EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Sobre la insurgencia magisterial

Sobre la insurgencia magisterial
Carlos Fazio
D
ecía Paulo Freire que lo educativo como institución no implica neutralidad ideológica ni epistémica, sino que los sujetos o actores que se incluyen en ese espacio social mantienen siempre una relación en favor de qué y en favor de quién. Es decir, en favor de qué contenidos, de qué fines, de qué sujeto, de qué sociedad. Pero también, en favor de quiénes: de los explotados, de los condenados de la tierra, de los excluidos o de los dueños del dinero, del capital.
Por consiguiente, la educación está instalada en el conflicto político-social, en la disputa histórica entre quienes impulsan o avalan la explotación, la enajenación, los dogmas de fe, los prejuicios, lo privado, y quienes propugnan la libertad, la igualdad, la dignidad, la justicia, la autonomía individual, la colectividad, lo público.
Esta última visión es la que defiende la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), un sujeto social-colectivo organizado que, en medio del caos, el terror y la violencia militarizada de la ideología neoliberal, practica la democracia directa y nuevas formas de poder popular. Un poder contrahegemónico, construido desde abajo, comunitario, de tipo asambleario y prácticas horizontales, radical −en el sentido de que quiere cambiar las cosas desde la raíz−, desburocratizado, con sus propios intelectuales orgánicos y no exento de contradicciones en su seno, que ha venido luchando por rescatar la educación pública en México de quienes la tienen secuestrada: los gobiernos neoliberales, la oligarquía, el charrismo sindical, los mercaderes y mercenarios de la educación, incluido el grupo Mexicanos Primero del oligopolio Televisa y sus amanuenses tarifados.
La disputa es entre quienes impulsan una visión empresarial, ahistórica, tecnocrática y productivista (eficientista) de la educación, con fines de amansamiento, de control individual y social en el marco de un estado de excepción, y quienes, como las maestras y los maestros de la CNTE, entienden que la enseñanza es una condición pública y el aprendizaje un acto individual y colectivo con base en la razón crítica, y debe tener un carácter humanista, autonómico, liberador; es decir, forjador de mujeres y hombres libres, emancipados.
Casi sepultadas por las campañas de odio, el alud de desinformación y el linchamiento artero y difamador de unos medios bajo control monopólico privado, las razones del magisterio en resistencia han sabido sobrevivir a los embates de la reacción derechista y conservadora, y afloran y generan hoy nuevas rebeldías en Zacatecas, Veracruz, Baja California Sur, Jalisco, Campeche, Guanajuato, Puebla, Quintana Roo, Aguascalientes, Chihuahua, Sinaloa, estado de México y otras latitudes del territorio nacional.
Desde el pasado 3 de septiembre, ante la imposición autoritaria de una contrarreforma educativa esencialmente administrativa, judicial y laboral, diseñada en el extranjero por la OCDE, que altera y niega el espíritu social de la Constitución de 1917 y convalida una educación empresarial, privatizadora y analfabetizante, los maestros de la CNTE han venido demandando la abrogación del decreto que reforma los artículos 3º y 73 de la Carta Magna y sus leyes secundarias, así como la vigencia de la gratuidad de la enseñanza y la relación bilateral entre los trabajadores de la educación y el Estado, junto con la democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
También convocaron a todo el magisterio a organizarse en torno a una resistencia civil pacífica. A consolidar los proyectos y programas pedagógicos que las distintas secciones de la CNTE han venido impulsando en Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chiapas y el Distrito Federal, como elemento central de una verdadera reforma educativa que pone en el centro a la educación como un derecho del ser humano; como un derecho universal.
Ante la imposición vertical, autoritaria y punitiva de la contrarreforma educativa, los profesores de la coordinadora llamaron a todo el magisterio nacional a incorporarse y promover la desobediencia civil organizada y pacífica, y manifestaron su decisión de seguir la lucha organizada por las rutas político-social, pedagógica y jurídica, sobre la base de que los derechos se defienden y se practican.
Lo novedoso, tras la insurgencia magisterial y popular del 4 de septiembre, fue que no sólo logró romper el cerco desinformativo de los grandes medios, sino que, gracias a su ejemplo de lucha, nuevos contingentes de maestros han conseguido sacudirse el dogal del corporativismo sindical y han salido a las calles en 22 estados de la República. Y que también miles de estudiantes, profesores y administrativos de varias universidades pararon sus escuelas durante dos últimos días en apoyo a sus justas demandas y los acompañaron en sus movilizaciones bajo la consigna ¡De Chiapas a Sonora, con la coordinadora!
Es decir, que tras la acción policiaca-paramilitar del 13 de septiembre en las calles del Centro Histórico −que contó con tres brigadas de la Policía Militar disfrazados con uniformes de la Policía Federal yhalcones que actuaron como grupos de choque con apoyo de helicópteros y tanquetas antimotines−, cubierta en vivo y en directo como un reality show por Foro Tv de Televisa, Canal 40 de TV Azteca, Milenio Tv, Cadena 3, Efekto Tv y decenas de noticiarios radiofónicos y celebrada mediáticamente con fines de propaganda gubernamental como una liberación del Zócalo dirigida a permitir el ritual decimonónico de las fiestas patrias −verbigracia, la expropiación y militarización del Grito, con acarreados del estado de México y víateleprompter, para no exhibir una imagen de debilidad ante los amos del exterior−, la protesta social sigue en las calles y los maestros se aprestan a rescatar al SNTE del pelele impuesto por Enrique Peña, a recuperar el patrimonio sindical y ponerlo al servicio de los trabajadores de la educación.

La banalidad

La banalidad
León Bendesky
L
a película Hannah Arendt, de Margarethe von Trotta, devuelve a la discusión el controvertido asunto de lo que ella denominó la banalidad del mal. El planteamiento surgió a raíz de la cobertura periodística que Arendt hizo del juicio de Adolf Eichman en Jerusalén, en 1961.
Lo que encontró es que un hombre mediocre y sometido a la ideología de un Estado descompuesto y a la disciplina burocrática expresada como el cumplimiento de leyes asesinas, era capaz de cometer actos de crueldad extrema, planificada y sistemática y, sobre todo, era capaz de justificarlas. Durante el juicio Eichman no aceptó que hubiese cometido crimen alguno, sólo que cumplía con el deber, con las órdenes que recibía.
Y esto ocurría en un entorno de situaciones límite impuestas sobre las víctimas en términos individuales y colectivos. La experiencia significó una gran descomposición social y política en Europa y más allá. Sus repercusiones están aún vivas. El corto siglo XX, como llamó Hobsbawm al periodo de 1914 a 1991, fue sin duda de una violencia extrema. Eichman, personaje clave de la ejecución de la solución final, con la deportación, internación y exterminio de gitanos, comunistas, homosexuales, ciudadanos polacos, resistentes, judíos y otros más señalados por el aparato nazi y enviados a los campos de concentración y matanza, se convirtió en uno de los actores principales de la banalidad del mal.
Vaya reflexión la de Arendt, planteada en un momento en el que los acontecimientos estaban todavía muy frescos, apenas luego de 15 años del final de la guerra. No era posible entonces aceptar que cometer atrocidades de tal magnitud pudiese ser interpretado como producto de actos banales y no como una maldad categórica. Arendt fue duramente atacada desde distintos frentes. Mantuvo su postura con integridad y se quejaba de que quienes estaban contra ella no habían leído su texto. Esto suele ocurrir a menudo en los debates intelectuales, sobre todo, aquellos con alta carga ideológica o emocional.
Con el tiempo, el argumento de Arendt ha ido ganando terreno como posible interpretación de situaciones de conflicto en las que se desata una violencia tan grande y con actos salvajes que bien pueden asimilarse al caso de la maldad banal. Sicarios, milicianos, soldados o viles maleantes que lastiman y matan sin contemplación alguna del significado humano de lo que hacen.
La banalidad se agranda con la presencia cotidiana de asesinatos, terrorismo, delincuencia, guerras formalmente declaradas o no. Se acrecienta con la exhibición de muertes, torturas y destrucción sin sentido en la televisión y el cine, y hasta con un sinfín de juegos con los que los niños se entretienen y compiten matando más enemigos virtuales.
Y la banalidad se extiende por otros terrenos que son igualmente destructivos, aunque su efecto se disimule y se manifieste de manera más difusa en el tiempo pero sin ser por ello menos perniciosa. Hay cierta banalidad del mal en las políticas públicas aplicadas en un amplio conjunto de países a partir de la crisis financiera de 2008. Es banal la forma de sostener el ajuste fiscal que afecta principalmente a los que dependen más de los servicios que provee el Estado o quienes tienen menos posibilidades de defenderse cuando van a perder su casa, el empleo, la atención médica, la beca para seguir estudiando o ven coartado radicalmente su horizonte de bienestar y oportunidades.
Y es banal porque el ajuste recesivo se escuda en una visión contable de activos y pasivos considerada a corto plazo y con supuestos de desempeño económico que no soportan las medidas que se imponen y, en cambio, prolongan las restricciones sobre la mayor parte de la sociedad. Para ello no hay estimaciones que den cuenta de los costos directos –y en un plazo más largo– del efecto del ajuste social en curso y menos aún de lo que costará la reposición de lo perdido en cuanto a los recursos necesarios, el desgaste de los bienes materiales y, sobre todo, de las capacidades humanas desperdiciadas y las que dejaron de crearse. Se trata de seres humanos.
Pero lo cierto es que es cada vez mayor el desgaste social y la fragilidad de la capacidad de resistencia de grandes grupos de la población. Terminar con la pobreza ha sido un objetivo totalmente fallido de la política. En cambio, se extiende la precariedad y la desigualdad. Parece que los gobiernos necesitaran esa desigualdad para encontrar su razón de ser y para mantener las pautas del control político.
Vale la pena considerar a fondo el sentido de la banalidad, incluso en términos más amplios de lo que representa el mal extremo como el tratado por Arendt. El desenvolvimiento del capitalismo como sistema global al que se tienen que adaptar cada una de sus partes como unidades nacionales, ha acabado con cualquier pretensión de lo que fue un Estado de bienestar. La disputa por los recursos y el excedente es feroz y cualquier semblanza de un sistema económico de mercado que sea eficiente por sí mismo es insostenible. Pero también lo es el de un modelo sustentado en el Estado que decide por los ciudadanos. La quiebra de un arreglo social con un nivel aceptable de decencia es la norma actual y se vuelve una situación banal.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Una recesion en proceso

Una recesión en proceso
Orlando Delgado Selley
L
uego de diversas opiniones sobre la situación actual de la economía mexicana la reciente publicación del Banco de México, en la que razona su decisión de política monetaria que redujo su tasa objetivo 25 puntos base dejándola en 3.75 por ciento anual, ha establecido que en el periodo abril-junio del año en curso se haya registrado la primera contracción trimestral desestacionalizada del PIB desde la observada en el segundo trimestre de 2009. La variación porcentual trimestral del PIB en el primer trimestre de 213 fue de 0.0 y en el segundo de -0.7, lo que da cuenta de un semestre con un dato negativo, el primero desde la profunda caída de 2009.
La explicación del Banco de México a esta situación recesiva señala que ha habido una persistente debilidad de la demanda externa, aunada a un desempeño desfavorable de la demanda interna. Por el lado externo, el problema viene desde mediados de 2012 lo que ha provocado que las exportaciones manufactureras se hayan estancado. Por el lado interno, el gasto interno se ha deteriorado, tanto en su componente de gasto privado como en el de inversión. En este último renglón, hubo contracción en la inversión en construcción, reducciones en las importaciones de bienes de capital y un menor gasto en inversión pública.
De modo que, en efecto, junto con factores ajenos al control del gobierno federal y de órganos autónomos, como el propio Banco de México, una variable que explica los resultados recesivos del primer semestre de este año, los primeros meses del gobierno de quienes presumieron que sabían gobernar, es que la inversión pública se ha contraído. No hay dudas. La administración federal entrante detuvo las inversiones gubernamentales. Pese a que las instancias parlamentarias aprobaron en su momento el ejercicio correspondiente, quienes debían ejecutarlo no lo hicieron.
Naturalmente esto ha impactado negativamente el comportamiento del empleo. En los últimos meses disminuyó el ritmo de expansión de los trabajadores asegurados en el IMSS y la tasa de desocupación nacional mostró niveles superiores a los de la primera parte de 2012. Así que dos variables fundamentales: el producto y el empleo han tenido malos resultados. No ha sido así el comportamiento de la inflación que ha tenido una evolución convergente con la meta establecida por el Banco de México de 3 por ciento anual.
Pese a estas cifras la junta de gobierno del Banco de México mantuvo su tasa de referencia en 4.5 hasta el 31 de agosto de este año cuando decidió reducirla en 50 puntos base dejándola en 4 por ciento. El pasado 18 de septiembre acordó una nueva reducción, este vez de 25 puntos bases llevando la tasa a 3.75. Las reducciones referidas han ocurrido después de los resultados recesivos en el PIB y en el empleo, de modo que en el primer semestre del año la política monetaria, como ha sido regla desde el cambio de la Ley Orgánica del Banco de México en 1993, contribuyó a ese desempeño recesivo.
Así que, de un lado, una administración federal incompetente en el ejercicio del gasto de inversión y, de otro lado, autoridades monetarias desentendidas por mandato legal de la evolución de variables reales fundamentales. El resultado neto es que mientras los principales países emergentes, dadas las difíciles circunstancias internacionales, reducen sus tasas de crecimiento a niveles de 4-5 por ciento anual, en nuestro caso empezamos a tener resultados negativos. Como en los tiempos del foxismo, de nuevo perdemos oportunidades importantes para recuperar la posición de país emergente relevante.
El tercer trimestre de este 2013 seguramente ratificará los números de los primeros dos. Por ello las previsiones para el cierre de año han ido reduciéndose de manera generalizada. El nuevo gobierno podrá plantear que en su propuesta para 2014 ha solicitado un presupuesto que permita enfrentar comportamientos cíclicos recesivos, pero lo cierto es que se habrán perdido meses importantes. Habrán perdido, además, los que siempre pierden: los asalariados, los trabajadores informales, los campesinos, etcétera. Si a eso le agregamos el impacto de ciclones y huracanes, el panorama resulta desalentador.
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Mexico, democracia autoritaria

MÉXICO, DEMOCRACIA AUTORITARIA: MEYER Por: Marco Antonio Martínez - septiembre 25 de 2013 - 0:00 INVESTIGACIONES, Investigaciones especiales, México, TIEMPO REAL, Último minuto - 24 comentarios   El Gobierno de Peña Nieto es autoritario, dice el historiador Lorenzo Meyer. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo Ciudad de México, 25 de septiembre (SinEmbargo).– La tragedia persistente mexicana es que el país ha sido incapaz de aprovechar oportunidades históricas que se han presentado desde el Siglo XIX. Con el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), México se encuentra atorado en una democracia autoritaria, dice el historiador Lorenzo Meyer, autor del libro “Nuestra tragedia persistente”, de la editorial Debate. “Lo que considero como tragedia persistente es el hecho de que una y otra vez, a lo largo de los últimos dos siglos de la historia mexicana, cuando ya se intenta la creación del Estado, de la nación mexicana, hemos tenido varios momentos de lo más interesantes y vitales para dar un salto, para cambiar la naturaleza de la estructura política y a través de ésta, la social en México, que es finalmente lo que sería la gran tarea. Y en todos esos [momentos] nos hemos quedado cortos”, dice. La última gran oportunidad mexicana ocurrió con la llegada de Vicente Fox Quesada a la presidencia, pero rápidamente la ocasión fue desperdiciada, y para la segunda parte del sexenio del primer panista en Los Pinos era evidente que el cambio no se había dado. Resultó sólo una ilusión, dice el Doctor en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (Colmex). El guanajuatense, que se había vendido en su campaña presidencial como el “Presidente del cambio”, mostró su autoritarismo al tratar de impedir, primero, la candidatura de Andrés Manuel López Obrador; y después al intervenir en la elección y buscar cerrarle el paso a una posible victoria de la izquierda en las elecciones por la Presidencia en 2006, dice el reconocido historiador. Es lapidario con el Partido Acción Nacional (PAN), que gobernó a México 12 años: “Yo como lo veo históricamente es que abdicó de su responsabilidad histórica de una manera vergonzosa, pero bueno, hacer cosas horribles en este país no implica castigo alguno, señala. También comparte las razones para decir que el regreso del PRI a Los Pinos es un fracaso histórico y que la conformación del actual gabinete de Enrique Peña Nieto retrata al viejo PRI, al estar conformado por políticos del Estado de México e Hidalgo, dos entidades donde nunca ha habido alternancia. “Llevan 80 y tantos años de pasarse el poder en el mismo partido, en cuál democracia medianamente aceptable en el mundo se tienen ochenta y tantos años continuos y no se ve que lo vayan a soltar porque en este 2013 que estamos hablando, las posibilidades de que el PRI vuelva a ganar en Hidalgo y Estado de México son altas, las posibilidades de que casi llegue al siglo ese partido en esos estados es el indicador más claro de que no puede ser un sistema democrático ese”. Sobre la izquierda dice que como los salmones, le toca nadar a contracorriente. “Cuando la corriente es muy dura ningún salmón salta. La izquierda es indispensable porque en una sociedad tan injusta es la izquierda la que pone en evidencia a la injusticia. Pero tiene en contra no sólo al gobierno, también a los poderes fácticos que son poderosísimos”. Entrevistado por SinEmbargo, el Doctor en relaciones internacionales por dice que el título no lo puso él, porque no le gustaba, pero además de que está sacado de la obra, está de acuerdo en que resume el contenido del material editorial. Su propuesta es la que está empleada en el subtítulo “La democracia autoritaria en México”. “El subtítulo es el que yo quería realmente porque ahí uso un concepto que no se si alguien más lo vaya a tomar o nada más yo. Pero me parece desgraciadamente el apropiado, una democracia autoritaria, porque México sale de la última etapa del autoritarismo, la priísta y no logra hacer realidad la promesa democrática y el PRI regresa a la casa presidencial, a Los Pinos, nunca se fue de la mayoría de los estados, y el PRI no ha cambiado. Cambiaría un poco algunas de sus formas pero de su naturaleza no, entonces el elemento autoritario está presente”. El también autor de “México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero”, considera que actualmente no se sabe cuál es el proyecto político de parte del gobierno de Enrique Peña Nieto, sobre cómo debe ser México. Sí observa que éste pasa por el petróleo, un tema sobre el cual los propios priístas parecía no modificarían nada, y para botón de muestra lo que decía Manlio Fabio Beltrones cuando era Senador en el sexenio de Felipe Calderón, de que no le quitarían el monopolio petrolero a Pemex. Critica a los panistas, quienes a cambio de tener su reforma político-electoral, “su plato de lentejas”, compara, están dispuestos a modificar la Constitución para meterse con un símbolo de los mexicanos, como es el petróleo. Nuevo libro. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo CLASE POLÍTICA SIN ALTURAS –¿”Nuestra tragedia persistente” no es un título desalentador? Sí. La verdad no es el que yo hubiera preferido, pero los editores así lo dijeron. La frase esta sacada del libro y tenían razón. Una tragedia que se repite desde el Siglo XIX y luego a finales del XX e inicios de este con la derrota del PRI en el 2000, y que fue desaprovechada, dice. “Teníamos unas posibilidades realmente excepcionales para nuestra historia y no lo hicimos. Nos quedamos en un punto intermedio del camino, esa es la tragedia de que se intenta, casi se logra pero sobre todo la clase política ahora o en el pasado no está a la altura de la circunstancia histórica y se pierde la oportunidad. Eso subrayo en el título”. Meyer, quien recibe a SinEmbargo en su casa, habla pausada y apasionadamente. Cita a otros historiadores, se toma tiempo para pensar sus respuestas, y a pesar de la radiografía que presenta de la tragedia persistente, nunca pierde su sonrisa. Define al sistema político mexicano como “híbrido” por reunir tanto elementos democráticos como autoritarios. “El concepto de democracia autoritaria personalmente no me gusta pero bueno, si alguien puede demostrar que es falso o innecesario o no explica bien la realidad mexicana, si logran hacerlo estaría yo más que encantado en decir no es el adecuado, pero hasta donde puedo verlo sí es y no es mi culpa”, reta. El historiador rememora en su libro el contexto histórico en el que Fox, quien despertó esperanzas hace 13 años, ganó la elección. La oportunidad se dio posterior al fin de la Guerra Fría. No solo México tenía un sistema autoritario, con un partido, el PRI que dominó prácticamente el Siglo XX. Otros sistemas autoritarios se observaron en otros países, es el caso de España, con el general Francisco Franco, en Chile con Augusto Pinochet, y los gobiernos militares en Brasil y Argentina. Pero el caso mexicano es el más interesante de todos, por su duración, considera Meyer. Concluida la Guerra Fría, Estados Unidos ya no veía mal que un sistema político “de museo” se fuera y llegara otro. Entonces estaban las condiciones para el cambio. “Pero aquí es donde yo veo que hemos desaprovechado la oportunidad. Que las fuerzas conservadoras, los poderes fácticos no se sintieron a la altura del reto, les dio miedo y entonces el esfuerzo democrático se topa, lo veo a partir de 2004-2005, en la segunda mitad del gobierno de Fox. Es un temor a que la izquierda electoral, ya no es la revolucionaria, la que va a cambiar el sistema capitalista por el socialista y a fusilar a la burguesía y a expropiar, que es una izquierda que alguien diría que ni es izquierda, es un centro (lo dice con sorna), pero en fin, una izquierda moderada y sin embargo le tienen un miedo, pánico, y es ahí donde hay una especie de natural confluencia entre el PRI derrotado pero no muerto y el PAN que no sabe cómo enfrentar por sí solo esta situación, entonces es cuando ve al PRI”. Un PRI al que siempre había criticado el PAN, pero que en el sexenio foxista compartía el temor a la izquierda neocardenista, y Meyer recuerda que el PAN, nacido en 1939, nació para oponerse al presidente Lázaro Cárdenas. “Yo veo ese temor del PAN a la izquierda que tiene un contenido neocardenista, y hay que tener conciencia de que el PAN nació para oponerse al cardenismo, si no es por Cárdenas no nace el PAN, nació para eso y tantos años más tarde sigue teniendo esa misma actitud y ahí está el elemento autoritario, uno de los elementos autoritarios”. Explica que de acuerdo con el profesor de ciencia Política en la Universidad de Yale, Estados Unidos, Juan Linz, en el autoritarismo hay un pluralismo, pero limitado, y así ocurrió en el priísmo con un partido fuerte de Estado, y con el PAN comenzó a repetirse cuando intentaron descarrilar la candidatura de López Obrador. “Ya que el PAN llega al poder, ya que Fox desaloja al PRI de Los Pinos en realidad va rápidamente a llegar un punto en que él no quiere pluralismo realmente a fondo, lo limita otra vez, cuando llega la acusación contra Andrés Manuel López Obrador por haber abierto una calle. Con la distancia si esto no hubiera tenido unos resultados tan desagradables seria cómico. Abrió una calle, ‘autoritario, desobedeció a las órdenes del juez, hay que desaforarlo y meterlo a la cárcel’. En este país donde la justicia es lo que menos hay, ahí ya se dio una decisión de fondo, más que la forma el fondo es: hay que limitar el cambio a la posibilidad de pasar del PRI al PAN y del PAN al PRI, pero no más”. –¿El Presidente del cambio limitó el cambio? Exactamente. Ahí es donde está el subtítulo, el elemento autoritario está ahí, funcionando y entonces se le da una segunda oportunidad en su vida al PRI que en un cambio democrático auténtico no hubiera podido ser. –¿Usted lo llama fracaso histórico? Porque no puede ser un partido que nació antidemocrático, desde chiquitito, desde su cuna no nació para competir en las elecciones y compartir el poder. Nació para dominar absolutamente el sistema y no compartirlo con nadie y regresa en el 2012. Bueno, bueno bueno, qué pasó, que quienes estaban encargados de dirigir el cambio se quedaron pequeñitos. Su temor, su conservadurismo, su visión de derecha muy primaria porque hay derechas más ilustradas. –Habla usted en el libro de que el PAN traiciona su propio ideario político, no lo pone en práctica, algo que además reconocen ahora que hacen su revisión, que se parecían al PRI. Lo dicen ahora, pero en realidad el momento en que se parecieron al PRI, el momento clave es en 2006. El libro recoge no solamente la situación de los últimos años, sino trato de ligar los acontecimientos de estos últimos años con ciertos procesos históricos que vienen atrás, de más atrás que deberíamos haber superado y finalmente no superamos. Finalmente tenemos un presente muy brumoso, en donde están mezclados elementos autoritarios del pasado y elementos democráticos nacientes, muy nuevos de este presente y lo que no sé, en el libro trato de expresarlo pero sin llegar a decidirme, es si el elemento autoritario va a volver a imponerse o si finalmente esas novedades democráticas que ya entraron en la sociedad mexicana serán capaces en el mediano y largo plazo de llevar a México por una vía, esta vez sí democrática. En su biblioteca. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo EL CONGRESO ES FICCIÓN –¿Dice usted en su libro que el camino de la desobediencia civil en 2006, el plantón de Reforma, no hubiera sido seguido si el juego hubiera sido limpio? No, no, hubiera sido absurdo la desobediencia sin causa, sin razón de ser, hubiera llevado a un desastre a quien la intentara y hubiera quedado prácticamente en ridículo, quién rayos iba a escuchar elementos de resistencia civil si no hubiese ninguna razón, salvo que hubiese un loquito, una sección importante de la sociedad que se hubiera vuelto loca. Pero si hay un sector de los mexicanos que sí atendió este llamado es porque no quedaron convencidos. Considera que hay sociedades que los momentos oscuros los superan más fácilmente por la consolidación de sus instituciones. Así lo ve en la elección presidencial de Estados Unidos entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush en 2004. Aunque numéricamente Gore haya ganado, cuando la Corte Suprema dio el triunfo a Bush, dado el sistema de colegio electoral establecido en Estados Unidos, el demócrata acató. “Lo que tienen es un pasado histórico más o menos sustantivo, aquí no. El problema es que aquí estaba pequeñito, apenas naciendo y ya se le cortan los brazos, una pierna, esa criatura va a crecer deforme. –¿Con lo que vemos en el Pacto por México, que los legisladores se sienten ninguneados porque dicen que no legislan, y si a eso le sumamos lo acontecido con los maestros y su desalojo el 14 de septiembre, nos estamos decantando por el lado autoritario? Por ahorita sí. Dice usted que legisladores dicen que no legislan, ¿pero es que alguna vez han legislado? ¿Desde que existe el Congreso alguna vez hemos tenido…? Daniel Cossío Villegas cuando hizo su historia moderna de México vio la República Restaurada (de 1867 a 1876) y vean, era un Congreso que parecían gigantes los legisladores. Pero don Porfirio (Díaz) se encargó de hacerlos enanitos y desde entonces que los hizo enanitos han seguido, vino la Revolución y de todas maneras no crecieron mucho y luego ya en la post Revolución los legisladores son la nada y hoy en las encuestas de opinión pública que van desde Mitofsky hasta las de la propia Secretaría de Gobernación están entre las instituciones peor percibidas, con menos prestigio, así que a los legisladores nunca se les dio la oportunidad de crecer. Reconoce que luego de que el PRI perdiera en el 2000 una parte del poder se fue al Congreso, pero ahí sólo lo ejercen los líderes partidistas. “Dentro del Congreso quienes deciden son los dirigentes de los partidos, el legislador común y corriente no tiene nada que hacer ahí, más que levantar su manita, ahora con el tablero electrónico, pero son unos cuantos los que dirigen. Entonces se pasa del Congreso, algo mucho más fácil, se pasa al Pacto por México, donde están los que realmente mandan, son las oligarquías de los partidos, la realidad queda ahí muy desnuda: el Congreso es ficción, la realidad es el Pacto por México. –¿Eso abona al proyecto de país? No, no veo un proyecto. Claro, deben tener un proyecto pero no lo dicen, público en el discurso político que sea legítimo. Hay vaguedades pero no hay un proyecto, un discurso donde se presente un futuro deseable, posible y entusiasmante para el grueso de la ciudadanía, que diga ‘ese futuro vale la pena y por ahí vamos’. No hay. Críticas para PRI, PAN y la izquierda. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo EL PETRÓLEO, UN SÍMBOLO Meyer es un continuo asistente a marchas, y el domingo pasado acudió a la convocada por Andrés Manuel López Obrador en la defensa por el petróleo. Aunque dice que ya no hace los recorridos completos en las marchas, le gusta participar. El año pasado previo a las elecciones también acudió a la marcha convocada por el movimiento #Yosoy132 en contra de Enrique Peña Nieto. Habla en el libro de que parte del proyecto de país pasa por el petróleo. Es parte del proyecto, no es el único, hubiera deseado que no entrara pero sí, ahora se focaliza en eso, lo de la reforma política, fiscal, electoral, son chiquitas comparado con lo que se está jugando en el petróleo. –¿Por qué no le gustó que entrara el tema? Pensé, de una manera muy tonta, que eso estaba resuelto, que cuando el general Cárdenas dice ‘vamos a expropiar y nacionalizar’ que son dos cosas distintas, ya se entró en otra etapa histórica. Luego viene Miguel Alemán y dice ‘qué tal que abrimos unos cachitos del petróleo a las empresas norteamericanas con los contratos de riesgo’, sigue y se les cierra. Eso ya no está a discusión y no señor, que se ha vuelto a abrir con Felipe Calderón y luego con el PRI hay una muestra de la unidad de intereses. Es curioso que Beltrones, cuando estaba la propuesta de Calderón lo entrevistan y dice ‘¿cómo que quitarle el monopolio a Pemex? Pero nosotros no vamos a permitirlo’. Ahorita está tragándose sus palabras sin ningún problema. Por eso es que los legisladores no legislan. Explica que ve dos áreas importantes, una la económica. “México posiblemente sus recursos petroleros ya se extrajeron más de la mitad, según una cosa la ley de Hubbert de un geólogo norteamericano quien viendo la experiencia internacional dice: cuando un país se registra su producción va en ascenso y ascenso como en México hasta los años ochenta y luego empieza a descender, en esos casos es que ya va agotando su existencia de petróleo, ya nunca más volverá a tener tanto como tenía en el momento que tenía cuando estaba en ascenso. De todos modos los cálculos de 60 mil millones de barriles en el mínimo hasta 120 mil millones de barriles son muchos barriles. Hay ahí un recurso natural no renovable que tiene un gran valor y que ahorita se nos está diciendo ‘hay que abrirlo al sector externo, que ellos se lleven una parte porque nos ayudan a sacarlo y no, nosotros somos incapaces. Es la otra parte no económica, sino política que me llama la atención y me produce una reacción negativa”. El articulista explica que el General Cárdenas tomó la decisión de la expropiación sin pensarlo mucho, pero con la convicción de México podía hacerse cargo y que el Estado se haría cargo, en nombre de todos los mexicanos, de la industria petrolera. “Que podemos, no somos retrasados mentales, no hay nada en nosotros que diga que debe ser el hombre blanco a decir cómo hacer esto. ¿Es compleja? Sí, sí es compleja pero habrá mexicanos o ya los hay capaces de entender la complejidad de manejar, sacar adelante la industria y es un símbolo de haber rescatado del exterior una industria, haber dicho ‘la podemos llevar y sacarla adelante’ y ahora se nos dice ‘no, fíjense que no podemos’. ¿Por qué no somos como otros países como Noruega, Brasil que tiene su empresa nacional pero están dispuestos a asociarse cuando puedan? Porque no tuvieron la misma lucha que nosotros. Ellos no llegaron a eso enfrentándose a las empresas petroleras e incluso con la posibilidad de la violencia. Fue un momento duro. Entonces está algo muy simbólico ahí. Ni se dan cuenta. ‘Es una industria como cualquiera, el mercado es lo que rige aquí, la oferta y la demanda’, pácatelas”. Meyer es un convencido de que si se deja de destinar tantos recursos petroleros a la Secretaría de hacienda para dejar de usarlos en gasto corriente y se combate la corrupción, la situación e Pemex sería otra. “Por eso Fox tuvo tan buena suerte y pudo comprar a los gobernadores priístas, porque les dio la participación, con el petróleo se los compró. Si otra hubiera sido la decisión ese petróleo se pone a modernizar la industria, a hacer del Instituto Mexicano del Petróleo algo digno. Eso es lo que veo como un punto central. El petróleo vino ahora a ser el punto de discordia, pero la ausencia de proyecto es el gran problema, ¿qué se piensa hacer de México?”, retorna al tema del proyecto. SOBREVIVIR ES EL PROYECTO –¿El último proyecto de nación cuál es? Alguien puede decir, ‘oigan no sean injustos, el último gran proyecto es el de Carlos Salinas’, el de acabar con todo el proteccionismo, meter a México al gran mercado global, dejar que el mercado ponga la prioridad y ser parte del mundo desarrollado. Ese proyecto no duró ni los seis años de Salinas, se vino abajo. Era un falso proyecto, estaba montado más en ilusiones que en realidades, por eso el momento en que se salió el capital especulativo que había llegado al final se cayó todo y ya luego ha sido más bien el proyecto sobrevivir. Alguien más podría decir ‘el último gran proyecto que se abrió fue con Fox’. La democracia política, bueno, ese duró todavía menos. –¿Usted si pensó que con Fox se abrió esta posibilidad? No voté por Fox, si lo conocía, platiqué varias veces con él. Un poco naif (ingenuo)… es que el problema no sólo fue Fox, fuimos muchos, fuimos todos. Me incluyo nada más para decir, yo no voté por él pero entiendo a quienes votaron, vieron como una salida fácil, era muy fácil con Fox. ‘En 15 minutos resuelvo lo de Chiapas’; para la corrupción ‘sacamos a patadas al PRI de Los Pinos’ o ‘matamos a las víboras prietas’. Eso no es un estadista, era como una gente naif, y luego me di cuenta que no era nada naif cuando ya pone el proyecto de que su esposa lo siga, eso es una barbaridad e injusticia para México, estamos hablando de una gran oportunidad y no para meter a Martita Sahagún que dio un bajón en eso de las altas expectativas. Lo que parecía ser una virtud en Fox, añade Meyer, su honestidad, ni siquiera lo era. “No es honrado, están los hijos de Martita y toleró todo. Prometió los peces gordos. Si hubiera habido un inicio y no es muy revolucionario, puede ser conservador de búsqueda de honradez y castigo a los grandes ladrones, a los grandes del pasado que tenemos literalmente cientos, miles. Si uno ve cada gobierno estatal habría que empezar por el Gobernador, el Secretario de Gobierno, los presidentes municipales y ya sumándole son un montón, que hubiera tomado a los más importantes, los hubiera confrontado, los hechos, su responsabilidad y la justicia, no hizo ni uno y entonces usa a Carlos Romero Deschamps, a Elba Esther Gordillo y además aceptó la corrupción, se montó en la corrupción para detener a la izquierda, para buscar a un aliado frente a la izquierda que estaba resurgiendo. La izquierda fue la que le dio el golpe más duro al autoritarismo en el 88, en que se tiene que recurrir a un fraude tan obvio, en que no se tiene la mayoría en las urnas ni aunque se domine a la televisión ni a los medios. Quién sabe si ganó Cuauhtémoc Cárdenas (en 1988), no lo sabemos. En cualquier caso estaba muy precaria, es la izquierda la que da el golpe y la que raja el bunker donde estaba metido el presidencialismo. Pero es el bunker el que finalmente se mete por ahí porque la izquierda quedó desgastada sin mayores posibilidades. –¿Es con Fox, dicen algunos panistas, que se fortaleció a los gobernadores…? Y los gobernadores son básicamente del PRI, para mantenerlos en paz, el momento en que un estadista no llega a cambiar la naturaleza del sistema, lo que falla es el estadista, el sistema sí estaba ya muy debilitado, estaba desgajado en muchas partes. No se necesitaba gran cosa más que un poquito de voluntad y de llamar a la sociedad mexicana ‘vamos a cambiar esto’, pero una vez que entró llega retratado con el ‘¿Y yo por qué?’. Está TV Azteca agarrando lo que no es suyo (en la disputa por el uso de la señal de Canal 40) y usa hasta su propia fuerza, es casi el preámbulo a las autodefensas de ahora y no, no estuvo a la altura. –¿Qué consecuencias tiene esto de los gobernadores empoderados? Que la calidad del cambio se fue yendo hacia abajo abajo hasta que queda en el suelo. LA PERVERSIÓN DEL PLURALISMO Habla en su libro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, su resolución sobre el caso Atenco, en el Estado de México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y se vuelve un caso importante, la SCJN reconoce violaciones de derechos humanos pero no da nombres de los responsables. No era Suprema casi ni Corte y ahora con esta parte democrática sí tiene un papel que nos gusta a veces sí y a veces no. A Lydia Cacho el resultado de su participación es particularmente afortunado. La Suprema Corte sí adquiere un poder, la pérdida de poder de la Presidencia autoritaria en parte se va al Congreso, en parte a la Suprema Corte, en mucha parte se va a los gobernadores y otra a los poderes fácticos. En cierto sentido es pluralismo, y debía haber sido así, pero los poderes fácticos no son parte de una situación saludable de pluralismo, es la perversión del pluralismo. Cuando grandes concentraciones de recursos económicos toman decisiones políticas sin que ellos hayan nunca tenido que pasar por una elección ni las urnas ni nada y someten a instituciones supuestamente legitimadas por el voto, eso no es pluralismo pero la Suprema Corte sí. El caso de los gobernadores también porque México es una república federal que nunca fue federal, fue república presidencial. En extremo está bien que los estados tengan una voz política, pero no de la manera que lo tuvieron, porque lo que hay en los estados es una reproducción en chiquito del autoritarismo que antes estaba nada más en la Presidencia y a nivel nacional. Entonces tenemos a fidelitos herreras en todas partes, son la quintaesencia del autoritarismo y la antidemocracia. Vemos cosas como las de Coahuila (con Humberto Moreira, su ex gobernador) que francamente eso fue una perversión de la democracia, un gobernador que endeuda a su estado, hace grandes obras y luego se va de una manera absurda sin que tenga que responder ante la justicia ni ante nadie. Ha de decir que él sólo responde ante Dios porque no veo a quién más. Y ahora está tan tranquilo en España estudiando. Qué país tan generoso es este, de generosidad asombrosa. –¿Por qué el regreso del PRI es un fracaso histórico, habla de que los dos grupos que gobiernan y conforman al gobierno federal provienen del Estado de México e Hidalgo y son autoritarios? Llevan 80 y tantos años de pasarse el poder en el mismo partido, en cuál democracia medianamente aceptable en el mundo se tienen ochenta y tantos años continuos y no se ve que lo vayan a soltar porque en este 2013 que estamos hablando las posibilidades de que el PRI vuelva a ganar en Hidalgo y estado de México son altas, las posibilidades de que casi llegue al siglo ese partido en esos estados es el indicador más claro de que no puede ser un sistema democrático ese. –¿Cómo atribuir este retorno, porque al final los puristas del voto dirán que hubo millones de mexicanos que votaron por ellos? En primer lugar no estoy seguro de que hayan existido tantos millones, está la parte del fraude, nadie la puede demostrar, no sé cuántos votos fueron fraudulentos y cuántos legítimos, pero sí hay ahí una intervención de un sistema de información política que no es democrático en México. El que más me viene a la cabeza es un politólogo norteamericano que se llama Roberto Dahl, es bueno, dice que como una condición indispensable sin la cual no hay democracia, es que el ciudadano debe tener acceso a información fidedigna, sistemática y sustantiva sobre su entorno político. Un ciudadano sin esa información no es ciudadano, o si el ciudadano no está en capacidad de ejercer su voto de manera democrática. –¿Y eso no ocurre en México? Eso no ocurre en México. Y luego la intervención del Poder Ejecutivo, de la Presidencia, de manera abierta, sistemática y que el propio Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) aceptó que se había intervenido ilegalmente (en 2006) pero estaba imposibilitado de decir si esa intervención había sido sustantiva o no y entonces dice ‘sí se cometió la violación, no puedo hacer nada yo’. –¿Vio lo mismo en 2012, esta colusión entre PRI y PAN? Y los poderes fácticos y la cantidad de dinero que entró ahí para apoyar a Peña Nieto y finalmente está el hecho de una tradición autoritaria en donde el centro es la fórmula clientelista de la política. Un sistema democrático no es de clientelas, yo te doy tarjetas Mónex, tu votas por este partido, te doy tinacos Rotoplast tu votas por este partido. Es una formula clientelar anterior a la democracia y contraria al espíritu democrático y que sigue funcionando en México. Votaron como dice usted millones, pero ese voto está hecho en un contexto donde se arrastra la parte no democrática hasta el presente y no deja afianzarse a la parte democrática. Hay muchos mexicanos que por razones comprensibles, de su pobreza, de las formas tradicionales que se les viene encima no son ciudadanos todavía, pero no podemos pedirles que sean ciudadanos porque no tienen las condiciones sociales ni culturales para valorar el voto, o lo valoran de una manera distinta y dicen ‘si alguien es capaz de decirme si usted va una mañana de domingo y vota así, en esta crucecita yo le doy algo sustantivo’, necesitaría ser particularmente absurdo para no tomar esa vía porque para imaginar el valor democrático hay que imaginarlo. La democracia está basada en buena medida en la imaginación, es lo único que nos permite suponer que todos somos iguales porque según la democracia nosotros y (Carlos) Slim somos iguales, pero no lo somos bajo ninguna otra fórmula, entonces requiere de imaginación. Entonces hay una parte de los mexicanos que no han tenido acceso a esa imaginación porque toda su vida anterior y la de sus padres y abuelos y tatarabuelos les dice que no que por ahí no hay nada. –¿Está detenido en el tiempo? Está anclado en mucho tiempo, probablemente prehispánico, pero desde luego que Colonial si y un sistema político Colonial estaba basado en gremios, el individuo no existía, en la Colonia el individuo no tenía ningún valor, era el gremio de mineros, de profesores de la Universidad, o el pueblo. Eran las cofradías, todo estaba organizado no por individuos, el individuo tenía sentido por medio de la organización y vemos el sindicato de trabajadores petroleros es el gremio, el SNTE, la CNTE son gremios, no son individuos donde el ciudadano toma las decisiones por sí mismo, toma las decisiones en función de a cuál organización pertenece, que espera de ella una recompensa o por lo menos la defensa de lo que ya se consiguió. –¿Cómo ve el papel de la izquierda, habla en su libro de que quedó debilitada en 1988 y en el 2006, así como por sus pleitos internos, más allá de eso cómo la ve, está a la altura de las circunstancias? Es como el salmón, tiene que ir en contra de la corriente y es muy difícil, cuando la corriente es muy dura ningún salmón salta. La izquierda es indispensable porque en una sociedad tan injusta es la izquierda la que pone en evidencia a la injusticia. Pero tiene en contra no sólo al gobierno, también a los poderes fácticos que son poderosísimos. –¿Usted dice que además ni siquiera es la izquierda revolucionaria, sino reformista? No es izquierda radical, esa ya murió, ya desapareció. –¿Se asustan con el petate del muerto quizá? Lo que queda de izquierda radical quizá es el Ejército Popular Revolucionario. Los pobres zapatistas ya están metidos ahí y ya no esperan hacer la Revolución, ni tomar las armas, ni llegar a Tres Marías (a las afueras del Distrito Federal) como dijo el Subcomandante Marcos en 1994 y tomarse unas quesadillas a la entrada a la ciudad de México. Es una izquierda muy contemporadizadora con la realidad, porque ya la izquierda perdió esa visión utópica que tenía el marxismo. Ya la izquierda también se quedó sin paradigma, quién sabe a dónde vamos, lo único que le queda es examinar las situaciones de injusticia muy obvias, muy flagrantes. Oiga no es posible tener a la familia Slim con 70 y tantos miles de millones de dólares y tener lo que tenemos ahorita en la montaña de Guerrero, llega el agua y no queda nada para ellos. Ahí está el papel de la izquierda, ya no dirigirnos hacia la sociedad sin clases y la destrucción del capitalismo, simplemente que sirva como una pieza indispensable que evite los extremos de desigualdad, porque con la desigualdad extrema no puede haber democracia política. EL PAN ABDICÓ DE SU RESPONSABILIDAD –¿Al PAN como lo ve? ¿Aportó algo? Yo como lo veo históricamente es que abdicó de su responsabilidad histórica de una manera vergonzosa, pero bueno, hacer cosas horribles en este país no implica castigo alguno. –¿Desde cuándo empieza? Desde el salinismo. Cuando el PAN observa que si quitan al PRI a lo mejor llega el neocardenismo, y entonces entre el PRI tradicional al que había criticado enormemente y el neocardenismo prefiere al PRI tradicional y además le cobra el apoyo, lo ve necesitado al pobre de Salinas, ‘necesita nuestro apoyo, denos Baja California por favorcito y luego nos va dando Guanajuato y nos da mayores posiciones’, por eso le ponen el Jefe Diego (a Diego Fernández de Cevallos, entonces coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados), el Jefe Diego se lo ponen los priístas, no los panistas. –¿Y cuando llegan en el año 2000? Yo en eso tenía una amplia esperanza, (Fox) no es panista, al ser una gente naif, honrada, pero no. –¿A l Pacto por México que hasta los calderonistas critican, cómo ve el apoyo de la dirigencia al acuerdo? Lo que trata es de no pasar al olvido, es como su clavo ardiendo, ahí sí tiene todavía algo que decir y decidir, véalo nada más. A mí me da tristeza, es el Plato de lentejas, como son muy católicos, la reforma política a cambio del petróleo, es su Plato de lentejas. 

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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Proteccion civil, negligencia oficial

Protección civil, negligencia oficial
Alejandro Nadal
E
l gobierno afirma que las críticas al sistema de protección civil son injustas. Es el reflejo típico del funcionario público, pero las huellas de la negligencia están por todas partes.
El secretario de Gobernación Osorio Chong considera que las críticas al gobierno son injustificadas porque no se podía prever la magnitud de la tormenta: es muy difícil saber exactamente los alcances que va a tener el fenómeno. Y por su parte, el titular de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, señor Luis Felipe Puente, también declaró que fue imposible calcular la magnitud de los fenómenos naturalesporque el fenómeno estuvo estacionado durante varias horas en el mar en un ambiente que le generó más líquido del previsto. Este funcionario, ligado al sector turismo en su fulgurante carrera no tiene idea de lo que está diciendo. Como siempre, cuando los funcionarios abren la boca sale un río de ignorancia y contradicciones.
La mejor prueba de que sí era posible determinar que la población corría riesgos mayores está en los mapas del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM (CCA-UNAM). Cualquiera puede consultarlos en la muy útil página del CCA. Una de las series de mapas del Grupo Interacción Océano Atmósfera sirve como pronóstico de precipitación acumulada total para un horizonte de 120 horas a partir del punto inicial. Los pronósticos meteorológicos son elaborados con un modelo de predicción numérica de meso-escala elaborado por el Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR, por sus siglas en inglés) y por NOAA (para más información sobre estos modelos).
Hay que contestar la siguiente pregunta: ¿cuál era el pronóstico de precipitación el 12 de septiembre a las seis de la tarde? Usted puede responder esta pregunta. Seleccione la fecha y hora en el acervo de pronósticos históricos del CCA y deje correr el modelo de pronóstico. Para las primeras 24 horas el modelo pronosticaba una precipitación acumulada de 150 mm a todo lo largo de la costa de Guerrero y de 100 mm en partes de la planicie costera. Para las siguientes 48 horas el modelo ya habla de una precipitación acumulada de entre 150 y 300 mm en casi todo el estado de Guerrero. Es decir, el modelo está pronosticando que para las seis de la tarde del día 14 de septiembre se estaría presentando un fuerte riesgo en todo el estado.
Si seguimos corriendo el modelo en el mapa del CCA-UNAM veremos que el día 14 ya se pronosticaba una situación sumamente complicada en todo el estado para las seis de la tarde del 15 de septiembre. La mitad sur-este del estado tendría precipitación acumulada de 400 mm y el resto acusaría niveles de entre 200 y 300 mm. Traducción al español: riesgo severo de inundaciones y aluviones, con todo lo que conlleva en un estado como Guerrero que tiene un gran número de cuencas y puntos de gran vulnerabilidad a las inundaciones y aluviones. Los lectores pueden activar el mapa en la página del CCA-UNAM para ver por sí mismos los resultados (ver la sección de pronóstico meteorológico). Pero ¿qué no tienen acceso a estos datos por Internet en la oficina del máximo responsable de Protección Civil en el país?
Sin lugar a dudas era imperativo activar un sistema de alerta para todas las comunidades, pueblos y caseríos en el estado y, desde luego, para los centros de población que estarían enviando miles de turistas a pasar el fin de semana largo en Acapulco y otros puertos del estado. Desgraciadamente, el gobierno mexicano carece de la infraestructura física e institucional para dar una alerta general. Para colmo de males, sus funcionarios carecen de inteligencia e imaginación y sólo saben recitar los diálogos que un perverso y mal guionista les ha proporcionado.
El secretario de Gobernación ha asegurado que con suficiente antelación se estuvo advirtiendo de la presencia de este fenómeno y que desde días antes se instalaron los comités de protección civil. ¿Se estuvo advirtiendo? Vaya usted a saber con qué medios de comunicación y diseminación de la información se estuvo advirtiendo, porque lo cierto es que el país siguió el 14 y 15 de septiembre avanzando hacia la catástrofe sin mayor preocupación que la de dónde pasar la noche del Grito.
Las cuentas de Twitter de Protección Civil de Gobernación (@PcSegob) y del estado de Guerrero (@PC_Guerrero) guardan el registro de lo que estaba sucediendo en las oficinas correspondientes. Es la bitácora de la incompetencia de los funcionarios responsables de protección civil a nivel estatal y federal. Ni una alerta general, ni un aviso urgente, cero información sobre ubicación de albergues y planes de emergencia. Poco importaba que la vida de millones de mexicanos estuviera en juego. La catástrofe natural ha puesto al descubierto, una vez más, el desprecio de la casta gobernante frente al pueblo de México.
Twitter @anadaloficial


martes, 24 de septiembre de 2013

La teoria de la revolucion en el joven Marx


La teoría de la revolución en el joven Marx
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Autor(es): Löwy, Michael
Löwy, MichaelLöwy, Michael. Nació en Brasil en 1938, hijo de inmigrantes judíos vieneses. Se graduó en Ciencias Sociales en la Universidad de San Pablo en 1960, y se doctoró en la Sorbona, bajo la dirección de Lucien Goldmann, en 1964. Vive en París desde 1969. Es director de investigación emérito en el Centre National de la Recherche Scientifique (Centro Nacional de Investigación Científica); fue profesor en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales). Sus obras han sido publicadas en 24 idiomas. Entre sus libros más recientes se encuentran Redención y utopía. El judaísmo libertario en Europa central (1988); Rebelión y melancolía. El romanticismo como contracorriente de la modernidad (1992); Walter Benjamin: aviso de incendio (2001); Kafka, soñador insumiso (2004); Sociologías y religión. Aproximaciones insólitas (2009); Ediciones Herramienta y El Colectivo publicaron, en 2010, su libro La teoría de la revolución en el joven Marx. Es miembro del consejo editor de la Revista Herramienta, donde ha realizado numerosas contribuciones.

Nueva traducción realizada para esta edición por Silvia Nora Labado desde el original en francés La théorie de la révolution chez le jeune Marx

Prefacio del autor

¿Marx está muerto?

Este libro fue publicado por primera vez en 1970, en ediciones Maspero, en la colección “Bibliothèque socialiste”, dirigida por el añorado Georges Haupt. Fue traducido al italiano, español (siete ediciones), japonés e inglés. Curiosamente, suscitó más interés en el mundo anglosajón que en Francia: algunas obras, como el muy conocido libro del marxista norteamericano Hal Draper, Marx’s Theory of Revolution [La teoría de la revolución de Marx] (N. Cork, MR Press, 1977), se inspiraron ampliamente en él (y no solo en lo que concierne al título).

La edición de 1970 tenía un último capítulo, consagrado a la cuestión del partido y de la revolución después de Marx: en algunas decenas de páginas, intentaba evaluar el centralismo de Lenin, el “espontaneísmo” de Rosa Luxemburg, las relaciones complejas de Trotsky con el bolchevismo, la evolución de Gramsci a partir de los consejos obreros de Turín hasta su teoría del partido como “Príncipe Moderno”; finalmente, la síntesis teórica de Lukács en Historia y conciencia de clase (1923). Evidentemente, se trataba del tema de otro libro: era imposible tratar a estos autores de manera adecuada en un número tan limitado de páginas. Esta es la razón por la cual preferí suprimir esta sección en la actual reedición. Simplemente agregaría que no ocultaba cierta simpatía (crítica) por las ideas de Rosa Luxemburg y de León Trotsky: en realidad, mi lectura del joven Marx era, en gran medida, de inspiración “luxemburguista”.

El libro es, esencialmente, un intento de interpretación marxista de Marx, es decir, un estudio de su evolución política y filosófica en el contexto histórico de las luchas sociales en Europa durante los años decisivos de 1840-1848 y, en particular, de su relación con las experiencias de lucha de la clase obrera en formación y con el primer movimiento socialista/comunista. El objetivo es dar cuenta del surgimiento, en el joven Marx, de una nueva concepción del mundo, la filosofía de la praxis, fundamento metodológico de su teoría de la revolución como autoemancipación proletaria.

Se trata de una investigación interdisciplinaria, que concierne, al mismo tiempo, a la sociología, la historia social, la filosofía y la teoría política, bajo la inspiración del “estructuralismo genético” –término utilizado por mi maestro y amigo Lucien Goldmann para designar su marxismo humanista e historicista–.

Desde la primera edición de este libro pasó más de un cuarto de siglo y mucha agua corrió debajo de los puentes del Sena, del Rin y del Nevá. Se desmoronaron imperios, las sociedades se transformaron y las modas cambiaron: el modernismo fue reemplazado por el posmodernismo; el estructuralismo, por el posestructuralismo; el keynesianismo, por el neoliberalismo; el muro de Berlín, por el muro del dinero. ¿Y Marx?

Después del fin del “socialismo realmente existente” –es decir, de los Estados burocráticos formados con el molde estalinista– se pudo asistir a una impresionante (casi) unanimidad entre periodistas, banqueros, gerentes, teólogos, diputados, senadores, ministros, universitarios, filósofos, politólogos, economistas y expertos en todas las disciplinas, para proclamar, urbi et orbi, en nombre de la Historia, del Mercado o de Dios –si no era en nombre de los tres– que “Marx está muerto” (tema ya machacado en el curso de los años 70 por los susodichos “nuevos filósofos”). Ex izquierdistas, ex comunistas, ex socialistas, ex revolucionarios, ex todo no perdieron la oportunidad de hacerse eco.

“Marx está definitivamente muerto para la humanidad”. ¿Esta oración está fechada en 1989, año de la caída del muro, o en 1991, momento del desmembramiento de la URSS? En realidad, se trata de una cita del gran filósofo liberal Benedetto Croce que data de… 1907. No fue una profecía particularmente lograda, como los partidarios rusos del liberalismo iban a descubrirlo diez años más tarde.

En realidad, ahora que el marxismo dejó de ser empleado como ideología de Estado por regímenes burocráticos parasitarios, existe una oportunidad histórica para volver a descubrir el mensaje marxiano originario e intentar desarrollarlo de manera creadora. En lo que a mí respecta, sigo creyendo, como en 1970, que la teoría marxiana de la revolución como autoemancipación de los explotados continúa siendo una brújula preciosa para el pensamiento y para la acción. No solo no se volvió obsoleta por la caída del infame muro de Berlín, sino que, por el contrario, nos provee de una clave decisiva para comprender por qué el intento de “construir el socialismo” sin el pueblo (o contra él), de “emancipar” el trabajo desde arriba, de imponer una nueva sociedad por medio de los decretos de un poder burocrático y autoritario estaba inevitablemente condenado al fracaso. Para Marx, la democracia revolucionaria –el equivalente político de la autoemancipación– no era una dimensión opcional, sino un aspecto intrínseco del proceso de transición hacia el comunismo, es decir, hacia una sociedad en la cual los individuos libremente asociados toman en sus manos la producción de su vida. La experiencia trágica de la URSS estalinista y posestalinista (así como la de los otros países con régimen análogo), lejos de “falsear” la teoría marxiana de la revolución, constituye una confirmación sorprendente de esta.

Dicho esto, esta “vuelta a Marx” solo puede ser útil a condición de que uno se libere de la ilusión de encontrar en él la respuesta a todos nuestros problemas –o, peor aún, la creencia de que no hay nada para cuestionar o criticar en el corpus complejo y a veces contradictorio de sus escritos–. Muchas cuestiones decisivas, como la destrucción del medio ambiente por el “crecimiento de las fuerzas productivas”, las formas de opresión no clasistas (por ejemplo, de género o étnicas), la importancia de reglas éticas universales y de los derechos del hombre para la acción política, la lucha de las naciones y culturas no europeas contra la dominación occidental están ausentes o son tratadas de manera inadecuada en sus escritos.

Esta es la razón de por qué la herencia marxiana debe ser completada por las contribuciones de los marxistas del siglo XX, de Rosa Luxemburg y Trotsky a Walter Benjamin y Herbert Marcuse, de Lenin y Gramsci a José Carlos Mariátegui y Ernst Bloch (la lista se podría extender).

Gramsci insistía con la idea de que “la filosofía de la praxis se concibe a sí misma históricamente, como una fase transitoria del pensamiento filosófico”, destinada a ser reemplazada en una sociedad nueva, ya no fundada sobre la contradicción de las clases y la necesidad, sino sobre la libertad[1]. Pero, mientras vivamos en sociedades capitalistas, divididas en clases sociales antagónicas, sería vano querer reemplazar la filosofía de la praxis por otro paradigma emancipador. Desde este punto de vista, pienso que Jean-Paul Sartre no se equivocaba al ver en el marxismo “el horizonte intelectual de nuestra época”: los intentos de “superarlo” no conducen más que a la regresión hacia niveles inferiores del pensamiento, no más allá sino más acá de Marx. Los nuevos paradigmas propuestos actualmente –ya sea la ecología “pura” o la racionalidad discursiva cara a Habermas, para no hablar del posmodernismo, la deconstrucción o el “individualismo metodológico”– a menudo aportan apreciaciones interesantes, pero de ninguna manera constituyen alternativas superiores al marxismo en términos de comprensión de la realidad, de universalidad crítica y de radicalidad emancipadora.

¿Cómo corregir, entonces, las numerosas lagunas, limitaciones e insuficiencias de Marx y de la tradición marxista? Por medio de un comportamiento abierto, una disposición a aprender y a enriquecerse con las críticas y los aportes provenientes de otros lados –y, en primer lugar, de los movimientos sociales, “clásicos”, como los movimientos obreros y campesinos, o nuevos, como la ecología, el feminismo, los movimientos para la defensa de los derechos del hombre o para la liberación de los pueblos oprimidos, el indigenismo, la teología de la liberación–.

Pero también es necesario que los marxistas aprendan a “revisitar” las otras corrientes socialistas y emancipadoras –incluyendo las que Marx y Engels ya habían “refutado”– cuyas intuiciones, ausentes o poco desarrolladas en el “socialismo científico”, a menudo se revelaron fecundas: los socialismos y feminismos “utópicos” del siglo XIX (owenistas, saint-simonianos o fourieristas), los socialismos libertarios (anarquistas o anarcosindicalistas) y, en particular, lo que yo llamaría los socialistas románticos, los más críticos en relación con las ilusiones del progreso: William Morris, Charles Péguy, Georges Sorel, Bernard Lazare, Gustav Landauer.

Si mi lectura del joven Marx cambió, en el curso de los veinticinco años que me separan de la primera edición de este libro, se debe ante todo al descubrimiento, en tanto sociólogo de la cultura, de la importancia de la crítica romántica de la civilización burguesa, a la vez como dimensión –a menudo dejada de lado– del pensamiento del propio Marx y como fuente poderosa de una renovación de la imaginación socialista.

Por romanticismo no entiendo simplemente una corriente literaria del siglo XIX, sino un vasto movimiento cultural de protesta contra la sociedad industrial/capitalista moderna, en nombre de valores precapitalistas. Se trata de un movimientos que comienza a mediados del siglo XVIII –Jean-Jacques Rousseau es una de las figuras emblemáticas de este origen– y que continúa activo hasta hoy, en rebelión contra el desencanto del mundo, la cuantificación de todos los valores, la mecanización de la vida y la destrucción de la comunidad[2].

Este aspecto romántico no está ausente de la teoría de la revolución y, en general, del pensamiento del joven Marx. Pero ese sería el tema de otro libro…

Finalmente, la renovación crítica del marxismo exige también su enriquecimiento por medio de las formas más avanzadas y más productivas del pensamiento no marxista, de Max Weber a Karl Mannheim, de Georg Simmel a Marcel Mauss, de Sigmund Freud a Jean Piaget, de Hannah Arendt a Jürgen Habermas (para no dar más que algunos ejemplos), así como la consideración de los resultados limitados pero a menudo útiles de las diversas ramas de la ciencia social universitaria. Es necesario inspirarse aquí del ejemplo del propio Marx, que supo emplear ampliamente los trabajos de la filosofía y la ciencia de su época –no solo Hegel y Feuerbach, Ricardo y S. Simon, sino también economistas heterodoxos como Quesnay, Ferguson, Sismondi, J Stuart, Hodgskin, antropólogos fascinados por el pasado comunitario como Maurer y Morgan, críticos románticos del capitalismo como Carlyle y Cobbert y socialistas heréticos como Flora Tristán o Pierre Leroux–, sin que esto disminuyera en lo más mínimo la unidad y coherencia teórica de su obra.

La pretensión de reservar al marxismo el monopolio de la ciencia, arrojando a las otras corrientes de pensamiento al purgatorio de la pura ideología, no tiene nada que ver con la concepción que tenía Marx de la articulación conflictiva de su teoría con la producción científica contemporánea.



Muchos libros sobre el joven Marx o sobre el conjunto de su obra fueron publicados en Francia en el último cuarto de siglo. Evidentemente, no podría tratarse, en este prefacio, de pasar revista a esta vasta literatura. Solo querría orientar la atención hacia tres contribuciones “iconoclastas” que me parecen particularmente interesantes, desde el punto de vista de la problemática que intenté desarrollar en mi libro: la filosofía de la praxis y su relación con la teoría de la revolución.

En su pequeño volumen La philosophie de Marx [La filosofía de Marx], Etienne Balibar demuestra de manera convincente que el nuevo materialismo introducido por las Tesis sobre Feuerbach no tiene mucho que ver con la “materia”, sino más bien con la necesidad de cambiar el mundo: a través del concepto de práctica revolucionaria, Marx transfirió la categoría del sujeto del idealismo al materialismo. Partiendo de ese “materialismo práctico” propone definir, en la célebre tesis nº VI, la “esencia humana” como el “conjunto de las relaciones sociales”. Al rechazar las trampas del individualismo y del holismo, del “realismo” (en el sentido escolástico del término) y del nominalismo, pone en el centro de su reflexión las relaciones múltiples entre los individuos (trabajo, lenguaje, amor), la realidad transindividual de la humanidad. En un pasaje penetrante, Balibar demuestra la reciprocidad dialéctica entre esta ontología transindividual y el concepto de práctica revolucionaria: “Atrevámonos a esa palabra, entonces: las relaciones sociales aquí designadas no son otra cosa que una incesante transformación, una ‘revolución permanente…’”.

Después de la ontología de la praxis, Marx formula, en La ideología alemana (1846), la ontología de la producción. Pero estas dos ontologías no se oponen: la unidad de la práctica las une. Marx suprime aquí, señala E. Balibar, uno de los más antiguos tabúes de la filosofía, desde la antigüedad griega: la distinción radical de la praxis, la acción libre de autotransformación humana, y la poiesis, la fabricación de las cosas en el enfrentamiento con la naturaleza.

¿La concepción de la sociedad y de la historia como praxis no es en sí misma contradictoria con la idea de un progreso inevitable, de un socialismo que sea el resultado necesario de las contradicciones capitalistas? El desafío de la obra de Henri Maler, Convoiter l’impossible [Codiciar lo imposible], es arrancar el horizonte utópico de la emancipación, que está en el corazón de la filosofía política de Marx, de la tentación de presentarse como una previsión científica del futuro. En otras palabras: por medio de la apertura de una dialéctica utópica, presente como esbozo en Marx, se puede descubrir, debajo del tiempo de las necesidades lineales, el tiempo de las virtualidades disruptivas. La utopía estratégica es una utopía disruptiva: depende de la acción que se apropia de la eventualidad de una brecha y de las virtualidades de un combate.

Liberada de las prescripciones doctrinales, la utopía marxiana sería, según Maler, el gran arte de los atajos (lo que se denomina la “alternativa”), que pone el deseo de lo imposible al servicio de los movimientos de emancipación. El futuro de nuestra codicia no es el futuro trazado o prometido de nuestras utopías tutelares, sino el futuro inventado para vencer el eterno retorno de la barbarie.

Esta problemática también está en el centro de la notable obra de Daniel Bensaïd, Marx l’intempestif [Marx intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica], cuyo recorrido está inspirado por una actitud resueltamente heterodoxa y crítica respecto del propio Marx.

La concepción de la historia en Marx tiene, de acuerdo con Bensaïd, una contradicción no resuelta entre el modelo científico naturalista –que predice el fin del capitalismo “con lo ineluctable de un proceso natural”– y la lógica dialéctica abierta (la “ciencia alemana”). Mientras que algunos textos de Marx –sobre la misión civilizadora del capitalismo o sobre el colonialismo inglés en India– no están lejos de caer en las trampas de la ideología “progresista”, otros (como la introducción a los Grundrisse) esbozan una ruptura profunda con la visión lineal y homogénea de la historia y con la noción de progreso “en su forma abstracta habitual”. Gracias a nociones como el destiempo (zeitwidrig) y la discordancia de tiempo, Marx inauguró una representación no lineal del desarrollo histórico.

Mientras que sus epígonos –desde los “ortodoxos” de la II Internacional hasta los “marxistas analíticos” como Jon Elster o John Roemer– no hacen más que “desarmar y volver a armar tristemente el cansador Meccano de las fuerzas y las relaciones, de las infraestructuras y las superestructuras”, la visión marxiana de una historia abierta inspiró en Trotsky la teoría del desarrollo desigual y combinado (y la estrategia de la revolución permanente) y en Ernst Bloch su análisis de la no contemporaneidad de las clases y de las culturas en la Alemania de Weimar.

Lo que no comprenden las lecturas positivistas de Marx es que, a diferencia de la predicción física, la anticipación histórica se expresa en un proyecto estratégico. Para un pensamiento estratégico, la revolución es en esencia intempestiva y “prematura”. Marx no juzga las revueltas de los oprimidos en términos de “correspondencia” entre fuerzas y relaciones de producción: está “sin vacilación ni reservas del lado de los pobres en la guerra de los campesinos, de los niveladores en la revolución inglesa, de los iguales en la Revolución Francesa, de los partidarios de la Comuna condenados a la destrucción versallesca”.

Daniel Bensaïd propone aquí una de sus más bellas iluminaciones profanas: la distinción entre el oráculo y el profeta. El marxismo no es la predicción oracular de un destino implacable, sino una profecía condicional, un “mesianismo activo” que trabaja los dolores del presente. La profecía no es espera resignada, sino denuncia de lo que ocurrirá de malo si, como en La catástrofe inminente y los medios para conjurarla de Lenin. Comprendida en estos términos, “la profecía es la figura emblemática de cualquier discurso político y estratégico”.



Esta reedición desempeña un papel en la proximidad del centésimo quincuagésimo aniversario de la publicación del Manifiesto comunista y de la revolución de 1848 en Francia, Alemania y Europa, en la que Marx y Engels participaron activamente por medio de su diario, la Nueva Gaceta Renana, y, más tarde, ya exiliados en Londres, a través de las circulares a la Liga de los comunistas.

Se puede considerar el Manifiesto del Partido Comunista de 1848 como el resultado, la concretización, la conclusión práctico-estratégica de la reflexión filosófica y política del joven Marx sobre las condiciones de posibilidad de la revolución como autoemancipación proletaria.

Hay posibilidades de que el debate en torno a Marx y al Manifiesto no sea solamente una cuestión de especialistas, “marxólogos” o historiadores de las ideas. Algunos de los temas centrales de ese documento fundador del socialismo moderno, durante mucho tiempo desaparecidos del vocabulario corriente, decretados “arcaicos” –como la lucha de clases, la búsqueda de una alternativa radical al capitalismo, la convergencia entre intelectuales críticos y trabajadores organizados, la unidad y coordinación entre las luchas a escala de Europa y del planeta, para hacer frente a la mundialización de la economía– vuelven a comenzar, poco a poco, a encontrar su lugar en el discurso social y político.

Esto se deriva de un cambio del clima cultural, que no deja de tener relación con la emergencia en Europa, y un poco por todos lados en el mundo, de luchas y movilizaciones sociales, de revueltas campesinas y populares, de huelgas y manifestaciones obreras, cuya expresión más espectacular fueron las grandes huelgas francesas de noviembre y diciembre de 1995. Sin optimismo excesivo, se tiene la impresión de que se prepara un momento crucial, a cuyos primeros esbozos se asiste, por el momento sobre todo negativos –el rechazo del neoliberalismo y de la globalización capitalista–, pero que contienen, indirectamente, la imagen, la esperanza, la utopía de un futuro diferente.

El hecho de que un gran número de intelectuales francesas haya apoyado e, incluso, participado activamente del movimiento de diciembre de 1995 es un signo alentador, que sugiere que la dialéctica entre teoría crítica, reflexión política y acción social –una relación de aprendizaje mutuo que no deja de recordar la de los años 1840-1848– se estableció nuevamente.

El desafío para los espíritus críticos que, en los albores del siglo XXI, no solo quieren interpretar el mundo, sino contribuir a cambiarlo, es aprender, como el joven Marx, con las experiencias de lucha más avanzadas, las tentativas más importantes de autoorganización de los explotados y de los oprimidos. El teórico crítico no puede sustituir a los trabajadores y trabajadoras, pero puede ayudar, como en 1848, en 1917, en 1936, en 1968, a la formación de lo que Marx designaba en el Manifiesto como “el movimiento autónomo de la inmensa mayoría”.

Es solo gracias a un movimiento como este que el comunismo con el que soñaba Marx en 1848 dejará de ser “el pasado de una ilusión” para convertirse en el futuro de una esperanza.

[1] Gramsci, Il materialismo storico, Turín, Editori Riuniti, 1979, pp. 115-116.

[2] Intenté dar cuenta de este movimiento con mi amigo Robert Sayre, en nuestro libro Révolte et Mélanolie. Le romantisme à contre-courant de la modernité, París, Payot, 1994.