada por el subdirector de la CIA. También hubo un intento por parte de algunos oficiales de la CIA de usar el acceso de Donovan a Fidel para intentar asesinar al líder revolucionario. La idea era preparar un traje y tanques de buceo contaminado con venenos, incluyendo una bacteria de tuberculosis, para que Donovan, sin conocimiento del complot, se lo entregara como un regalo al comandante, pero un abogado de la CIA logró frustrar el intento. A principios de abril de 1963, Donovan sostuvo una de sus últimas reuniones con Castro, en la cual le regaló un traje de buceo y un reloj. Fueron a pescar a la bahía de Cochinos, donde el comandante le contó sobre la invasión y después de negociar los detalles finales de un intercambio de prisioneros –ciudadanos estadunidenses y agentes de la CIA a cambio de cuatro cubanos encarcelados en Estados Unidos– abordaron el tema sobre cómo restablecer las relaciones diplomáticas. Castro supuestamente le preguntó cómo se iniciaría ese esfuerzo y, según una transcripción de la CIA del informe de Donovan sobre su viaje, es ahí cuando el diplomático le respondió con la frase sobre los puercoespines. Los documentos oficiales se pueden ver en el sitio del Archive:http://nsarchive.gwu.edu/index.html. Subir al inicio del texto

Ayotzinapa y la alegoria de la caverna

Ayotzinapa y la Alegoría de la caverna Lilia Mónica López Benítez*
S e ha publicado en demasía sobre Ayotzinapa. En favor y en contra. De lo que se ha hecho y de lo que falta por hacer. A primera vista, los espacios para la reflexión se acotan; sin embargo, Ayotzinapa exige deliberar en forma distinta a las conspiraciones, las verdades a medias, al balance político y a la nota roja. La otra lectura, la propuesta, es justipreciar Ayotzinapa como interrogante de la educación pública y como política prioritaria de la agenda de justicia de este país. En La república, Platón sostiene que el ejercicio del poder político únicamente genera bien común si los dos principios más importantes, libertad e igualdad, conservan una simetría perfecta entre todos los miembros de la polis. El motor de la ciudad no se genera por acciones coercitivas o manipulación como formas representativas de la corrupción, sino por la educación como mecanismo de justicia. La educación, decía, destierra a las almas corruptas. La belleza de este argumento obliga a cuestionar: ¿Qué representa Ayotzinapa en términos de educación como objeto de la justicia distributiva? Regresemos a Platón. En la Alegoría de la caverna afirma que la ignorancia es como una cueva oscura, en la que no hay más que rastros de seres débiles que poco o nada pueden distinguir, ya que desconocen la luminosidad; por tanto, no perciben las formas. Estos seres viven confinados en un mundo estrecho donde sólo distinguen una luz tenue que refleja las sombras de unas marionetas operadas por titiriteros en lo alto de la caverna. En la alegoría, la oscuridad es la limitación humana para acceder al conocimiento. Es la falta de valores, pero lo interesante se centra en los hilos de los títeres que equivalen a la realidad opresiva de los moradores de la cueva. Algunos habitantes logran salir para descubrir una realidad alternativa. No tardan en regresar para dar noticia de un mundo de luz, de conocimiento. La inmensa mayoría duda del resplandor. Su vida de sombras e hilos los aprisiona en su eterno confinamiento. Si asumimos que Ayotzinapa representa un rompimiento entre formas sociales obsoletas y procesos de participación alternativos, el argumento se traduce en la identificación de los puntos ciegos del Estado, donde prevalecen la carencia de bienes públicos, la marginación que ausenta a muchos de la toma de decisiones y la discriminación como resultado fatalista de la pertenencia a las castas inferiores. Para los estudiantes de las comunidades rurales, el acceso a las escuelas normales representa una salida de la cueva. Y aun así, enrolarse en la educación supone, platónicamente hablando, que dichos jóvenes tienen que sobreponerse a la segmentación de la educación. En un Estado con cobertura universal educativa, como el nuestro, la educación privada sería intrascendente; sin embargo, evidencia el elitismo y la conformación de grupos cuyo acceso a las decisiones es mucho más claro y directo. La presencia de la educación privada genera una competencia inequitativa, especialmente en las regiones con mayores índices de discriminación. No en vano la pobreza extrema, el nivel de educación formal y la procedencia son variables significativas de la marginación social. Cuando entre las esferas sociales y económicas más privilegiadas se asume que la educación privada es mejor que la pública, la justicia no está garantizada y la sociedad en conjunto fracasa en su intento de proveer a los estudiantes de idénticas capacidades para su futuro. Lo que denota que algo estamos haciendo mal. No se trata de limitar la matrícula en escuelas privadas. Quien paga decide, es un principio de libertad económica. Se trata de subrayar que, además de elevar la calidad de la educación pública, también se debe equiparar el valor personal de todos los estudiantes por igual. Lo anterior supone un efecto de justicia redistributiva que da capacidad real a los jóvenes integrantes de los grupos en situación de vulnerabilidad de escapar de la pobreza endémica, tal y como los aventureros salen de la cueva. En esta perspectiva, el significado de atender una infraestructura educativa debe tener un efecto de maximización de la calidad, que consiste en articular todos los niveles de educación y hacerla accesible para la totalidad de los estudiantes del país, sin excepción. Independientemente de los datos duros que arrojan las estadísticas, es moralmente inobjetable que una deficiente calidad de la educación afecta a la población estudiantil al no contar con la misma canasta de herramientas para competir con sus pares. La justicia redistributiva, en este caso, queda definida como la capacidad de todos, sin distingo, para adquirir el conocimiento. La desigualdad social es resultado de la historia de marginación por la que algunos educandos atraviesan en el sistema educativo, y, en esta asignatura pendiente, el Estado tiene el mismo objetivo y responsabilidad de diseñar e impartir educación de calidad para todos los sectores de la población. En términos de la agenda de justicia, Ayotzinapa y la Alegoría de la caverna se conjugan en la creación de capacidades y formalización del conocimiento para luego humanizarlo. En suma, la falta de educación es causa de la coerción brutal y de la violación de los derechos humanos. Transgresión constante a la vida digna. Para romper este ciclo vicioso se requiere de igualdad. La educación, como señala Platón, también debe ser simétrica para ser inclusiva y justa, y debe desembocar en un choque civilizatorio para que la miseria de unos no sea la moneda de cambio de otros que, por premeditación u omisión, no atienden el reclamo que Ayotzinapa ilustra sobre la impartición de la justicia educativa. Al final, el valor de un profesor es el mismo que el de un juez: los dos imparten justicia. *Magistrada federal y académica universitaria Subir al inicio del texto

Bajo la Lupa

Bajo la lupa Morgan Stanley encabeza el desplome del petróleo Alfredo Jalife-Rahme
Detalle de la refinería de Petróleos Mexicanos en Tula, Hidalgo, en imagen de marzo de 2011Foto Afp P am y Russ Martens, del portal Wall Street on Parade, demuestran cómo los megabancos de Wall Street “propiciaron el desplome del petróleo (http://goo.gl/oSLEuT)”, donde destaca Morgan Stanley (MS), que se apresta en el “México neoliberal itamita”, junto a Goldman Sachs y Citigroup/Banamex, a privatizar el agua gracias a su asociación estratégica con el itamita Jesús Reyes Heroles González Garza, quien preside la entelequia del Consejo Consultivo del Agua AC (http://goo.gl/rBl1MT). Los Martens aducen que “de la profundidad del crash financiero de Wall Street, de junio de 2008 a inicios de 2009, el petróleo doméstico perdió 70 por ciento de su valor, con un desplome de 140 a 40 dólares”. Comentan que luego sucedió una cosa extraña, cuando en 2011,pese al débil crecimiento económico global, el petróleo regresó a más de 100 dólares hasta junio de 2014. Hoy el petróleo ha tenido un mayor desplome que cuando Wall Street estaba colapsando hace casi ocho años. Ante el estupor de los congresistas, en julio de 2013, el senador Sherrod Brown, presidente del Subcomité Bancario de Instituciones Financieras y Protección al Consumidor, develó que los megabancos de Wall Street “atesoraron cantidades sin precedente de crudo físico, metales y otras materias primas en el periodo que llevó al crash”. En las audiencias del Senado, al examinar a las sociedades financieras (Financial Holding Companies), se cuestionó si “los bancos deben controlar plantas eléctricas, bodegas y refinerías (http://goo.gl/9QIMXx)”. Después de arremeter contra la ausencia de regulación de los megabancos, Sherrod Brown acentuó que estas instituciones son tan complejas, tan densas, tan opacas que son imposibles de entender (sic) cuando los seis principales megabancos de EU tienen 14 mil 420 subsidiarias, de las cuales 19 son bancos tradicionales. Peor: sus actividades sobre las materias primas físicas no son reportadas en forma entendible (sic) y se pierden en las profundidades (sic) de sus múltiples subsidiarias. Luego, el mismo subcomité, presidido por el senador Carl Levin, redactó un reporte de 400 páginas para erizar los cabellos (http://goo.gl/G6595X), donde los activos físicos de petróleo propiedad de MS perturbaron a los estupefactos senadores. El subcomité exhibió que MS compró masivas tenencias físicas de petróleo, incluyendo la compra de TransMontaigne, que manejó casi 50 sitios de petróleo en EU y Canadá. También tenía una participación mayoritaria en Heidmar, que manejó una flota de 100 embarcaciones para entregar el petróleo en el mundo, además de ser propietaria de Olco Petroleum, que mezclaba los petróleos, apadrinaba instalaciones de almacenamiento y dirigía casi 200 gasolineras en Canadá. ¡Todo un pulpo financiero/petrolero! Se consolida la bidireccionalidad del inextricable binomio bancos/petróleo, en lo que he insistido desde hace mucho. En 2011, MS, solamente en el área Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, tenía arrendamientos de depósitos de petróleo con una capacidad total de 8.2 millones de barriles, que aumentaron a 9.1 millones en 2012, y luego disminuyeron a 7.7 en 2013. MS –supuestamente un banco de inversiones y no una empresa petrolera– también tiene depósitos en Europa y Asia y, según la Reserva Federal (la Fed), en 2012 tenía arrendamientos operativos en más de 100 depósitos petroleros con 58 millones de barriles de capacidad de almacenamiento global cuando el mundo entero produce 96.5 millones de barriles al día (hasta enero de 2016) y la legendaria reserva estratégica de petróleo de EU es de 695 millones (http://goo.gl/OpzUzb). El almacenamiento de inmensas cantidades de petróleo –¡58 millones!– por MS afecta en forma tramposa la cotización tanto a la baja como al alza: en ambos casos ganan enormidades a costa de desquiciar a países enteros. Goldman Sachs y MS desinforman en modo flagrante: hicieron declaraciones de que el petróleo alcanzaría 150 dólares y 200 dólares el barril respectivamente, y ahora, según Bloomberg, MS predijo que el petróleo se desplomaría potencialmente a 20 dólares, ya que el “crudo está apalancado (leveraged) particularmente al dólar”. Resaltan dos anomalías del mercado petrolero controlado por las armas nucleares y financieras de EU: la cotización en dólares de sólo las variedades anglosajonas WIT y Brent, en detrimento de otras divisas y otros crudos mayoritarios. Comentan los Martens que con los derivados financieros y 58 millones de barriles de petróleo físico almacenado, no es tan difícil manipular el mercado petrolero cuando los megabancos de Wall Street “son capaces de apalancar (leverage) sus transacciones petroleras en el mercado de futuros con un factor de 95 a uno”: ¡El obsceno financierismo del petróleo! En un impactante memorando interno de 2011, la Fed sabía todas las andanzas industriales del pulpo MS, “pese a que la Fed había otorgado al banco un estatus de sociedad financiera bancaria (Bank Holding Company) durante el crash de 2008 y hasta le había inyectado un total acumulado de 2 billones de dólares en préstamos muy por debajo de las tasas del mercado para ayudarle a sobrevivir el crash”. La Fed confesó que MS controla un modelo verticalmente integrado que abarca la producción de crudo, su destilación, almacenamiento, terrenos y transporte marítimo y terrestre, y la doble distribución al mayoreo y al menudeo. La Fed finge asombrarse cuando MS es uno de sus bancos privados que lo encarnan. El gran juego consiste en que Wall Street sea un poder mundial como arma financiera geoestratégica de EU (http://goo.gl/KmNE9v). Otros dos megabancos de Wall Street, JP Morgan-Chase y Goldman Sachs, que manejan colosales cantidades de derivados financieros, acompañan a MS en sus aventuras especulativas. La insolencia de MS es infinita y se da el lujo de acusar al “México neoliberal itamita”, pésimamente manejado por Videgaray, de haber propiciado el derrumbe del oro negro mediante sus apuestas financieristas alocadas (http://goo.gl/Vk3VUy). Para que luego no se lamenten en forma farisea, curiosamente, en las apuestas para 2016 del depreciado itamita Videgaray se encuentra gratificado MS, además de Citigroup, JPMorgan-Chase y Goldman Sachs (http://goo.gl/k3YHku). Ergo, el “México neoliberal itamita”, a espaldas de su disfuncional Congreso y sus desinformados/engañados ciudadanos, participa en el derrumbe de su propio petróleo para beneficiar a los megabancos de Wall Street y a la estrategia financierista de EU de asfixiar a sus rivales geopolíticos Rusia, Irán y ­Venezuela. Alejandro Dumel, del Ministerio de Energía de Argentina, se basa en mi libro Los cinco precios del petróleo para definir que “hoy la abrupta caída del petróleo es una mezcla entre el precio geopolítico y el precio especulativo. De lo que menos tiene, hay que aclarar, es del precio económico (http://goo.gl/6goclt)”. Lo más cómico es que James Gorman, mandamás de MS, haya sido elegido por tres años al consejo de la Fed de Nueva York, la más importante de sus 12 ramas: ¡el gallinero secuestrado por el lobo feroz! (http://goo.gl/kYqfKt) www.alfredojalife.com Twitter: @AlfredoJalifeR_ Facebook: AlfredoJalife Vk: id254048037 Subir al inicio del texto

sábado, 27 de febrero de 2016

Bolivia: un tiro en el pie

BOLIVIA: UN TIRO EN EL PIE Guillermo Almeyra Durante siglos, salvo durante el breve intervalo de los gobiernos militares nacionalistas de clase media de Toro y Villarroel, Bolivia fue gobernada por una minoría oligárquica ferozmente racista que rotaba en la ocupación de los principales puestos. Nunca hubo un Estado digno de ese nombre ya que la mayoría indígena de la población no daba su consenso ni ejercía la ciudadanía. Con la revolución boliviana de 1952- en la que las milicias obreras destruyeron al ejército e impusieron de hecho una vasta reforma agraria- esa situación cambió radicalmente. Los obreros y campesinos entraron en la vida política y ni siquiera las dictaduras pudieron evitar su posterior evolución independiente ni afirmar un poder estatal todopoderoso. El proceso actual nació de la irrupción de los pobres y los trabajadores en la guerra del agua, en Cochabamba, y en la posterior del gas, que derrocó al gobierno proimperialista del hombre más rico del país. Un sindicalista y diputado indígena, Evo Morales, que no había dirigido esas luchas sin embargo las canalizó hacia las elecciones nacionales, que ganó, y una Asamblea Constituyente, que logró organizar. La nueva Constitución mantuvo el carácter unitario del Estado pero lo declaró Plurinacional y basado sobre las autonomías indígenas, campesinas y regionales y la democracia directa. Los regionalismos dirigidos por distintas fuerzas oligárquicas locales –en Santa Cruz, Tarija, el Beni- y los otros regionalismos, fruto del atraso cultural de amplios sectores de los trabajadores, fueron momentáneamente vencidos. La derecha clásica y sus partidos perdieron fuerza y unión y el gobierno inventó un partido, el Movimiento al Socialismo, que era en realidad un pool de direcciones burocráticas o semiburocratizadas de sindicatos y sectores sociales, muchas veces con conflictos de intereses y necesitados de un árbitro. Evo Morales, como buen sindicalista, desempeñó ese papel desde el 2006. El problema principal que tuvo que enfrentar fue la carencia de una formación política mínimamente homogénea y con intereses comunes porque los dirigentes del MAS están desesperados por tener un lotecito de poder propio y compiten entre sí por los cargos estatales más prestigiosos (y, en muchos casos, más lucrativos). Eso favoreció la fusión consiguiente entre el MAS y el Estado que corrompió a los dirigentes sociales, los sometió al aparato estatal y les quitó la posibilidad de ejercer un control de las clases trabajadoras sobre un organismo, como el Estado, destinado a defender los intereses de las clases dominantes y explotadoras. Evo tenía que asegurar la unidad de las diferentes naciones indígenas preservando sus derechos e identidades, construir las bases de un Estado más democrático plurinacional apoyado en la democracia directa y en las autonomías y, al mismo tiempo, modernizar el país, modificar su base económica y elevar la productividad y la cultura de los trabajadores bolivianos. Pero fracasó en esta tarea nada fácil para la cual no estaba ni está política ni culturalmente preparado y recurrió a un indigenismo superficial y folclórico representado por ritos prehispánicos, flores y ropajes semiindios y por funcionarios y diputados indígenas sin preguntarse qué cubría ese pachamamismo de oropel. Mientras tanto, su Eminencia Gris y teórico oficial, el vicepresidente Álvaro García Linera, trabajaba para construir un Estado jacobino, decisionista y verticalista que llevase a Bolivia a un capitalismo moderno, no a superar el sistema y construir las bases del socialismo. Primero habló de un capitalismo andino, formado por los restos de los ayllus y por la nueva burguesía aymara, que acumula sobre la base de la explotación gratuita o mal pagada de la mano de obra familiar o comunitaria. Después, de un “socialismo comunitario” que no es ninguna de las dos cosas sino un capitalismo de Estado en un país dependiente. Aprovechando los altos precios de las materias primas, ese capitalismo de Estado y su política desarrollista y extractivista logró importantes progresos económicos y sociales pero dejó intacta la estructura capitalista y aplicó una política de imposiciones (como el gasolinazo) eliminando las consultas previas a las autonomías, como en el caso de la carretera por el TIPNIS mientras facilitaba la corrupción de los funcionarios del MAS. Después, los precios de las materias primas (soya y minerales) se derrumbaron y aunque la economía boliviana aún crece al 5 por ciento anual en 2015 las exportaciones cayeron a la mitad. Entonces García Linera, aprovechando el evismo de Evo Morales, creyó que funcionaría hacer un referendo cuando Evo tiene aún un amplio apoyo antes de que la situación económica empeorase. O sea, dar una salida tecnoburocrática al problema político de la carencia de cuadros, de partido y de políticas no capitalistas. La soberbia y el aislamiento de lo que siente la gente eran tan grandes que Evo esperaba un gran triunfo y declaró muy confiado que no se presentaría como candidato si el Sí no lograba el 70 por ciento (consiguió poco más del 48 y perdió votos a raudales incluso donde ganó). Por olvidar que, como decía Bernard Shaw “a los pañales y los políticos hay que cambiarlos a menudo, por las mismas razones, una derecha reaccionaria, dividida y aislada, se encontró de repente con el caudal popular del NO y finge encabezar y representar a amplias masas de obreros y campesinos que en realidad votaron por la democracia, contra la corrupción del MAS y hasta contra el vice pero no contra el gobierno, su política y menos aún contra Evo Morales. Éste ha perdido así parte de su prestigio de ganador y mediador. En los cuatro años que quedan hasta las elecciones se impone la necesidad de dar vida a la democracia, la autogestión y las autonomías para crear cuadros. Las medidas antidemocráticas y las calificaciones stalinistas contra los críticos de izquierda agravarán por el contrario la situación.

Constitucion de bolsillo

Constitución de bolsillo Pablo Gómez
Javier Laynez, nuevo ministro de la Suprema Corte, se ha iniciado con la peregrina tesis de que los transitorios de los decretos con los cuales se reforma la Constitución son parte integrante de la Carta Magna, es decir, son normas constitucionales. No es nueva la idea pero carece de bases teóricas y de sentido práctico. Si la Constitución es la carta fundamental no puede ser transitoria en ninguna de sus partes. No hay, en efecto, constituciones transitorias. La Carta Magna mexicana contiene muchas reglas que en otros países estarían en leyes pero como en México el Congreso y el Ejecutivo son especialistas en violar la Constitución, se ha hecho necesario que ésta contenga numerosos elementos que podrían ser de carácter ordinario. Así ocurre también con el uso de los transitorios de los decretos que reforman el código fundamental del país, ya que se han introducido normas autoaplicativas para no esperar a que buenamente el Congreso legisle (hay reformas que tienen años sin leyes reglamentarias) y también con el propósito de que las cámaras no deformen el contenido de los nuevos preceptos constitucionales. Así se han usado los llamados transitorios pero sin que éstos nieguen el contenido de la Carta Magna ya que materialmente se trata de reglas de aplicación o de normas reglamentarias emitidas por el Congreso. Pero ahora, con motivo del reciente decreto de reformas en materia de la Ciudad de México, hay preceptos transitorios que en verdad pretenden ser normas supremas pero que contradicen por completo la carta fundamental. Una de esas atropella el derecho inalienable de la ciudadanía a elegir directamente a sus representantes. Los gobernantes pueden ser nombrados en ciertos casos pero los diputados y senadores sólo pueden ser elegidos. ¿A quién representaría un diputado nombrado? Pues la respuesta es obvia, a quien lo hubiera designado, pero nunca a la ciudadanía. Además, el Ejecutivo federal, la Jefatura de Gobierno de la ciudad y el Congreso de la Unión carecen de facultades constitucionales para nombrar representantes populares, es decir, diputados. Para Javier Laynez nada de esto tiene importancia. Lo relevante, según él, es que como los transitorios son también votados en los congresos de los estados entonces forman parte de la Constitución y ya sea ha dicho que contra los mismos no opera el amparo ni nada de nada. Punto. Lo que se ha afirmado al respecto puede ser muy interesante pero no es ley suprema y ni siquiera verdad comprobada, sino reflejo de razonamientos esporádicos de juzgadores un tanto cuanto extraviados. Si no hay constituciones transitorias entonces tampoco los transitorios de un decreto forman parte de la Constitución. Se trata, a pesar de Laynez, de algo elemental: los transitorios son normas ordinarias para hacer valer o llevar a cabo las reformas constitucionales. Por eso son justamente transitorias. Ya después, cuando el Congreso provea las reglamentaciones normativas de tales reformas se deberán introducir ésos y otros elementos siempre que, claro está, no contradigan el texto constitucional, lo cual, en realidad, es lo que está prohibido en este campo. A Laynez, sin embargo, sólo le importa la técnica y los leves antecedentes, pero carece de análisis de fondo para discernir la naturaleza jurídica de los transitorios. Esto quizá se deba a que Laynez desconoce en realidad la naturaleza jurídica de la Constitución y de cada una de sus normas. No es válido, señor Laynez, que en un transitorio se redacte otra constitución de bolsillo, una a la carta, para complacer al poder establecido. Y usted declara intocables por la Corte los artículos transitorios que despojan a la ciudadanía de uno de sus derechos fundamentales: elegir a sus representantes, es decir, a todos y no sólo a una parte. Por cierto que el derecho de elegir representantes es derecho humano y que, según la golpeada Constitución mexicana, en la interpretación debe favorecerse la protección más amplia de las personas, es decir, por encima de los intereses o mandatos del Estado. Ahora, por cierto, se empieza a dar el voto a las personas que se encuentran bajo proceso penal porque la suspensión de derechos ciudadanos siempre debe ser resultado de un procedimiento judicial y no se puede aplicar una norma, por más que sea Constitucional, de manera automática sin dar acceso a la jurisdicción del Estado como lo consagra un derecho humano. Pues con más razón se tienen que revisar los transitorios de un decreto de reformas constitucionales que atropellan derechos ciudadanos fundamentales de millones de personas. El acuerdo tomado por Laynez ha sido recurrido, así que ahora le tocará a los demás ministros y ministras definir si la Constitución mexicana es la única en el mundo que puede contener preceptos de carácter transitorio para, además, negar su propio contenido, o sólo contar, como todas, con transitorios operativos para hacer valer su propio texto. Hay que detener la nueva tendencia legislativa de negar derechos constitucionales a partir de transitorios de decretos que reforman la Carta Magna. Ese es un juego sucio que los ministros y las ministras de la Suprema Corte deberían rechazar con toda energía antes de que se les monten, más aún, los políticos maniobreros e inescrupulosos. Aguardaremos el debate en la máxima sede jurisdiccional. Mientras, hay que promover el debate público sobre el tema.

viernes, 26 de febrero de 2016

Obama viaja a Cuba

Obama viaja a Cuba: consejos para disfrutar de su estadía 22 Febrero 2016 (Por Atilio A. Boron) Acabo de regresar de Cuba y la noticia de su próxima visita ha causado sensación. Será el primer presidente en funciones de Estados Unidos en visitar a su vecino en 88 años (Calvin Coolidge había ido en 1928), separado apenas por el Estrecho de la Florida y por una secular historia de hegemonismo de parte de su país que arranca con el segundo presidente de la historia de Estados Unidos, John Adams en 1783 cuando declaró que Cuba debería ser incorporada a la jurisdicción de Estados Unidos. Luego, en 1898, Washington se apropió de la victoria de los patriotas cubanos contra el colonialismo español y se quedaron con la isla y, de paso, Puerto Rico y las Filipinas. Impusieron una neocolonia con la enmienda Platt y apoyaron a cuanto maleante se encumbró en el poder en la isla, respaldando algunas de las más sangrientas tiranías de América Latina y el Caribe, lo cual no es poco decir en un continente en el cual esa plaga tuvo una virulencia excepcional. La Revolución Cubana puso fin a tanto crimen e ignominia, y la reacción de sus predecesores en la Casa Blanca fue condenar a la isla rebelde por sus ansias de libertad y autodeterminación, por su lealtad al mandato histórico de José Martí. Hicieron de todo para acabar con la revolución, y todo les salió mal. Causaron miles de muertos y provocaron enormes daños y sufrimientos al pueblo cubano, con un bloqueo que si lo estimáramos en valores actuales equivaldría a dos Planes Marhall. Con uno bastó para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial; con dos no lograron hundir a Cuba. ¿No le dice algo eso? Usted y su Secretario de Estado, John Kerry, tienen un mérito enorme al ser los primeros en reconocer el fracaso rotundo de la política estadounidense hacia Cuba. “Quisimos aislar a Cuba” –dijo Kerry- “y los que terminamos aislados fuimos nosotros.” Por eso usted y Raúl Castro decidieron que había que comenzar a desmontar el bloqueo y producir, esta vez en serio, un nuevo comienzo. Ese 17 de Diciembre del 2014 fue un día histórico. Luego se reabrieron las embajadas, y ahora viajará a Cuba y si sus servicios secretos se lo permiten podrá apreciar lo que es el pueblo cubano, su cordialidad, su integridad, la libertad con que se expresan sin temores sobre cualquier tema, su orgullo por haber resistido tantas agresiones sin doblegarse jamás. Podrá usted encontrar muchos problemas en Cuba, como los que hay en su país; pero los cubanos jamás se pusieron -¡ni se pondrán!- de rodillas. Y pese a condiciones tan adversas como las que tienen que lidiar a diario aún cuidan mejor que en Estados Unidos la salud y la educación de su gente. Ya lo verá. Dicho lo anterior y como sé que a veces sus asesores son un poco inexpertos y no demasiado listos me permito hacerle llegar algunos consejos prácticos que harán más llevadera su visita a esa hermosa isla. Primero, ¡no lleve dólares estadounidenses! Sé que para el jefe del imperio mundial y presidente del único país que los emite ese consejo puede sonar absurdo, hasta ofensivo. Como dirían los psicoanalistas, es una brutal herida narcisista, pero es así nomás. Por eso, antes de subir al Air Force I asegúrese que la gente de su comitiva, y Michelle, cambien sus dólares a euros. El dólar no es muy útil en Cuba, no por los cubanos, sino por la estupidez de su predecesor, el brillante George W., a quien seguramente alguien le alcanzó un botella y producto de la intoxicación alcohólica emitió una orden ejecutiva en la cual se estipulaba que los dólares que procedían de Cuba se originaban en el narcotráfico, y por lo tanto no eran aceptables para el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Si lleva dólares no se los aceptarán, porque los cubanos nada pueden hacer con ellos. Pero como son gente muy solidaria y hospitalaria tal vez se los cambiarían por CUCs, el peso convertible cubano, pero con un descuento del diez por ciento de su valor. Tenga en cuenta que después de la Libra Esterlina el Euro y el CUC cubano son las dos monedas más fuertes del planeta. ¡Más fuertes que el dólar! Esto es un hueso duro de roer para cualquier presidente de los Estados Unidos, de modo que ahórrese el mal rato: cambie sus dólares a Euros, y al llegar vaya a una casa de cambio oficial -que en Cuba se llaman CADECA- y transfórmelos en CUCs. Así podrá pagar sin problema los mojitos que se tome en la Bodeguita del Medio, o los rones que pueda tomarse en la estupenda galería del Hotel Nacional y comprar los CDs de los buenísimos conjuntos de música que animan día y noche la vida cotidiana de los cubanos. Con dólares tampoco podrá comprar las magníficas pinturas y esculturas que hacen los artistas de la isla ni hacer lo que con unción religiosa hacen casi todos sus compatriotas que llegan a Cuba: subirse a un Cadillac convertible, descapotado, del año 1955 y recorrer los rincones más bellos de La Habana y, por supuesto, disfrutar de un inolvidable paseo por el Malecón dejando que la brisa marina los inunde y los llene de energía positiva. Por suerte para usted, si llega un día antes podrá asistir gratis al concierto de los Rolling Stones, porque en Cuba, a diferencia de casi todo el mundo, esos espectáculos son gratuitos. Si va con sus dólares no podrá hacer nada de todo esto. Salvo que, antes de emprender viaje, derogue la estúpida decisión de Bush hijo. Segundo, si sus hijas no lo acompañan en este viaje asegúrese de dejarle fotos bien recientes de usted y su señora esposa, y también llévese la de ellas con usted porque Skype en Cuba no funciona. Podrán hablar por teléfono con ellas, si tiene suerte, pero no las podrán ver, y ellas a usted y su señora tampoco. Resulta que como parte del bloqueo hay muchas regulaciones que impiden o dificultan el suministro de servicios de internet a Cuba, y esta es una de ellas. Otra normativa vigente impide el tendido de cables submarinos que pasen por Cuba para transmisión de internet. Mire un mapa de los cables que cruzan todo el Caribe y verán que la isla tiene uno sólo, y que apenas si funciona: el que generosamente Hugo Chávez hiciera llegar a la patria de Martí y Fidel, y que algunos norteamericanos como el escrito Ernest Hemingway y el sociólogo C. Wright MIlls amaron intensamente. Todos los demás países del área están muy bien conectados por esos cables, menos Cuba. Por ahí lo invitan a visitar Varadero o Cayo Guillermo, cosa que le aconsejo muy enfáticamente. Pero no se le ocurra querer saber en qué lugar de la isla se encuentra durante el trayecto abriendo el Google Maps. Aparecerá un antipático cartelito diciendo algo así como que “en la locación en que usted se encuentra no es posible abrir este programa.” Tampoco pretenda leer los mensajes que le mandan sus millones de “fans” a su cuenta del FB, o contar los “me gusta” o enviar algún trino en Twitter acompañado por una imagen. Como la conexión fundamental de internet es por aire, salvo una pequeña parte del tráfico que circula por el cable venezolano, las comunicaciones de internet son lentas, caras y poco confiables, y lo mismo ocurre con las telefónicas. ¡Imagínese lo que ocurriría con la competitividad internacional de la economía norteamericana si tuviera estos problemas! Mejor ni pensarlo. Pero dejemos el mundo de los negocios y vayamos a un tema favorito de su gobierno: la “seguridad nacional.” Dios no quiera que mientras usted disfruta de la hospitalidad cubana su Secretario de Defensa le envía a su cuenta de correo electrónico la foto de algún supuesto terrorista que quieren “neutralizar” (eufemismo por asesinar) con un dron en Siria. Lo más probable es que una vez que el correo llegue a sus manos y usted se arma de paciencia para descargar la fotografía y le manda un correo con su OK a los chicos del Pentágono el sujeto se encuentre en las Islas Seychelles disfrutando del dinero mal habido robando petróleo en Siria e Irak, con la complicidad de su gobierno y el de sus socios europeos. Ni hablar de que su vice Joe Biden quiera enviarle un video del último asesinato masivo en Michigan, o el borrador que había preparado para su encuentro con el Presidente Raúl Castro; o que pretenda leer el New York Times o el Washington Post, o la edición internacional del Granma (en inglés) para enterarse de algunas noticias locales. ¿Problemas cubanos, ineficiencias de la revolución? No. El bloqueo, simplemente el bloqueo. Y usted sí puede terminar con esta canallesca agresión informática; eso está en sus atribuciones y no necesita pasar por el Congreso. De hecho, debo reconocer que muy lentamente está habiendo un progreso en esta área de la conectividad y las telecomunicaciones, pero todavía hay un muy largo camino para recorrer y por ahora las cosas siguen siendo como las dije más arriba. Si usted ordena a su gente que apure el paso y permita que Cuba disponga de la misma conectividad que Jamaica o República Dominicana evitaría que el aluvión de visitantes norteamericanos que está llegando a la isla, y los centenares de miles de cubanos que viven en la Florida y están comenzando a viajar a Cuba, hablen tan mal de “los inútiles y estúpidos burócratas de Washington”, como me dijeron hasta el cansancio días atrás irritados por los problemas con la internet. Otro consejo práctico: la gastronomía cubana es excelente. Tiene el sabor y la variedad de ese maravilloso crisol de pueblos y culturas que es Cuba, fusión virtuosa de africanos, españoles y criollos. Seguramente que lo agasajarán con verdaderos manjares. No deje de probar la langosta cubana, rojita como la revolución pero que le resultará un platillo inolvidable. Yo viví largos años en Nueva Inglaterra y allí también tienen buenas langostas, pero ni de cerca tienen el sabor de las cubanas. Claro que los chicos de su comitiva no creo que sean agasajados con langostas y pargos, un magnífico pez caribeño, y pueden verse decepcionados porque las alternativas a la hora de sentarse a la mesa no son muchas, aún en los mejores paladares de La Habana. ¿Por qué? Porque Cuba tiene enormes restricciones a la hora de importar cualquier clase de bien, inclusive alimentos, o medicamentos, desde Estados Unidos. No pueden usar dólares, tienen que triangular todas su operaciones con terceros países, los bancos que facilitan sus transacciones comerciales pueden ser sometidos a multas escandalosas, como los casi 9.000 millones de dólares que a fines del 2014 el Departamento del Tesoro le aplicó al francés Paribás, y que fue indignamente aceptado por el presidente Francois Hollande que en lugar de desestimar la multa porque la ley de Estados Unidos no puede tener vigencia extraterritorial, es decir, fuera del territorio norteamericano, se limitó a refunfuñar que “me parece excesiva.” ¡De Gaulle se revolcó en su tumba! Además, en el caso de la compra de alimentos en Estados Unidos los cubanos tienen que pagar todo por anticipado, caso único a nivel mundial, y pagar fletes escandalosos por culpa de las leyes del bloqueo que impiden a todo navío que transporte productos desde y hacia Cuba atraque en cualquier puerto de los Estados Unidos en los seis meses subsiguientes. Por eso tal vez los chicos del servicio secreto se aburran un poco con la comida y se enojen, y a usted le conviene tenerlos bien conformes y muy motivados. No se olvide que hubo veinte atentados contra la vida de presidentes estadounidenses, todas las cuales ocurrieron en casa, y cuatro de ellas terminaron con la vida del atacado. Hágase un favor a usted y su familia, y de paso evite las maldiciones e insultos de los norteamericanos que llegan a Cuba, y elimine esas restricciones. Además, ¿no es usted uno de los que cree en las virtudes del libre comercio? ¡Deje que los cubanos lo practiquen! Por último, presidente, para no distraer más de su tiempo. Yo sé que usted como hombre culto que es –como una brillante excepción en la colección de rústicos personajes que lo precedieron en el cargo, como Ronald Reagan, Gerald Ford y George W. Bush hijo para quedarme sólo con los republicanos- y como un político de raza debe arder en deseos de ir a conversar con Fidel. Es eso lo que en realidad lo mueve a visitar Cuba tan intempestivamente. Sabe que el Comandante cumplirá 90 años este 13 de Agosto y quiere anticiparse en los saludos, porque en esos días aquella isla recibirá una multitud de visitantes. Claro: tiene que tratar asuntos de estado primero con Raúl pero usted sabe muy bien que Fidel es el último sobreviviente de los grandes estadistas que tuvo el siglo veinte, y que la estela de su trayectoria penetra todavía hasta bien entrado el veintiuno. Le aseguro que una charla con él le enriquecerá: hablará con una persona cultísima -¡usted que tiene que vérselas con seres toscos y primitivos como Netanyhau, o eminentes mediocridades como Cameron, Rajoy y Hollande, o bandidos como los monarcas petroleros del Golfo, para ni hablar de algunos de sus vecinitos al Sur del Río Bravo cuyos nombres prefiero mantener en reserva pero todos saben quienes son. Podrá dialogar con un hombre que maneja un nivel de información general apabullante, con un estadista que se adelantó a su tiempo en la denuncia del cambio climático en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1992, y las amenazas que este implica para el género humano, un tema que a usted también le preocupa; pionero también en la promoción de la biotecnología y las nanociencias en un pequeño país acosado y subdesarrollado, con una experiencia política única y de modales reposados y corteses y, aparte, dueño de un agudo sentido del humor. Michelle estará encantada con el trato respetuoso que le prodigará, en contraste con el maltrato que en su país sufren las mujeres, inclusive la de los propios presidentes. Sé que no se le escapa que en un año electoral esto puede espantar a algunos votantes -algunos, sólo algunos- de los demócratas. No los que apoyan a Bernie Sanders, que en una de esas golpea a la cátedra y se queda con la nominación de su partido. Sobre esto también le puede hablar Fidel, porque conoce como pocos los vericuetos de las luchas políticas y las líneas internas de demócratas y republicanos. Puede ser una conversación reveladora. Por eso, dese el gusto y váyalo a visitar. Lo recibirá con su proverbial bonhomía y sáquese la foto con él. Todos lo hacen: políticos, intelectuales, papas, artistas, todos. Por algo será. Hasta sus bisnietos se lo agradecerán. Además para usted será un merecido descansito. Yo lo compadezco: insultado a diario por las bestias de la Cadena Fox y rodeado de trogloditas ignorantes como los Donald Trump, Ted Cruz y Marco Rubio, hablar con un sabio como Fidel será un bálsamo que le hará más llevadero soportar lo que le resta de su mandato. Termino, ahora sí, recordándole que el Papa Francisco en un gesto sin precedentes fue a Washington y habló en una sesión conjunta de ambas cámaras del Congreso. Si representantes y senadores tuvieran dos dedos de frente lo menos que podrían hacer en retribución al gesto de Francisco, uno de los principales si no el principal estadista del mundo actual, sería actuar en línea con la exhortación del Papa y derogar las leyes del bloqueo ya mismo, sin más dilaciones. Pero en su abrumadora mayoría son políticos de campanario, groseros aldeanos de poca monta insanablemente incapacitados para comprender la actual problemática mundial. Por eso usted no los espere; avance y haga todo lo posible, todo lo que esté en su alcance, para desmontar la infernal maquinaria del bloqueo. Utilice todas las atribuciones que retiene la Casa Blanca. Al fin y al cabo, sus enemigos lo ataron de pies y manos, y no dejan de agredirlo y difamarlo: las reformas que usted acometió: la financiera, la migratoria y la de salud, terminaron siendo poco menos que un fiasco por causa de ellos. Puede ser una exquisita venganza. América Latina, siempre tan generosa, le ofrece una última oportunidad para entrar en la historia como un presidente que cambió el curso de los acontecimientos: libere a Cuba del bloqueo y haga que su representante en los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP acelere la concreción del acuerdo. Este diálogo, no lo olvide, es uno de los grandes legados que nos dejó Hugo Chávez Frías, un hombre de paz, de paz con justicia social, que fue quien creó las condiciones para que las partes se dispusieran a conversar en Cuba, porque como acaba de decir Francisco en su encuentro con el Patriarca Kiril, esa isla se ha convertido en el lugar del diálogo por excelencia. No desperdicie esa oportunidad, y si todo sale bien volvería a La Habana, en pocos meses más, para refrendar con su presencia el acuerdo de paz y el fin de la guerra en Colombia. Y ahí sí, con estos dos logros, entraría por la puerta grande de la historia universal. El recientemente fallecido Umberto Eco, semiólogo y gran escritor, decía que un rasgo de la buena escritura es su musicalidad. Convencido de ello es que me viene a la cabeza algo que me parece apropiado para concluir estas líneas, algo que suena bien, que tiene música. Seguramente recordará que Frank Sinatra remata su exquisita interpretación de New York, New York, diciendo “it's up to you, New York, New York!” Bien podríamos decir, en relación a todo lo que hemos venido hablando, “it’s up to you, Barack, Barack!” Suena muy pero muy bien. Al fin y al cabo no fue Cuba quien bloqueó a Estados Unidos, sino al revés.

El socialismo de Bernie Sanders

Elecciones en EE.UU. El socialismo norteamericano de Bernie Sanders Ethan Earle Vecinos en conflicto/Viento Sur Nací en Carolina del Norte, aunque mis padres son de Vermont. Crecí haciendo largos viajes de verano por la costa este para visitar a nuestra familia en Burlington, la ciudad más grande del estado con tan solo 40 000 habitantes. Fue en uno de esos viajes, en algún momento de los noventas, cuando escuché por primera vez acerca de Bernie Sanders y su versión tan particularmente norteamericana del socialismo democrático. Vermont es un pequeño y extraño lugar. Es el número 49 de cincuenta estados, tiene solo 626 000 habitantes y la mayoría de ellos vive en pequeños pueblos agrícolas que salpican las Green Mountains en toda su extensión. La población de Vermont se jacta de su autosuficiencia marcada por un perfil tozudamente independiente y ocasionalmente revolucionario. El Estado fue fundado por una milicia separatista durante la Guerra Revolucionaria. Luego sería el primer Estado en abolir la esclavitud y jugaría un papel crucial en el llamado Underground Railroad (ferrocarril subterráneo), que ayudó a ocultarse a esclavos fugitivos en su terreno sinuoso y los escoltó a través de la frontera norte con Canadá. Durante mi infancia, escuchaba estas historias como pruebas de que la población de Vermont es gente comprometida que no se toman a bien las injusticias o el doble discurso político. En 1980, Bernie Sanders (nacido en Brooklyn) entró en el escenario político por la izquierda como candidato independiente a la alcaldía de Burlington, describiéndose a sí mismo como socialdemócrata. Derrotó por 10 votos al candidato oficialista que se presentaba a su quinta reelección, y luego fue reelegido 3 veces. Durante su período como alcalde, Bernie fue ampliamente reconocido como un izquierdista sin pelos en la lengua, pero también como un administrador eficiente. Fue él quien abrió la primera comisión de la mujer en la ciudad, apoyó el desarrollo de cooperativas de trabajadores e inició uno de los primeros y más exitosos experimentos de viviendas comunales financiadas por el Estado. Esta última medida aseguró garantizar viviendas accesibles para sectores de ingresos bajos y medios, y frenó el proceso de gentrificación en medio de un proyecto para revitalizar la zona rivereña, que de lo contrario habría transformado el centro de la ciudad. Bernie el izquierdista, invitó a Noam Chomsky a hablar en la casa de gobierno y viajó a Nicaragua para conocer a Daniel Ortega y hermanar una ciudad sandinista. Bernie el administrador, mantuvo equilibrado el presupuesto de la ciudad y fue parte de la transformación de Burlington en una de las ciudades más lindas y habitables de Estados Unidos. En 1990, Bernie se presentó como candidato para la cámara de representantes de Estados Unidos y se convirtió en su primer miembro independiente en cuarenta años. Rápidamente fundó el Congressional Progressive Caucus, que hasta el presente es uno de los pocos baluartes de izquierda en el Capitolio. Criticó a políticos de ambos partidos por subordinarse a la lógica corrupta de Washington. Se reveló como un político serio, con un mensaje directo y franco, y alarmado por las crisis que enfrenta nuestro país. Si bien a veces sus modales pueden parecer hoscos y sus aptitudes sociales escasas, nunca hubo dudas acerca de su devoción por el trabajo. Bernie pudo emerger como una voz calificada a nivel nacional en temas que van desde la desigualdad en los ingresos a la cobertura médica universal, la reforma de la campaña financiera y los derechos LGBT. También fue uno de los primeros críticos prominentes de la guerra de Irak y los programas de vigilancia interna como la Ley Patriota (Patriot Act). Básicamente, Bernie mantuvo el camino que él mismo se había propuesto desde el principio, el del un progresista imperturbable que basa su trabajo en una independencia sólida y la obstinación para que se hagan las cosas. De nuevo en Vermont, donde desde 2006 ha sido senador, Bernie continuó incrementando su popularidad y ganó con el 71 % de los votos en su elección más reciente, consiguiendo la mayor tasa de aprobación de todos los políticos de Estados Unidos. Su reconocido rechazo a las campañas de desprestigio, así como su compromiso en encontrar terrenos comunes con figuras políticas de otros bandos, solo han fortalecido su reputación. Precisamente, su mayor logro y el secreto de su éxito, ha sido construir un nuevo consenso político en el estado de Vermont. Por supuesto, él interpela a los liberales más acérrimos pero saca su fortaleza real de familias trabajadoras blancas de las pequeñas ciudades, no tan conocidas (al menos en las décadas recientes) por sus inclinaciones socialdemócratas. Mi familia es una familia de peluqueros, a los que se suman un par de enfermeras y electricistas. Somos una familia de cazadores y fanáticos de Katy Perry. Somos una familia a la que la cultura política contemporánea le ha hecho creer que su voz no cuenta. Y puedo decir, con total honestidad, que Bernie Sanders ha hecho pensar distinto a mi familia. De cara a las próximas elecciones primarias, casi todos ellos – propensos a votar a los republicanos en cualquier otra elección – darán su voto a Bernie Sanders. Cuando estoy en Vermont no solemos hablar de política pero cuando lo hacemos hablamos de Bernie. Puedo escuchar a mi tía decir “Quizás no estoy de acuerdo con todo lo que él dice o hace, pero se que él sabe lo que dice y cree en lo que hace. Se que él nunca nos entregaría y que siempre nos dirá las cosas de frente”. El éxito del senador Bernie Sanders, en una campaña engañosamente quijotesca para convertirse en el 45 presidente de Estados Unidos, ha despertado extrañas animosidades en la opinión pública. Bernie atrajo multitudes mucho más grandes y generó más entusiasmo que cualquier otro candidato de los dos partidos. Durante 2015 su campaña recibió 73 millones de dólares de más de un millón de individuos y un récord de 2,5 millones de contribuciones en total. Está recibiendo una gran cobertura mediática en las portadas de los medios más importantes de Estados Unidos y es el tema central en numerosos tweets, mms y conversaciones de internet en general. Tan solo 6 meses antes, su principal contendiente, la todavía favorita Hillary Clinton -ex secretaria de Estado, senadora, primera dama y niña mimada del establishment demócrata- se situaba como la candidata más imparable para toda una generación. Al escribir estas líneas, a mediados de enero, ella se aferra a una ventaja de 7 puntos a nivel nacional y está igualada en las elecciones de dos estados en las primarias, estados que históricamente han sido la referencia para el resto del país (Iowa y New Hampshire). Lo que es más increíble aún, es que Bernie Sanders está haciendo todo esto sin dinero de corporaciones y sin recibir el apoyo del establishment, proclamando las virtudes del socialismo democrático y diciéndole a quien quiera escucharlo que este país necesita una revolución política. Después de décadas trabajando en política, no debería ser ninguna sorpresa que el programa para la campaña de Bernie sea amplia y detallada, meticulosa se podría decir. Quizás meticulosa pero no confusa: no ha dejado lugar a dudas de que su mayor preocupación es la desigualdad que define cada vez más a la economía estadounidense. Propone subir el salario mínimo de 7,25 a 15 dólares hacia 2020. Promete crear millones de puestos de trabajo a través de programas federales de infraestructura y programas para la juventud. Dice que va a expandir la seguridad social, proporcionando educación gratis en todas las universidades públicas y extendiendo la cobertura de salud a toda la gente a través de un sistema de pago único. Su plan para financiar estos programas es simple: subir impuestos a los ricos y a las grandes corporaciones, y cobrar impuestos a la especulación financiera. En sus historias, Bernie cuenta cómo Estados Unidos se convirtió en uno de los países con mayor desigualdad en el mundo, y pone especial énfasis en la responsabilidad de las instituciones financieras en la crisis del 2007-08. Lamenta que ni un solo ejecutivo haya sido encarcelado por su papel en estos episodios, y muestra el contraste existente con un sistema de justicia que ha encarcelado a millones de personas de bajos recursos por delitos menores. Propone la implementación de una versión siglo XXI de la Ley Glass-Steagall, la que impidió que los bancos comerciales participaran con bancos de inversión a partir de 1933 y que luego fue derogada bajo la mirada aprobatoria del presidente Bill Clinton en 1999. Recientemente anunció que, de ser elegido, en su primer año disolvería todas las instituciones financieras que alguna vez fueran consideradas “demasiado grandes para caer”. Sin embargo, su ardiente y popular versión económica no explica por qué millones de personas han llegado al “Feel the Bern”, el viral hashtag (#feelthebern hashtagTwitter) que se ha convertido en un eslogan para la campaña. En realidad, podría decirse que le está hablando a un momento más amplio de la historia de nuestro país. Las deudas personales y la desigualdad económica están en niveles récord, y la generación que hoy en día es mayor de edad ha sido criada en medio de la guerra de Irak y la Gran Recesión. Esta generación creció entre resabios del sueño americano aunque su realidad fue la de una movilidad descendente para la mayoría, mientras solo ascendían una pequeña élite y unos pocos afortunados. En este contexto, Bernie denuncia que el sistema no solo está roto sino que está diseñado para perpetuar el control por parte de una pequeña élite políticamente arraigada con intereses capitalistas, y es eso lo que ha prendido fuego en su campaña de forma tan llamativa. Además de sus propuestas económicas, la otra pieza fundamental de la campaña de Bernie es su llamamiento a expulsar a las grandes corporaciones y a su dinero de la política. Bernie defiende a viva voz una reforma integral de la financiación de las campañas, incluyendo la derogación de la decisión de la Corte Suprema sobre el caso Citizens United y la abolición de los super PACs/1, que en conjunto han permitido que el dinero corporativo ejerza cada vez mayor control sobre el proceso electoral. Bernie nos recuerda que él es el único candidato sin un super PAC y que su campaña está alejada de las corporaciones, financiada en gran parte por pequeñas donaciones y contribuciones un poco más grandes de sindicatos. La campaña de Hillary, en cambio, está sustentada en su mayor parte por ricos y corporaciones; seis de sus diez principales contribuyentes son bancos. Bernie cree que las corporaciones han tomado el control de la democracia norteamericana, y es aquí en donde retoma su idea de la revolución política. En cada discurso llama la atención sobre esto y siempre es inequívoco: ni él ni ningún otro político puede hacer los cambios necesarios solo. La idea de revolución política de Bernie comienza con el pueblo estadounidense saliendo a votar masivamente, recuperando nuestra democracia, y exige reformas que aumenten nuestro control sobre la economía nacional y el proceso político. No sorprende que los poderosos no estén contentos con Bernie y la mayor ofensiva la haya tomado el establishment demócrata (lo que también, por desgracia, es lógico). Su candidata, Hillary Clinton, ha recibido hasta ahora 455 avales de los gobernadores y representantes en el Congreso, mientras que solo 3 han sido para Bernie Sanders; ella ha sido respaldada por 18 sindicatos que representan a 12 millones de trabajadores frente a 3 sindicatos que acompañan a Bernie, que a su vez representan a 1 millón de trabajadores. Entre los llamados superdelegados -una desagradable particularidad del sistema electoral de Estados Unidos, quienes en conjunto constituyen cerca de un tercio de los votos del partido, y no tienen la obligación democrática de honrar las decisiones de sus votantes- las preferencias por Hillary tienen una ventaja de 45 a 1. El Comité Nacional Demócrata, por su parte, ha tratado de limitar las oportunidades de debate (y audiencia) en un esfuerzo para proteger la ventaja de Clinton, llegando incluso a eliminar la campaña de Bernie Sanders de su base de datos en un desmesurado castigo por una ofensa menor (y disputada). Mientras tanto, los charlatanes del establishment han disparado contra Bernie diciendo que es incapaz de ganar una elección general, a pesar de las numerosas pruebas en contra de esa idea. Los partidarios de Hillary con las mejores intenciones dirían “Ella tienen más opcioneses de ganarle a cualquier loco peligroso que surja en esta especie de lucha libre que son las primarias republicanas”. Dirían también que ella tendrá más posibilidades de hacer las cosas que propone una vez en el gobierno. La política es desagradable y el Partido Republicano se ha redefinido tanto por su obstruccionismo tanto como su fanatismo. Hillary podrá no ser pura, pero es la persona del partido demócrata capaz de forzar al menos un par de reformas positivas en nuestro gobierno disfuncional. Los partidarios de Hillary también dirían que ya es hora de que elijamos una presidenta mujer, después de más de dos siglos ininterrumpidos de gobierno de varones. Yo respondería que Clinton representa hasta tal punto lo que es disfuncional en nuestro sistema político actual, que es difícil que pueda hacer algo al respecto. Ella está tan estrechamente ligada a Wall Street como cualquier político de ambos partidos. Votó a favor de la guerra de Irak y se mantiene fiel al ala bélica del Partido Demócrata, una sección ampliamente desacreditada del intervencionismo liberal. Clinton está muy volcada a su objetivo de ganar poder, mientras que Sanders ha mantenido valores consistentes durante más de treinta años en cargos de elección popular. Sin duda, el simbolismo de la elección de una presidente mujer es importante, un acontecimiento potencialmente histórico que rivalizaría con la elección de Barack Obama como el primer presidente afroamericano de nuestro país hace ocho años. Sin embargo, también hemos visto las limitaciones del simbolismo en la política durante la administración del presidente Obama, con el ingreso medio y la riqueza de afroamericanos en declive, mientras que la disminución de las tasas de encarcelamiento continúan a un ritmo aparentemente inexorable, a la vez que la deportación de los inmigrantes latinos ha alcanzado niveles récord. Por otra parte, el valor de este simbolismo se puede ver compensado por la alternativa de elegir un presidente con un plan y un mandato que cambie la forma de funcionar de Washington y de nuestro país en general. Como era esperable en lo que llamaré, en un sentido amplio, “la izquierda“, los debates sobre estas elecciones se han vuelto bastante desagradables en los últimos meses. La insistencia de Bernie en no utilizar técnicas negativas de campaña – y Hillary en un lugar confortable como ganadora- mantuvieron las cosas en buenos términos. Pero a medida que la campaña se fue calentando y la ventaja se redujo, legiones de seguidores de Hillary han salido a los medios de comunicación a descalificar a los partidarios de Bernie como sexistas. Los seguidores de Bernie, por su parte, fueron sarcásticos y en ocasiones políticamente incorrectos – aunque generalmente correctos al juzgar sus posiciones y logros – y respondieron que Bernie apoyó políticas y medidas que son mucho más progresista para la igualdad de las mujeres que las que Hillary propone (al menos, más allá de los escalafones más altos de las profesionales). Estas discusiones, si bien tienen el potencial para dar lugar a un debate necesario sobre las diferencias entre el feminismo liberador y el feminismo corporativo, en general han sido lideradas por fanáticos y no han progresado (al menos por ahora) mucho más allá de insultos superficiales al estilo Twitter. Más a la izquierda, los sospechosos de siempre, han salido de la nada para acusar a Bernie de no ser el portador de la verdadera revolución. Le acusan de un sinnúmero de desviaciones estilo “pecado original” relacionadas con su falta de alineamiento pleno con alguna estructura particular (y esotérica) de pensamiento político. Algunos dicen que él está actuando como un “perro pastor“ para el Partido Demócrata, atrayendo jóvenes descontentos a su seno -no les importa que él haya sido independiente la mayor parte de su carrera y que ahora se convirtió en el enemigo público Nº 1 del establishment demócrata-. Otros, nunca le perdonarán ser un socialdemócrata cuando él se ha etiquetado tan claramente a sí mismo como un socialista democrático. Y finalmente, están aquellos que piensan que Bernie ha caído en desgracia por su voto en tal o cual política exterior demostrando ser como todos los demás; sin que les importe que critique abiertamente la historia de imposiciones de regímenes en el exterior de nuestro país o que sostenga que el cambio climático representa una amenaza a nuestra existencia mayor que la del terrorismo, a pesar de la exaltación al miedo por parte de los medios. Aunque irrelevantes para la conciencia política dominante, estas patologías son dignas de mención en la medida en que se han agudizado y clarificado diferencias dentro de la vasta izquierda socialista –entre quienes van a donde está la gente y construyen políticas sobre la base de realidad existentes y quienes prefieren situarse al margen de la historia y girtan a quienes no están con ellos. Pero más interesante y relevante para el momento actual de la política de Estados Unidos es el debate que se inició durante Netroots Nation, una destacada convención política progresista. Activistas del movimiento Black Lives Matter (BLM) interrumpieron un discurso de Bernie para llamar la atención sobre la violencia policial en contra de la comunidad negra y exigir la adopción de una agenda política más directa para desmantelar el racismo estructural en los Estados Unidos. La respuesta de Sanders fue ridiculizada por algunos con desdén, como fuera de lugar. Sus intentos iniciales por remarcar su propio historial en relación a la justicia racial y vincular la cuestión del racismo con las políticas económicas diseñadas para aliviar la desigualdad, no ayudaron. Unas semanas más tarde, un grupo de activistas de BLM con sede en Seattle interrumpió otro discurso Bernie Sanders, esta vez en un acto para celebrar los 80 años de la Seguridad Social. Los manifestantes tomaron el micrófono antes que Bernie pudiera hablar, no le permitieron responder a sus críticas y acusaron a la ciudad de Seattle de “liberalismo con supremacía blanca” en respuesta a los abucheos de la audiencia. El evento fue cancelado. Después de este segundo acontecimiento, la campaña de Sanders dio a conocer un programa de justicia racial (presumiblemente elaborado después de la primera intervención) que abrió con un gesto explícito a las demandas de BLM y otros activistas, citando los nombres de las mujeres y hombres de color recientemente asesinados por la policía. Continuó abordando directamente la cuestión de la violencia física perpetuada por el Estado y los extremistas de derecha contra hombres y mujeres afroamericanos, y luego enumeró una lista de propuestas y demandas que abordan también cuestiones de la violencia desde lo político, jurídico, económico y ambiental. Este nuevo programa ha sido aplaudido por los líderes del movimiento BLM. La primera intervención de BLM proporcionó un ejemplo de dos movimientos progresivos distintos pero superpuestos, en conversación crítica y productiva. El último, en cambio, mostró que ambos pueden entablar por momentos un diálogo de sordos. Bernie, un hombre judío blanco de 74 años de edad, del segundo Estado más blanco de los Estados Unidos (96,7%), al principio fue lento en reconocer la urgencia de este momento en la justicia racial, al igual que reconoció la falta de perspectiva al incluir los reclamos de BLM en una plataforma de justicia económica preexistente. Los activistas de BLM fueron oportunistas al explotar esta óptica a expensas de alguien que fue -como mínimo- un buen aliado blanco de los movimientos de justicia racial, desde que marchara en 1963 con Martin Luther King Jr. Su táctica, si bin fue útilmente provocativa en Netroots, fue desmedida en Seattle. En este segundo caso, el grupo liderado por activistas relativamente nuevos en la justicia social y muy alejados de encarnar el liderazgo de lo que es un movimiento esencialmente abierto, fue percibido como cínico y no particularmente interesado en la construcción de políticas progresistas más allá de divisiones esencialistas. En síntesis, el culebrón Bernie-BLM ha sido una buena experiencia de aprendizaje para Sanders y sus seguidores, y esto debería reconfortarnos como progresistas. Además de su agenda de justicia racial, Bernie ha contratado más personas de color en puestos importantes. Él se ha vuelto también crecientemente activo en destacar la aterrorizante tendencia de violencia policial contra los afroamericanos. Por ejemplo, fue a visitar a la familia de Sandra Bland, una mujer de 28 años de edad que fue encontrada muerta en la cárcel tras ser detenida por una infracción de tráfico menor. Después de esto hizo una poderosa y trágicamente simple declaración: “ella estaría viva hoy si hubiese sido una mujer blanca”. También hizo giras con prominentes figuras de la cultura negra como Killer Mike del grupo de rap Run the Jewels y mejoró su exposición acerca del racismo subyacente a gran parte de la economía de Estados Unidos desde la esclavitud. Aunque su nombre aún no es tan conocido entre estas comunidades como el de Hillary, su tendencia al voto ha aumentado significativamente. En términos más generales, podemos ver estos debates como parte del crecimiento -y tal vez incluso de una generación- del activismo de una izquierda renovada en Estados Unidos. Varias décadas en retirada, al menos en el nivel de conciencia de las masas, se invirtieron repentinamente con Occupy Wall Street (OWS) en septiembre de 2011, como ya he escrito. Este movimiento incipiente tenía toda la gracia y la belleza de un recién nacido, que al menos era, efectivamente, para la gente vinculada con ello. Funcionó como un despertar generacional a la posibilidad de un activismo político transformador en los Estados Unidos. Black Lives Matter, aunque no estuvo directamente relacionado con (o inspirado por) OWS, entró en los medios de comunicación mainstream sobre su estela e incorporó (intencionalmente o no) muchas de las críticas contra su predecesor. Bernie Sanders ha llegado a millones de personas para las que era más fácil relacionarse con la política a través del prisma de una campaña presidencial. Considerados en conjunto (aún cuando no son necesariamente una unidad), este triple movimiento marca el ascenso de una nueva era de la política progresista en los Estados Unidos. Y mientras los debates entre estos y otros movimientos políticos son necesarios, al igual que lo es la lucha crítica por la forma y dirección de la política progresista, es igualmente necesario que no dejemos que las luchas internas destructivas nos distraigan de la cuestión más profunda de nuestro tiempo, que es cómo refundar el sistema político y económico de Estados Unidos sobre uno que funcione para todo el mundo en nuestro país y que haga más para ayudar al resto del mundo que para dañarlo. Bernie Sanders está haciendo todo lo posible para mantenernos centrados en esta cuestión, siempre dejando en claro que no puede resolverlo él solo. Esta, más que cualquier otra razón, es por la que apoyo a Bernie Sanders y creo que tú también deberías hacerlo. Bernie es la persona mejor situada para impulsar un movimiento amplio con la oportunidad de ganar poder, y también para reorganizar alianzas políticas en torno a la solidaridad de clase y racial, a diferencia de las divisiones que nos imponen los intereses corporativos. Lo hizo en Vermont, tal vez no al nivel de nuestras fantasías socialistas más elevadas, pero sin duda de una manera transformadora y duradera. Y cuando observamos el estado de la política estadounidense, donde un populista de derecha como Donald Trump ha captado la atención de una gran parte del electorado republicano con un mensaje no convencional, vemos la necesidad urgente de que nosotros demos batalla por una nueva mayoría en este país, basada en la unión y no en el odio. En su tierra, Bernie Sanders continúa manteniendo unida la coalición que ha construido con políticas que se mueven más allá de la guerra de trincheras partidarias. Es reconocido por su apoyo a los veteranos de guerra de Estados Unidos así como sus esfuerzos para auditar la Reserva Federal (ambas cuestiones normalmente consideradas conservadoras). Sorprendentemente es muy querido por muchos de sus colegas republicanos en el Congreso, no como alguien que habla de béisbol con ellos, sino como una persona que no habla de una manera y actúa de otra. En un reciente discurso en la conservadora Christian Liberty University, Bernie utilizó una herramienta retórica que ha sido común a lo largo de su carrera; dijo a la audiencia, “no podemos estar de acuerdo en todo pero podemos estar de acuerdo en la injusticia que supone la desigualdad y en la corrupción y la disfunción que define nuestro sistema”. Así como las primarias revelan profundas divisiones en cada uno de los partidos, también manifiestan una división aún más profunda entre las culturas conservadoras y progresistas en el país. Nadie parece ser capaz de imaginar un escenario peor que la victoria de un candidato del partido contrario. Más allá del mensaje de transformación económica y política de Bernie, él también nos muestra cómo se puede reimaginar nuestra política fracturada en el siglo XXI. La posibilidad de una presidencia de Bernie Sanders nos proporciona una importante, aunque sólo sea parcial, hoja de ruta para superar la traba de la cultura política que nos ha dominado. La última vez que visité Vermont con mi esposa, fuimos a ver a mi abuela de 90 años, una ciudadana de Vermont ávida seguidora de golf y de programas de entrevistas políticas. No nos sorprendió terminar hablando de las elecciones, y nos contó que uno de sus hijos, mi tío, estaba tratando de convencerla de votar por Bernie. Ella seguía indecisa. Conoció a Bernie durante décadas, le gusta y confía en su juicio, pero quiere ver una mujer presidenta antes de morir. Fue un argumento fuerte y simple, que consideré muy seriamente. Mi esposa le respondió que su país ha tenido una mujer presidente progresista, Cristina Kirchner, durante la mayor parte de la década pasada y que, si bien ella entiende lo histórico que sería para nosotros, ¿acaso sería comparable con tener un presidente socialista en el país más capitalista y poderoso del mundo? Un momento, dijo mi abuela, no con desconfianza pero si como desempolvando una idea que ella no había considerado en un largo tiempo, ¿Son ustedes socialistas? Nos miramos el uno al otro y tras una breve pausa, dubitativos, mi esposa contestó “si, supongo que si eso es lo que hace falta, lo somos”. Los ojos de mi abuela se abrieron un poco de sorpresa o de picardía, o quizás en un intento de absorber a su nieto y nieta política y la ola de ideas nuevas y viejas a la vez. Bueno, contestó -sus palabras fueron lentas y cuidadosas-, “mira nomás“. La próxima vez que visite mi familia, espero estar celebrando la última intervención de Vermont en el curso de la historia de Estados Unidos. En el mejor de los casos vamos a celebrar la elección del primer presidente socialista democrático del país. Pero incluso si Bernie pierde, creo que su campaña ha creado un espacio para imaginar una nueva era en la política progresista. De cualquier modo, el mensaje de la revolución política de Bernie va a ser transmitido a una nueva generación de jóvenes, un terreno para que construyamos un futuro mejor. http://www.rosalux-nyc.org/bernie-sanders-socialist-america/ Traducción: Mercedes D’Alessandro y Pablo Polosecki para http://www.vecinosenconflicto.blogspot.com.ar y editado por VIENTO SUR Notas: 1/ Comité de acción política, grupo de presión privado para influencias en la política. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Political_action_committee Fuente: http://vientosur.info/spip.php?article10973

Mexico SA

México SA Combustibles: ni un peso atrás Impuesto, 50% del precio final Que se vaya Duarte (a la cárcel) Carlos Fernández-Vega E n una versión moderna del clásico Songo le dio a Borondongo, éste le dio a Bernabé, quien le pegó a Muchilanga (etcétera, etcétera), Enrique Peña Nieto quiso congraciarse con el respetable y sin más anunció mejores precios para las gasolinas que se venden en México, pero de inmediato su ministro del (d) año, Luis Videgaray, lo desmintió tajantemente (los precios se quedan como están y háganle como quieran), mientras la comisionada presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica, Alejandra Palacios Prieto, dijo sí, pero no (podrían reducirse, pero hasta 2018, y habría que ver). Como política de comunicación del gobierno peñanietista lo anterior es un verdadero desastre y el que lleva el peor filón es quien quiso dar una buena noticia aunque fuera falsa, como tantas otras que cotidianamente se anuncian en esta República de discursos. La imagen y credibilidad del inquilino de Los Pinos y su gabinetazo de por sí está en el suelo, y todavía alegremente se animan a echarle más leña a la pira en esa esta suerte de desmadre organizado que se cargan. Los consumidores nacionales acumulan dos décadas de aumentos permanentes a los precios de los combustibles, en proporciones verdaderamente espeluznantes, y desde hace un trienio vienen escuchando el canto de las sirenas en el sentido de que ahora sí, y gracias a la reforma energética, dichos precios, por fin, comenzarán a reducirse sostenidamente. Sin embargo, en los hechos no ha ido más allá de unos cuantos centavitos (después de aumentar muchísimos pesos) y allí se quedarán mientras el gobierno no modifique su política fiscal aplicable a los precios de gasolinas, diésel y demás. Peña Nieto podrá decir lo que quiera, bailar flamenco y engañar a los mexicanos con descuentos imaginarios, el ministro desmentirá públicamente a su supuesto jefe las veces que se le pegue la gana sin consecuencia alguna, y la comisionada chimoltrufia dirá que sí y que no (todo ello como parte de una política de comunicación social de zarzuela de quinta, sin pies ni cabeza), pero el hecho concreto es que los precios de los combustibles no bajarán en tanto los impuestos que les cargan se mantengan en los niveles actuales, es decir, prácticamente la mitad de lo que finalmente paga el consumidor. Ni un peso atrás, pues. El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados contribuye a desenredar la maraña: “la carga tributaria de los combustibles fósiles se compone de las diferentes cuotas del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) y el impuesto al valor agregado (IVA) que en conjunto representan, para la gasolina de bajo octanaje (menor a 92 octanos, la Magna), 45.1 por ciento del precio final, para la de alto octanaje (Premium) 38.3 por ciento, mientras para el diésel ascienden a 53.4 por ciento para el mes de enero. El CEFP añade que dicha carga fiscal se incrementó para febrero, ya que (la proporción) de los impuestos de la gasolina de menos de 92 octanos será de 47.4 por ciento, la de 92 octanos o más, de 39.3 por ciento, y el diésel, 56.8 por ciento. Lo anterior significa que la gasolina de 92 octanos o más (Premium), es la de menor carga tributaria, con 5.49 pesos de cada litro, mientras el diésel tiene la mayor carga fiscal, con 7.82 pesos por litro. Es de resaltar que la ley del IEPS permitirá, en 2016, reducir la banda de fluctuación de los precios en un monto similar a la inflación, por lo que no es previsible observar reducciones en los precios de estos combustibles, aun cuando los precios del petróleo se ubiquen en niveles tan bajos como los observados en estos últimos días. Añade el citado centro de estudios que “los combustibles automotrices están sujetos al pago del IEPS y el IVA al momento de la enajenación de dichos productos. En relación con el IEPS, se observa que la ley respectiva contempla la aplicación de diferentes cuotas con distintas finalidades. La primera de ellas, y la más importante por su magnitud, es la cuota del impuesto federal que sustituye a la aplicación de una tasa variable que tenía la finalidad de ajustar el precio al público de los combustibles automotrices con el precio administrado por el Ejecutivo federal (léase Hacienda en este caso). Tal impuesto permitió mantener precios estables en momentos de gran volatilidad en los precios de los combustibles a nivel mundial. Derivado de la aplicación de esta tasa de ajuste durante alrededor de 8 años, el gobierno federal subsidió parte del precio de venta final de los combustibles para mantenerlos estables ante el crecimiento de estos a nivel internacional. La aplicación de este mismo mecanismo impidió también que los precios de estos combustibles bajaran durante 2015, cuando a nivel internacional se observó una reducción importante de los precios. Derivado de la entrada en vigor de la reforma energética, apunta el CEFP, a partir de 2018 se podrá observar una libre fluctuación de los precios de las gasolinas; sin embargo, con la finalidad de tener una transición más ordenada en la liberación de los precios, se aprobó, como parte del paquete económico de 2016, adelantarla de manera parcial para este año, contemplando una banda de fluctuación que evite fuertes variaciones en sus precios a consecuencia de la volatilidad del mercado petrolero mundial. En este sentido, las cuotas del impuesto federal que sustituyeron la aplicación de la tasa de ajuste, se fijaron en un nivel que le permitirá al gobierno federal captar un monto similar al obtenido durante el ejercicio fiscal de 2015. Entonces, compren un mullido sillón y escuchen los cuentos del inquilino de Los Pinos en espera de mejores precios en los combustibles, siempre y cuando el voraz ministro los deje pasar. Las rebanadas del pastel A escasos meses de concluir su mandato, ya vaciadas las arcas estatales, ya violadas todas las leyes, ya agredidos todos los ciudadanos y ya hecho todo el daño, ahora sí la clase política grita y exige que se vaya Javier Duarte, gobernador de Veracruz. Pero el problema no es que se vaya, sino saber cómo es que este salvaje llegó al puesto y se mantuvo, como sucede con tantos otros deleznables personajes a lo largo y ancho de la República. ¿Quiénes y por qué lo dejaron llegar, lo ampararon en el cargo, le permitieron cometer todo tipo de tropelías y le garantizaron impunidad absoluta? Entonces, que se vaya Duarte, sí, pero a la cárcel, junto con sus protectores. ¿Quién dice yo? Twitter: @cafevega D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com Subir al inicio del texto