EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 27 de junio de 2013

Pemex

Pemex: el plantransformador
John Saxe-Fernández
N
o se desanime, puede modificar la Constitución, dijo el senador Ernesto Cordero, ex secretario de Hacienda de Calderón, al ofrecerle a Enrique Peña Nieto los votos de la bancada del Partido Acción Nacional (PAN) para la apertura total de Pemex al capital privado. Parece que la labor de Calderón se extiende más allá de dar cátedra sobre liderato global a los estudiantes/clientes de la Harvard Corporation que lo acoge con su enorme cauda de muertos, desaparecidos y desplazados. Esa hospitalidad ¿es por promover los intereses y la guerra irregular del Pentágono en México, ya que en su junta ejecutiva figuran ex secretarios del Tesoro como Robert Rubin y Larry Summers? Rubin, además, presidió la junta ejecutiva de Citigroup, matriz de Banamex, inversionista en ExxonMobil, la mayor entre las mayores (BP, ChevronTexaco, Shell, Amoco, Arco) aspirantes a incorporar el gas y petróleo de México a sus activos.
Rex Tillerson, gerente de Exxon, ya declaró que estarían dispuestos... a invertir en el sector de petróleo y gas de México, sólo si el gobierno mexicano permite que la compañía sea dueña de algunas reservas energéticas. (La Jornada, 28/6/12) La promoción para privatizar la exploración y producción petrolera ya empezó. La SE anticipó que el plan que presentarán en septiembre incluirá la capacidad para realizar inversiones por medio de contratos de riesgo y EPN reiteró al Financial Times que abrirá el petróleo a los privados agregando, como exigen Exxon et al, que la reforma seríatransformativa al incluir los cambios constitucionales necesarios para darle certeza a los inversionistas privados.
Una todavía mayor regresión social y trato colonial –a la Afganistán– se deja ver en el reportaje del Wall Street Journal: “el plan contempla concesiones de 25 años (25-year contracts) de áreas designadas, permitiendo a las firmas privadas registrar las reservas como parte de sus activos (‘allowing private firms to book oil reserves’) lo que les facilita acceso a los mercados financieros globales”. Además, el plan incluye la creación de una agencia nacional de petróleo, una suerte de fondo soberano que administraría los ingresos petroleros del país.
La fuente no especificó el banco global a cargo del manejo de los multimillonarios depósitos. En el caso del gas y petróleo producido por los privados, dicha agencia le pagaría a las firmas los costos de producción y las ganancias (de haberlas) las compartiría el Estado con las compañías, dijeron las fuentes al WSJ. “Cuánto sería la parte del gobierno no ha sido determinado, aunque un alto oficial gubernamental dijo que podría ser de cerca de 70 por ciento (Ibid).
Las mayores que operan con el ADN de la Standard Oil de Rockefeller, han soñado esto desde que Lázaro Cárdenas las nacionalizó en 1938. En los tiempos del techo del petróleo –convencional– cuando toda nación cuida sus recursos, cayó como anillo al dedo a las petroleras el entreguismo de la cúpula que opera en lo oscurito delPacto ¿por México?. Máxime cuando a las mayores se les dificultó lograr tasas adecuadas de reposición e incremento de las reservas, vitales para captar más inversión en el mercado. Desde el escándalo en Wall Street cuando Royal Dutch Shell infló el monto de sus reservas probadas en el mundo en 4 mil 350 millones de barriles (NYT, 19/4/04), la Securities Exchange Comission, encargada de certificar cada año ante los inversionistas el monto de las reservas de cada firma, intensificó la revisión de los informes sobre las reservas de gas y petróleo. El escándalo Shell, dice Steve Coll en su revelador Private Empire(Penguin, 2012 p. 158), hizo obvio que en la era del nacionalismo por los recursos, las presiones sobre las grandes petroleras para reponer reservas son tan severas como para inducir estas groseras distorsiones.
Las iniciativas energéticas, de seguridad y el expedito mecanismo del pacto que desciudadaniza la dinámica política reflejan la urgencia de las grandes petroleras ante las dificultades y obstáculos en el crecimiento de la produccion y el agotamiento de campos petroleros, que pierden entre 5 y 7 por ciento de su producción anual. (“Exxon has an oil shortage” WSJ, 28/IX/12)
El plan en México es semejante a diseños anteriores de ExxonMobil en África Occidental endosados por el Banco Mundial, con aprobación del Departamento del Tesoro entonces a cargo de J. Wolfenshon, y luego de Larry Summers, asesorados por T. Geithner: Exxon deposita a un banco global lo que estima le corresponde al gobierno por el gas y petróleo extraídos según sus registros de producción diaria. El banco resultó ser Citigroup, actual dueño de Banamex y de un jugoso bloque accionario de ExxonMobil.
Coda: un alto cargo de la SE mencionó al WSJ (18/6/13): Queremos dejar en claro en la Constitución cómo (las firmas privadas) pueden participar. Esto sería la constitucionalización de un traspaso de riqueza sólo comparable al despojo territorial formalizado en 1848.

miércoles, 26 de junio de 2013

Brasil

Administrar el neoliberalismo: lecciones desde Brasil
Alejandro Nadal


L
a gestión del neoliberalismo por regímenes de centro izquierda es un ejercicio incómodo. La retórica desde el palacio de gobierno insiste en pintar un cuadro de progreso social en un marco de desarrollo económico. Pero las ataduras del modelo neoliberal conspiran para anular los éxitos que podrían obtenerse. El neoliberalismo no está hecho para promover el desarrollo.
En los últimos años surgió el mito del milagro económico en Brasil. La tasa de crecimiento del PIB estuvo por encima de la media de América Latina y su desempeño exportador le permitió mantener un superávit significativo. Además, el aumento en el gasto social le permitió reducir la pobreza y disminuir el hambre. ¿Qué podía salir mal?
Las manifestaciones en las ciudades brasileñas son producto de muchos factores. Desde la pésima calidad de los servicios públicos y el hartazgo por la corrupción, hasta la represión aplicada por los cuerpos de seguridad. El movimiento también está animado por el fastidio con la clase política que sólo ambiciona adueñarse de cargos públicos para vivir de sus rentas. Por el momento, la desaprobación no tiene más perspectivas que la simple protesta. Pero esta coyuntura obliga a examinar la estructura y desempeño de la economía brasileña bajo el peculiar enfoque del PT.
Para empezar hay que despejar el mito del crecimiento económico en Brasil. Entre 1999 y 2011 el crecimiento promedio anual fue de 3 por ciento, nada espectacular y ciertamente muy por debajo de las necesidades de generación de empleo que tiene el gigante sudamericano. En estos años la economía brasileña ha ido dando tumbos, alternando años de rápido crecimiento (7 por ciento en 2010) con otros de mal desempeño (baches de menos 0.2 por ciento en 2003 y 2009).
El desempleo abierto en Brasil alcanza el 6 por ciento de la PEA (2011). Para los estándares europeos en plena crisis ese dato parece reducido. Pero debe manejarse con cautela. Entre 2000 y 2007 el 51 por ciento del empleo total en Brasil se concentró en el sector informal. Como en toda América latina, el sector informal es un gran generador de empleo y el perfecto disfraz del principal problema económico del capitalismo.
En la década de los años noventa se aplicaron en Brasil fuertes programas de estabilización con esquemas de contracción salarial, ajuste fiscal y hasta la creación de la nueva moneda, el real. La inflación se redujo de niveles superiores al 2,000 por ciento hasta niveles históricos bajos (alrededor del 5 por ciento). Desde entonces impera la política macroeconómica restrictiva con las tasas de interés más elevadas en América latina.
Los dos gobiernos de Lula buscaron conciliar las directrices del neoliberalismo con objetivos de justicia social. Para no trastocar los equilibrios de la macroeconomía neoliberal, se optó por el camino del asistencialismo. Para obtener los recursos necesarios se incrementó la presión fiscal hasta alcanzar el 36.2 por ciento del PIB en 2012. Este es un nivel que corresponde al de un país con buenos servicios públicos, pero en Brasil predomina la mala calidad en materia de salud, educación y transporte.
La política fiscal es de corte neoliberal puro y su principal objetivo es generar un superávit primario (diferencia entre ingresos y gastos netos de cargas financieras). El superávit primario es un monto que podría invertirse en salud, educación y transporte, pero se destina a cubrir cargas financieras. El año pasado rebasó los 53 mil millones de dólares, monto equivalente a 2.3 por ciento del PIB, pero inferior a la meta de 3 por ciento del PIB: Brasil ha mantenido uno de los niveles más altos de superávit primario en el mundo.
Por otro lado, la estructura del impuesto sobre la renta no es progresiva y una buena parte de la carga la soportan los trabajadores de pocos ingresos. Además, el peso del IVA en la recaudación total es desmedido: el 48 por ciento de la recaudación total proviene de este impuesto regresivo que grava con la misma tasa a ricos y pobres. Lo recaudado por el IVA representa alrededor del 12 por ciento del PIB en Brasil, un escándalo.
Las bases del sector exportador no son robustas. Alrededor del 55 por ciento de las exportaciones provienen del sector primario, con un enorme costo social y ambiental. La volatilidad de los precios de estos productos básicos es bien conocida y por ello en 2012 Brasil tuvo su peor superávit comercial en diez años. La industria brasileña tuvo un mal año en 2012 y subsisten señales de fragilidad en el sector manufacturero. Por otro lado, el modelo de agro-negocios brasileño es un fracaso social, ambiental y económico, pero los grandes consorcios de ese país, con el beneplácito del gobierno, pretenden exportarlo a Mozambique y otros países de África.
Finalmente, en materia social la reducción de la pobreza en Brasil ha sido real, pero modesta. Ese país sigue siendo no de los de mayor desigualdad en el mundo. Para los partidos de la izquierda institucional en América latina, las lecciones son claras. Al fin del camino, las contradicciones del neoliberalismo son insuperables: ni desarrollo, ni rostro humano.

lunes, 24 de junio de 2013

Privilegio del dolar

Privilegio del dólar
León Bendesky
D
esde 2008 la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ha aplicado tres programas de flexibilización cuantitativa (quantitative easing) para contener la disolución del sistema financiero e intentar recargar la economía, luego de la profunda crisis que finalmente se desató aquel año.
En esencia tal política consiste en inyectar grandes cantidades de dinero en el mercado mediante la compra de títulos que pasan a ser parte del balance del banco central.
Las cifras son billonarias, han crecido de modo constante y han ido a parar a la liquidez del sistema financiero, principalmente a los bancos, muchos de los cuales quebraron y fueron absorbidos por otros, o bien fueron recapitalizados por el gobierno. También se han usado para refinanciar las hipotecas, mercado que se infló hasta reventar con la especulación inmobiliaria, que fue una de las causas de la crisis.
La enorme intervención del banco central se produjo al tiempo que las tasas de interés llegaban a niveles de prácticamente cero por ciento. Ni así se lograba estimular la recuperación del gasto en inversión y consumo, mientras se acumulaba una elevada tasa de desempleo que rebasaba 9 por ciento. Recientemente la Fed ató esa política de expansión monetaria a la reducción del desempleo a un nivel de 6.5 por ciento.
Cinco años después de esa hiperactividad monetaria la Fed ha anunciado que empezará a frenar la compra de títulos el año entrante, proceso que llevará años de ajuste en su propio balance.
Eso implica que se prevé el inicio, entonces, del alza en las tasas de interés y, con ello, un reacomodo de las corrientes de dinero y capital dentro y fuera de ese país. Igualmente habría un aumento en las presiones sobre los precios por el alza de los costos de financiamiento.
De la estabilidad inconsecuente de la actualidad podría pasarse a una inestabilidad que requeriría nuevas intervenciones con otro conjunto de distorsiones en la asignación del trabajo y los capitales. El presidente de la Fed, Ben Bernanke, dejará su puesto el año entrante.
Las expectativas de crecimiento de esa economía han mejorado marginalmente y sobre una base frágil, igual que las cifras de desempleo. En este último caso persiste la situación de que millones de personas han abandonado el mercado de trabajo. Por otro lado, la tensión entre el Ejecutivo de Obama y el Congreso ha impuesto restricciones fiscales que contienen la recuperación productiva. La situación es aún incierta y está plagada de cuestionamientos internos y en muchas partes del mundo.
La operación de los mercados ante las muy bajas tasas de interés administradas por la Fed ha estado marcada por nuevas formas de especulación financiera. Los inversionistas practican el llamado “carry trade” mediante el cual usan a su favor los diferenciales de tasas de interés entre distintas monedas y asumen el riesgo de los movimientos en los tipos de cambio.
De tal manera, por ejemplo, los fondos de inversión y los inversionistas institucionales compran pesos e invierten de modo especulativo en acciones o en otros activos. También lo hacen en deuda pública de bajo riesgo aprovechando la mayor tasa de interés de los Cetes frente a los Certificados del Tesoro y apuestan a la estabilidad cambiaria peso-dólar, o bien, la exigen.
El juego tiende a ser crecientemente perverso, sobre todo en este caso para México que es el país receptor. Se acumulan reservas que apoyan el valor del peso frente al dólar, pero se acrecienta la volatilidad de los capitales. Los estímulos a la producción interna frente a las importaciones no afirman la recuperación.
Eventualmente, la perspectiva de alzas de la tasa de interés en Estados Unidos con el freno previsto de la flexibilización cuantitativa alterará las condiciones del financiamiento del gobierno mexicano, expondrá al peso a mayor presión y, en un régimen cambiario flexible, será más grande la fluctuación del tipo de cambio o incluso una ajuste más fuerte (devaluación).
Lo mismo pasará en otros mercados y, una vez más, los criterios de la política económica de Estados Unidos tenderán a prevalecer en un contexto que aún es único y es que financian su deuda en su propia moneda y con recursos del exterior. Así, ambas partes, deudor y acreedor, están simbióticamente relacionados y no sólo en términos monetarios y de capitales, sino pasando por las relaciones comerciales que, finalmente, tienen que ver con la capacidad productiva y de generación de empleos.
Este tipo de ajustes parecen de alguna forma convencionales, sobre todo desde la primera mitad de la década de 1973 y el fin de la convertibilidad del dólar en oro. Pero ahora se resiente de modo decisivo el efecto de distorsión de las sucesivas crisis ocurridas desde entonces y las actuales condiciones de fragilidad en Europa y Japón, que se transmiten cada vez más a otros países, como aquellos a los que se llaman economías emergentes.
La actividad productiva y la generación de empleos e ingresos es la base de la generación de riqueza y ha quedado supeditada a las transacciones financieras y de especulación. Los movimientos para restaurar la producción son de una lentitud y falta de foco realmente pasmosos. Los cambios previstos por la Fed generarán un nuevo conjunto de condiciones con alcance mundial. México ya lo está resintiendo negativamente.

jueves, 20 de junio de 2013

La reforma financiera y la banca de desarrollo

La reforma financiera y la banca de desarrollo
Orlando Delgado Selley


L
a propuesta de reforma financiera, planteada por los integrantes del Pacto por México y presentada a la consideración del Legislativo por el jefe del Ejecutivo, sostiene que su propósito central es ampliar el crédito y abaratarlo. Para lograrlo, se propone que la banca de desarrollo impulse el desarrollo económico facilitando el acceso al crédito y a los servicios financieros a empresas y particulares. La formulación específica de esta cuestión se establece en el primer eje de la reforma: un nuevo mandato para la banca de desarrollo que propicie el crecimiento del sector financiero.
La banca de desarrollo, en efecto, tiene la función de corregir una importante falla de mercado: la existencia de un mercado financiero incompleto, es decir, un mercado de solicitantes de crédito que no es atendido por las empresas bancarias. La banca privada asentada en México, rentable y moderna, no obtiene el grueso de su rentabilidad de la actividad crediticia. Por eso su penetración es limitada. El planteo de que las instituciones financieras creadas por el estado mexicano pueden cumplir su misión como promotoras del desarrollo nacional, a través de las ventanillas de los bancos comerciales, es otra de las razones que explican esta falta de profundidad financiera.
Si se quiere realmente superar esta anemia crediticia la banca de desarrollo tiene que recuperar su capacidad para otorgar financiamiento directamente. El mercado que cubriría la banca gubernamental no está atendido por los bancos privados y, pese a la mejora en las condiciones para ejecutar las garantías crediticias, no lo estará en el futuro próximo. El tema básico es la falta de crédito para quienes cuentan con un proyecto viable, capaz de generar empleos dignos, ofreciendo productos nacionales en mercados dominados hasta ahora por importaciones frecuentemente de dudosa calidad, o bien construcción de vivienda popular, etcétera.
Completar el mercado bancario obliga a que la banca de desarrollo regrese al primer piso en la parte activa. Lo hizo en el pasado, eficientemente en los tiempos de expansión económica de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado, e ineficientemente en las épocas críticas del nacionalismo mexicano. Regresar a otorgar créditos directamente, no implica que descuide su balance. Es posible fomentar adecuadamente el crecimiento económico y la creación de empleos, manteniendo criterios crediticios sólidos, fundados en análisis serios de los proyectos y de quienes los encabezan.
Las circunstancias actuales, en las que las entidades financieras públicas están en niveles de operación relativamente reducidos, permiten plantear la creación de una sola institución de banca de desarrollo en el país. El Banco Mexicano para el Desarrollo, así podría denominarse, fusionaría a Nafin, Bancomext, Banobras y la Financiera Rural, con un enfoque de atención integral al estilo del Banco Nacional de Desarrollo Económico Social del Gobierno brasilero, podría ser de enorme importancia para que la economía mexicana supere el escaso dinamismo observado en los últimos 20 años.
La Iniciativa de Reforma Financiera ha abierto una discusión que había sido negada. La tozudez de la ortodoxia neoliberal, que plantea que los bancos gubernamentales deben operar en el segundo piso, para permitir que los bancos comerciales privados se hagan cargo de la atención crediticia de todos los sectores económicos y los acreditados de diferentes estratos, ha sido un rotundo fracaso. Tenemos una banca privada sólida que no le sirve al país, pero que le es extremadamente rentable a sus propietarios.
Es hora de que el estado mexicano recupere su capacidad para fomentar el desarrollo, atendiendo a sectores que no interesan a la banca privada, pero le interesan al país. Usando funciones de segundo piso para que los bancos populares (cooperativas de ahorro y crédito, financieras populares y financieras comunitarias), puedan expandir sus actividades crediticias lo que permite atender de mejor manera a la economía social, de enorme importancia para la vida nacional. Puede ser la hora, otra vez, de la banca de desarrollo.

miércoles, 19 de junio de 2013

Capital financiero: el amo estupido

Capital financiero: el amo estúpido
Alejandro Nadal
D
urante los años que siguieron a la segunda guerra mundial, el mundo de las finanzas tuvo que subordinarse a los dictados de un esquema regulatorio que frenó sus ínfulas de dominación. La conferencia de Bretton Woods estableció un esquema regulatorio que en buena medida (no totalmente) estaba comprometido con el objetivo de abaratar el costo del dinero y, para ello, impuso un sistema de controles sobre los flujos de capital. Ese sistema internacional de paridades fijas fue una de las claves para alcanzar las altas tasas de crecimiento que marcaron la época de los años dorados del capitalismo mundial.
Pero la década de los años setenta vio el final de esa época dorada. Desde 1971 el entonces presidente Nixon terminó con la convertibilidad del dólar estadunidense con el oro al precio hasta entonces establecido de 35 dólares la onza. Esa convertibilidad había sido la piedra de toque del sistema de paridades fijas establecido en Bretton Woods. La decisión de Nixon estuvo basada en un hecho fundamental: las reservas de oro de Estados Unidos eran insuficientes para enfrentar sus compromisos internacionales debido a que la competencia internacional había erosionado su posición en los mercados internacionales.
La desaparición del sistema de paridades fijas abrió un nuevo espacio a la especulación financiera en el mercado de divisas. Moviéndose entre espacios económicos nacionales el capital financiero encontró extraordinarias posibilidades deganancias especulativas. Lo único que tenía que hacer era comparar tasas de inflación (o tasas de interés real) y cuidar la estabilidad cambiaria. En este terreno encontraría el capital financiero un lugar para compensar el hecho de que las inversiones en la economía real se habían hecho más riesgosas (por la competencia internacional, la tasa de ganancia que permanecía estancada y por las altas barreras a la entrada en las principales ramas de actividad).
El capital financiero deseaba aprovechar las oportunidades que ofrecía la flexibilidad en tipos de cambio, la parte de Bretton Woods que había desaparecido en 1971. Pero para poder hacerlo, necesitaba que se eliminara la otra cara del sistema de Bretton Woods, los controles a los flujos de capital. A partir de 1980 se dio a la tarea de destruirlos. Comenzó su ofensiva con una brutal alza en las tasas de interés, provocó una recesión mundial y, con ello, la crisis de la deuda (con México a la cabeza). Las condiciones impuestas a los países afectados para retornar a los mercados de capital llevaban en primer lugar la eliminación de todo tipo de control y regulaciones sobre movimientos de capitales. Esta es, en síntesis, la forma en que el capital financiero pudo regresar a dominar la economía mundial. Los días en que Keynes habló de la eutanasia del rentista habían desaparecido.
Hoy en día la gran mayoría de los economistas asociados con el sistema económico y las universidades están preocupados por el tema de la inflación. Eso no es producto de la casualidad. La inflación es el enemigo número uno del capital financiero y todo el aparato de política macroeconómica se orientó a derrotar a este adversario. Y como en los años dorados la teoría económica había determinado que el crecimiento y el empleo estaban relacionados con la inflación, estos objetivos del desarrollo económico tuvieron que pasar a ocupar un lugar secundario. En su lugar se erigió la estabilidad de precios como prioridad única. Pero, como sabemos, eso no condujo a la estabilidad macroeconómica.
El capital financiero no es amigo ni del capital industrial, ni del trabajador. Sus operaciones no se rigen por la misma lógica. La variable que mejor explica esto es la tasa de interés. A partir del colapso del sistema de Bretton Woods, el mundo asistió a un proceso inexorable de incrementos en la tasa de interés, por lo menos hasta la década de los años noventa. Eso trajo como consecuencia un desempeño mediocre en materia de crecimiento y empleo a escala mundial. Esto se acompañó de un aumento brutal en la desigualdad. Si había que mantener algo de crecimiento, eso tenía que lograrse a través del endeudamiento y por medio de episodios de burbujas especulativas. Este es el sistema que le regaló al mundo la crisis global que estalló en 2008. El endeudamiento mantuvo inversiones, empleos y consumidores que no hubieran existido sin la ayuda del sistema financiero.
Si hoy las tasas de interés en los principales países capitalistas se mantienen deprimidas, eso se debe a las maniobras de emergencia aplicadas por los bancos centrales en su afán de contrarrestar la crisis global. Pero el capital financiero sigue fijando las prioridades de la política macroeconómica, como puede observarse en la aplicación de la política de austeridad en Europa y Estados Unidos.
El dominio del capital financiero promueve estancamiento, desempleo y desigualdad. La destrucción ambiental también se intensifica en la medida en que el medio ambiente es tratado como un activo financiero. El reinado del amo estúpido debe ser abolido.


martes, 18 de junio de 2013

American Way Por Francisco Sagal

American Way:


Las tendencias actuales del modo de vivir norteamericano, se han impuesto en el mundo, desde el cine, el arte, el futbol. El amor, el tipo de trabajo, el nivel de remuneración, el constante viajar por el mundo, sea de placer o de negocios, el hacer sentir esa hegemonía del imperio, en todas las facetas de la evolución humana.


Sin embargo, después de la segunda guerra mundial, cuando surge un mundo bipolar dominado por dos grandes potencias: EUA y la Unión Soviética. Al paso de las próximas décadas, se presenta el colapso de la ex Unión Soviética, anunciada con el derrumbe del muro de Berlín, también se impone ese nuevo fenómeno norteamericano del neoliberalismo económico, impulsado por destacados académicos como Milton  F o Hayek.


El neoliberalismo económico, como una ideología y un proyecto de clase , de la burguesía internacional, para reafirmar al capitalismo internacional. Expone la completa libertad de los individuos para desarrollar las técnicas administrativas empresariales, en un mundo dominado por el juego de la oferta y la demanda, por la elevación de  las sobre ganancias con la concentración de capitales en trust, carteles o monopolios internaciones, que permitan desarrollar las fortunas en el mundo, concentrando las riquezas naturales de la humanidad en unas cuantas familias burguesas.


Las consecuencias de este proyecto de clase, el llamado neoliberalismo, fue la extensión de la pobreza mundial, para las mayorías, en los continentes como África, Asia, América, Oceanía y Europa. La concentración de la riqueza mundial en uno  por ciento de la  clase encumbrada de los EUA, el desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías, como la energía nuclear, las investigaciones espaciales, el descubrimiento de tecnologías para permitir el crecimiento exponencial de la humanidad, chocaron con las contradicciones o efectos colaterales del neoliberalismo económico, como son las hambrunas, la desertificación de las tierras, el cambio climático, las guerras nucleares, el desempleo masivo, el paro forzoso, las guerras locales punitivas modernas con alta tecnología militar ete etc.


El cambio de las políticas de inmigración en la Unión americana, que antes millones de emigrantes alcanzaran llegar al sueño americano, que al cruzar el rio bravo, inmediatamente sus salarios fueron elevados 5 veces más, que en sus lugares de origen, también que millones de personas se integraran a este sueño americano, al incorporarse a las clases medias de ese país y vivieran 5 veces más superior en sus niveles de vida, comparado con las clases medias de sus países de origen, todo ello quedo atrás , con la declaratoria de crisis económica mundial del capitalismo anfitrión norteamericano, las crisis de las hipotecas, el destierro de los inmigrantes, el encarcelamiento y expulsión de los emigrantes, el  asesinato en masa de los emigrantes ete etc.


El nuevo sistema mundial con sus grandes capitales, con sus viejas instituciones, con sus diversiones estandarizadas, con su modernidad consumista, con un alto nivel de tecnología, están evolucionando a un mundo capitalista con carácter multipolarista, en donde las metrópolis imperiales, se rejuvenecen con los recursos materiales y naturales de las mayorías que compones la humanidad en la pobreza, desnutrición, el desempleo, el a trazo y las enfermedades.



lunes, 17 de junio de 2013

El neoliberalismo, como proyecto de clase

El neoliberalismo como “proyecto de clase”: Entrevista con David Harvey
10/04/2013Dejar un comentarioGo to comments
Por Elasa Boulet
En esta entrevista, David Harvey, evoca asimismo las transformaciones de la clase obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica si se desea cambiar el mundo. En esta entrevista, David Harvey retoma el análisis de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de clase” que es el neoliberalismo. Evoca asimismo las transformaciones de la clase obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica si se desea cambiar el mundo. David Harvey es geógrafo y profesor investigador de la City University de Nueva York. Sus escritos abordan en particular la dinámica reciente del capitalismo y la urbanización desde una perspectiva marxista.


Usted ha teorizado la adopción del neoliberalismo como una transición del fordismo a un régimen de acumulación flexible /1. ¿Cree que la crisis económica que estalló en 2008 demuestra el fracaso de este modo de acumulación flexible?



David Harvey – Esto depende de la manera en que se define el modelo de acumulación flexible. Si se concibe el modelo para revitalizar el capitalismo en su conjunto, yo diría que sí, pero que ya fracasó desde el principio. Si el modelo se diseñó para concentrar y aumentar el poder de la clase capitalista, y en particular de determinadas franjas de la clase capitalista, ha sido todo un éxito. El crack de 2008 no fue sin duda un acontecimiento especial si se contemplan todos los cracks que han tenido lugar desde 1997: el de Asia oriental y sudoriental en 1998, los de Sudamérica en 2001. Todo ese periodo se caracterizó por breves etapas de crecimientos interrumpidas por otros tantos cracks, pero es indiscutible que estos cracks desempeñaron una función muy importante en la consolidación de una riqueza y poder cada vez mayores en fracciones cada vez más pequeñas de la clase capitalista. Creo que 2008 marcó simplemente un paso más en esta vía hacia la concentración de riqueza y poder. Por mi parte, comprendo el neoliberalismo ante todo como un proyecto de clase, de consolidación y de refuerzo de la dominación. Creo que 2008 no marcó el final de todo esto, una crisis de este proyecto de clase, sino un paso más.


Pero se podría decir que el liberalismo también era un proyecto de clase. ¿Cuál es entonces la diferencia entre el liberalismo y el neoliberalismo?
Creo que la diferencia radica en el hecho de que el proyecto de clase que se planteó a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a mediados de la de 1970 estaba mucho más centalizado, en la medida en que el poder se había desplazado significativamente a favor del sector financiero. Este último se convirtió en cierto modo en el agente principal. No ocurrió lo mismo con el liberalismo. En la época del liberalismo se entendía que el sector financiero debía facilitar la actividad productiva y su función era más la de un lubricante que la de un motor del proceso de acumulación. Creo que el neoliberalismo se caracteriza en mayor medida por lo que llamo la acumulación por desposesión que no por las formas clásicas de acumulación por expansión, por crecimiento, formas clásicas que en determinados periodos no estaban en contradicción con la idea del aumento del nivel de vida de los trabajadores. En muchas partes del mundo, el aumento del nivel de vida de los trabajadores en las décadas de 1960 y 1970 pudo producirse en una época en que las tasas de acumulación eran muy altas. Era un periodo en que los poderes financieros eran significativos, pero no predominantes. Después surgió esta economía caracterizada mucho más por la desposesión, a partir de los años setenta.


En esta evolución hacia el neoliberalismo, ¿cómo interpreta por un lado el papel de las finanzas y por otro el de la globalización?


Ambas cosas están íntimamente ligadas. La moneda es lo que llamo la “forma mariposa” del capital, que puede volar a donde le dé la gana. Las mercancías son una especie de “forma oruga” del capital: se desplazan, pero lo hacen más bien lentamente. La producción tiende a fijar la “forma crisálida” del capital. Al otorgar más poder a las finanzas, se refuerza la “forma mariposa” del capital, que tiene la capacidad de trasladarse casi a donde le plazca. Creo que ha habido un proceso deliberado de refuerzo de la “forma mariposa” del capital, de modo que ha podido posarse en territorios donde, por ejemplo, el coste de la mano de obra es muy bajo, donde los impuestos son muy bajos. Así, los traslados resultan más fáciles, con el resultado de que esto ha permitido rebajar los salarios de los trabajadores en las antiguas zonas industriales del norte de América, de Europa, etc. Asistimos por tanto a una desindustrialización de los centros de producción clásicos. Esta desindustrialización se nutre del desplazamiento de los puestos de trabajo a otros lugares y hacía falta algo que la facilitara; ese algo fue la financiarización.


Parece que asistimos a una mercantilización creciente de “bienes immateriales” como las ideas (con el fuerte aumento del número de patentes), la educación, la cultura, así como a una mercantilización de la naturaleza (títulos financieros sobre los genes, la lluvia, etc.). ¿Cómo interpreta esta tendencia?¿Qué papel desempeña en esta crisis del capitalismo?


Producimos una cantidad cada vez mayor de plusvalía. Desde hace muchos años existe ya un verdadero problema para encontrar lugares en los que colocar este capital. Lo que ha sucedido en los últimos 30 o 40 años es que el capital se ha interesado mucho más por el aumento del valor de los activos y por la especulación en torno al valor de los activos. Sin embargo, en este proceso se interesa cada vez más por la rentas, como hemos visto en particular con respecto a la propiedad inmobiliaria, la renta de la tierra, los precios del suelo. Y, desde luego, por los derechos de propiedad intelectual. De golpe se ha producido una explosión de lo que se llama el sector rentista de la economía capitalista. El sector rentista siempre ha sido muy importante, por ejemplo: todo indica que en los siglos XVIII y XIX el dinero que ganaban las clases superiores con el arrendamiento y la apropriación de tierras era más cuantioso que el que sacaban del sector manufacturero. Así que el sector rentista siempre ha sido importante, en particular en la construcción de las ciudades. Y está claro que sigue siéndolo; en determinadas áreas avanzadas del mundo capitalista, los rendimientos de la propiedad de tierras y de activos son muy altos, y la propiedad intelectual es una nueva forma de propiedad, que siempre ha estado presente de alguna manera, pero que ahora ha cobrado mucha importancia. Y si uno puede ganar dinero por el mero hecho de ser propietario de patentes, si uno puede obtener buenos rendimientos del capital sin necesidad de emplear a ningún trabajador, ¿por qué iba a molestarse en producir? Así que pienso que en el curso de los últimos 30 a 40 años ha habido numerosos signos de que estaba construyéndose un potente sector rentista, con ingresos procedentes de las rentas de toda clase de fuentes: tierra, propiedad de recursos, propiedad de derechos de distinta naturaleza, entre ellos, por supuesto, los derechos de propiedad intelectual. Este sector en su conjunto es ahora mucho más significativo en la actividad capitalista y además no emplea a muchos trabajadores.
Usted ha elaborado el concepto de acumulación por desposesión, que ha suscitado numerosos debates. En ocasiones se ha considerado que es demasiado amplio. ¿Qué conclusiones teóricas y políticas extrae de estos debates?


Creo que en cierto modo era un argumento muy general y que existen diversas clases de desposesión. Algunos han preguntado, por ejemplo, si acaso lo que ocurre en el proceso de producción no es una desposesión del excedente que producen los trabajadores. Es una forma de desposesión, pero no se presta atención a las distintas formas de desposesión que se producen en otros ámbitos, en la circulación del capital. Esto es lo que yo quería formular teóricamente al analizar el circuito del capital. Cuando contemplamos el circuito del capital, vemos que está el circuito de las mercancías, el circuito de la moneda, el circuito de la producción, todo ello está en el segundo tomo del Capital. Estos distintos circuitos están integrados entre sí, pero cada uno tiene su agente: el circuito de la moneda tiene el sector financiero, el circuito de la producción tiene el sector industrial, el circuito de las mercancías tiene el sector comercial. Entonces la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿de qué manera estas esferas distintas reivindican el excedente y cómo se apropian efectivamente de él? Mi tesis es que el sector financiero y el circuito de las mercancías operan según un principio de acumulación por desposesión, porque lo que hacen es utilizar su control sobre las mercancías o su control sobre la moneda para detraer una tasa, una tasa que arrebatan a los trabajadores. Por tanto, en cierto modo la burguesía puede recuperar a través de los banqueros y los financieros todo lo que puede conceder en el ámbito de la producción.


Analicemos la cuestión de saber dónde se realiza la plusvalía por oposición a dónde se produce. Marx explica que se crea en la producción, cosa que no pongo en duda en absoluto. Con lo que no estoy de acuerdo es con la suposición de que por crearse en la producción, también se realiza en la producción. De hecho, es posible que tan solo una parte muy pequeña de la plusvalía se realice en la producción. Si contemplamos el ejemplo que ya he utilizado y que es el de [la cadena de supermercados] Wall Mart, que es una organización comercial capitalista, veremos que obtiene elevadísimas tasas de beneficio sobre la base de la subcontratación a productores chinos, que a su vez obtienen unas tasas de beneficio muy bajas. Se trata por tanto de una relación de acumulación por desposesión.


Podemos ir todavía más lejos con la cuestión que ya he planteado de saber cómo el capitalismo adquiere activos y luego trata de valorizar esos activos. Pues bien, a menudo los roban a los miembros de otras clases. Hay algo así como seis millones de viviendas en EE UU que han sido desahuciadas, es decir, seis millones de familias que han perdido su hogar. ¿Qué ocurre con esas viviendas? De momento tienen un precio muy bajo. Han sido adquiridas por grandes grupos capitalistas que las mantienen durante dos o tres años, a la espera de que el mercado se recupere, y entonces se llenan los bolsillos. Viviendas recuperadas al precio de, pongamos, 200.000 dólares por unidad se venderán entonces a 300.000 o 400.000 dólares cada una, siempre que el mercado se relance. Se trata de una actividad especulativa, es lo que llamo acumulación por desposesión. También existen formas de atraco directo cuando se suprimen las pensiones de jubilación, se recortan los derechos a la sanidad, o cuando un bien gratuito producido hasta ahora por el Estado se vuelve oneroso, como por ejemplo la universidad o la educación en general. Yo pude gozar de una educación gratuita en Gran Bretaña, pero ahora los que estudian tienen que pagar. En EE UU, el coste de la educación aumenta cada vez más, los estudiantes se endeudan y ya existe una enorme deuda estudiantil. Esto también es una economía de desposesión.


Lo que deduzco de todo esto es que las formas que adopta la desposesión son muy variadas, y como término general resulta probablemente demasiado ambiguo decir tan solo que “es una economía de desposesión”. Debemos estar más atentos a las formas de desposesión que se producen y dónde se producen. Creo que es buena idea desarrollar una comprensión más sofisticada de las distintas formas que puede adoptar la desposesión, esto es lo que concluyo de los debates. Pero no quiero en modo alguno replantear la idea de que constituye una parte muy importante de la estructura de la exploitación en una economía capitalista.


Y políticamente, ¿qué conclusión saca usted de estos debates en torno al concepto de desposesión?


Desde el punto de vista político, lo que deduzco es la idea de la resistencia a la acumulación por desposesión, que hay mucha resistencia, en todas partes, y que esas formas de lucha forman parte de la dinámica general de la lucha de clases. Esto desplaza el centro de atención de la organización y de la teorización política, alejándolo que lo que a menudo ha sido el centro de atención exclusivo de determinadas organizaciones de izquierda, a saber, la fábrica, para trasladarlo, por ejemplo, a la ciudad. Si contemplamos las estructuras de la explotación en y alrededor de una ciudad, veremos la explotación rentista, la explotación comercial. De este modo empezamos a tener una noción muy distinta de lo que es la política de resistencia a la acumulación capitalista una vez se integran todas estas demás formas de explotación en el paisaje.


En un artículo publicado en Counterpunch en 2009, usted escribió que la clase obrera no siempre está, y no lo está en todos los países, en condiciones de situarse en la vanguardia de la lucha social y política. ¿Puede desarrollar esta idea?
Hay dos maneras de verlo. Podría decir que la clase obrera, tal como ha sido definida tradicionalmente, no está en condiciones de estar en la vanguardia, que en ciertos casos los movimientos sociales o políticos han estado en la vanguardia. Si examinamos fenómenos como la revuelta zapatista, veremos que no fue una revuelta de la clase obrera, sino una revuelta campesina. Era también una revuelta contra la acumulación por desposesión, y lo mismo ocurre, por ejemplo, con respecto a las guerras del agua en Bolivia, en Cochabamba, donde también se trataba de una lucha contra la acumulación por desposesión. Y las luchas en El Alto, donde una ciudad entera se rebela y destruye el poder de la presidencia y abre la vía de acceso al poder de Evo Morales. Estos movimientos revolucionarios han sido muy fuertes y potentes, y no se basaron en una clase obrera tradicional.


Lo que quiero decir es que si analizamos las dinámicas de la urbanización y nos planteamos la cuestión de “¿quién produce la ciudad, quién reproduce la ciudad?”, y si decimos que todos los que producen y reproducen la ciudad forman parte de la clase obrera urbana, entonces esta abarca mucho más que los trabajadores fabriles para incluir al personal doméstico, a los taxistas, por lo que tenemos una concepción diferente de la clase obrera. Estoy a favor de cambiar nuestra concepción de quién constituye la clase obrera y de qué tipos de puesto de trabajo son cruciales. Hemos visto ejemplos, he mencionado El Alto, la gran fuerza que tenían sus habitantes para bloquear totalmente la ciudad, lo que de hecho es una huelga general, una huelga en el espacio urbano. Pienso que las huelgas de transportes son muy eficaces; en Francia, por ejemplo, ha habido huelgas muy importantes en los transportes, en la década de 1990 y en la de 2000. Se puede paralizar una ciudad, y paralizar una ciudad es un tipo de instrumento muy eficaz en la lucha de clases. Y no son únicamente los trabajadores de las fábricas quienes van a hacerlo, hace falta que sea la ciudad entera la que secunde esta acción. Por tanto, o bien decimos que la clase obrera está aquí y aquellos son otros movimientos sociales, o bien cambiamos nuestra concepción de la clase obrera. Pienso que es preferible cambiar nuestra concepción de la clase obrera.


¿Cómo interpreta usted la crisis de la Unión Europea? Parece que estamos asistiendo a un proceso de radicalización neoliberal, justo en el momento en que surgen relaciones neocoloniales entre el centro de Europa y la periferia, en particular con la crisis de la deuda griega.


Me parece que hay que analizar la crisis de la UE en términos de clase. No cabe duda alguna de que la creación del euro, por ejemplo, fue una operación muy ventajosa para la clase capitalista, y en particular para las fracciones de la clase capitalista que se hallaban en los sectores más avanzados, en los países más avanzados de la Unión. Tenemos por tanto un ámbito geográfico desigual en el que se produce una unificación, que resulta muy ventajosa para Alemania en particular, aunque no solo para Alemania. Alemania ha ganado mucho con la creación del euro, y cuando se examina lo ocurrido con las economías del sur de Europa en general, y de Grecia en particular… No diré que los griegos no hayan causado por sí mismos algunos de los desastres al llevar a cabo toda clase de engaños contables, etc., pero por otro lado Grecia se ha convertido en un mercado maravilloso para Alemania, que ha podido explotarla al amparo de sus superiores capacidades productivas y de organización.


Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables.


Un caso análogo en EE UU sería el del Estado de California, que ha conocido dificultades notables, pero que no ha corrido la misma suerte que Grecia porque el gobierno federal ha tenido que pagar el Medicare etc., mientras que con respecto a Grecia no existe esta obligación. Asistimos entonces a circunstancias extraordinarias en que la gente se hunde en una penuria total en Grecia, en muchos aspectos a causa de la política de austeridad impuesta por los poderes de la clase capitalista, cuyos intereses principales están concentrados en Alemania y el norte de Europa. Me parece que esta geografía desigual no cambiará a corto plazo. Tampoco percibo ningún cambio de política, por lo que creo que este va a ser un problema duradero para Europa, que no necesariamente se resolverá con la salida del euro de los países del sur. Por tanto, se trata de una especie de dilema permanente que a mi juicio solo podrá resolverse mediante una completa federalización de la base social de la economía, mediante una colectivización de los derechos de pensión y este tipo de cosas, cosa que políticamente es imposible, no creo que nadie votaría por eso.


¿Cree que en estos momentos asistimos a un viraje de tipo keynesiano en EE UU? ¿Es posible que el gobierno de Obama se aleje del neoliberalismo y aplique políticas más keynesianas?


EE UU nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta ahora. Ha sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el salario social y la protección social, etc., pero jamás ha sido estricto con respecto a la financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió dos guerras, reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social de acceso a los medicamentos que fue muy bemneficioso para las compañías farmacéuticas. Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al neoliberalismo, era de hecho un keynesiano en materia de defensa y financió el pulso con la URSS a través de la deuda pública. EE UU siempre ha sido un caso particular: su retórica sobre el sector público siempre ha sido muy neoliberal, pero sus prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas.


Lo que resulta interesante en la coyuntura actual es que el Partido Republicano, que de hecho compartió bajo George Bush este enfoque de tipo keynesiano para hacer la guerra, cuando perdió el poder decidió llevar de verdad hasta el extremo la política de austeridad. Así trata de impedir la posibilidad de un programa ligeramente expansionista, vagamente keynesiano, que preconiza el gobierno de Obama desde el principio. Pienso que están pisando terreno resbaladizo, pues no controlan más que la Cámara de Representantes, y si se puede demostrar a los estadounidenses que lo que impide la recuperación de EE UU es la manera en que el Partido Republicano actúa en la Cámara de Representantes, y entonces asistimos en las elecciones de 2014 a la transferencia del poder a los Demócratas, el Partido Republicano estará acabado. Claro que también es posible que esto no suceda, se trata de una situación muy compleja. Creo que hay miembros del Partido Republicano que se dan cuenta de que se hallan en terreno resbaladizo y que intentan cambiar, aunque sin mucho éxito de momento.
Hasta ahora nunca se ha dudado en EE UU en emplear prácticas keunesianas, en particular la financiación por el déficit, y en ser antikeynesianos en materia de programas sociales, de protección social, y resueltamente antikeynesianos cuando se trata de otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la clase obrera. El neoliberalismo de EE UU siempre ha sido sospechoso, su pragmatismo le ha llevado siempre a hacer lo que beneficia a las clases superiores, y ha sido limitado por este criterio. No creo que esto vaya a cambiar gran cosa, aunque pienso que en este momento el gobierno de Obama tiene muy claro que la tasa de crecimiento de EE UU es muy baja y que existe la posibilidad de una segunda recesión. Este gobierno, si tuviera las manos libres, apostaría por prácticas expansionistas, hasta cierto punto incluso por prácticas expansionistas que implicaran otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la clase obrera. Creo que la idea de una política ligera y parcialmente keynesiana bajo el gobierno de Obama ya se ha planteado y aceptado, pero no será refrendada por la Cámara de Representantes controlada por los Republicanos, a menos que estos últimos comprendan que esto les llevará a un desastre electoral si la gente percibe que ellos son el obstáculo. Está por ver cómo evolucionan las cosas.


A su juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o universitarios críticos?


Hay dos cosas. Lo que ocurre en el mundo universitario forma parte, desde luego, de la lucha de clases, es la lucha de clases en el ámbito de las ideas. Por tanto, una cosa que me gustaría que hiciéramos todos es luchar en el mundo universitario por diferentes tipos de producción de saberes, de reproducción de saberes. Los que están fuera de la universidad piensan a menudo que esta es una torre de marfil, pero no es así, la universidad es un terreno de lucha bastante encarnizada. Durante un tiempo estuve tratando de mantener abiertos los espacios en el interior de la universidad en los que pudieran desarrollarse cosas como las que centraban mi trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a las presiones de la transformación neoliberal y administrativa de las universidades. Es un poco como los trabajadores de una fábrica siderúrgica, hay que organizarse en el seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo.


Pero creo que también tenemos la obligación de tomar ciertas cosas sobre las que reflexionamos y presentarlas de manera que sean comprensibles para un público amplio, pensando en cómo la gente puede leer esto y extraer sus propias conclusiones. No creo que los universitarios conozcamos mejor el mundo que cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando trabajo con organizaciones sociales, estas saben qué es lo que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi tarea decirles qué tienen que hacer, eso ni se me ocurriría. Pero cuando tal vez yo puedo ser útil es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se relaciona con lo que ocurre en el capitalismo, cuál es la relación entre lo que hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación, podemos sentarnos juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con prácticas y cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos de desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o cómo se aplica la política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los espacios en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y estrechar lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas aprendan de nosotros en el proceso de lucha política.


Sin embargo, con las tendencias a la privatización de la educación, en particular de la enseñanza superior, parece más difícil mantener este espacio y esos debates en el seno de la universidad.


Así es. Todos estamos siendo atacados, inclusive en la universidad. Y por supuesto, si contemplamos el proceso de trabajo en el mundo académico, en EE UU ahora la mayor parte de la enseñanza corre a cargo de empleados que no tienen un contrato fijo y que viven en unas condiciones económicas muy precarias. Este es otro campo de batalla en relación con las condiciones de vida de las personas empleadas en las universidades. No es una situación fácil, pero ¿qué se puede hacer? Hay que organizarse y luchar, como en todas partes.


¿Cuál es su visión personal de una sociedad comunista/2, si “comunista” es la palabra adecuada?


Hay varias maneras de construir una visión utópica. Creo que siempre existe la necesidad de tener en mente una visión utópica, de una manera u otra, un lugar al que deseamos llegar, aunque al final no lleguemos, en cierto sentido no importa mucho si se llega o no. Si se tiene una visión, tratando de cambiar las cosas, estas se mueven en una dirección u otra. No tengo un esquema fijo, he escrito uno en el apéndice a un libro que se titula Spaces of hope, una especie de descripción utópica de una sociedad construida durante un periodo de 20 años. Y creo que necesitamos un modo de construcción por la negación. Si se comprenden los aspectos del capitalismo que no nos gustan, ¿qué rechazaríamos, cómo sería una sociedad que ya no funcionara sobre la base del valor de cambio, sino sobre la base del valor de uso, qué formas de coordinación de la división social del trabajo se crearían, cómo se implementaría para asegurar que el abastecimiento de cada uno en valor de uso fuera suficiente, que no se produjeran bloqueos completos ni rupturas, ni penurias? Son cuestiones muy pragmáticas.


Es posible por tanto trabajar sobre esta clase de ideas, construir por negación: no queremos hacer esto coordinándonos a través del mercado, queremos hacerlo de una manera distinta, a través de los trabajadores asociados en colaboración, los trabajadores asociados que organizan la división social del trabajo de manera que todo el mundo tenga lo que necesita. Con la informática tenemos la posibilidad de coordinar los inputs y outputs/3 de un modo distinto. Algunas fábricas recuperadas en Argentina funcionan ahora en red gracias a los ordenadores y organizan los flujos de inputs y outputs de manera que comienzan a coordinarse entre sí, pero no se trata de una planificación centralizada, es algo que se organiza en red, sin ningún planificador central. Creo que con las tecnologías que tenemos ahora existen nuevas posibilidades de plantear estas cuestiones de un modo distinto y que podemos construir una visión utópica en la que los trabajadores asociados controlen los medios de producción, se organicen y tomen sus propias decisiones en cada unidad productiva, pudiendo coordinarse entre sí, comunicarse entre sí para responder a las necesidades de todos y todas.


Notas
1/ La acumulación flexible designa el fenómeno de la “flexibilización” del trabajo desde la década de 1970: la subcontratación, la jornada parcial, la producción “justo a tiempo”, las actividades informales se han convertido en elementos cruciales del procedo de producción. Esta “flexibilización” (o dicho de otro modo, precarización) no se implanta del mismo modo en todas partes y es más importante en los “países emergentes”. Corresponde a una transformación de la gestión de las empresas, centrada cada vez más en un funcionamiento de mercado (subcontratación de actividades, asegurando rentas importantes a los accionistas) en detrimento de una gestión “interna” de la empresa.
2/ En inglés “socialist”.
3/ Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción (materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs : productos, mercancías).

Neoliberalismo II por francisco sagal

Ahora hablar de neoliberalismo es analizar un nuevo modelo de revitalización del capitalismo internacional, en su etapa financiera moderna.

 Las nuevas tendencias de acumulación de capitales, nos lleva a pensar en los capitales golondrinos, que  de la noche a la mañana, se presentan donde se encuentran las tasas más altas de ganancias financieras, trastocando a los países dependientes y subdesarrollados.


 "El neoliberalismo capitalista, se presenta ante todo como un fenómeno en donde, una teoría de prácticas políticas-económicas, que afirma que la mejor manera de promover  el bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo, dentro de un marco institucional, caracterizado por derechos de la propiedad privada, fuente de mercado libre y de libertad de comercio. El papel del estado es crear el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas."


El neoliberalismo capitalista como ideología y nueva etapa del capitalismo en su etapa financiera, ha tenido que presentarse lo mismo en oriente, que en occidente, en el norte que en el sur del mundo,  como una alternativa moderna para la consolidación del capitalismo, sobre las ideologías de derecha o izquierda.


Quedo muy lejos la China de Mao, c cuando ahora sus epígonos desarrollan un  neoliberalismo capitalista; también quedo muy a tras la Rusia de Lenin, cuando ahora sus epígonos levantan la bandera del neoliberalismo.


Después de la segunda guerra mundial, se desarrollo un mundo bipolar bajo la influencia fundamental de imperialismo de los EUA y la Unión soviética.

 Cuando se da el derrumbe la ex unión soviética, el neoliberalismo campea en los extensos territorios del este europeo. No obstante la perdida de la alta capacidad productiva de la Rusia y ex aliados, todavía esta presenta una fuerte capacidad militar de resistencia política al imperialismo norteamericano, recordemos los ejercicios militares de Rusia y Venezuela en el mar Caribe, donde Rusia amenazo con retirar grande cantidad en miles de millones de dólares de los bonos norteamericanos.


Ahora, las regiones que se ensanchan en su capacidad economía de ingreso per cápita son los EUA y China.

 Loa EUA desarrolla una política geoestratégica mundial, de colocarse como el gendarme mundial. Lo mismo que extiende sus bases militares a todo el mundo, en especial, su extensión hacia América latina, donde desea, si ya no puede comprar las materias primas estratégicas, ahora como una ave de rapiña arrebatarlas por la fuerza, estamos hablando del agua dulce, de litio, del oro, de magnesio, del cobre , del hierro, del cadmio , de la biodiversidad, del petróleo, de todos los metales y minerales estratégicos, de la plata, del platino etc. etc., también estamos hablando de los canales interoceánicos, como de la hidroelectricidad, etcétera.—


Igualmente, los objetivos de controlar el petróleo, el gas, los metales y cereales de los países del este europeo.



Por lo anterior, es que el neoliberalismo se manifiesta como la nueva doctrina del imperio gringo, para asentar sus reales en la tierra latinoamericana y mundial.